Big Red Mouse Pointer

viernes, 8 de mayo de 2015

NH2: Capítulo 047 - Llantos y lamentos

El trabajo continuaba después del largo día. La noche no había acabado aún en el bunker de los soldados, mientras que en el otro ya estaban dormidos. Los altos mandos se negaban a dormir, inmersos en sus tareas y pensamientos. El único que estaba dormido era Puma y alguno de los militares de menor graduación. Jimmy limpiaba y afilaba las viejas espadas que habían sacado del museo. No quería pensar en nada, así que se limitaba a prestarle atención a su tarea. Intentaba olvidarlo todo, pero sus recuerdos todavía le torturaban. Su única manera de escapar de todo eso, era soñar con esos mundos medievales que tanto le gustaban.

Ahora más que nunca sentía que podía estar soñando con aquello, ya que su mundo cada vez se parecía menos al que había conocido. Todo eso también le ayudaba con su autoestima. Él había decidido ser a partir de aquel momento, igual que un noble caballero de honor al servicio de los demás. Esa sería su forma de disculparse por los errores del pasado. Will apilaba los últimos suministros de balas, viendo como la modernidad poco a poco les iba abandonando.

Todo esto le preocupaba bastante, ya que él era un hombre hecho para vivir rodeado de tecnología. Cuando empezaron a desaparecer las primeras cosas, todo había sido muy extraño para él. Pero una cosa era estar sin ordenadores y sin electricidad, y otra muy distinta luchar como en el renacimiento. Él sabía que Jimmy y Ley estaban preparados para esa clase de mundo, pero su preocupación era si en su caso tardaría mucho tiempo en amoldarse. Estaba dispuesto a los cambios, y normalmente se adaptaba con facilidad, pero todo aquello le parecía demasiado distinto a lo que él estaba acostumbrado. Ley llevaba entrenando toda la noche. No había soltado su Tizona ni un solo momento. Primero practicaba con la espada española, para después coger la catana y practicar con ambas a la vez. Aquella era la única forma que tenía la chica de no perder del todo la cordura. Ya no se sentía parte de aquel mundo.

Notaba como cada vez se alejaba más allá del límite que había cruzado hacía ya un tiempo. Nada había sido igual desde aquel día en el que se había vuelto loca. Veía como moría día a día una parte de su ser. La felicidad había desaparecido junto con su calor. El frío la estaba consumiendo por dentro, el frío le hacía daño en su corazón eternamente lastimado. Sabía que no podía volver atrás, así que solo podía continuar hacia delante.

Ella ya no tenía salvación, pero era su deber darles a los demás aquello que a ella se le había negado desde el cielo. Entendía que la divina providencia le había dado el gran presente de tener una misión, pero a la misma vez le había quitado la oportunidad de vivir tranquila y feliz. Pensaba que las personas que tenían un destino, también tenían que cargar con el tormentoso camino de la tristeza y la soledad.

—Sólo el gran sauce es fuerte, porque día a día es sacudido por el cruel viento. —Murmuró la chica con fuerza en su interior, mientras continuaba con su duro entrenamiento.

El ruido del Jeep alertó a todos, dejando cada uno la labor que estaba desempeñando. Johnny aparcó rápidamente el coche, sintiéndose bastamente cansado y exhausto. Se estiró con fuerza, mientras salía pesadamente del vehículo.

—¿Todo listo? —Preguntó Ley con seriedad.

—Sí, lo llevé allí. El maletín está en sitio seguro… —Contestó el pelirrojo en voz baja, tras un leve suspiro.

—Bueno, si ya está todo hecho, mejor que nos piremos a dormir. Mañana hay mucho que hacer. —Sugirió Will rápidamente.

Todos asintieron al instante, decididos a no perder ni un minuto más. 
Johnny apenas podía moverse de lo cansado que estaba, por no hablar del tremendo esfuerzo que le costaba mantener los ojos abiertos. Por el camino se había tenido que encargar de muchos pestilentes seres, en un tramo que le habían cortado el paso. Después de la larga jornada no estaba dispuesto a renunciar a un solo minuto de sueño. Agarró a su chica de la cintura y se dirigió raudo hacía dentro del bunker, para acabar quedándose dormido nada más tumbarse. 

Ley apenas notaba el cuerpo del tremendo esfuerzo que había estado realizando durante toda la dura jornada. Necesitaba sentirse sin fuerzas, para poder ir a dormir con tranquilidad. Si no quemaba toda su energía, empezaba a sentirse mal y a pensar más de la cuenta. Sentía que tenía que poner todas sus fuerzas en no perder de vista su objetivo, y estaba dispuesta a no parar ni un solo segundo. Jimmy fue el segundo en quedarse dormido. Tenía muchos remordimientos, pero el sueño le podía más. Se durmió escasos segundos después de tocar con la cabeza, la mochila que tenía acoplada a modo de almohada. Will como cada noche, realizó su ritual nocturno. Siempre que se iba a dormir se despedía de todos y cada uno de sus camaradas caídos. Jamás se olvida de ninguno de ellos, dedicándoles siempre sus últimos pensamientos. 

La pelirroja miraba a Johnny mientras intentaba coger el sueño. Veía como estaba enroscado en ella como un niño pequeño. Ella se daba cuenta de que él necesitaba cariño, y que últimamente le tenía un poco abandonado. Se sentía afortunada de tenerle con ella, pues incluso así, él seguía a su lado siempre. Realmente eso era lo que ella necesitaba. La misión no sería nada si ella estuviera completamente sola. Aunque ella veía el camino claramente, y estaba dispuesta a recorrerlo, necesitaba gente como él, que estuvieran dispuestos a seguirla hasta el final. Sabía que si algún día lo conseguiría sería gracias a ese tipo de gente, pero sobre todo gracias a él.

Puma despertó nervioso con los gritos enloquecidos de Jimmy. Al darse cuenta de que tenía una pesadilla, fue rápidamente a socorrer al rubio.

—¡Ey! ¡Jimmy! —Exclamó el pelinegro raudo, zarandeándolo con fuerza para que despertara.  

El rubio se levantó con los ojos empapados en lágrimas, después de su trágico sueño, en la que recordó muchos de sus errores del pasado. Estaba despierto, pero aún así seguía confuso y con su mente muy lejos de allí.

—¡Ey! Ya pasó todo. —Animó Puma, intentando calmar a su compañero.

—¡Gracias! —Respondió agradecido el rubio con toda sinceridad, secándose las lágrimas al darse cuenta de que todo sólo había sido una horrible pesadilla. 

Puma ya era uno más de la familia. Para Will y Jimmy era como un hermano más, a pesar de lo poco que llevaba entre ellos. Esto le hacía sentir bien y cómodo, ya que incluso Johnny que no era tan abierto, le respetaba como compañero en el campo de batalla. Realmente se sentía mejor allí con los soldados, que con el grupo de siempre. Prefería el aspecto militar de la vida. Después de lo de Flor no estaba preparado para llevar una vida medianamente normal, no después de tanto sufrimiento.

—¡Ey, Will! ¿Y Ley y Johnny? —Preguntó confuso Jimmy al salir del bunker.

—No te preocupes tienen que estar al llegar, ahora vendrán. —Respondió Will distraído, mientras buscaba en una caja de herramientas. 

Jimmy soltó una carcajada al pensar que ambos se habían ido a hacer cosas de enamorados. Por lo menos es lo que él tendría ganas de hacer si estuviera en una situación similar. Al pensar eso se dio cuenta de que llevaba dos o tres meses sin estar con una chica. No había sentido a ninguna mujer porque él no había querido, ya que sus compañeros habían traído a varias mujeres. Él no se sentía cómodo con lo que muchos soldados veían normal, él no era esa clase de militar. Los consideraba salvajes cuando ellos se comportaban así, no entendía como eran capaces de forzar a las chicas tan cruelmente. Pero precisamente por ser bueno, era uno de los pocos que no recordaba cómo se sentía el estar con una. Sus compañeros se habían reído de él en multitud de ocasiones, pero eso no le iba a hacer cambiar de opinión.

Tampoco es que quisiera seguir así, pero necesitaba hacerlo como una persona decente, y con alguien que le despertara alguna clase de emoción. 

—¡Oye! Me dijo Ley que fuerais a recoger unos productos químicos que dejaron hace unos días los chicos, en una tienda que hay a un par de kilómetros de aquí. Ellos no podían cargar con más cosas, así que os toca a vosotros. Dijo que era importante. Es esa que tenía un autobús volcado delante de la puerta. Por lo visto los chicos consiguieron quitarlo de la entrada un par de metros. Dice Ley que son unas cajas de cartón negro que estos dejaron escondidas debajo de unas tablas del suelo. —Contó Will rápidamente, intentando no perder el tiempo charlando.

—Entendido. —Respondió Puma al instante, decidido a emprender la marcha lo antes posible.

Jimmy y Puma se prepararon en escasos minutos, dispuestos a hacer el trabajo inmediatamente. Se marcharon a toda velocidad, llegando al lugar indicado en poco tiempo.  Aquel sitio a simple vista parecía desolado, pero parándose a escuchar detenidamente, se podían oír gruñidos de zombies no muy lejanos. Esto puso en guardia a los dos jóvenes, que avanzaban con cautela por la zona. 

Divisaron rápidamente la entrada, pero también el problema a la misma vez. Había un pequeño animal mutante dentro del autobús volcado, rodeado de varias pestilentes criaturas que intentaban atraparlo para comérselo. Si o si, los chicos estaban obligados a pasar por delante de los podridos. No querían hacer mucho ruido, porque aunque no eran demasiados, no sabían cuantos podrían estar merodeando por los alrededores. Jimmy le hizo un gesto con la mirada a Puma para que este le siguiera.

Él asintió al instante, sacando su cuchillo en un abrir y cerrar de ojos. El rubio atravesó el cuello del primer podrido que pilló, mientras que Puma le clavó el cuchillo en el cráneo al segundo más cercano. A cuchillo y espada consiguieron hacerse paso. Una vez dentro empezaron a revisar las tablas del suelo, buscando la que estuviera más suelta. 

—¡Aquí! —Exclamó el rubio con énfasis, tras descubrir que el suelo estaba levantado por aquella zona en la que pisaba. 

Levantaron las maderas rápidamente, intentando no perder ni un segundo en aquella tarea. Comprobaron que allí estaban las cajas que buscaban. Mientras las sacaron, escucharon como algo pasaba en el exterior. Puma se asomó cuidadosamente, viendo como varias criaturas merodeaban por la zona.

—Hay que darse prisa. —Dijo Puma en voz baja. 

Terminaron de sacar las cosas, y se prepararon pasa salir. Jimmy despejaba el camino, mientras que su compañero transportaba las cajas. No eran muchos podridos pero la mejor opción era despejar la zona.

Dos fuertes golpes despertaron a los chicos que dormían plácidamente. Eva saltó alterada del viejo colchón, poniéndose en pie en décimas de segundo. Le siguió Davis al instante, cogiendo su lanza rápidamente.

—¡¿Es que no os vais a despertar nunca?! —Refunfuñó Johnny al otro lado de la puerta. 

La voz de este tranquilizó al grupo, los cuales habían creído que el ruido podría tratarse de una amenaza. 

—¡Buenos días! —Saludó Davis sonriente, abriendo la puerta a los dos pelirrojos. 

Ley movió la cabeza a modo de saludo, queriendo ser amable con el joven. Gesto que fue recibido con otra sonrisa por parte de este.

—Buenos días, ni buenos días… ¡Arriba ya hombre! —Protestó el chico pasando rápidamente al interior, pegando porrazos en la pared para meterle prisa al resto.

—¿Ni por la mañana puedes ser amable? —Se quejó Eva de mala gana.

—No hay tiempo. A vosotros os gusta mucho vaguear, pero el tiempo es oro chavala. Nosotros llevamos en pie más de dos horas. ¡Venga ya hombre! ¡Arriba, arriba! —Dijo ariscamente el pelirrojo, resoplando repetidas veces bastante molesto. 

Alice escuchaba todo ese jaleo, pero no quería levantarse. Estaba tan cansada que se arrepentía de no haberse ido a dormir más temprano la noche anterior. Deseaba volver a aquellos tiempos en los que paraba el despertador para poder dormir unos minutos más. Inma tenía una sensación similar, pero ella por el contrario se había levantado rápidamente. No le gustaba llamar la atención, y mucho menos que otros le echaran la charla. Todos se prepararon lo más rápido posible, intentando no hacerles esperar mucho. Lo intentaban pero aún así, se movían lentos como pesados zombies. Muchos no entendían la necesidad de dormir tan poco tiempo, en un mundo donde ya no existían los horarios. 

—¿Qué vamos a hacer? —Preguntó Nicole con bastante curiosidad.

—Primero iremos al bunker donde están los demás. Allí ya hablaremos del resto, ahora no es necesario. —Respondió Johnny con desgana.

Una vez se reunieron con los demás, se espabilaron completamente. Muchos de ellos se estiraron con la intención de estar a punto, y otros simplemente suspiraron.

—Os veo cansados. —Bromeó Puma sonriente, acercándose para saludar. 

Jimmy se puso nervioso al ver a Inma. No esperaba ver al grupo regresando con sus dos compañeros, así que estaba tirado en el suelo observando detenidamente su estoque. Se puso recto en un instante, adoptando la mejor pose que tenía.

—¡¡Hola!! —Saludó efusivamente el rubio con una sonrisa, intentando parecer lo más simpático que podía.  

Todos saludaron a Jimmy cariñosamente. De todos los amigos de Ley este era el que mejor les caía a todos. No había tenido ni un solo gesto feo con ellos, y siempre parecía tan caballeroso y amable, que era imposible no cogerle cariño en poco tiempo.

—Te veo entretenido. ¡Qué apañado eres! —Dijo Eva sonriente, acercándose a un distraído Will que no se había percatado de la presencia del grupo.

—¡Ey! ¿Qué pasa tía? —Saludó Will rápidamente, dejando lo que estaba haciendo.

 Eva y Will se llevaban bastante bien, debido a que tenían un carácter que les agradaba uno al otro. Él notaba que tenía una nueva amiga y estaba contento con esa situación. Él veía que ella era del mismo estilo, que las amigas con las que se había juntado toda su vida. A ella también le agradaba la situación, y le hacía sentir más cómoda entre ese grupo de desconocidos que para ella eran aquellos soldados.

—¿Me quieres ayudar? Estoy arreglando este par de pistolas. —Dijo el pelinegro educadamente.

—Está bien. —Respondió cordialmente Eva al instante. 

Ley observaba relajada el panorama, mientras organizaba unas cajas con ayuda de Puma. Se sentía conforme al ver como poco a poco ambos grupos se iban conociendo mejor. No es que se sintieran como en casa, pero por lo menos veía que no discutían, y que incluso muchos empezaban a llevarse realmente bien.

—¡Tío! ¡Me acabo de acordar! ¡Tengo algo para ti! ¡Ven! —Dijo Johnny a gritos, tirando de M.A.

—¿Qué tienes? —Preguntó ansioso el joven.

—El llavero con forma de bala de fusil. ¿Lo recuerdas? —Contestó el pelirrojo entusiasmado. 

A M.A. se le iluminaron los ojos al escuchar las palabras del chico. Sonrió contento y le dio las gracias efusivamente, andando rápidamente hacia el bunker. Ambos se metieron para dentro, mientras los demás charlaban tranquilamente. Jimmy y Davis tenían una interesante charla sobre las armas blancas, hablando de todos los tipos que había y las ventajas de cada una.

Adán escuchaba toda la conversación deseoso de aprender todo lo posible, ya que era un tema que le interesaba bastante. Las dos primas se sentaron encima de unas viejas cajas de plástico, intentando descansar todo lo posible. Aún se sentían demasiado cansadas, como para estar de pie sin motivo alguno. Era tan temprano que necesitaban un poco de calma, antes de ponerse manos a la obra. 

—El chico este, el rubio, te mira mucho. ¿Por qué no vas a hablar con él? ¡Es muy simpático! —Insistió Maya.

—¡Ay! ¡Qué pesada eres! —Contestó Inma riéndose.

—¿De qué habláis chicas? —Preguntó Jessica intentando integrarse en la conversación. 

Tras esta fue Alice, interesada en saber de que hablaban sus compañeras. Esta se sentó al lado de Inma, sentándose con las piernas cruzadas y la espalda completamente recta.

—Nada, esta que es una aburrida. —Bromeó Maya sacando la lengua.

—Es que es muy pesada, quiere que esté todo el día hablando con Jimmy. —Contestó Inma intentando excusarse.

—¿Y cuál es el problema? —Preguntó Alice entre risitas.

—¡Es verdad! ¡El chico es muy guapo! —Añadió Jessica riéndose también. 

—¡De verdad! ¡Eh! ¡Qué pesadas por dios! ¡Voy por tal de no escucharos! —Dijo Inma entre suspiros, cansada del coro de marujeo.

 Ley avisó a todos de que en diez minutos empezarían con sus labores, para que aprovecharan bien su ultimo rato de descanso.

—¿Puedo ayudarla en algo? —Preguntó caballerosamente Jimmy, haciéndole una reverencia a Inma.

—¿Siempre hablas así? —Bromeó la joven sonriente.

—Mira a tu alrededor. Caballeros con espadas pasando penurias. Esto cada día es más medieval, adaptémonos al entorno que tenemos ahora. —Dijo el rubio cortésmente.

—Me gusta la idea. Será como en los campos de la Mancha. —Añadió ella con alegría.

—¿En los campos de donde? —Preguntó Jimmy desconcertado.

—Nada, nada. Olvídalo. —Contestó Inma entre carcajadas.

Jimmy se puso a reír, sintiéndose un poco estúpido por no saber de lo que hablaba la chica. Aún así se sentía cómodo conversando y riendo junto a ella.

 —¡En pie! —Gritó la pelirroja llamando la atención de todos los presentes, mientras se erguía para ponerse completamente recta.

 El médico y el científico salieron al exterior acompañados de Johnny. No sabían bien lo que ocurría, pero seguían las órdenes del esquelético joven.

—¡Cuadraos! —Ordenó Ley al ver que todos la observaban. 

Todos formaron perfecta y ordenadamente, dejando delante a Jimmy, Johnny, y Will, presidiendo el batallón.

—¡Puma! ¡Colócate al lado de ellos tres! —Pidió la chica con seriedad, indicándole que se pusiera con los soldados de mayor rango. 

Días atrás Ley había presidido una ceremonia en la que se había iniciado a Puma como uno de los nuevos soldados, pero él no esperaba tener el honor de estar prácticamente al mismo nivel que Will y los demás. 

—¡Hoy será un nuevo día! ¡El día en el que nacerá el nuevo tercio! —Dijo Ley enérgicamente, empuñando su espada toledana. 

El grupo no entendía nada de lo que estaba ocurriendo, no entendían que pintaban ellos allí en medio de todo aquello.

—¡Formaremos tres tropas! —Continuó diciendo con la misma energía de antes. 

Inma, Adán, y Jessica, se sentían fuera de lugar. Ellos no eran militares ni mucho menos, ni siquiera se creían útiles para un enfrentamiento. 

—La tropa de élite será esta que tengo delante de mí. En unos momentos pasaremos a organizarla. —Explicó rápidamente, pero con decisión.—La tropa de apoyo seréis vosotros. Así que aprended y cuadraos. —Dijo Ley con seriedad, señalando al grupo de su hermano. 

Ellos se quedaron un tanto asombrados, sin saber muy bien qué hacer. Empezaron a moverse para arriba y para abajo, pero sin orden ninguno.

—Todos menos Jessica, Inma y el chaval. Poneros en fila y ya os estructuraremos debidamente. —Prosiguió la pelirroja con calma. 

Eva y M.A fueron los primeros en colocarse como era correcto, seguidos de Davis y Nicole. Finalmente todos se pudieron en fila lo mejor que pudieron.

—Tercera unidad. Tropa médica y de salvamento. Por favor acercaos todos los demás y formad rápidamente. —Pidió la chica al ver que su hermano y los suyos se habían organizado. 

Una vez terminadas las tres agrupaciones, la pelirroja movió unas pesadas cajas, mientras el resto se limitaba a mirar y esperar.

—Ignavi coram morte quidem animam trahunt, audaces autem illam non saltem advertunt. —Recitó Ley en voz alta y clara.

— Los cobardes agonizan ante la muerte, los valientes ni se enteran de ella. —Tradujo Jimmy rápidamente.

—Will será el segundo al mando en esta tropa. Después de mí, él será la máxima autoridad. Puma el tercero al mando. Jimmy será mi más fiel ayudante. Johnny el encargado de supervisar a las tres tropas, y el responsable de que todo funcione correctamente. El resto de esta división militar de élite, seguirá rigiéndose por el escalafón militar. —Explicó en poco tiempo la chica, dirigiéndose a los que tenía enfrente. 

Will y Johnny entrecruzaron varias miradas, poniéndose mala cara mutuamente. Ley les había hecho una jugada para mantenerlos calmados. Le había dado a cada uno una responsabilidad diferente, para intentar que no se pisaran entre sí. También se aseguró que ninguno de los dos fuera más que el otro, para no avivar enfrentamientos que ya estaban más que latentes.

—Veamos, vosotros os dividiréis por funciones. Eva y Nicole, vosotras estaréis al mando de vuestra unidad, siempre primero bajo mis órdenes, segundo bajo las de Johnny, y si es necesario la cooperación tendréis que hacerle caso a Will. No me importa lo que hagáis en el día a día, esto es lo que me importa para las misiones. Ya os he visto a todos en acción y sé que es lo que me viene mejor para el campo de batalla. Vosotras dos vais a ser las encargadas de la dirección y del ataque. Maya y mi hermano serán el equipo de exploración. Por último Davis y Alice se encargaran de la defensa y la retaguardia. ¿Queda claro? — Contó la chica con lentitud, intentando no dejarse ningún detalle por el camino. 

Todos quedaron un poco desconcertados con lo que acababan de escuchar, no porque no lo entendieran, si no porque no sabían porque se les había adjudicado esas funciones. Alice estaba un poco descontenta, ella quería pasar todo el tiempo posible con M.A. así que hacer equipo con Davis no le hacía tanta gracia en lo que a ese aspecto se refiere.

Por el contrario Maya y M.A. estaban contentos ya que estaban acostumbrados a hacer un buen equipo. A Davis le hubiera gustado más liderar junto con Nicole, pero tampoco estaba desilusionado con su función. Nicole era la que más satisfecha se sentía, ella pensaba que era la más capacitada de todos ellos para aquel puesto de responsabilidad. Eva no entendía porque Ley la había elegido, pero no iba a quejarse ya que básicamente todo le daba igual. Ella lo único que quería era cumplir su promesa con los soldados, para poder seguir teniendo un lugar seguro que darle a Adán.

—Con el último escuadrón queda totalmente claro quién está al mando. La autoridad son los licenciados, y el resto sus ayudantes. —Terminó de explicar la joven sin más demora. 

Estos últimos completamente en silencio, asintieron con la cabeza dando su visto bueno a la situación vigente.

—¡Jimmy! ¡Repártelas entre los que no estén bien equipados con armas blancas! —Ordenó la chica levantando la tapa de una de las cajas. 

Todos los presentes menos los del tercer escuadrón recibieron una de las viejas armas sacadas del museo. Todos menos Puma que tenía la espada nazarí y Davis que llevaba su lanza. Will se quedó anonadado con una espada de la orden del Temple, famosa por su señorial nombre, la Cruzada. Pensando que aquella hubiera podido ser utilizada en las cruzadas o en su similar, la reconquista española, se sentía entusiasmado con la idea de llevar una.  Johnny eligió una famosa espada romana, mítica por su uso en las legiones de aquel gran imperio, la Gladius.

Portarla le hacía sentir poderoso y despiadado, tal y como a él le gustaba sentirse con un arma. Además de que los soldados romanos le parecían de los más fuertes de la historia, sintiéndose orgulloso de poder utilizar una en un futuro próximo. Eva recibió la Alabarda, con la que quedó bastante satisfecha. Esa mezcla entre lanza y hacha le llamaba demasiado la atención, como para no escogerla nada más verla en la caja. Estaba convencida de que en cuanto aprendiera a usarla, estaría encantada con ella. M.A. cogió una maza de cadena, a la que no se pudo resistir ni un solo segundo. Era muy tentadora para él. Tantas veces la había visto en el cine, que ahora que veía una delante de él, consideraba necesario cogerla. No estaba seguro de poder aprender pronto, pero estaría dispuesto a esforzarse al máximo. 

Alice tomó una Falcata rápidamente, ya que le recordaba a un machete pero de estilo medieval. Notaba que aquella sería un arma que la haría sentir segura, en cuanto aprendiera a utilizarla bien. Le agradaba a la vista y al pensamiento, así que no había nada más que decidir. Maya escogió un martillo de guerra, encantada al imaginar las diferentes formas en las que lo podría utilizar. También le agradaba la idea de llevar algo diferente, que por otro lado le parecía más contundente que una espada.

 Mientras la mayoría de las armas se basaban en cortar, la suya sería para aplastar, algo que para ella era más poderoso sin tener nociones de esgrima. Finalmente Nicole se quedó con una vieja Bisarma, que pensó que le podía ser muy útil en el futuro. Le gustaban esas armas tan largas con las que uno se aseguraba una distancia razonable al atacar. Sabía que también era más complicado moverse, pero lo que era seguro es que uno no quedaba tan expuesto en el cuerpo a cuerpo. Sería más lenta, pero estaría con un perímetro de seguridad.

Absolutamente todos, aparte del primer arma blanca que habían elegido, Ley insistió en que todos portaran un Scramasax. Sin duda aquellas dagas podían ser muy útiles en caso de urgente necesidad, y siempre estaría bien tener una a mano. Si a los pueblos germánicos les habían servido para saquear media Europa, a ellos tenían que venirles de perlas.

— Alea iacta est. — Dijo Ley en latín con seriedad, mirando con firmeza a todos los presentes.

— La suerte está echada. —Añadió el rubio a modo de traducción.

—Dominus, fiat volúntas tua in terra.

—Señora, hágase su voluntad en la tierra. —Dijo Jimmy arrodillándose ante la chica.

Todos los soldados repitieron el gesto, siendo imitados por el grupo instintivamente. Para ellos había sido una manera de no desentonar, pero realmente ninguno de ellos comprendía porque era necesario eso. Realmente nada de aquello importaba, ya que se veían sumergidos en aquella extraña ceremonia medieval, en la que parecía que los estaban nombrando caballeros.

—In saecula saeculorum. —Susurró Ley alzando su Tizona, como si de un nombramiento se tratase.

Tras aquello todos se levantaron, viendo como la pelirroja movía su espada en el aire dibujando una cruz. Después señaló al cielo con su arma, finalizando el extraño ritual. Minutos después de finalizar todo, mandó que se empezara con el trabajo de aquel día. Aunque en este caso, sólo volverían a sus funciones normales la nueva llamada tropa médica. El resto se quedaría entrenando en la parte trasera del bunker, para poder practicar contra los árboles. Ley y Jimmy dieron unas nociones básicas a todos, ya que menos Davis todos eran bastante inexpertos en la materia. 

—¡Will! ¡Ese codo más arriba! —Llamó la atención la pelirroja, intentando corregir la postura de este.

 La delgada joven caminaba alrededor de todos los aprendices, observando los fallos y las virtudes de cada uno. Sería un trabajo duro, pero pretendía hacer de ellos unos auténticos guerreros en el cuerpo a cuerpo, costase lo que tuviera que costar, aunque fueran meses. Era necesario llevar a cabo esta tarea ya que pronto no tendrían ni una sola bala que utilizar.

—¡Puma pon la espalda más recta! —Dijo a voces la chica, reprimiendo al peligro.

—Chicas si me permitís os muestro una por una como tenéis que hacerlo. —Se ofreció el rubio a ayudar a Maya y Nicole.

—¡Venga! ¡Seguid así! ¡El duro entrenamiento os hará fuertes! —Animó Ley a todos, notando que estaban un poco desanimados al ver que no era tan fácil como parecía. 

Jimmy también andaba cerca de ellos, ayudando a la chica a entrenarlos. Él era el único capacitado para hacerlo, ya que estaba casi igual de preparado que su compañera en el tema del combate con armas blancas.

—¡Johnny! ¡No! ¡Mira! ¡Separa un poco más las piernas, y coge la espada así! —Explicó la pelirroja, mostrándole con su propio cuerpo la pose que él debía adoptar.

—¡No, No, No! ¡Definitivamente, no! Muchacha si estás tan inquinada hacia delante, puedes llevarte un buen susto sin apenas darte cuenta. —Ayudó Jimmy amablemente una confusa Alice.

—Pero… ¿Will esa que postura es? ¿Me lo puedes explicar? —Se burló Ley sonriente, intentando que su compañero se diera cuenta de que lo estaba haciendo mal.

—Veamos pequeño saltamontes. Tú es que te has empeñado en usar eso, y con tu estado físico es bastante complicado. ¿Has hablado ya con el doc para lo del brazo? —Habló Jimmy con M.A. seriamente.

—¡Mirad todos! ¡Jimmy y yo vamos a enfrentarnos! ¡Fijaos en los detalles! ¡No perdáis de vista ningún movimiento, ni ninguna posición! ¡Luego lo haréis vosotros por parejas! Será un poco diferente debido a las armas, pero los juegos de pies son iguales. ¡Estad atentos! —Gritó Ley llamando la atención de todos. 

Ambos se colocaron en posición de combate, tras saludarse con sumo respeto como dos antiguos caballeros de honor. 

—¿Qué pasa? —Preguntó Imna desconcertada al ver el círculo que hacían todos alrededor de Ley y Jimmy.

—¡Shh! Van a enseñarnos tácticas de combate. —Murmuró Will completamente concentrado en no perderse ni un solo detalle. 

El rubio adoptó una posición lateral, portando el estoque con una sola mano. La pelirroja tenía una pose frontal, agarrando la tizona con ambas manos.

—¿Veis la diferencia? Jimmy va a luchar parecido a como se hace en la esgrima deportiva, y yo lo haré más al estilo de la histórica. Él será más ágil con estas técnicas, e intentará ganarme terreno con facilidad. La esgrima deportiva es un tanto inútil para terminar con el enemigo, a menos que claves la espada en el pecho del otro. Para lo que si sirve bastante es para ganar terreno y desarmar al oponente. Yo seré más lenta, pero mis golpes irán con mucha más fuerza. Mis tácticas irán basadas en la defensa y en el ataque, aunque sobre todo en golpear a mi rival. —Explicó la chica seriamente, intentando enseñarles lo mejor posible.

Jimmy comenzó avanzando con suma destreza, echando hacia atrás a una Ley defensiva. Golpeaba una y otra vez la espada de la chica, quitándola de en medio y obligándola a retroceder. Se esforzaba bastante, intentando impresionar a Inma con su profesionalidad en el combate. La pelirroja estaba dejando que el rubio ganara terreno, haciendo que este se confiara poco a poco. No es que estuviera dejándose ganar, pero tampoco estaba empleando todas sus tácticas. Se puso enserio cuando creyó tener a su compañero confiado del todo.

El rubio perdió el control momentáneamente, cosa que le hizo esforzarse todavía más. La pelea se volvió mucho más intensa, tornándose incluso a peligrosa. Ambos empezaron a tomárselo personalmente. Jimmy quería demostrar su valía ante la muchacha española, mientras que Ley deseaba una cierta venganza personal. 

—¿No se están pasando un poco? —Le preguntó Puma a Will entre cuchicheos. 

Mientras este le asentía, Johnny se dispuso a meterse en medio del combate. Will le cortó el paso con su brazo inmediatamente, molestando severamente al pelirrojo.

—Déjalos… —Susurró Will seriamente, con la mirada fija en los ojos de Johnny.

Jimmy logró desarmar a Ley, la cual salió corriendo a por su espada antes de que su compañero hiciera el último movimiento. Una vez la cogió del suelo, contraatacó brutalmente, echándose encima de su adversario. Sabía que no iban a matarse, pero su cabezonería no la dejaba perder ni siquiera en un entrenamiento entre amigos. Por no hablar del rencor que aún sentía contra el rubio, después de enterarse de todo lo que las acciones de este joven habían significado.

Todos miraban asombrados la titánica batalla. Eran como dos bailarines danzando, utilizando su fuerza brutalmente. Ellos esperaban un combate relajado, algo parecido a una clase, y lo que estaban viendo casi era una pelea real. 

—No puedes Jimmy… —Murmuró Ley con cierto rencor, comiéndole al rubio todo el terreno perdido anteriormente. 

Jimmy rasgó el traje de la chica en el brazo izquierdo, provocándole un pequeño hilo de sangre que caía raudo. 

—¡Arrgg! —Vociferó la pelirroja con fuerza, golpeando intensamente con su espada el estoque de su compañero. 

Ella realmente no había perdonado a su amigo. Se estaba cegando gracias al odio que le provocaba recordar todo lo sucedido. Su reciente herida la había vuelto mucho más agresiva, echándose encima del rubio casi sin compasión. Un par de veces casi estuvo a punto de hacerle daño de verdad, llegando a escasos milímetros del pecho de su compañero.

—¡Parad! —Exigió Johnny enfadado, para que finalmente ambos le ignoraran completamente. 

De un brutal golpe la delgada joven desarmó a Jimmy, mandando el estoque del chico bastante lejos. En su último movimiento estuvo a punto de clavarle la espada en el cuello, cegada completamente por su sed de venganza. Cuando acercó su arma a pocos centímetros del rubio, se percató de lo que realmente estaba haciendo, frenando en seco al volver en sí.

Will sonrió al ver como la pelirroja le había ganado al rubio. Para él esa victoria también era suya. Él sentía la misma rabia que Ley albergaba por las acciones pasadas, de aquel que se había hecho llamar amigo.  Nicole y los demás aplaudieron, creyendo que habían estado viendo una majestuosa clase, en la que todo estaba completamente controlado.

—¡Ha sido impresionante! —Exclamó Alice entusiasmada.

—Ya te dije que mi hermana era una guerrera, está en los genes. —Bromeó M.A. con una sonrisa, sintiéndose orgulloso de la chica que compartía su misma sangre.

—¡Ey! Que Jimmy no lo ha hecho nada mal. —Añadió Maya entre risitas, dándole un codazo a Inma.

—¡Los dos han sido geniales! —Dijo Alice contenta, aún aplaudiendo calurosamente.

La pelirroja extendió el brazo con firmeza, ofreciéndoselo a Jimmy para ayudarle a levantarse. Él la miró con culpabilidad, recordando de nuevo todo lo que había hecho en el pasado. Se dio cuenta de que ella se cegó unos instantes, y de que apunto había estado de hincarle la tizona en el gaznate. No estaba seguro de que ella algún día le perdonase, pero en cierta forma él lo entendía.

—Lo siento. —Se disculpó con seriedad la chica, mientras ayudaba al rubio a ponerse en pie. 

Jimmy asintió con cierta sumisión, dándole a entender que no había ningún problema con aquello. 

—¿A dónde vamos mi señora? —Preguntó el chico con pleitesía, justo después de levantarse.

—Vamos a volver. —Contestó la delgada joven, sonriendo al ver que su compañero sabía perfectamente sus planes antes de decirle nada.

Johnny se acercó a ambos con paso lento y pesado. No sabía cómo interpretar la relación de sus dos compañeros. Deducía que Ley no podía perdonarle y que Jimmy se sometía voluntariamente intentando obtener perdón, pero otras veces había una conexión entre ambos que le desconcertaba. 

—¿Seguimos con el entrenamiento? —Preguntó cuidadosamente, intentando no interrumpirles ahora que parecían haber encontrado cierta paz entre ambos.

—Sí, diles que continúen. —Respondió ausente la chica, mientras aún miraba a Jimmy sorprendida por la clarividencia de este.   

El pelirrojo se dio media vuelta rápidamente, dirigiéndose a los demás para que continuaran en su entrenamiento.

— Sólo tiene que decir ven, y yo iré junto a usted hasta el final. Su camino es mi camino. La acompañaré a cualquier final. —Dijo Jimmy seriamente y con sinceridad, agachándose en un gesto respetuoso hacia ella.

—Me lo debes… —Susurró la chica ausente, con una mirada que parecía atravesarle como si él no estuviera allí. 

El rubio agachó la cabeza algo decaído, entristecido de ver a su compañera así. Echaba de menos a aquella amiga que un día dejó de tener, gracias a que él había sido un estúpido. 

—Ahora ve con los demás, disfruta por lo que pueda pasar mañana. —Añadió la pelirroja, dando por finalizada la conversación, antes de darse media vuelta y alejarse sola. 

Eva observó la situación desconcertada. No entendía porque Ley a cada instante se alejaba en soledad. Aquello incluso le molestaba. Pensaba que la pelirroja era un poco señoritinga y no quería mezclarse con el resto de los mortales.



Puma entrenaba con Will, empleando las mismas técnicas. Ambos se sentían bien aprendiendo a utilizar las espadas. Necesitaban una nueva actividad para no pensar en los últimos acontecimientos. Puma quería olvidar el dolor que había sufrido al perder a Flor, y Will el inflingido por las traiciones de Jimmy. 

—¡Ey! Mira lo que he aprendido. —Chuleó Puma sonriente, mostrando su mejoría en aquel arte.

—Pues a mí me sale súper bien esto. —Dijo Will entusiasmado, enseñándole a su nuevo amigo como él también había mejorado un poco.


Inma se acercó a Jimmy sonriente, con la intención de felicitarlo por su envidiable estilo con la espada. Realmente le había impresionado ver el combate, aquello le había parecido completamente increíble. 

 —¿Ya ha terminado su trabajo? —Preguntó cortésmente el rubio.

—Hoy no había mucho que hacer. Estos están dentro aprendiendo cosas con el viejecillo, pero yo estaba aburrida allí dentro. Es más divertido ver esto que hacéis. Por cierto me ha gustado mucho como has peleado antes. Supongo que llevas muchos años practicando. —Dijo Inma alegremente.

—Bueno, algún tiempo la verdad. Gracias, pero tan bueno no seré cuando no he ganado. —Respondió el joven tras un suspiro.

—No digas eso, hombre. Sólo has perdido porque te has despistado, no por falta de técnica. —Animó la chica con amabilidad.

—Si algún día una chica tan amable quiere aprender, yo podría enseñarle. —Sugirió el rubio con una sonrisa, con la esperanza de poder pasar más rato con aquella alegre muchacha que tan especial le parecía.

—Quizás algún día podría estar bien. —Contestó rauda Inma, intentando no comprometerse a decir ni sí ni no. 

A Jimmy incluso esa respuesta le contentó. Le gustaba tanto aquella muchacha que todo lo que ella le pudiera decir, era acogido siempre de la mejor manera posible. Él había estado con muchas chicas, pero era muy especial para pillarse tanto de alguna. La única vez que le había pasado aquello había sido igual. Sólo había necesitado escasos minutos para fijarse y quedarse prendado.

Al recordar aquello se entristeció un poco, recordando que la otra chica que le había fascinado le había traído por la calle de la amargura. Denise había hecho con él todo lo que ella había querido, le había utilizado como si de un cubierto desechable se tratase. Por culpa de ella, él le falló a sus amigos en más de una ocasión. Él la había querido tanto que como un tonto se dejó engañar. No creía que Inma fuera de esa manera, pues lo notaba en su forma de ser, aparte de que ella no podía obtener nada de él, a diferencia de la otra.

Él veía en Inma todo lo contrario de lo que Denise tenía. Ella era dulce, noble, amable, educada y sobretodo muy real, pero aún así tenía miedo de hacer el tonto. Por una parte le asustaba hacer el idiota, pensando que ella le rechazaría, y en caso de no ser así le daba miedo que jugara con él.

Maya y Alice hablaban sobre el porqué de levantarse tan temprano, para sólo entrenar allí sin hacer nada más. Estaban muy cansadas del día anterior, como para ver que aquello era razonable. Las dos lo que querían realmente era dormir. El día anterior habían hecho un gran esfuerzo, y ni siquiera así les dejaban descansar. ¿Qué importaba hacer aquello hoy o mañana? Ya habían salido del paso y encima habían sacado un maletín. No entendían los planes de los soldados, por lo menos hasta que tuvieran más información.

Eva se dispuso a hablar con Ley de varios asuntos que no entendía muy bien, y de otros que no le hacían mucha gracia. Sólo se había comprometido a pagar su parte del trato, pero en esa parte del trato no entraba que tuviera que callarse todo.   

—¡Oye! ¿Qué se supone que tengo que hacer con eso que has dicho antes? ¿Se trata de que Nicole y yo por estar al mando de nuestra unidad, vamos a tener que hacer más que el resto? Nosotros hicimos un trato, pero en ese trato se suponía que todos teníamos que colaborar. —Refunfuñó Eva algo disgustada.

—¡Cálmate! ¡Sólo se trata de que vosotras tenéis más cualidades para dirigir! ¡Aquí todos tienen una función igual de importante! —Contestó de mal humor la pelirroja mientras se ponía en pie. 

—¿Si? ¿Y porque Inma está sin hacer nada mientras yo estoy aquí entrando sin parar? ¿O porque tú estás aquí haciendo el tonto con un viejo cañón de mierda? —Replicó la chica de mala gana.

—Primero, yo estoy limpiando esto, porque pronto nos va a hacer falta. Segundo, yo ya he aprendido a utilizar mi espada. Tercero, no tendrán trabajo, pero tú también otras veces estarás sin hacer nada mientras que ella esté haciendo cosas. ¿Recuerdas el trato no? Tenéis que colaborar. —Alegó Ley rápidamente con seriedad.

—¿Entrenar es colaborar? —Volvió a replicar Eva.

—Los tuyos no lo saben, pero apenas queda munición. Es necesario aprender a utilizar lo mejor posible las armas blancas. —Explicó la chica con sinceridad. 

Eva se calmó al entender el porqué de todo. Ella era una persona que necesitaba explicaciones, no le gustaba hacer las cosas sin saber el trasfondo. No obedecería sin saber de qué serviría lo que a ella le habían mandado.

—Otra cosa que me he estado preguntando. Quizás no para ahora, pero para un futuro. ¿Por qué vivir separados? —Preguntó Eva ansiosa de tener más respuestas.

—Primero y muy importante. No pongas todos los huevos en la misma cesta. Segundo y no por ello menos importante. ¿Tú conoces como son los soldados en el frente? Cuando están desesperados y lejos de sus familias son unos animales. ¿Quieres que meta a tantas chicas en un lugar donde viven hacinados soldados sin mujer? ¿Ves las tres únicas chicas que hay aparte de mí? Dos sobreviven porque dos de los soldados son sus novios, pero la otra hace poco intentaron forzarla. Es el fin del mundo y no saben si van a llegar con vida al día siguiente, muchos no lo dudarían si no hay alguien que los controle. —Explicó Ley con cuidado, haciendo que Eva lo comprendiera todo rápidamente.

El día terminó con todos exhaustos antes de que cada uno volviera a su bunker correspondiente. El entrenamiento había durado toda la jornada. La única pausa que tuvieron fue al medio día para comer algo de comida enlatada.

—¡Me duele todo! —Dijo Alice entre suspiros, tirándose de golpe al viejo colchón.

—Es el precio de ser un caballero medieval. —Bromeó Davis sonriente, soltando su lanza en el mueble. Aquello realmente le había agradado a Davis.

Él sabía manejar la lanza y siempre que la había utilizado se había sentido como en otro siglo. Quizás no era tan mala idea irse acostumbrando a comportarse como en otra época, ya que prácticamente toda la tecnología había desaparecido.

—¿Les habéis dicho que se manejar el arco? —Preguntó entusiasmado Adán, intentando ser de más utilidad.

—¡Oye! ¿Pero tú no estabas estudiando con el doctor? ¿En qué quedamos? — Dijo entre risas Eva, intentando calmar las ansias del chico. 

Eva prefería que el pequeño se dedicara a otras labores que no fueran las de la guerra. Ella quería que él estuviera sano y salvo, y que se entusiasmara con pelear no le parecía muy buena idea. Por otra parte quería que se supiese defender bien, pero era delicado el asunto. Si le metía ganas de pelear, quizás él se expusiera demasiado, pero si le cortaba esas ganas, quizás le convertiría en un futuro hombre que necesitara constantemente la ayuda de los demás.

—La verdad es que yo también estoy bastante cansado. —Dijo M.A. estirándose.

—Bueno al menos hoy ha sido un día cansado, pero emocionalmente estable. —Comentó Maya intentando ser positiva.

—Quizás sea por la actitud con la que anoche nos fuimos a dormir. —Añadió Alice tras reflexionar sobre el asunto. 

Eso era algo que les reconfortaba a todos. Era tan difícil en aquel mundo no sufrir un solo día que aquello era casi un milagro. Cierto que aquel día no había sido trágico, pero eso tampoco había llenado sus vidas de felicidad, ya que muchos no olvidaban todo lo que llevaban tras de ellos.

—Tampoco os acostumbréis. —Sugirió Nicole en voz baja. 

En el mundo actual las buenas cosas no solían durar mucho, así que hacerse demasiadas ilusiones era algo bastante imprudente. Nicole tenía esto muy claro, y pretendía adoptar una postura con la que se sintiera con los pies firmemente plantados en la tierra.

—¿Seguiremos mañana con lo mismo? —Preguntó curioso Davis, con ganas de repetir la actividad.

—Quien sabe, esta gente nunca dice nada. —Respondió Maya dudando de las intenciones de los soldados. 

Maya se sentía confusa en ese ambiente. Nunca sabía por dónde iban a saltar Ley y sus compañeros, y aquello era algo que la desconcertaba bastante. Quizás por un lado era mejor, ya que así no estarían pensando todo el día en lo que les esperaba, pero por otro lado no tenían tiempo de prepararse. Aquello tampoco le gustaba mucho a Nicole. A ella le gustaba tener controlada la situación, y de esa forma era imposible saber a qué atenerse. Intentaba acostumbrarse, pero era algo que le costaba bastante. 

—Podríamos aprovechar hoy que no hemos tenido ninguna mala experiencia, para ser felices otra noche más. —Propuso Inma con alegría.

—Sabes que siempre estoy dispuesta, pero hoy estoy muy cansada. —Contestó Alice bostezando, mientras se recostaba entre las mantas.

—¡Venga! ¡Aunque sea un ratito! —Animó Jessica sonriente.

—¡Sí! ¡Me parece buena idea! —Añadió M.A. entusiasmado con la idea, a pesar de lo cansado que estaba. 

Finalmente convencieron entre todos a Alice y Maya, la cual también tenía bastantes ganas de echarse a dormir lo antes posible. Llegaron todos a la conclusión de que tenían que disfrutar de los pocos momentos que le brindaba la vida, no podían desperdiciar ni uno solo. 

Puma y Jimmy organizaban unas desordenadas cajas, mientras charlaban tranquilamente. Ambos habían establecido una amistad bastante sólida, que les agradaba a los dos de igual manera. Se sentían cómodos el uno con el otro, haciendo un buen equipo que ninguno de ellos hubiera imaginado jamás.

—¿Qué hace Will? —Preguntó desconcertado Puma, viendo como el chico se arrodillaba después de dibujar algo en la tierra con el cañón de su rifle. 

—Un homenaje. Will nunca se olvida de ninguno de los caídos. —Respondió con seriedad el rubio, agachando la mirada según iba hablando. 

Puma se entristeció unos segundos al escuchar aquellas palabras. Cerró los ojos unos instantes y vio nítidamente la cara que tenía Flor la última vez que la vio. Aquel recuerdo le hería profundamente, pero incluso con su dolor latente notó el sufrimiento del rubio. A Jimmy se le vinieron tantas cosas a la cabeza de pronto, que se le escaparon unas pequeñas lágrimas a los pocos minutos. La vida le parecía tan rápida, que a veces no tenía tiempo para recordar a los que ya no estaban allí. Le dolía el paso del tiempo, este pasaba corriendo tan raudo que parecía que hacía miles de años de algunas cosas. Lo que más le hizo sufrir en aquel momento fue intentar recordar a todos, y darse cuenta de que no era capaz de ver algunas de las caras que tanto tiempo le habían acompañado. 

—¿Estás bien? —Preguntó Puma preocupado, poniéndole la mano en el hombro a su compañero.

—No los recuerdo… —Murmuró Jimmy decaído, encogiéndose casi como un niño pequeño abandonado. 

Puma lo había pasado muy mal en su vida, pero veía que su compañero estaba peor. Él sabía que el rubio al ser más sensible, necesitando ayuda para superar el dolor. Él no era tonto y ya llevaba allí el suficiente tiempo para saber que su compañero llevaba una carga demasiado pesada. Quería ayudarle, pero no sabía cómo. Veía como Jimmy tenía más de un motivo para sentirse así, pero nunca terminaba de enterarse exactamente de qué era lo que le pasaba al chico.

Ley miraba como salía la luna entre las lejanas colinas, sintiéndose embrujada por aquella brillante luz. Le dolía tanto su pesado corazón, que ya prácticamente ni lo notaba. No podía borrar aquel malestar que tenía, la única manera de anestesiarse era olvidarse de sí. Todo lo que le quedaba era el futuro, y ni siquiera eso iba a ser para ella.  Nadie podía entenderla, pero eso ya no importaba. Realmente ella ya no importaba, lo verdaderamente importante eran los demás. Quizás por eso se sentía embrujada por aquella luna. La luna estaba allí tan sola, exactamente igual que lo que la pelirroja sentía. Ella incluso pensaba que la luna tenía más suerte, ya que la luna estaba sola en la oscuridad, en la nada. Ella estaba sola entre una multitud, siempre había sido así, pero en aquel momento se sentía más sola que nunca, más allá que todos los que la rodeaban. Sentirse así entre la gente era casi igual que estar muerto por dentro.

Johnny observaba a su amada detenidamente. Le dolía verla así, era como ver una sombra de lo que había sido. Le parecía tan guapa cuando sonreía y estaba alegre, que verla de aquella manera era devastador. Demasiado muerto por dentro estaba él, como para que ella también acabase así. Ella era quien le hacía sentirse vivo, si ella también se enfriaba, se apagaba la única luz que él tenía. Pensaba que después de tantos años animándolo, ahora le tocaba a él hacer lo mismo. Realmente quería hacerlo, pero por más que pensaba no sabía cómo. Pensar en todo aquello también le dolía, le hacía sentirse de nuevo la última mierda. Sufría pensando que gran parte de lo que le había pasado a ella tenía que ver con Rojo. Parecía que nunca iba a quitarse ese lastre de encima, ni incluso cuando él la tenía a ella, y Rojo estaba más que muerto.

— Te estás apagando como la luz del día en un anochecer sin luna. —Dijo poéticamente Johnny acercándose a su chica. 

Era la primera vez que el pelirrojo hablaba tan poético, pero aquello le había salido de lo más profundo de su alma.

—También hay belleza en la oscuridad… —Respondió Ley en voz baja, mirando intensamente el cielo oscuro inmersa en sus propios pensamientos.—La de todos, es una triste historia. —Expresó la chica casi en susurro, alejándose mentalmente de allí unos breves minutos.

—¿Dónde estás? Te veo tan lejos de aquí… —Murmuró el chico tímidamente.

—Más allá… —Susurró afligida la pelirroja, soltando un par de amargas lágrimas.

—¿No puedes volver? —Preguntó preocupado el esquelético joven, rodeándola con sus finos brazos

.—He cruzado el límite, no puedo regresar, ya no. —Respondió Ley sinceramente, perdiendo su mirada en las bastas extensiones del paraje que les rodeaba.

Ambos se quedaron abrazados horas y horas observando la inmensidad del horizonte. Todos estaban ya dormidos, pero eso no les importaba. La pelirroja necesitaba estar allí mirando la lejanía, ausente, marchándose cada vez más allá metal y espiritualmente. Johnny no pensaba dejarla sola, así que simplemente se quedó con ella como tantas veces la chica había hecho por él. Ella podría alejarse todo lo que quisiera, pero él se alejaría a su lado. Ella era lo único que le importaba, y lo único que tenía consigo.

Cuando el grupo se volvió a reunir con los soldados, estos estaban ya activos desde hacía ya varias horas. Muchos de ellos no estaban allí, ya que se habían marchado a buscar más suministros. Esto hizo que el ambiente fuera menos agobiante que otros días.

—Bueno… ¿Hoy qué? —Preguntó Nicole ansiosa de saber lo que les depararía el día. 

—¿Recordáis el sitio del otro día no? Pues vamos a volver. —Contestó Johnny con seriedad.

—¡¿QUÉ?! ¡¿ESTÁIS LOCOS?! —Gritó Alice sorprendida de escuchar aquello.

—Iremos un pequeño grupo para infiltrarnos mejor. No hay nada que discutir. —Dijo Ley tajantemente.

—¿Quiénes? —Preguntó Eva rápidamente, mirando a todos los soldados presentes en busca de una respuesta.

—Johnny, Davis, Maya, Nicole, y yo, acompañaremos a Ley. —Respondió Jimmy instantáneamente.

—¿Y el resto? —Preguntó M.A. inconforme, abriéndose paso entre el grupo.

—El resto entrenaréis aquí otra vez. Will se queda al mando del fuerte. Nosotros nos llevaremos una radio y contactaremos si hay algún problema. En caso de ser necesario, evacuaréis el lugar para ir a otro de los refugios que tenemos asegurados. —Ordenó la pelirroja con autoridad, cortando de raíz cualquier sugerencia alternativa.

Todos se prepararon para emprender la marcha, después de aceptar a regañadientes la única opción que se les había brindado. El grupo creía que aquello traería más problemas que lo bueno que pudieran sacar de allí, pero no les quedaba otra que hacer caso, ya que no podían romper el trato cuando les viniese a ellos en gana.

Una vez se habían despedido todos, el resto se puso también manos a la obra. Se pusieron a entrenar por parejas, quedándose M.A. con Alice, y Eva con Puma. Este rato lo aprovecharon para conversar entre sí, mientras entrenaban lo mejor que podían. Will se hacía cargo de todos los soldados, encargándoles todo tipo de tareas que eran necesarias. El resto se quedó con el médico y el científico. Adán aprendía sobre los fármacos, mientras que Jessica estaba centrada en el aprendizaje de diagnóstico de síntomas frecuentes. Inma escuchaba hablar al científico de compuestos químicos sin entender muy bien porque aquel señor le hablaba de todo aquello. Lo único que sabía era que él le decía que prestara toda la atención posible. 

Al rato de camino escucharon una especie de explosión no muy lejos de donde se encontraban. Instantáneamente Ley decidió que era buena idea comprobar que había ocurrido, por si en algún caso necesitaban cambiar el plan establecido.

—¿Qué coño es eso? ¿No es un paracaídas?—Preguntó Johnny extrañado, al ver una tela blanca arrugada en lo alto de unos arbustos de color verde fluorescente, debido a la radiación del lugar.  

Continuaron a toda velocidad, deseosos de encontrar al siniestrado pasajero de un avión estrellado que se encontraron. Después de ver aquello y el paracaídas, estaban seguros de que alguien rondaba por allí. La pregunta era quien, ya que hacía mucho tiempo que no había aviones, aparte del que su loco compañero había utilizado antes de la caída del campo de concentración.

—¡Alto! ¡Identifícate ahora mismo! —Gritó Jimmy poniéndole su estoque en la espalda, a un misterioso transeúnte.

—¿Quiénes sois vosotros? —Pregunto el misterioso chico con una pronunciación rara, levantando los brazos rápidamente.

—¡Calla! ¡Aquí las preguntas no las haces tú! —Ordenó Johnny apuntando al tipo con su escopeta, y con el dedo listo para apretar el gatillo en décimas de segundo.

—¿Qué hace un ruso por aquí? Ese acento y ese uniforme te delatan. —Preguntó Ley con autoridad, mostrando su descontento con una mala cara.

—¿De dónde habías sacado ese avión? —Preguntó Davis extrañado.

—Vine de paseo. —Chuleó el extraño tipo, con una sonrisa pícara.  

A ninguno les hacía gracia encontrarse con un ruso. Ley era la que más sospechaba, porque no le entraba en la cabeza lo que ese tío estaba haciendo en aquel lugar tan alejado de su patria. ¿Cómo era posible que ese europeo hubiera llegado allí? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿No se suponía que todas las naciones habían caído? 

—Mira colega, no tenemos tiempo para juegos. ¡Habla! —Insistió el pelirrojo enfadado, después de pegarle una patada al ruso y tumbarlo en el suelo, para terminar con el cañón de su escopeta en el cráneo del extranjero.

—¿Así tratáis a los turistas? ¿No tienes cojones de vacilarme sin una escopeta? ¿Qué mierda hacen unos estadounidenses en Canadá? ¿Lo saben los canadienses o es que en vuestra sed de conquista los habéis matado a todos? —Chuleó el soldado ruso, negándose a obedecer a un americano.

—Oye deberíamos hacer algo, no podemos quedarnos aquí. —Sugirió Maya al ver a lo lejos una gran manada de seres putrefactos. 

—Es verdad, con todo el ruido del avión esto se va a llenar de bichos. —Añadió Jimmy preocupado, al ver él también todo lo que se acercaba a lo lejos.

 Johnny agarró al tipo por sus ropas, obligándole a acompañarlos en el acto. Ninguno veía prudente quedarse allí más tiempo del necesario, emprendiendo la marcha rápidamente.

—¡Menuda has liado! Sólo por eso deberías hablar. —Dijo Nicole con seriedad.

—¿Quiénes sois? —Preguntó de nuevo el soldado ruso. 

—Supervivientes. —Respondió Maya al instante.

—¿Y esos trajes militares que lleváis vosotros tres? —Preguntó el tipo mirando a Jimmy, Ley y Johnny.—Son trajes militares de USA. —Continuó el hombre en voz más baja.

—¡Tú llevas uno ruso! ¿Quién eres tú? —Preguntó Ley bastante irritada.

—¿Trabajáis para el gobierno? —Insistió el tipo con su interrogatorio.

—¡Me estás jodiendo! ¡Deja de preguntar y contesta de una puta vez! —Gruñó Johnny con cara de asco. 

De pronto se vieron atrapados, viendo como por delante también venía una masa de podridos. Esta vez no les iba a ser posible escabullirse ya que veían por delante y por detrás. En otra ocasión no hubiera resultado tan peligroso, pero tenían a un extraño tipo con ellos, y estaba claro que ninguno se fiaba de él.

—¿Te ha mordido la lengua el gato? ¿Estás sordo? ¡Te he dicho que hables! —Insistió el pelirrojo a voces, nervioso por la cercanía de las pestilentes criaturas. 

El tipo no abría la boca, y los podridos ya estaban casi al alcance del grupo. Ley indicó a Jimmy con la mirada que hicieran un círculo alrededor de Johnny, el ruso y ella, para asegurar un pequeño perímetro. Maya tragó saliva y se dispuso a ocupar su lugar en la defensa. Davis y Nicole la siguieron instintivamente, terminando de cerrar el círculo que Ley y Johnny necesitaban. 

—¡Disparad! ¡No lo hagáis a lo loco! ¡Tenemos pocas balas! —Ordenó Jimmy cortándole la cabeza al podrido que más se había acercado. 

Davis le siguió en el ataque con la lanza, asegurándose de que ningún zombie se acercara demasiado. Nicole y Maya disparaban, intentando tener una puntería lo más precisa posible.

—¡Mira! ¡Me tienes ya hasta el mismísimo coño! ¿Ves esto? Es una tizona, una antigua espada europea, y si no quieres que esta espada española te corte el gaznate despiadadamente, vas a hablar bien clarito. ¡No tengo tiempo para tus tonterías de espías rusos! ¿Me comprendes? ¡¿ENTIENDES LO QUE TE DIGO?! —Amenazó Ley sin reparo alguno, acercando su espada al cuello de aquel tipo.

—¡No me amenaces! ¡Si quieres matarme, hazlo! ¡Soy Yuri! ¡Arreglé un avión y vine a ver si había más supervivientes! —Contestó el chico rápidamente, cambiando su negativa a hablar.—¡Quita eso de mi cuello! —Gritó Yuri alejando la hoja de su lado.

Era imposible continuar con aquel círculo de protección, eran demasiados y todavía estaban bastante separados del camión. Aquella maniobra de bajarse del vehículo les había venido muy bien a la hora de sorprender a Yuri por la espalda, pero ahora les estaba complicando todo aún más. El ruso le pegó una patada a un zombie que se acercaba a Johnny, Jimmy al ver aquel gesto entregó un cuchillo al desarmado soldado extranjero. Quizás se estaba arriesgando demasiado, pero no podía dejarle desarmado ante aquella muchedumbre de podridos, mientras el resto no podían defenderle. Ley y Jimmy hicieron equipo para ir abriendo un camino para pasar, mientras que Davis y Nicole quedaban a la retaguardia del grupo, para evitar que les cogieran por detrás. Para sorpresa de todos, aquel extranjero estaba sirviendo de bastante ayuda, eliminando rápidamente a todos los putrefactos seres que se les acercaban por el flanco izquierdo. Johnny mientras tanto protegía el flanco derecho, mientras que Maya estaba a salvo en el centro, ya que se había quedado sin balas.

—¿Tenéis algo que ver con el gobierno? —Preguntó Yuri en medio de todo el caos.

—¡Que pesado eres! —Gritó Johnny asqueado, poniendo una de sus extrañas muecas.

—¡No nos hables de esos hijos de puta! —Ordenó tajantemente Ley, harta de las preguntas de aquel pesado. 

Aquella frase hizo que Yuri se relajase, al ver que lo más seguro era que antes le hubieran dicho la verdad y solo fueran simples supervivientes.

Finalmente y tras mucho esfuerzo consiguieron llegar al camión. Davis, Jimmy y Ley se encargaban de los podridos, mientras el resto se subía al vehículo lo antes posible. Una vez hecho esto, les ayudaron a subir a los tres en un abrir y cerrar de ojos, asegurándose que se alejaban de allí a toda velocidad.

Discutieron un rato sobre que hacer, hasta que decidieron que pararían en un lugar seguro para hacer que el extranjero hablara un poco más. No se querían arriesgar ni a llevárselo a la misión, ni a traerlo al refugio donde estaban el resto de sus camaradas. 

—¿Te sientes bien aquí? —Preguntó Eva con seriedad, haciendo una pausa en su extenuante entrenamiento.

—Sí, este es mi nuevo hogar. —Respondió Puma con decisión, mientras la miraba a los ojos con intensidad.

—¿No preferirías estar allí con nosotros? —Continuó la chica, intentando saber más de esa nueva persona que le parecía Puma.

 Ella le veía diferente desde que se había alejado del grupo. Era como si él no quisiera recordar que tenía una familia, y que estaba lejos de esa gente que tanto le necesitaba.

—Este es mi lugar. No es que no quiera estar con vosotros, pero necesito estar aquí. ¿Tú lo comprendes? —Contestó el chico con toda la sinceridad que podía.

—Te conozco, no me lo estás diciendo todo… —Alegó ella rápidamente, sin darle tiempo a que se evadiera de la conversación.

—Después de lo de Flor yo no puedo seguir como si nada. Yo sigo aquí por algo, y ya sé por lo que es. Mi destino está aquí, es la razón por la que aún sigo vivo. Estoy aquí porque tengo un destino y voy a cumplirlo. Ella decía que nada era por casualidad. —Dijo Puma hablando más de lo que tenía previsto hacer. 

Él no quería hablar de eso, pero sentía que Eva lo necesitaba. Él no podía alejarse cruelmente de ella sin decirle el porqué de sus nuevas acciones. No podía callarse si eso significaba hacerle daño a ella. No quería ver sufrir a nadie más cercano a él, y menos a Eva, a ella no podía hacerle eso.

—¿Crees que algún día podrá ser todo como antes? —Preguntó Alice inmersa en sus cábalas.

—No… —Murmuró M.A. con cierta frialdad, mirándose el muñón que tenía donde antes había estado un esbelto brazo. 

Ambos notaban las cicatrices de estos dos últimos años. Para los dos la vida había sido muy dura desde lo de Stone City. Alice prácticamente era otra persona, una muy lejana a aquella inocente chica de antaño. M.A. por el contrario se había ablandado con los sufrimientos del día a día. Alejarse de su hermana tantas veces, perder el brazo y otro tanto de cosas más, le habían convertido en un chico que miraba la vida de una forma muy diferente. Alice había pasado de ser inocente y dulce, a ser mucho más distante y dura. M.A. había pasado de ser un tipo serio, duro, y misterioso, a ser un chico que vivía cada segundo de la vida con suma sentimentalidad. Mucho del cambio de M.A. aparte de por los palos de la vida, también tenía que ver bastante con Maya, ya que el tiempo que había pasado con ella le había enseñado a ver las cosas desde otro punto de vista.

Inma tras largo rato de clase sobre compuestos químicos, aprendió muchos productos que eran inflamables y que podían usarse como armas en aquel devastado mundo. También descubrió varios químicos que al mezclarlos reaccionaban explosivamente, cosa que sin duda era bastante útil en caso de emergencia.  Jessica se había tenido que recostar un rato, ya que vomitó un par de veces, y aún seguía teniendo nauseas. Cada vez su embarazo era algo más visible. Adán estaba entusiasmado con todo lo que estaba aprendiendo de medicina, le gustaba ayudar a la gente, pero también quería ser más útil. No quería estar siempre allí encerrado, mientras los demás arriesgaban sus vidas constantemente para que él estuviera a salvo.

Tuvieron que estar un largo rato insistiéndole al ruso para que se animara a contar más de él, ya que ninguno de los soldados se había tragado esa simple excusa que les había dado antes.

—Algunos militares y algunos civiles nos organizamos. Conseguimos hacernos con refugios donde se escondían algunos políticos y antigua gente de poder. Nos costó muchísimas vidas, ahora quedamos pocos, pero podemos volver a empezar. Salimos a buscar si quedaba más gente con vida. Arreglamos varios aviones y reabrimos una pequeña producción petrolera en Siberia. En aquella zona no hay muchos monstruos, y aunque tenemos problemas, algo de petróleo hemos conseguido sacar. —Contó Yuri por encima, intentando no enrollarse mucho.

—¿Y…¿Queda alguien con vida? —Preguntó Jimmy entrecortadamente, asustado de lo que pudiera contestar aquel tipo. 

Realmente a todos los presentes les asustaba la respuesta que estaban a punto de recibir. ¿Y si no quedaba nadie con vida? ¿Y si ellos eran los últimos supervivientes? ¿Y si sólo quedaban los antiguos gobiernos escondidos en sus búnkeres? ¿Realmente querían saberlo? Se preguntaron todo este tipo de cosas, en cuestión de décimas de segundo.

—No hemos tenido comunicación con el exterior. Sólo sabemos lo que hemos visto sobrevolando los cielos. Esta es la primera incursión. Salimos dos pilotos. Mi compañero salió de Moscú con la intención de sobrevolar Europa, África y a su regreso a Moscú, pasar por Oriente Medio. No tengo ni idea de si habrá visto algo o no. Yo salí desde Siberia para llegar a América. Mi primer destino fue Canadá y mirad como me ha salido todo. —Relató Yuri con seriedad, suspirando al llegar a la parte de su accidentado viaje. 

Todos se miraron desilusionados al escuchar la respuesta del soldado extranjero. Eso de saber que probablemente no quedase nadie más, fue un duro golpe para los presentes. Davis y Nicole pensaron que quizás no tenía sentido nada de lo que estaban haciendo, ya que no quedaría nadie para verlo. Por otro lado a Ley prácticamente no le había afectado esta noticia. Ella antes de aquello no sabía cuantas personas quedaban aún con vida, pero eso no la había frenado para continuar con la misión sin descanso. Maya pensó algo muy parecido, ya que eso de que aquel tipo no supiera nada, no significaba que no quedara más gente. Johnny siempre había pensado que era mejor dejarse de historias, y vivir lo poco que les quedase de vida. Eso era lo que él quería hacer, pero realmente lo que más quería era estar con Ley, y si ella había decidido un camino, él iría a donde quiera que esta fuera. Jimmy también pretendía llegar al final, no sólo porque se lo debía a Ley, sino porque se lo debía a todos sus compañeros.

—Nosotros somos pesimistas, estamos acostumbrados a ser un pueblo fuerte ante los malos momentos. Pero vosotros… Os habéis derrumbado con mis palabras. Si os sirve de algo, salimos porque escuchamos rumores. Un chico ucraniano que llegó a Moscú, dijo que se había tropezado con gente que contaba cosas de Oeste. —Dijo el ruso intentando animar a los presentes, utilizando su extraña psicología de la estepa rusa. 

A todos se les iluminaron los ojos al escuchar aquella noticia. Era como un soplo de aire fresco a sus vidas. Aquello significaba que aún había esperanza para el futuro, que tenía sentido lo que estaban haciendo. No importaba que sólo fueran rumores, porque aquello les había renovado la fuerza para seguir con la misión. Le otorgaba una razón de ser a tanto sufrimiento.

—¿Qué rumores? —Preguntó Ley con brusca seriedad.

—Según el ucraniano, en la Europa occidental la gente se había refugiado en viejas fortalezas medievales y en antiguas catedrales. No nos lo aseguró, como ya dije solo son rumores. —Explicó mirándoles a los ojos con firmeza.

—¿Pero… ¿No fue en la Europa del oeste donde empezaron los primeros brotes fuera de América? —Preguntó sorprendido Jimmy, mientras comenzaba a sacar teorías sobre lo ocurrido.

—Si, la infección se propagó en Europa por los viajeros que iban desde América a lugares como Londres y Paris. La primera en caer fue Francia. Los rusos somos realistas, creemos en lo que vemos no en misteriosos rumores, no tenemos esperanza en los milagros. Sin embargo creo que esos rumores pueden ser ciertos. No lo creo por fe, pero si porque conozco a esos pueblos. Muchos de los pueblos de Europa son fuertes. En mi continente hemos pasado mucho más. Los Yankees os creíais los reyes del mundo, pero realmente no tenéis la actitud que es necesaria, nosotros somos diferentes. Mi país nunca se ha llevado demasiado bien con el resto de Europa, pero me extrañaría mucho que no hubiera sobrevivido ninguno de esos cabrones. —Relató el extranjero con suma sinceridad. 

Se mostraba bastante escéptico, pero se negaba a pensar que gente que tanto había incordiado en Europa, ahora estuvieran todos muertos. Para él aquello era algo casi imposible, y más viendo que todavía quedaban estadounidenses con vida. Si esos gringos seguían con vida, siendo un pueblo tan inepto para la guerra, estaba seguro de que españoles, alemanes, ingleses y franceses, tenían que seguir con vida. Sobretodo contando con cientos de antiguas fortalezas con impenetrables muros de piedra.  

—Además, si vosotros salisteis a buscar supervivientes con los aviones, significa que teníais esperanza de encontrar gente. —Dijo Maya convencida de que tenía que quedar alguien más ahí fuera.

—Los rusos no tenemos esperanzas, tenemos convicción. —Respondió Yuri a modo de corrección.

Will se fumaba un cigarro tranquilamente, observando que todo funcionaba a la perfección. En aquel momento pasó Jessica con muy mala cara, apoyándose a la pared por culpa de su terrible mareo.

—¡Oye! ¿No has dicho nada aún? O hablas luego, o tendré que contárselo yo. Ya sabes lo que habíamos hablado.  —Expresó Will seriamente. 

Jessica asintió rápidamente, pensando que así este la dejaría en paz.

—No lo volveré a repetir. —Dejó claro el chico, hablando con brusquedad. 

La chica se sentó en el suelo lentamente, intentando calmar su mal estar. Sabía que él tenía razón, pero no era momento para hablar de eso. Se sentía fatal, y no quería escuchar a nadie, por lo menos hasta que se le pasara un poco.

—¿Crees que esto terminará bien? —Preguntó Eva inmersa en sus pensamientos.

—No lo sé, pero sea como sea, estaré aquí hasta el final. —Contestó Puma con basta solemnidad. 

Ella pensaba a cerca de todo lo que podría ocurrir en el futuro, y todo aquello le inquietaba. Veía que Ley tenía unas expectativas demasiado alejadas de la realidad. No confiaba en que todo aquello pudiera ser posible. Puma ya no necesitaba reflexionar sobre el asunto, él ya estaba convencido de seguir ese camino. Ley había puesto mucha confianza en él, y ya no sólo por ella, sabía que la razón de continuar en este mundo era tenía un destino. Quizás el futuro le traería sufrimiento, pero necesitaba hacerlo. Flor lo hubiera visto claro, todo lo que le había ocurrido a él eran señales que le indicaban su camino.

—Se que estás mejor que antes, pero veo que sigues sin ser feliz. —Dijo Alice algo preocupada.

—Tienes razón. —Murmuró M.A.

—¿Por qué? —Preguntó Alice desconcertada. 

—No sé cuánto va a durar esto. —Confesó el joven decaído. 

Alice no entendía el pesimismo de M.A. ni tampoco porqué decía todo aquello. Tenían un lugar seguro, él había regresado junto a su familia, pero aún así seguía deprimido. Para ella no tenía sentido, pero intentaba buscárselo.

Jimmy avanzaba raudo, corriendo a grandes zancadas. El resto el seguían justo detrás, intentando no llamar mucho la atención. En último lugar iban avanzando la rubia y el extranjero.

—¿Seguro que nos quieres ayudar? —Preguntó Nicole sorprendida, dirigiéndose al extraño ruso, mientras corrían a toda velocidad.

—Los rusos no nos rendimos, os ayudaré. —Contestó Yuri convencido de lo que decía, entrando el último en el devastado templo religioso.

—¡Venga, vamos! ¡Más brío! —Insistió Jimmy.

El grupo se adentró en la iglesia medio derruida, justo antes de bajar a las instalaciones de los pisos inferiores. La misión debía cumplirse rápidamente, o ellos estarían perdidos en poco tiempo. 

Ley dio instrucciones a su equipo, dejando bien claro las funciones de cada uno. Nicole, Maya y Davis, se quedarían protegiendo la salida, mientras que los demás irían al interior. Una vez todo dispuesto y claro, el grupo se separó en dos. Era mejor asegurarse una escapatoria donde no les esperase nadie al final del camino. 

Maya se agazapó entre unas cajas, intentando esconderse lo mejor posible. Nicole siguió su ejemplo, poniéndose en la esquina opuesta, ocultándose entre unos viejos trastos. Davis se quedó tras unas telas, observando a escondidas todo lo que pudiera suceder en aquella sala.

—Espero que no tarden mucho. —Susurró Maya mientras preparaba su arma.

—No sé lo que tardarán, pero nosotros tenemos que ocuparnos de lo que nos han pedido. —Dijo Nicole lo más bajito que pudo.

—¡Shh! ¡Callad! —Exclamó enfadado Davis en voz baja.

Johnny observó a cuatro tipos que rondaban cerca. Hizo señales al grupo para avisarles, haciendo unos extraños gestos con las manos. Ley le contestó con otros gestos, hablando con señas militares. El reto entendió lo que se proponían, asintiendo rápidamente para demostrar que ellos también estaban al tanto. El grupo se abalanzó silenciosamente, cogiendo a los cuatro hombres por sorpresa. Jimmy y Ley acabaron con dos, cortándoles la cabeza en un abrir y cerrar de ojos. Johnny le clavó el cuchillo a otro de los hombres repetidas veces, mientras le tapaba la mano con la boca para que este no hiciera ningún tipo de ruido. Yuri acabó con el último, partiéndole el cuello con una majestuosa técnica de combate del cuerpo a cuerpo. El grupo tomó las ropas de los muertos, para intentar pasar desapercibidos en aquel lugar. Acto seguido escondieron los cadáveres, metiéndolos en el interior de unas grandes cajas metálicas que estaban vacías.

Inma sacaba un par de latas de atún para ella y Adán. El descanso del día no era muy grande, pero por lo menos daba para comer y charlar un rato. Adán empezó a comer rápidamente, terminando su comida cuando Inma sólo le había dado un par de bocados.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué no comes? —Preguntó Adán preocupado.

—No sé, estoy desganada. —Respondió la chica algo ausente.

—La comida es la comida. Venga haz un esfuerzo. —Dijo el muchacho sonriente. 

Ella le devolvió la sonrisa, sintiéndose alegre de tener a aquel chaval a su lado. 

—Sé lo que te pasa, porque a mí también me pasa, pero hay que comer. —Añadió Adán en voz baja. 

Ambos se sentían de una manera muy similar. Los dos querían hacer mucho más de lo que hacían, y se frustraban al ver que no tenían manera de hacer más.

Nicole miró a sus compañeros con preocupación, al escuchar como empezaba a sonar una inquietante alarma. Si estaba sonando era porque probablemente alguien les había descubierto. Se preguntaba una y otra vez, cuanto tendrían que esperar para salir de allí.  Maya empezó a sudar nerviosamente, mientras que en su cabeza se imaginaba lo peor. Lo que más nerviosa le ponía era no saber si el resto seguía con vida. Davis por el contrario tenía claro que lo más seguro era que estuvieran vivos, ya que si esto no fuera así, las alarmas cesarían.

—La cosa se pone fea. —Murmuró Nicole casi para sí misma.

—A donde vayas tú, voy yo. —Dijo con firmeza el rubio, siguiendo a la pelirroja por el pasillo. 

Ambos se habían separado por equivocación de Johnny y Yuri. Luego tendrían que buscarlos, pero ahora que sabían donde estaban guardados los maletines, no podían dejarlos escapar.  Ley se cruzó con tres tipos que corrían también por el enorme pasillo. La única diferencia es que ellos corrían hacia la dirección en la que estaban ella y el rubio. El primero murió fácilmente de un severo corte en la yugular, pero los otros dos se resistieron esquivando la tizona. Jimmy fue en el rescate de su amiga, cargándose a otro de los hombres. El tercero se les escabulló, huyendo por una de las puertas. Ambos intentaron ir tras él, pero el tipo había cerrado por dentro. 

                                   

Johnny se encargaba de custodiar la sala, mientras Yuri intentaba desactivar la alarma de seguridad. El ruso estaba histérico al ver que no entendía del todo aquellos sistemas americanos, cosa que impacientaba aún más al pelirrojo.  Un grupo de hombres se acercaba al lugar donde se encontraban los dos, haciendo reaccionar al pelirrojo instantáneamente. Este disparó un par de veces con la escopeta, pero al ver que el resto iniciaba un brutal tiroteo, pensó que lo mejor era impedirles el paso. Atrancó la pesada puerta metálica, haciendo un gran esfuerzo físico con sus esqueléticos brazos. Una vez listo colocó todo lo que pudo delante de la entrada.

—¿Tienes ya algo o qué? —Preguntó nervioso Johnny, poniendo mala cara al ver que Yuri seguía bastante liado.

—Lo de la alarma no, pero he encontrado esto. —Contestó el ruso mostrándole un mapa en la pantalla.—Esta es la base a la que abastecen. —Continuó Yuri, señalando un punto rojo.

Ley y Jimmy habían podido entrar en la sala donde guardaban los maletines, después de mucho esfuerzo, y de tener que matar a varios hombres que los habían descubierto. El riesgo había merecido la pena ya que habían conseguido cuatro maletines. Los metieron en una caja con ruedas, y los empujaron por el pasillo lo más rápidamente que podían. Se vieron atrapados entre un grupo de hombres que los apuntaban con unas metralletas. Ambos subieron los brazos rápidamente, intentando engañarles como si se fueran a rendir.  Jimmy hizo una estupidez al intentar atacar al uno de ellos, el cual se acercaba a ellos para capturarlos. Inesperadamente el resto no soltó ni un disparo, a pesar de que el rubio finalmente mató a aquel tipo.

—¡No tienen balas! —Gritó Ley empuñando sus espadas con fuerza. 

Los dos pelaron con los tipos, al darse cuenta de la gran ventaja que tenían. Una vez muertos revisaron los cargadores, viendo que realmente no tenían ni una sola bala. Estaba claro que no eran los únicos que vivían con escasez de armamento, las balas se les estaban acabando a todos.

Will paseaba por el exterior del bunker en su ratito de descanso. Observaba como todos hablaban y se distraían, mientras él estaba allí compartiendo el momento con su soledad. Desde que se había peleado con Jimmy ya nada era igual para él. Todavía le quedaba Ley, pero ella estaba tan cambiada, que a veces sentía que era mejor no molestarla con sus problemas. Todo había cambiado, ahora su vida sólo se centraba en ser un soldado de honor. Al fin y al cabo, él siempre había antepuesto su deber a su diversión, y ahora estaba más claro que nunca.
Eva y Puma estaban sentados juntos, pero ambos estaban en absoluto silencio.

Cada uno estaba inmerso en sus propios pensamientos. Puma pensaba una y otra vez, en que debía tener una actitud ejemplar. Eso era lo que a él le preocupaba. No se trataba de ser un ciudadano ejemplar ni nada de eso, sino de que los soldados vieran que ese era su lugar. Eva simplemente estaba cansada de todo. Cansada de luchar por cosas que veía imposible, cansada de tener miedo por el futuro, y cansada de estar enferma. Necesitaba descansar y sentirse tranquila. Realmente si no fuera porque quería algo mejor para Adán, lo más probable es que se hubiera retirado tiempo atrás.

—¿Cuidaras de él si algún día yo no puedo? —Preguntó Eva en voz baja, levantándose de la piedra en la que había estado sentada mientras pensaba en todo.

—¿Por qué dices eso? —Preguntó Puma desconcertado.

—Sólo quiero quedarme segura. Contéstame. —Dijo Eva con seriedad.

—Eso no tienes ni que preguntarlo. —Respondió él con confianza. 

Puma se sentía diferente, pero también notaba como su compañera estaba rara. La veía muy cambiada, pero no entendía porque aquello era así.

Alice miraba el extraño paisaje, bastante deprimida, aunque no le encontraba explicación. M.A. también se sentía con bastante poca euforia, lo cual le daba unos sentimientos muy raros que no llegaba a entender bien.

—Quizás hubiera sido mejor morir. —Murmuró la chica.

—No quiero verte morir, pero quizás tengas razón, vivir así tampoco es que merezca mucho la pena. Nosotros no somos parte de este mundo, nosotros pertenecemos a un mundo que ya no existe. Mira como hemos acabado en este. ¿Tanto para qué? Quisiera no tener que haber tenido que ver esto. Hubiera sido mejor no ver como se destruyó el todo, incluso lo de Stone City. No tendríamos que haber visto nada de lo que ocurrió desde aquel momento. —Dijo M.A. completamente serio, perdido en sus agotadores pensamientos. 

M.A. pensó que lo mejor era estar distraído y metido en problemas, ya que cuando tenían un poco de tiempo empezaban a pensar y a deprimirse. A veces no eran conscientes de la situación, y por eso podían subir su autoestima, pero otras la realidad era demasiado cruel con ellos. Ya no sabía si era mejor estar en la ignorancia y ser feliz, o ser plenamente consciente de todo y estar deprimido.
Jimmy cayó al suelo acompañado de un doloroso grito, tras ponerse delante de la pelirroja, haciendo de escudo humano. Estaban en el pasillo donde se encontraban los atacantes de Johnny y Yuri, y uno de estos había alcanzado al rubio en una de las piernas.

El pelirrojo al reconocer el grito empezó como un loco a quitar las cosas que había puesto delante de la puerta. Estaba convencido de que no podía perder ni un solo segundo, si sus compañeros estaban en inminente peligro.

—¡Es hora de irnos! —Ordenó el chico tajantemente, mientras abría la pesada puerta metálica.

Los cuatro intentaban hacer frente a los hombres, disparándoles con la mejor puntería que los nervios les permitían. Uno de sus enemigos gastó su última bala hiriendo de nuevo al rubio, en la misma pierna de antes. Cuando se quedaron sin balas, los chicos empezaron a correr en dirección a ellos dispuestos a aprovechar el momento. Johnny terminó con los dos últimos, gastando las dos balas que le quedaban, no sin antes haber sido golpeado por uno de ellos.

—¿Estáis bien? —Preguntó Yuri con su extraño acento.

Ley y Johnny asintieron después de comprobar que no estaban dañados seriamente. Jimmy intentaba hacerse un torniquete como podía, intentando aguantar su intenso dolor en silencio.

—Yo cojo a Jimmy. No me quedan balas y si nos metemos en problemas es mejor que vosotros os encarguéis. —Dijo el pelirrojo rápidamente.  

Yuri al igual que el rubio, también aguantaba su dolor sin decir ni una palabra. El ruso intentaba esconder con su mano la herida que tenía en el costado. Le habían alcanzado antes sin que los demás se dieran cuenta, y no se iban a enterar porque él se quejase. Era muy orgulloso, y lo más importante, se había criado en Rusia y había aprendido a ser un hombre fuerte.

Maya y Davis estaban demasiado nerviosos como para quedarse quietos. Ya hacía bastante rato que sonaba la alarma, y el resto aún no había regresado. 

—¿Qué hacemos? —Preguntó Maya confusa con la situación. 

Ninguno sabía que responder, ni que hacer en aquel dramático momento. Quizás lo más sensato era irse ya que no sabían que había sido del resto. Por otro lado si se marchaban y finalmente resultaba que los demás estaban vivos, sabían que era algo que ni el resto, ni siquiera ellos mismos se perdonarían jamás. La interminable espera se estaba volviendo insoportable, y cada segundo que pasaba para ellos era casi como una eternidad. Al menos habían tenido la fortuna de no haber sido descubiertos, pero tampoco sabían cuanto les duraría esa suerte.

—Esperaremos un rato más, si no tendremos que irnos, no podemos quedarnos aquí eternamente. —Dijo Nicole con seriedad, intentando no sonar muy brusca.

Inma no paraba de preguntarse cómo le iría a su prima en la misión a la que se había marchado. No podía contenerse a la hora de preocuparse por ella, era la única familia que le quedaba, y ya había sufrido bastante como para tener que sufrir nuevamente. Adán se había dado cuenta de la preocupación de la chica, tras observarla detenidamente un rato. Cuando se percató de que los nervios la estaban comiendo, él decidió distraerla un poco para que no pensara más en aquel asunto. 

La chica conseguía evadirse a ratos, pero por más que lo intentaba siempre terminaba pensando en Maya. Agradecía sinceramente lo que Adán estaba haciendo por ella, pero no podía evitar preocuparse una y otra vez. Will también estaba pensando en la misión sin parar, esperaba que estuvieran bien y ya de vuelta a casa. Siempre intentaba ser positivo en esas circunstancias, convirtiéndose en el que mejor llevaba esas cosas. En la guerra había aprendido a no perder los nervios ni un solo segundo, aunque las cosas estuvieran terriblemente mal. Él siempre albergaba en su interior esperanza, ya que muchas veces se habían salvado milagrosamente en el campo de batalla. 

—¿Les quedará mucho para volver? —Preguntó M.A. dirigiéndose a Will.

—Espero que no. —Respondió con sequedad el chico, intentando no hablar mucho sobre el asunto. 

Realmente todos estaban preocupados, porque sabían que sus compañeros estaban en una arriesgada misión. Normalmente se preocupaban, pero en esta ocasión aún más ya que no es que hubieran ido a por suministros, es que se habían metido en la boca del lobo. Jessica pensaba una y otra vez en Davis. Ella era la que más miedo tenía. ¿Qué haría ella sin el padre del hijo que esperaba? ¿Qué sería de ella y del bebé? No quería pensar en todo eso, pero irremediablemente lo hacía sin parar. Will veía la cara de preocupación de todos, y como a cada minuto que pasaba se ponían peor. Él como soldado se veía obligado a acabar con ese comportamiento de raíz, ya que aquello no les traería nada bueno.

—Ley volverá con todos ellos, estoy seguro, siempre lo hace. —Afirmó Will con plena confianza en lo que decía, estando seguro de que aquello sería así, igual que otras muchas veces había ocurrido.

Jimmy caminaba lo mejor que podía apoyándose en el pelirrojo. Cada paso que daba le dolía tremendamente, pero tenía que continuar de cualquier manera. Él tenía que aguantar hasta el final, tenía que luchar hasta la última gota de sangre. Quizás se había portado mal en el pasado, pero no iba a rendirse mientras siguiera con vida. Tenía que compensar sus errores, así que no podía morirse ni desistir aún. Aquello le llenaba de fuerza para seguir caminando, avanzando todo lo que su dolor le permitía. Yuri apretaba su herida con fuerza, intentando taponarla aunque aquello ya no era posible. Tampoco podía disimular por mucho más tiempo aquella herida, ya que sus ropas estaban llenándose de sangre. Intentaba tapar las machas, pero por más que lo intentaba se veían bastante. Lo único que lo salvaba de ser descubierto era que iba caminando el último y pegado a la pared. Ya estaban cerca de donde se encontraban sus compañeros, sólo tenían que hacer un esfuerzo más y conseguirían salir de allí.

—Deberíamos irnos ya. —Sugirió Davis nervioso.

—¿Y si siguen vivos? —Preguntó Maya atemorizada por la idea de marcharse y dejarles tirados.

—¿Y si no lo están? —Replicó el chico instantáneamente. 

Nicole sabía que estaban esperando a que ella dijera algo, pero realmente no sabía que decirles. Aún se atormentaba con los recuerdos de su traición, y no quería volver a equivocarse otra vez.  Davis no quería esperar más, él pensaba que el resto ya estaban muertos. La alarma no había dejado de sonar, pero ya hacía demasiado tiempo que se habían marchado. Pensaba que si no habían muerto, lo más seguro es que estuvieran metidos en serios problemas, y que ni él ni Nicole ni Maya, podían hacer nada por remediar la situación. Maya y su sentido humanitario, se negaban a marcharse así. Es cierto que estaba muy nerviosa, pero aún así no veía justo irse de esa manera. No sin saber si estaban vivos o muertos. 

—¡Venga cabrón! ¡Sólo queda un poco más! —Exclamó Johnny intentando animar al rubio. 

Ya estaban en el último pasillo. Sólo tenían que recorrerlo hasta el final, y se reunirían con el resto para salir. Esperaban que los demás siguieran detrás de aquella puerta que parecía tan lejana. El corredor se estaba haciendo interminable, sobre todo para Jimmy y Yuri.

—¡Corred, corred! —Gritó Ley apresuradamente, escuchando como se aproximaba gente a toda prisa por la escalera que quedaba a sus espaldas. 

El rubio y el ruso hicieron un tremendo esfuerzo, al apretar el paso al máximo de sus posibilidades. Yuri corría con todas sus fuerzas disimulando su agonía, al correr como si nada le ocurriera. Realmente sentía un dolor insoportable, pero él tenía el deber de dejar alto el listón del este de Europa. Siempre había presumido diciendo que su pueblo era de los más fuertes del planeta, y ahora era el momento de demostrarlo. Jimmy rabiaba de dolor, pero eso no le frenaba a seguir con la carrera, ya tendría tiempo de quejarse y descansar, si es que lograba salir con vida de allí.

—¡Mierda! —Gruñó la pelirroja al ver que la puerta se quedaba atrancada.  

Necesitaban abrirla de cualquier manera, no tenían tiempo que perder, o lo terminarían pagando muy caro. Johnny soltó a Jimmy para que se apoyara en la pared izquierda, para después salir corriendo junto a Ley para buscar entre las cajas algo con lo que hacer palanca.

—¡Ey! ¡Ey! ¿Nos escucháis? —Gritó el rubio pegando porrazos en la puerta, intentando que al otro lado le escucharan los chicos.

El grupo escuchó los porrazos al otro lado, pero no estaban seguros de que hacer. ¿Y si les estaban tendiendo una trampa? Los tres se miraron con preocupación sin saber como actuar. Nicole y Davis se quedaron quietos mientras que Maya echó a correr hacía la puerta.

—¿Ley? ¿Jimmy? ¿Estáis ahí? —Vociferó Maya aporreando el metal, intentando llamar la atención para ver si la escuchaban.

En el bunker ya habían terminado todos con sus tareas. Estaban esperando en el interior, nerviosos por la tardanza del grupo que había salido a la misión. Los más preocupados eran Inma, Jessica, y M.A. 

—¿Cómo es que estás tan tranquilo? —Preguntó Eva dirigiéndose a Will.

—No es que me de igual, simplemente no pierdo los nervios. Que yo esté histérico no les va a ayudar, en cambio si estoy sereno y calmado puedo controlar la función que se me ha encomendado, y eso no es menos importante. Cada uno tiene su función en un momento determinado, y tiene que cumplir con ello quiera o no quiera, le preocupen o no otras cosas. Yo ayudo más a mis camaradas cumpliendo mi función, que desesperándome y perdiendo el control. —Explicó Will tranquilamente. 

Eva admiraba la actitud de aquel soldado. Le parecía tan correcto y tan dispuesto a todas horas, que era bastante difícil no sentir fascinación por ese tipo de carácter. Puma también pensaba algo muy parecido, sintiéndose orgulloso de ser compañero de aquel tipo al que había empezado a apreciar bastante.

Jessica le suplicaba a dios en silencio, le pedía que protegiera a Davis y lo trajera de vuelta lo antes posible. Inma también rogaba una y otra vez, pero esta en voz alta le rezaba a la virgen todas las plegarias que sabía. Uno de los soldados al ver la reacción de la chica, sacó un rosario de su bolsillo y se lo prestó para que pudiera rezar mejor.

—Toma, si quieres quédatela, a mi me trae suerte. Eso sí, el rosario me lo devuelves que es lo único que me queda de mi madre. —Dijo el militar en voz baja, entregándole una foto arrugada de Jesucristo en la cruz. 

Inma agradeció el gesto con una sonrisa, antes de empezar a utilizar el rosario que acababa de obtener. Toda aquella parafernalia le molestaba terriblemente a M.A, le daba la sensación de que todos ellos rogaban por un imposible. 

—¡¿Es que creéis que están muertos?! —Gruñó enfadado M.A., levantándose de mala gana.

Yuri miraba en las cajas con los pelirrojos, en busca de cualquier cosa que les pudiera ser de utilidad en aquellos momentos. No encontró nada con que abrir la puerta, pero si sacó una pistola y un par de cartuchos con munición. No era mucho pero aquello podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.

—¿Qué tienes ahí? —Preguntó Johnny extrañado.

—He encontrado una pistola. —Contestó el chico.

—¡No, no, no! Lo del lado. —Continuó el pelirrojo señalándole las ropas ensangrentadas. 

Todos le miraron perplejos, al darse cuenta como aquel soldado ruso se había comportado teniendo tal herida en el costado. Era increíble que no se hubieran percatado hasta el momento, aquello hizo que sintieran sumo respeto por aquel tipo que en un principio no les había gustado ni un pelo.

—¿Me prometeréis que no dejaréis de luchar hasta el final? ¿Puedo confiar en vosotros? Aunque sólo sea por decir que los Yankees sois mejores que nosotros. Ya sabéis la eterna competición. Esta vez os hemos ganado como con el espacio, fuimos los primeros en salir allí, y ahora hemos conseguido crear un futuro antes que vosotros. Pelead duro, esa gente no es indestructible, nadie lo es. —Dijo Yuri con su extraño acento y carácter de la estepa rusa, mientras recargaba la pistola que se acababa de encontrar.

—Lo vamos a hacer, pero tú vendrás con nosotros. —Respondió firmemente la pelirroja.

De pronto se cortó la luz y la alarma. Parecía que había un cortocircuito, o que simplemente ya se había gastado toda la electricidad del lugar.

—Yo me encargo. —Afirmó Yuri completamente decidido, al ver como llegaban unos hombres corriendo escaleras abajo.

Ley encontró un hierro que podían utilizar para hacer palanca. Lo cogió y se dirigió a ponerlo correctamente lo más rápido que pudo. Johnny se puso a su lado, y entre ambos empezaron a hacer fuerza.

—¡Vamos a intentar abrir! —Gritó Jimmy, intentando avisar al grupo de detrás de la puerta. 

Se escuchó una voz detrás de esta, pero no pudieron entender lo que decía. Aunque no descifraron lo que les habían dicho, suponían que se habían enterado y les habían dado el visto bueno.

Maya seguía gritando y aporreando la puerta. No sabía si estaban escuchándola al otro lado, ya que ella tampoco entendía bien lo que les decían los otros. Nicole y Davis estaban revisando la sala, en busca de cualquier cosa que les ayudara a abrir aquella puerta, pero desgraciadamente no veían nada que les fuera útil. Empezaron a escucharse disparos y gritos, cosa que alteró considerablemente al grupo. Sabían que los demás estaban en problemas, pero no encontraban la manera de prestarles su ayuda. La frustración a cada segundo era mayor.

—¡¡¡EMPUJAD!!! —Se escuchó perfectamente aunque con una voz ahogada, donde se encontraban Maya, Davis, y Nicole.

—¡Quita de en medio! —Ordenó Davis imponentemente, justo antes de que él y Nicole cogieran carrerilla. 

Ambos corrieron rápidamente, para acabar golpeando el metal con sus cuerpos haciendo uso de todas las fuerzas que albergaban. Maya se sumó a la acción justo después. Los tres repetían aquello una y otra vez.

Finalmente entre el esfuerzo de ambos lados, consiguieron abrir poco a poco la puerta. Terminaron de abrirla entre los pelirrojos con el último golpe que le dieron al hierro que utilizaban a modo de palanca. 

Entre Nicole y Maya cogieron a Jimmy, tirando de él rápidamente a la habitación contigua. Al mismo tiempo Johnny arrastraba la pesada caja donde guardaban los maletines, intentando ponerla a salvo dentro de la otra estancia.

—¡Vamos! ¡Ya está! —Le gritó Ley a Yuri, girándose para mirarle. 

Cuando este se dio la vuelta para empezar a correr, su cara se transformó en décimas de segundo. Esa agonía de su rostro y sus ojos plenamente abiertos, cuando le alcanzaron de lleno fue muy impactante. Aquella expresión se quedó marcada a fuego en la mente de la pelirroja.  Johnny tiró de Ley rápidamente al ver la situación. La chica forcejeó brutalmente, impidiendo que el joven la arrastrara a la siguiente sala, y la hiciera abandonar al soldado extranjero. 

—Co…rred… —Murmuró medio tartamudeando Yuri echando sangre por la boca, justo antes de desplomarse en el suelo a causa de tres disparos más que le alcanzaron. 

Maya, Davis, y Nicole, corrieron rápidamente para ayudar a Johnny. Entre todos tiraron de Ley con fuerza, obligándola a retirarse antes de que las balas la alcanzaran a ella también. En esta acción Johnny fue herido en una de sus costillas, soltando un ahogado quejido justo al recibirlo. Esto hizo que Ley volviera en si, haciéndola reaccionar junto al resto, y ayudándoles a cerrar la pesada puerta metálica. Tras esto apilaron todo lo pudieron junto a ella, intentando retrasar todo lo posible a sus enemigos. 

—¡Nicole lleva eso tú! ¡Davis, tú cubre al grupo! —Ordenó la pelirroja a toda velocidad, tirando de Johnny hasta la siguiente puerta. 

Maya se encargó de Jimmy, mientras que Nicole tiraba de la caja. Davis ayudó a Ley a abrir paso hasta el último pasillo que les quedaba para salir de aquella instalación. En el bunker muchos estaban empezando a perder los nervios. Jessica debido a los altibajos que le daban por su desajuste hormonal, comenzó a llorar en silencio, empapando completamente su rostro en pocos segundos. Inma cada vez rezaba más rápido y en voz más alta, cosa que estaba desquiciando a un ya loco M.A.

—No van a volver… —Dijo con frialdad Alice para sorpresa de todos.

—¡Cállate! —Gritó furioso M.A. 

El chico se puso como un demonio, cambiando su expresión bruscamente, para poner una cara de odio que ninguno de ellos había visto jamás. El joven le pegó una patada a las latas vacías que estaban justo al lado de la chica. Esta se asustó al instante, creyendo que él le iba a pegar a ella.

—¡Ya está bien! ¡Fuera! ¡Todos fuera de aquí! —Vociferó enfadado Will, pensando que aquello ya era demasiado como para aguantarlo.

—¿A dónde? —Preguntó Alice molesta.

—¡A tomar por culo! ¡El que no se comporte como es debido que se vaya a la puta calle! ¡Si es que no se qué cojones hacéis aquí! ¡No sois soldados! ¡Sois unos civiles asustadizos y toca pelotas! —Continuó Will a voces, poniéndose serio y brusco con aquella irrespetuosa actitud.

 Todos se quedaron en silencio, acatando las órdenes del tajante soldado. Algunos lo hicieron a regañadientes, sólo por no darle la razón y demostrarle que si podían comportarse como era debido. Puma le hizo un gesto a Will, asintiendo con la cabeza para decirle que había hecho lo correcto. Aquellos eran sus amigos, pero el soldado tenía razón, no podían perder los nervios a la primera de cambio, aquel no era lugar para esa forma de actuar.

El chico pensaba que un poco de disciplina no les vendría nada mal a ninguno de sus antiguos compañeros. Davis corría el primero con las llaves del camión en la mano. Detrás le seguía Ley tirando de Johnny, y prácticamente al lado Nicole arrastrando la pesada caja. En último lugar iba Maya ayudando a caminar a un mareado Jimmy, que cada vez perdía más y más sangre. Davis abrió el vehículo rápidamente, para ayudar a la pelirroja a subir a Johnny. Este se agazapó en un rincón, presionando con sus manos la herida para impedir que siguiera sangrando de aquella manera. Entre Davis y Ley ayudaron a Nicole con la valiosísima caja, para después entre los tres ayudar a Maya con Jimmy.

—¡Davis conduce tú! ¡Vosotras intentad taponar las heridas! ¡Voy a buscar vendas! —Gritó Ley a toda prisa, mientras rebuscaba en el interior del vehículo. 

Todos asintieron poniéndose en marcha al instante. Davis arrancó el camión y apretó el acelerador al máximo. Era necesario regresar lo antes posible, no sólo porque sus compañeros se estaban desangrando, sino porque existía la posibilidad de que los siguieran. Maya hacía todo lo que podía por Jimmy, al igual que Nicole por Johnny. Ambas intentaban contener la hemorragia lo mejor posible, pero necesitaban con urgencia algún tipo de material médico. Johnny estaba algo mejor, pero también estaba perdiendo mucha sangre. Jimmy empezaba a delirar y a no estar plenamente consciente.

—¡Venga, venga! ¡Chicos sólo queda un poquito más! —Intentó animar Ley, pidiéndoles que aguantaran todo lo que pudieran.—¡Que no se duerma! —Le gritó la pelirroja a Maya, viendo como el rubio empezaba a entrecerrar los ojos. 

La chica le indicaba el camino a Davis, al mismo tiempo que seguía con su necesaria búsqueda. Davis intentaba avanzar lo más rápido que podía, poniendo el vehículo a su máxima velocidad.

—¡Toma! Ayuda a Maya. —Dijo rauda Ley, entregando un par de paquetes de vendas que había encontrado. 

La pelirroja abrió otro de los paquetes con la boca, mientras se ponía al lado de su amante. Nicole y Maya colocaron rápidamente las vendas en la pierna del rubio, para justo después intentar que este no se quedara dormido.  Johnny miraba fijamente a los ojos de su amada, mientras esta lo vendaba lo mejor que podía. Cuando ella terminó, él le cogió la mano con fuerza, y le puso una breve sonrisa, feliz de que estuvieran juntos en todo aquello.

—Por favor, aguanta. —Pidió Ley apretando la mano del joven con todas sus fuerzas.

Adán leía un libro que había encontrado por allí, mientras todos esperaban el regreso de los demás. Estar quieto y preocupado no servía para nada, así que él iba a aprovechar todo el tiempo. También leer le distraía y no le hacía pensar en lo peor. Eva miraba al chiquillo, orgullosa de esa entereza que parecía tener, y que demostraba tan a menudo. Estaba segura de que cuando él fuera más mayor sería un gran hombre. Puma le distrajo de sus pensamientos, al ponerle la mano en el hombro, para avisarla de que él y Will iban a salir un rato. Los tres salieron del bunker en silencio, uno detrás del otro. Puma se sentó en una de las piedras del lugar, y se puso a jugar con su cuchillo en la tierra del camino. Eva se sentó a su lado justo después, apoyando cansada la cabeza en el hombro de su compañero. 

—¿Son siempre tan irritantes? —Preguntó Will entre suspiros, mirando el horizonte de una postura completamente recta.

—Sólo a veces. —Bromeó Puma entre risitas.

—Deben de aprender el sentido militar de la vida. —Se quejó Will instantáneamente, irguiéndose aún más.

—En eso tienes razón. —Dijo Eva con seriedad, mirando al joven a los ojos.

—Nadie es inútil, cada uno tiene su cualidad, pero por más cualidades o fuerza que tengas, si no sabes como usarlas no sirves de mucho. Esto ya no es lo que era, esto es una guerra constante. En el campo de batalla aprendes ciertas cosas, que ellos ya deberían de haber aprendido. —Comentó Will con terquedad, negándose a aceptar un comportamiento que no fuera del todo adecuado, según lo que el entendía por mostrar actitud. 

—Entiendo lo que dices, pero ellos no son soldados. —Contestó Eva de manera amigable.

—Lo sé, por eso desde un principio me negué a esto. Este es un asunto del que se tienen que encargar soldados, este es nuestro trabajo, es nues… —Empezó a contar el chico, para ser interrumpido por el pitido de la radio.

Eva y Puma se miraron rápidamente, mientras que Will apretaba el botón del cacharro y contestaba.

—¡Avisa al médico! ¡Tenemos dos heridos de bala! ¡Hay que cortar la hemorragia de inmediato! ¡Estamos llegando! —Gritó la pelirroja a toda velocidad por la radio.

—¡Recibido! —Contestó al instante Will, corriendo de camino al interior del bunker. Este avisó rápidamente al médico, el cual se puso manos a la obra.

Will e Inma le ayudaron, siguiendo todas las instrucciones del viejo doctor. Estaban preparando todo para que nada más que llegasen se pudiera intervenir en el acto. En aquellas ocasiones el tiempo lo determinaba todo, y ninguno estaba dispuesto a arriesgarse a perder un solo segundo, el cual podría decidirlo todo. Los ánimos empezaron a ponerse tensos de nuevo. Nadie estaba tranquilo, a todos se les pasaba por la cabeza lo peor. Mientras esperaban la llegada de los otros, caminaban de un lado a otro sin saber qué hacer. 

Adán observaba la situación, tras haber intentado ayudar al médico y los demás. Al ver que no podía hacer nada, decidió salir a la puerta del bunker para avisar a todos justo cuando llegase el grupo.  A escasos minutos el chiquillo empezó a divisar a los lejos el vehículo donde viajaban maya y el resto. Una vez seguro de que era el camión que ellos esperaban, echó a correr hacia el interior del bunker.

—¡Ya están aquí! ¡Ya están aquí! —Gritó Adán medio asfixiado. 

Todos salieron corriendo hacia fuera, intentando ver quienes volvían y en qué condiciones. Inma y Puma sacaron unas camillas al exterior. Will echó a correr a donde paró el vehículo, para justo después abrir la puerta y ayudar a sacar a los heridos. Cuando Davis bajó a la misma vez que Nicole, Jessica soltó un suspiro de alivio. M.A. soltó otro al ver que su hermana también seguía sana y salva. Inma al ver que su prima era otra de las que estaba bien se alivió, pero al ver el estado del rubio volvió a preocuparse. Entre Ley y Will subieron a Johnny a la camilla, mientras que Inma y Puma subían a Jimmy.

Eva y Maya les ayudaron después a empujar las camillas hasta el interior del bunker, donde esperaba el doctor con todo a punto. Nicole y Davis arrastraron la importantísima caja, ayudados de un par de soldados. Mientras ellos hacían esta labor, el resto estaba en el interior, esperando el resultado de las labores médicas.  En la enfermería junto al doctor, sólo estaban Will, Jessica, Inma, y Ley. Inma y Jessica estaban haciendo de enfermeras, mientras que Ley y Will aguardaban preocupados a ver como salía todo. Ambos intercambiaban nerviosas miradas, cruzando los dedos a modo de súplica.

Cuando todo se relajó un poco, después de que el doctor terminase su trabajo, todos se marcharon a descansar. Puma fue el encargado de llevar al grupo hacía el otro bunker, ya que Ley y Will se habían querido quedar haber como pasaban las siguientes horas cruciales los dos heridos.

—¿Te quieres quedar a dormir con nosotros? —Preguntó Eva amablemente, mientras bajaba del vehículo.

—No puedo, allí me necesitan. —Contestó Puma con seriedad.

—¡Venga, Puma! ¡Quédate! —Insistió Alice metiéndose en la conversación.

—Enserio, no es el momento. —Respondió el joven de nuevo con seriedad.

—Quizás quieran estar solos, es un momento muy delicado. —Dijo Maya intentando que el joven se quedara con ellos. 

Realmente todos echaban de menos a Puma, y todos querían que pasase la noche con ellos. A él por el contrario no le apetecía, ya que después de lo de Flor nada era igual. Por otro lado sentía que los soldados le necesitaban mucho más, y allí era donde quería estar, era donde sentía que encajaba.

—Por eso mismo, es un momento muy delicado, y es cuando más me necesitan. Ellos estarán pendientes de los heridos, pero seguro que necesitan que alguien les ayude con todo lo demás, y ese seré yo. —Añadió Puma dando la conversación por terminada, y dejando claro que ya había tomado una decisión. 

El chico se despidió de todos ellos, y emprendió el camino de vuelta a lo que él ahora llamaba casa. Aquella noche, y el día siguiente fueron decisivos. Puma y Will prácticamente se encargaron de todo, aunque mayormente fue Puma quien estuvo al pie del cañón día y noche. Él se convirtió en uno de los pilares fundamentales de bunker. Will pasaba mucho tiempo junto a la cama de Jimmy en la enfermería, rezando para que este se mejorara lo antes posible. Estaba enfadado con él, pero más le enfadaba la idea de perderlo para siempre. Ley no se separó ni un segundo de al lado de la cama de Johnny, pasando las horas muertas en vela, agarrando la mano del chico con fuerza. Al segundo día Ley le mandó a Puma que trajera a los del grupo al bunker de los soldados, sin comentar para que reclamaba su presencia. Este sin preguntar ni una palabra, acató la orden que se le había encomendado.

—¡Tenemos que volver al trabajo! —Ordenó la pelirroja con seriedad, recordándoles que tenían que seguir con el entrenamiento.

Perezosamente y con desgana comenzaron a practicar. Se pusieron de nuevo por parejas. Alice con Eva, Nicole con Davis, y Maya con M.A. En esta ocasión ni Puma ni Will se quedaron, ya que la pelirroja tenía otros planes para ellos. Puma quedó encargado del funcionamiento del bunker, mientras que Will emprendía el viaje para poner los últimos maletines a salvo. 

—¡Venga, venga! ¡Más actitud! —Exclamó Ley a voces, caminando al lado de ellos.

Adán, Jessica e Inma, estaban en la enfermería junto al doctor y el científico. Todos estaban trabajando en diversas tareas, menos Inma que estaba inmóvil junto a la camilla de Jimmy. Le daba muchísima pena verle de esa forma, cuando hacía un par de días había estado sonriendo y haciéndola reír.

—¿Qué os pasa? —Preguntó la pelirroja con amabilidad, entrando en la estancia lentamente. Los tres la miraron confusos sin saber la razón de la pregunta.—Lo veo en vuestros ojos, algo os pasa… —Añadió la chica con seguridad. 

Adán fue el único con valor de aceptar la verdad, ella los tenía calados, y no era necesario intentar ocultar lo que ocurría.

—No soy útil, me gustaría ayudar mucho más de lo que lo hago. —Se sinceró mirándola a la cara fijamente, sin nada que esconder.

—Somos un estorbo. —Dijo Jessica entristecida, con la mirada perdida.

—Es cierto… —Concluyó Inma tras escuchar a sus compañeros. 

Ley frunció el ceño, asombrada con la respuesta que acababa de recibir. Sabía que algo les inquietaba, pero no se le había pasado por la cabeza la posibilidad de escuchar aquello.

—¿Porqué decís eso? —Preguntó extrañada.

—Yo sólo soy un niño. —Contestó Adán tímidamente, siendo el primero en volver a atreverse a contestar.  

A Jessica se le pasó por la cabeza la idea de hablar, pero al instante se arrepintió, pensando que aún no era el momento de decir nada.

—No somos soldados… —Añadió Inma con cierta preocupación. 

Para la sorpresa de los tres, la chica sonrió con cierto toque de humor. Meneó la cabeza de un lado a otro con gracia, suspirando por lo que acaba de escuchar. Ella pensaba que realmente ellos no entendían absolutamente nada, y que su gran preocupación a fin de cuentas era algo tonto.

—No siempre serás un niño. —Dijo Ley sonriente, mientras se agachaba al lado de Adán.

—¿Y hasta entonces? Yo quiero formar parte de esto. —Expuso el chaval inconforme.

—Cada uno tiene una historia, y esa historia forma parte de un todo. Te formarás para que el día de mañana seas un gran hombre. —Contestó rápidamente la pelirroja, mirándole a los ojos con plena seguridad. 

Los pensamientos de Inma eran tortuosos, pensaba que ella no tenía ninguna excusa para ser una carga. Ella ya no era una niña, ni tampoco estaba embarazada,  así que debía hacer algo.

—Creo que vosotros no lo entendéis. —Susurró Ley poniéndose en pie, mostrando de nuevo una sonrisa graciosa.

—¿Entender el que? —Preguntó Inma confusa.

—La vida de un soldado se basa en arriesgar la vida por los demás. El deber de un buen militar es defender a su pueblo y pelear por un futuro mejor. No podéis pensar que no valéis nada porque sois civiles, porque realmente es todo lo contrario. Aquí los importantes sois vosotros, no nosotros. El futuro es completamente vuestro, nosotros sólo somos los peones que trabajan para vosotros. Nosotros sólo somos los guardianes de un futuro que vivirán otros… —Arengó Ley algo ausente, volviendo a portar aquella enigmática mirada que parecía perderse en el más allá. 

Aquellas palabras hicieron mella en los tres, pero especialmente en Jessica, la cual empezó a tener un poco más de positivismo. Por el contrario a Inma la hicieron sentirse aún peor. Ella no podía quedarse de brazos cruzados, mientras otros estaban dispuestos a dar la vida para que ella disfrutara del futuro. Esa arenga sentó de manera muy diferente al pequeño Adán. Él fue mucho más profundo que sus dos compañeras, quizás por el simple hecho de no ser un adulto. Detrás de todo aquello veía la fortaleza que podían llegar a tener las personas, aunque supieran que la suya es una triste historia.

 La pena le embargó al entender lo que esas palabras decían realmente. Para él todo eso significaba la capacidad de autosacrificio, dando la vida incluso por personas que jamás conocerían aquellos que estaban dispuestos a sacrificarse. Tras unos minutos la pelirroja volvió un poco en sí, percatándose del malestar que le había proporcionado con sus palabras a Inma y Adán.

—Tampoco entendéis que hasta el más pequeño es capaz de conseguir grandes logros. Ni todos los que parecen pequeños son débiles, ni todas las grandes batallas se ganan con la espada. La grandeza está en multitud de cosas, incluso en los lugares más inesperados. Si no estáis conformes con lo que hacéis siempre podréis hacer algo más. Hay muchas funciones importantes por realizar, y no todo tiene porque ser en el campo de batalla. —Dijo Ley seriamente, completamente convencida de lo que estaba diciendo.

—¿Por qué no te has puesto con Alice? —Preguntó Maya con curiosidad.

—No me atrevo después de lo del otro día. —Contestó M.A. seriamente.

—¿Por lo que me contaste? Tenéis que olvidarlo. —Dijo Maya con seguridad, mirando al joven a los ojos.

M.A. asintió con cierta vergüenza, ya que sabía que la chica tenía razón pero no quería aceptar que se había equivocado. Quizás el no se había portado bien, pero Alice tampoco había tenido un comportamiento adecuado con él. Maya conocía la cabezonería del chico, y no le sorprendía nada de aquello, pero pensaba que ya era hora de dejar de lado la tozudez. Alice miraba a M.A. mientras entrenaba junto a Eva. Quería hablar con él para solucionar las cosas, pero ella tampoco se atrevía. También pensaba que el que tenía que pedir perdón era él en vez de ella.  

Ambas entrenaban en silencio, pensando cada una en sus asuntos. Más que al entrenamiento, le estaban prestando atención a sus cábalas. Eva no podía dejar de pensar en el futuro ni un solo segundo. Eso era algo que la preocupaba a más no poder. Los acontecimientos sucedidos en los últimos días la hacían pensar aún más. Volvió a recordar lo frágiles que eran las vidas en aquel devastador mundo. Salir a una misión podía significar la muerte, y ella no quería dejar solo a Adán. Puma daba instrucciones a los soldados para que salieran a por provisiones. Estos le obedecieron al instante, saliendo a toda prisa del lugar.

Puma se sentía orgulloso de su trabajo. Su actuación estos días había sido ejemplar, ayudando considerablemente a sus nuevos compañeros. Él se había encargado de todo, mientras Ley y Will se quedaban cuidando de Johnny y Jimmy. La pelirroja sacó unos polvorientos libros que sacudió justo antes de entregárselos a Inma. 

—Toma, quizás con esto te sientas más útil. —Dijo la chica entregando los viejos libros de mecánica. 

La chica los recibió con algo más de entusiasmo, viendo que ahí tenía una oportunidad de hacer algo más. Ella quería ayudar en todo lo que fuera posible, no le importaba a que, pero a algo tenía que dedicarse. Después la chica le dijo a Jessica que su función sería catalogar junto al médico y el científico todos los informes de las investigaciones de ambos. Ley observó silenciosamente unos minutos a Adán, pensando que cosa podía encomendarle al muchacho. De pronto se le iluminaron los ojos al dar con una función que era perfecta para el jovencito.

—Tú tendrás el honor de tener la función más importante de todas. —Dijo la pelirroja dirigiéndose a Adán. 

El chico se quedó desconcertado con las palabras de ella, pero tenía ansias de saber que era lo que había pensado para él.

—Vas a ser nuestro historiador. Tú escribirás todo para que las generaciones posteriores sepan lo que ocurrió aquí. Les contarás nuestra historia para que con ella tengan un ejemplo que seguir. Serás el encargado de hacer que no se olvide nuestra lucha. Harás que nuestro legado perdure. —Arengó Ley con énfasis, dándole a toda la arenga un tono glorioso. 

Adán quedó completamente fascinado con la idea, aquello era algo que le encantaba. Sentía que era una gran responsabilidad, pero que también era algo tan tentador que no podía rechazar.

Davis y Nicole se esforzaban tremendamente en el entrenamiento. Davis que tenía más maña le daba muchos consejos a su compañera, intentando que ella mejorara todo lo posible. Ella agradecía aquellos gestos, mostrándole sinceras sonrisas cada vez que él tenía una de esas amabilidades. Davis le demostraba cada día más se uno de los mejores compañeros que había tenido.

Volvió Will en el Jeep, bajando del vehículo a toda prisa. Buscó a Ley para informarle de que el trabajo se había realizado con éxito. Esta le dio una palmadita en el hombro y le sonrió a modo de agradecimiento. 

—¿Has hablado con Jessica? —Preguntó Will siendo directo. 

La pelirroja frunció el ceño y le miró con intensidad para que su compañero continuara hablando.

—Me dijo que tenía que hablar contigo. —Añadió el pelinegro seriamente. 

Ella sin pensarlo ni un segundo fue a buscar a la chica. Le extrañaba que le hubiera dicho a Will que quería hablar, y luego no le hubiera dicho nada cuando habían estado hablando hacía unos momentos.  El pelinegro acompañó a la pelirroja, para que cuando vieran a Jessica esta supiera que si no hablaba, él lo contaría todo. Ley le hizo un gesto a Jessica para que saliera de la enfermería, a lo que esta hizo caso inmediatamente. Will le hizo otro gesto a la chica, para que esta supiera de que iba el rollo. La muchacha le miró con la cabeza gacha, para acabar asintiendo sin que Ley lo viera. Will entendió aquello como que la chica iba a contarlo todo de una vez por todas.    Al ver que Jessica estaba dispuesta a acabar con su secreto, él se marcho para dejarlas hablar a solas.

Eva entró en el bunker con la boca seca en busca de agua para saciarse. Cogió una pequeña botella y se la bebió prácticamente entera. Cuando terminó de beber vio que la puerta de la enfermería estaba entreabierta, asomándose silenciosamente para echar un vistazo. Observó como El doctor, el científico, Inma y Adán estaban dando una pequeña clase. Más tarde se fijó en que en la habitación también estaba un silencioso Will, sentado encima de una estantería mientras que miraba a los heridos, inmerso en sus pensamientos.

—¿Cómo estás? —Preguntó un tímido M.A.

—Bueno, bien. ¿Y tú? —Dijo Alice con cierta frialdad.

—También. —Contestó el chico seriamente.

Se quedaron sin decir ni una palabra. La tensión se podía notar en el ambiente. Ambos esperaban que el otro se disculpara, quedando a la espera mientras miraban al suelo en diferentes direcciones. Los dos seguían bastante molestos, y ninguno estaba dispuesto a dar el primer paso.

Will miraba a Johnny con odio, deseando que por la suerte del destino este muriera. Él no iba a matarlo porque era un camarada, pero si la divina providencia decidía llevárselo a él le quitaría un peso de encima. Hasta el momento se respetaban por Ley y sus camaradas, pero una cosa era respetarse y otra dejarse de odiar.  Después se puso a mirar a Jimmy con cierto coraje. El rubio le había fallado, pero aún así le dolía verle en esas condiciones. Él no podía olvidar que Jimmy había sido su mejor amigo por años, y fuera un traidor o no, le quería igual que se quiere a un hermano. No iba a negar que le hubiera gustado vengarse de él, pero eso era una cosa y otra querer que muriera o le pasara algo realmente malo.

Ley estaba empezando a desesperarse. Sabía que Jessica quería decirle algo pero no se atrevía, dándole vueltas y más vueltas a cosas sin sentido para evitar empezar a hablar.

—Llevas media hora dándole vueltas a la perdiz. Habla claro. —Pidió la pelirroja algo molesta.

Jessica tragó saliva con lentitud, y se preparó a conciencia para contarlo de una vez por todas.

—Estoy embarazada. —Confesó tímidamente  la chica con una voz que apenas le salía de dentro.

Esta cerró los ojos temerosa, esperando que Ley le dijera que se marchara de allí.

—¡Enhorabuena! Es una excelente noticia. —Exclamó la pelirroja con entusiasmo, para sorpresa de una desconcertada Jessica.—¿Qué te pasa? —Preguntó Ley extrañada sin entender la reacción de la joven.

—Pensé que me ibas a pedir que me marchara… —Susurró Jessica completamente sorprendida.

—¿Yo? ¿Por qué? —Preguntó la pelirroja sin comprender nada.

—Por ser una carga. —Respondió Jessica mirando al suelo algo avergonzada. 

Después de tanta preocupación, la realidad es que jamás había tenido nada por lo que preocuparse. Se sentía algo estúpida por haber hecho una montaña de un grano de arena.

—No podría pedirte que te fueras sin faltar a mi palabra. Luchamos por el futuro, y lo que crece en tu interior es el futuro. Para él y para los que vengan será lo que estamos construyendo. —Dijo Ley con seguridad, mirándola a los ojos con aquella miraba que parecía atravesarlo todo.—Tú sólo preocúpate de que crezca. —Añadió la pelirroja tocando la barriga de la joven con sus frías manos.

Después de observar a Will bastante rato, Eva se había percatado del intenso dolor que intentaba disimular el chico. Era obvio sólo con mirarle la expresión con la que él miraba a ambos heridos. Ella le tenía bastante aprecio y creía necesario echarle un cable, puesto que notaba que el chico se lo estaba guardando todo dentro. Ella sabía lo que significaba aquello, y sabía perfectamente que si no lo sacaba fuera, él terminaría explotando y sería mucho peor. Will volvió en si al notar como la mano de Eva se posó en su hombro con cariño. Se dio la vuelta para mirarla, sin darse cuenta de que se le habían saltado las lágrimas. 

—¿Quieres que hablemos? Si lo necesitas y quieres, sólo tienes que decírmelo y aquí estaré. —Dijo amablemente Eva, mostrando su lado más amigable. 

Este asintió decaído, poniéndose en pie con lentitud. Comenzó a andar hacía el exterior, intentando tener la mayor privacidad que fuera posible. Ella le siguió decidida a ayudarle lo mejor que pudiera. Ambos se sentaron alejados del bunker, en lo que antaño había sido una parada de autobús. 

—Puedes contarme todo lo que quieras. —Confirmó Eva atentamente.

—Jimmy no puede morir así, no sin que hayamos arreglado todos nuestros problemas. Tiene que salir de esta… —Susurró Will soltando un par de lágrimas que recorrieron su rostros rápidamente.

Eva le dio un abrazo para calmarlo, al ver que comenzaba a llorar en silencio de nuevo. 

—Sé que nada de lo que hizo, lo hizo con intención de dañarnos, pero no se comportó como debía hacerlo, y eso es una traición. Nos jodió bastante, y casi todo fue por culpa de una zorra que le gustaba y jugaba con él. —Contó Will entristecido, tras dejar su breve lloro.

—Seguro que ambos se recuperan pronto y puedes arreglar las cosas con ellos. —Dijo Eva intentando animar al joven.

—¡No! —Gritó Will levantándose rápidamente. 

Ahora Eva si que no comprendía nada. Hacía un momento Will le había dicho que quería arreglar las cosas con Jimmy y ahora se levantaba enfadado. ¿Es que había metido la pata de alguna manera? ¿O es que Will no perdonaba aquello y quería que muriesen? Esa reacción del joven la dejó sin saber que decir.

—Con Johnny no tengo nada que arreglar, y si se muere incluso mejor. —Dijo enfadado el pelinegro, para sorpresa de su compañera.

—¿Por qué dices eso? —Preguntó completamente extrañada Eva.

—Es un gusano. —Murmuró Will con cara de asco. 

Era cierto que a Eva no le hacía mucha gracia Johnny, pero tampoco entendía como un compañero suyo podía desearle la muerte. Esta le insistió al pelinegro un buen rato, para que él le contara el porqué de sus palabras y sus sentimientos hacia Johnny.

—Johnny es un fracasado, nadie le ha querido nunca. Él saciaba su falta de autoestima con las drogas, se las metía todas, era un drogadicto. Poco a poco se fue convirtiendo en un monstruo, ya no sé si por las drogas o por la mierda de vida que tenía. Se volvió loco al ver que las personas a las que quería no le correspondían. Calmaba su ira con todo lo que veía. Se convirtió en un sádico al que le gustaba destruirlo todo. Un día llegó demasiado lejos. Vendía drogas, de todas, era peor que un farmacéutico. Iba detrás de Ley pero ella quería a uno de nuestros camaradas, uno de los mejores camaradas que he tenido. Johnny para intentar olvidarlo engatusó a varias chicas. La vida de este se convirtió en una vorágine de sexo y drogas. Su casa estaba todo el día llena de yonquis que se acostaban con él a cambio de drogas. Estoy casi convencido de que él hizo adictas a muchas de aquellas chicas para abusar de ellas. Una de esas muchachas de barrio que acaban allí fue mi prima. Ella jamás había sido así, pero cuando empezó a juntarse con Johnny era una persona muy diferente. —Contó Will con un nudo en la garganta, para acabar sin fuerzas de seguir contando más.

—Shh. No hace falta que continúes. Ya pasó. —Dijo Eva con la piel de gallina al imaginárselo todo.

—Por favor déjame solo un rato. —Pidió Will cabizbajo.

Ley estaba dando uno de sus habituales paseos solitarios, apartándose mentalmente del mundo de las personas normales. Cada vez veía el camino a seguir más claro y más marcado. Aquello de decirle a Adán que escribiera todo para dejar un legado, hacía que notase aún más que la historia estaba mirándola. El hecho de que Yuri y sus compañeros hubieran conseguido en Rusia lo que ella se proponía, dejaba aún más claro que era posible. Todo eso le hizo pensar también de que cada vez eran menos y necesitaban más gente, ya no solo para combatir, sino para crear una nueva sociedad. Su mente planeaba a toda velocidad, dejando delineado el sendero que iba a recorrer.

A la hora del descanso todos estaban comiendo dentro del bunker, menos Will y Ley que aún seguían en el exterior, e Inma que había preferido quedarse en la enfermería junto a los heridos. Maya fue a hacerle compañía a su prima, llevándole una lata de atún para que comiera algo. Esta desganada no se la aceptó, cosa que preocupó a su prima la cual volvió a insistir.  Inma se entristecía viendo a Jimmy herido. Aquel chico había sido muy amable con ella siempre, cosa que entre otras hizo que ella le cogiera bastante cariño. Deseaba que se pusiera bien lo antes posible, para poder volver a reír junto a él como habían hecho hasta que le dispararon. 

Cuando Ley caminaba de regreso al bunker vio a Will solo, sentado en la vieja parada de autobús. No hacía falta que nadie le dijese nada para que ella supiese que era lo que le pasaba. Siempre había tenido la habilidad de ver el interior de los demás, pero desde que había ido más allá, todo era tan claro que era como si lo viese todo con una majestuosa nitidez que nadie parecía tener.  Se acercó sigilosamente a Will sin que este prácticamente se diera cuenta. La pelirroja vio como el chico lloraba en silencio, y cuando este se percató de que ella lo había pillado en seco, intentó esconder la mirada agachando su cabeza aún más.

—Levanta la mirada, no dejes que nadie te agache la cabeza nunca. —Le dijo con dulzura Ley, levantando la cara de Will desde la barbilla con su mano derecha.

Él la miró con los ojos empapados en lágrimas, calmándose plenamente con las palabras de su compañera, y con la manera que ella había tenido de decírselo.
 Eva vio regresar a Will y Ley tras un par de horas, notando como el joven volvía diferente. Notaba como el chico volvía con una gran paz interior, y un aire fresco bastante renovado. No sabía que era lo que tenía Ley, pero ella había conseguido aliviar la atormentada alma del joven, y eso a Eva la alegraba profundamente. Will era su amigo y ella lo único que quería era lo mejor para él.

Puma llevaba al grupo de regreso al bunker que tenían asignado, conduciendo a toda velocidad por los parajes de la zona. Alice y Maya iban dormidas en los asientos, después de que el tremendo cansancio que tenían las hubiera derrotado. M.A. y Nicole estaban entrecerrando los ojos, quedándose traspuestos escasos segundos para acabar volviendo a abrir sus parpados. Davis, Jessica, Inma, y Adán, estaban empezando a adormilarse poco a poco, con el constante traqueteo del camión.

—Se van a tener que acostumbrar al trabajo duro. Aún no habéis visto el ritmo al que trabaja esta gente, no paran ni un rato, lo veo todos los días allí. —Comentó Puma concentrado en la carretera.

—Te doy la razón, tendrán que acostumbrarse. —Contestó Eva con sinceridad.

Después de todo Eva cada vez estaba más convencida de que tenían que esforzarse más, ya que la misión que los soldados tenían entre manos era de suma importancia para el futuro. 

Pasaron los días trabajando sin parar. Cada uno cumplió lo mejor que pudo las funciones asignadas, contentando a la pelirroja al ver que todo marchaba según lo previsto.  Puma cada día se ocupaba más del funcionamiento interno del bunker, sintiendo como aumentaban sus fuerzas al ver que estaba cumpliendo con su deber. Estaba cada día más orgulloso de sí mismo, pensando también que Flor estaría en el cielo contenta de ver como él se estaba comportando.  

M.A. y Alice arreglaron las cosas después de hacer el tonto mucho tiempo, pero finalmente volvieron a estar como antes. Ambos estaban contentos de que todo se hubiera arreglado, y se prometieron tenerse más en cuenta en cualquier cosa que ocurriera en el futuro.  Eva y Will cada día eran más amigos, y juntos compartían cada vez más tiempo. Su confianza había aumentado considerablemente, tanto como para que Will que era un tipo muy cerrado, la considerase como parte innegable de su querida familia.  Jessica pasó descansando la mayor parte de los días, ya que cada día estaba más y más mareada. Los vómitos y las nauseas se hacían insoportables para la joven, obligándola a tumbarse cada dos por tres. 

Maya intentaba pasar página de todo lo ocurrido, trabajando lo más duro que podía día a día. En cada entrenamiento o salida a por provisiones, se esforzaba más que la anterior. Adán había pasado mucho tiempo con Ley, ya que esta le daba clases de historia siempre que podía. También le había regalado muchos libros, sobre todo de la edad media y moderna, que después comentaban cuando él los había terminado de leer. También había empezado ya con la tarea que la chica le había dado, empezando a escribir todo lo sucedido lo mejor posible. A esta tarea algunas veces le ayudaba Inma, dándole consejos ortográficos y narrativos. Inma dividió su tiempo en darle clases de literatura a Adán, y en cuidar de Jimmy, siempre que sus funciones le dejaban tiempo. 

Ley les enseñaba a todos a utilizar las nuevas armas, continuando con los entrenamientos día tras día. Todas las noches cuando el grupo se marchaba ella se ponía a practicar con sus espadas, intentando sacar fuera toda la energía que tenía. No quería pensar en ella, sólo quería centrarse a la misión y al camino que ella veía tan bien trazado. Todos los días tenía sus escapadas solitarias, intentando alejarse de todo lo que la rodeaba. Al final de las duras jornadas, dormía junto a la cama de Johnny, cogiéndole la mano con la esperanza de que de esa forma le diera fuerzas para recuperarse lo antes posible. Si ya se sentía sola antes de todo aquello, sin Johnny a su lado se sentía aún más alejada de todo. Él era el que intentaba mantenerla en el mundo de los vivos, sin él ella se sentía aún más muerta interiormente que antes.

El pelirrojo despertó pidiendo agua, antes incluso de abrir los ojos del todo. Inma complació su petición, dándole una botella lo más rápido que pudo. Adán salió disparado de la enfermería para avisar al resto de la buena nueva. Todos fueron corriendo a saludar a Johnny, alterando un poco al joven con tal multitud a su lado. Puma echó a todos de la estancia, dejando allí únicamente a Ley, Will, M.A, y el doctor. Will había decidido cambiar su actitud frente al pelirrojo, no es que fuera a hacerse su amigo, pero quería olvidar todo lo ocurrido en el pasado. No le perdonaría pero sabía que ambos compartían un destino muy cercano lo quisieran o no. Lo mejor era hacer el contacto mutuo lo más ameno posible, para no entorpecer la importantísima misión que llevaban a cabo. 

Ley y Johnny se besaron con dulzura pero brevemente, para después dejar paso a unas sinceras sonrisas. La chica estaba alegre de ver que por fin estaba mejor, y él estaba feliz por haber despertado, y haberla visto al par de minutos de abrir los ojos de nuevo. 

—¡Que alegría que estés otra vez con nosotros! —Exclamó M.A. sonriente al ver que su cuñado estaba mucho mejor.

—¡Que te gusta dormir cabroncete! —Bromeó Puma dándole un toquecito en el hombro. 

El pelirrojo sonrió y le devolvió el porracito, demostrando que otra vez se sentía bien. 

—Necesito todos los mapas que tengamos aquí. Yuri descubrió algo. —Dijo el Johnny algo alterado.

Horas después Ley decidió que aquel día dejarían el entrenamiento para concentrarse en otras cuestiones. Dejó a Johnny al mando en el bunker, mientras que este revisaba como un loco los papeles arrugados que le habían dado con anterioridad. La pelirroja hizo varios grupos en los que dividirían las cosas por hacer. Todos irían en el camión menos Will y Puma, a los que les dio las llaves del Jeep para que fueran a inspeccionar unas zonas que marcó en un mapa. El resto aunque iban a ir todos en el camión, luego se dividirían por zonas y en grupos, para hacerse con diferentes suministros que necesitaban.  Los del Jeep fueron los primeros en marcharse, dejando a los demás apunto de subirse al camión. 

—Eva vendrá conmigo a por gasolina. Hermano, tú con Maya y Nicole a por comida. Por último tú y Alice iréis a por munición, buscadla hasta debajo de las piedras porque necesitamos toda la posible. —Explicó la pelirroja arrancando el motor del vehículo.

Puma y Will recorrían los campos y carreteras, con la misión de observar todo lo posible. Tenían órdenes de verificar cuidadosamente todo lo que estuviera dentro de los alrededores que Ley les había señalado. Ella quería saber que había y que no había en toda la zona, tanto supervivientes corrientes, agentes del gobierno, animales mutantes, o putrefactos seres. 

 Por el momento no habían visto absolutamente nada aparte de la devastadora soledad de lugares medio en ruinas. 

 Para Puma observar tanta destrucción, significó mucho más que para Will. Se puso trascendental en su interior, y comenzó a filosofar, perdiéndose en sus intensos pensamientos.

 Will conducía completamente concentrado en no hacer mucho ruido, y en no deja pasar ni un solo detalle por analizar. 

—Coge los prismáticos. —Dijo Will con seriedad, señalando con el dedo la guantera del Jeep.

Alice caminaba por la carretera a paso ligero. Detrás la seguía Davis inspeccionando el terreno con cautela. Ambos estaban en una carretera donde había muchos coches abandonados. Ley les había ordenado buscar en un radio de cinco kilómetros, y les había dado un reloj, para que se reunieran con ella a una hora acordada, en un lugar previamente elegido.

—¿Crees que encontraremos algo? —Preguntó la chica con cierto pesimismo.

—Ni idea, pero tendremos que intentarlo por lo menos. —Respondió Davis con un espíritu algo más positivo.

 Comenzaron a rebuscar entre los coches, asegurándose con anterioridad de que no hubiera ningún podrido dentro de los vehículos.

 Había tantos coches que a ambos les daba pereza toda aquella búsqueda. Alice pensaba que lo más seguro era que se hartaran de inspeccionar vehículos para que al final en ninguno encontraran nada. Davis pensaba parecido, aunque no pensaba como Alice que fuera para nada, pero si pensaba que tampoco encontrarían mucho allí. 

 Tenían que hacer el trabajo rápido, porque tenían muchos más lugares en los que buscar y tampoco les habían dado un tiempo extremadamente largo.

Nicole caminaba con lentitud en primer lugar, divisando la zona cuidadosamente para no llevarse ninguna sorpresa. M.A. la seguía de cerca empuñando su pistola con fuerza. Maya iba en último lugar inmersa en sus propios pensamientos. Aquel pequeño pueblecito se parecía tanto a uno al que iban de pequeñas en vacaciones, que la tristeza la embargó, trayéndole de vuelta unos amargos sentimientos que creía haber dejado atrás.

 Entraron en una de las casas que tenía la puerta abierta, habían intentado forzar otras, pero les fue completamente imposible. La inspeccionaron raudos, pero no encontraron absolutamente nada. 

 En otra de las casas encontraron algunas latas, que empezaron a echar rápidamente en las mochilas. Un porrazo los alteró, haciendo que dejaran su tarea, para averiguar que ocurría. Vieron en el exterior como varios podridos se acercaban peligrosamente a la casa. 

—Terminad rápido. —Ordenó Nicole en voz baja, dispuesta a solucionar el problema ella misma.

 La chica salió al exterior y acabó con los asquerosos seres en pocos minutos. Cuando se dirigía al interior de la casa de nuevo, se percató que algo avanzaba hacia ella a toda velocidad. Un animal mutante de considerable tamaño corría en su dirección, ganando bastante terreno sin que ella casi se diera cuenta. 

 Empezó a disparar como una loca, intentando matar al maldito bicho. Hacía heridas al mutante del que salían chorros de sangre, pero este no dejaba de correr, y para colmo cada vez parecía más rabioso. 

 Maya y M.A. disparaban por la ventana, ayudando a su amiga a abatir a la peligrosa criatura. Consiguieron hacer que se cayera al suelo, pero a los pocos segundos se puso en pie de nuevo. 
 Nicole se subió a un árbol contaminado de radiación, escapando de la embestida del embrutecido animal mutante. Este estuvo a punto de alcanzarla cuando ella intentaba subir. Desde ahí arriba y gracias a la colaboración de sus compañeros, consiguió finalmente deshacerse de aquella cosa.

 Ley y Eva estaban sacando toda la gasolina que podían de los coches abandonados que encontraban. Llevaban unos tubos de plástico con los que sacaban todo el combustible que estos vehículos tenían. Aquello era una tarea de chinos, pero era necesaria realizarla ya que en casa tampoco es que les quedara mucho. Un ruido alertó a las chicas, soltando las botellas de plástico en el suelo.

—Yo me encargo, tú continúa. —Ordenó Ley con autoridad, levantándose de al lado de uno de los coches. 

 Eva continuó con la labor a toda prisa, intentando no perder ni un solo segundo. Por el momento eran solo cuatro podridos, pero a lo lejos se veían bastantes más. No podían abandonar el lugar sin lo que habían ido a buscar, sobre todo cuando aquel sitio era como una mina de oro.

 Parecía que esa carretera se había colapsado al principio, y la mayoría de gente había abandonado sus vehículos por el atasco que había ocasionado el pánico ciudadano. La oportunidad de encontrar un sitio así, era algo a lo que no podían renunciar, por más peligroso que fuera.

 Ley agarró su tizona con fuerza, corriendo en dirección hacia los podridos. Atravesó el cuello de uno de frente, acabando con el monstruo en un abrir y cerrar de ojos. Giró el brazo con agilidad, en un movimiento sumamente estiloso, para cortarle la cabeza al de al lado, sin ni siquiera girar el cuerpo.

—¿Cómo vas Eva? Se acercan rápido. —Preguntó la pelirroja, clavándole la tizona en el cráneo a otro putrefacto ser.

—Me alegro de que estés con nosotros. —Dijo con sinceridad Will, girando el volante con fuerza, evitando que chocaran con un coche volcado que estaba en mitad del camino.


—Yo también me alegro de estar con vosotros, estoy como en casa. —Contestó Puma sonriente, dándole un toquecito en el hombro amistosamente.


Ambos ya habían dado por finalizada su tarea, volviendo a casa tranquilamente para disfrutar del viaje. Habían anotado en una libreta todo aquello que pudiera interesarle a Ley, apuntando cada mínima cosa que habían logrado observar.

—¿Te apetece parar y echar una cervecita? —Preguntó Will con entusiasmo.

—¿Por qué no? —Contestó Puma sacando la lengua en un gesto burlón.

—Cerca de aquí había un sitio donde encontramos alcohol, pero no nos lo pudimos llevar todo. Podríamos pasar, echar unas copas, y después llevárnoslo al bunker por si un día tenemos algo que celebrar. Allí hay alcohol pero no creo que se disgusten por tener un poco más. —Comentó el chico simpáticamente, cambiando de dirección rápidamente.

A Inma leyendo un libro, fue lo primero que vio Jimmy justo cuando despertó de su largo sueño. Aquella dulce visión le sacó una sonrisa, sin que la chica se percatara mínimamente. La observó unos minutos en completo silencio. Le gustaba poder mirarla sin que ella se diera cuenta, ya que así podía ver el verdadero rostro de la joven, sin vergüenzas que disimular, ni apariencias que mostrar. En aquel momento podía verla tal y como era, y eso le encantaba aún más.

—¿Me podría dar agua señorita? —Preguntó con amabilidad el rubio, sacándole una sonrisa a Inma al ver que por fin había despertado.

—¡Claro! —Exclamó la joven entusiasmada, saltando de la silla al instante.

Parecía que todas las oraciones habían tenido resultado, y al joven no le había pasado nada finalmente. Quizás no era por todo lo que ella había rezado, pero le gustaba pensar que Dios por una vez se había dignado a escucharla.

—Estuve pensando en tu proposición, y no estaría nada mal aprender a usar una espada, siempre y cuando tú sigas queriendo enseñarme. —Dijo dulcemente Inma, dándole una pequeña botella de agua, que este se bebió casi al instante.

Alice estaba en serios problemas, ya que se había resbalado y casi se había caído por un pequeño acantilado. Había conseguido agarrarse a un árbol que crecía en la ladera, esperando a que Davis la ayudara.

—¡No te muevas! —Gritó Davis, pegándole una patada a un zombie que lo acosaba.

—¡No tardes! ¡No quiero resbalarme! —Pidió la chica molesta, viendo que su compañero tardaba mucho y no sabía porque.

 Davis peleaba contra tres podridos que habían salido corriendo al escuchar los gritos de la chavala. Gastó su última bala con uno de ellos, justo antes de empuñar su lanza con fuerza.

 Alice cada vez se notaba más insegura ahí, y quería salir lo antes posible. La caída no era extremadamente grande, pero si se resbalaba iban a esperarla unas afiladas rocas que probablemente le hiciera severos cortes, si no era que del impacto la mataban al acto.

—¡Ya voy! —Gritó el joven nervioso, matando con su lanza al último de los putrefactos seres.

—¡Corre! —Vociferó asustada Alice, resbalándose cada vez más.

 La chica estaba haciendo un tremendo esfuerzo para mantenerse enganchada allí. Uno de los brazos se descolgó, haciendo que su bolsa se cayera y se destrozara en el suelo. Puso todas sus fuerzas en echar su brazo hacia arriba y cogerse de nuevo, pero por escasos milímetros no pudo. Aquel movimiento hizo que su posición peligrara aún más, ya que del otro lado se resbaló un poco más.

—¡Cógete! ¡Por favor!—Le pidió Davis con las manos sudorosas, poniéndole la lanza más o menos a su alcance.

M.A. tropezó con una rama del camino, cayendo al suelo de bruces. Maya le extendió la mano para ayudarle a levantarse, mientras que Nicole les cubría cerca de ellos.

 Los mutantes les perseguían a toda velocidad, y no eran pocos los que lo hacían. Parecía que de pronto les había pillado una estampida en el pequeño pueblo, pero lo peor no era eso. Lo peor era que los soldados les habían contado que tras esas estampidas, lo que venía era una horda gigante e incontrolable de podridos.

—¡Vamos, vamos! —Metió prisa Nicole corriendo en su dirección.

 Ambos echaron a correr al instante, siguiendo a la chica por los pequeños huecos que veían para meterse.  

—¿Qué hacemos si Ley y Eva aún no han llegado, y seguimos metidos en problemas? —Preguntó Maya nerviosa, esquivando a uno de los animales mutantes.

—¡Ya veremos! ¡Lo primero es salir con vida de aquí! —Gritó M.A. alterado, disparando sin cesar contra un monstruo que venía en su dirección.

Eva terminaba de cerrar los envases de plástico donde habían metido la gasolina robada, mientras que la pelirroja la cubría con su arma blanca.

—¡Súbete ahí! ¡Yo haré un camino! —Ordenó la delgada chica, señalándole a Eva el techo del coche más cercano.

—¡Tú sola no puedes! —Gritó Eva desquiciada por la locura que quería hacer su compañera.

La pelirroja le pegó patadas a la puerta del coche, desencajándola bruscamente de un par de porrazos. 

—¡Joder! —Vociferó Ley cogiendo la pesada puerta a modo de escudo.

—¡Estás loca! —Gritó la chica asombrada con la cabezonería que mostraba la joven soldado.

—¡Súbete ahí, joder! —Ordenó de nuevo la militar enfadada.

 Ley echó todo su peso delante, embistiendo a varios podridos brutalmente. Una vez en el suelo les cortaba la cabeza con su espada toledana. Aquellas maniobras con la pesada puerta, requerían un tremendo esfuerzo de la chica. Tras repetir esta acción tres o cuatro veces tuvo que tirar su improvisado escudo, al ver que era algo que la dejaba demasiado exhausta. 

 Eva se negó a esperar simplemente que la joven le abriera el paso, disparando con precisión desde arriba del coche.

—¡Guarda las balas! —Gritó la pelirroja resoplando por el tremendo esfuerzo que tenía que hacer para quitarse a tantos asquerosos seres de encima. 

 Ley desenfundó su catana, usando ambas espadas al mismo tiempo. La chica estaba abriendo paso poco a poco, aniquilando a todo lo que se ponía por en medio.

—¡Ahora! —Ordenó Ley a gritos, haciéndole un gesto a su compañera para que en aquel momento comenzara a avanzar.

 Eva saltó del techo con agilidad, portando las valiosas garrafas consigo. Sacó la daga que la pelirroja les había entregado a todos, ayudando a la chica con los ansiosos zombies.

 Ley abría el camino por detrás, mientras que Eva cubría la retaguardia lo mejor que podía. Hasta aquel momento no se habían dado cuenta, pero juntas formaban un gran equipo. Esta idea le gustó a Ley ya que pensó que en cuanto Eva entrenara más, sería una valiosa compañera a la que no olvidar en ningún momento.

A Johnny todavía le dolía, la aún no cerrada cicatriz de su costado. Tenía que sentarse muy a menudo, ya que el dolor que le producía le hacía incluso marearse con frecuencia.

—No deberías estar tan activo. Si esperas unos pocos días estarás bien, pero ahora necesitas reposo. —Regañó el viejo doctor al pelirrojo, al verle sentado sufriendo uno de esos mareos.

 El pelirrojo asintió de mala gana. No quería que nadie le molestara en aquel momento. El chico se hizo una bola y cerró los ojos unos minutos, intentando ver si de esa forma se sentía mejor. 

—¿Y a ti que te pasa? —Preguntó el chico desconcertado, cuando se encontraba algo más recuperado.

—Estoy embarazada. —Respondió Jessica molesta, intentando que se le pasaran las nauseas.

 Ella también quería que nadie le hablara cuando estaba mal, era algo que la agobiaba y la irritaba al máximo.

Puma y Will charlaban tranquilamente, bebiendo una botella de vodka que ya iba por la mitad. Will le había estado enseñando estrategia militar a su compañero, para después acabar contándole maniobras que él había llevado a cabo en el campo de batalla.

 Ambos se llevaban cada vez mejor, disfrutando intensamente cada pequeño momento de tranquilidad que les daba su ajetreada vida. Cualquier día podían morir, así que porque no disfrutar de una interesante charla y unas copas.
 Puma disfrutaba mucho con las conversaciones que podía tener con los soldados, eran ese tipo de cosas que tanto le gustaba hablar a él, pero que con gente normal no podía habitualmente.

—Por desgracia creo que tendremos que terminarnos esto más tarde. —Dijo Will con desgana, soltando la botella encima de un estante.

—Si, ya es la hora. —Añadió Puma observando un sucio reloj de pared que estaba tirado en el suelo.

Eva conducía a toda velocidad, escuchando viejas historias de guerra que le contaba Ley. Aquel corto pero intenso viaje, había servido para que ambas empezaran a entablar una amistad. Quizás en un principio no se habían llevado muy bien, porque ambas veían en la otra, cosas que les recordaban a ellas mismas. También el carácter brusco que tenían las dos, precisamente no había ayudado mucho. Cada una tenía su forma de ser, y una vida muy distinta la una de la otra, pero luego había varios detalles en los que no eran muy diferentes.

El grupo de M.A. había conseguido librarse de los mutantes, ya que estos no iban en la dirección en la que ellos tenían que ir. Llegaron al punto de encuentro diez minutos antes de la hora acordada, y como era previsto allí aún estaba nadie para recogerlos. 

—Cada día se pone la cosa más fea. —Murmuró Nicole observando el camino por el que habían venido.

—Si, los podridos cada vez están más inquietos. —Dijo Maya inmersa en sus propios pensamientos.

—¿Creéis que se mueven porque se quedan sin comida en el sur? —Preguntó M.A. desconcertado.

—Quizás… —Susurró Nicole ausente.

La rubia se subió a uno de los árboles con agilidad, mirando si veía en la lejanía el camión acercándose.

—¿Ves algo? —Preguntó M.A. inquieto, andando de un lado para otro.
Nicole hizo un gesto negativo con la cabeza, impacientando aun más al nervioso chico. 

—¡Corre! —Gritó Davis alterado, corriendo cuesta abajo a toda velocidad.

A pocos metros le seguía una cansada Alice, intentando no quedarse muy atrás. La joven estaba exhausta después del incidente, notando como sus pesados brazos le molestaban cada vez que los movía para coger impulso en la carrera.

—¡Espera! —Refunfuñó la chica al ver que el chico cada vez cogía más distancia.

—¡Rápido! ¡No podemos llegar tarde! —Insistió este de mal humor al ver que aun les quedaba un largo camino.

Davis apretaba el paso todo lo que podía, mientras le metía presión a su compañera una y otra vez. Sabía que iban justos de tiempo, pero lo peor era que detrás de ellos venían bastantes zombies, acosando su regreso al punto de encuentro establecido.

Una de las pestilentes criaturas rozó con sus manos a la chica, para que esta justo después le asestara una patada y siguiera corriendo.

—¿Estás bien? —Preguntó su compañero con preocupación.

—¡Sí! ¡Vamos! —Exclamó la joven notando la subida de adrenalina, después del encontronazo con el podrido.

Will conducía el Jeep a toda velocidad, aplastando a cualquier zombie que pillara en su camino. Conducir era algo que le encantaba, y más en un mundo donde no había semáforos ni señales de tráfico.

—Johnny se enfadaría muchísimo de verte conducir su coche de esta manera. —Bromeó Puma entre carcajadas.

—¡Seguro! —Afirmó el chico con una sonrisa en su cara.

 Realmente aquel vehículo era algo que Will envidiaba de Johnny, verdaderamente era lo único que le causaba envidia del pelirrojo.

 Llegaron rápidamente para comprobar que habían sido los primeros en llegar. Mientras Will aparcaba el coche y lo cerraba, Puma cogió las cosas para soltarlas en el interior del bunker.

Johnny se distrajo de su dolor al ver a su compañero entrar por la puerta.

—¡Ey! ¿Qué pasa aquí? Tenéis mala cara. —Dijo Puma de cachondeo, intentando animar a Johnny y Jessica.

 Los dos le sonrieron brevemente con amabilidad, concentrándose ambos en su malestar a los pocos segundos. Jessica seguía con sus nauseas, mientras que Johnny todavía tenía mareos causados por aguantar el dolor tanto rato sin descansar.

—Toma esto, seguro que te alivia. —Se preocupó Puma fraternalmente, entregando al pelirrojo una de las botellas de alcohol que habían traído.

 Johnny la abrió al instante, no sin antes darle las gracias a Puma como era debido. El joven le dio un par de grandes tragos, con la esperanza de que aquello anestesiara su dolor rápidamente.

Las dos chicas esperaban a sus compañeros, mientras mataban a todo lo que se les ponía por delante. El ruido del vehículo había atraído a los podridos, obligándolas a bajarse para encargarse del asunto.

 Ley sentía sus brazos pesados, notando como ejecutaba sus movimientos con la espada más lento de lo habitual. Realmente ahora pensaba que había hecho una estupidez antes, pero sin apenas tiempo para pensar en el momento de actuar le pareció buena idea. Quizás eso de coger una puerta de un coche para usarla de escudo había sido una mala idea, pero por lo menos el par de embestidas que dio con ella le habían servido para abrirse paso.

 Eva notaba el cansancio de su compañera, e intentaba librarse ella de la mayoría de fétidas criaturas. Su cabezonería le estaba dando buen resultado, ya que estaba matando a bastantes zombies. Le gustaba sentirse útil, y verdaderamente se sentía cómoda trabajando con su compañera. Le hubiera gustado darse cuenta mucho tiempo antes, pero como el viejo refrán decía nunca era tarde.


—¿Dónde se habrán metido? —Preguntó Eva pensativa.


—Deben de estar al llegar. —Respondió Ley al instante.


—¡Eso espero! —Exclamó su compañera de un grito, haciendo fuerza para clavarle la daga a un podrido en mitad del cráneo.  


 Ley usaba ambas espadas para librarse de los muertos vivientes, cuando vio a lo lejos dos figuras humanas que corrían en la dirección en la que se encontraban ambas.


—¡Ya estamos aquí! —Gritó Alice sofocada, al llegar a toda velocidad.


 Davis mató a uno de los podridos que le cortaba el paso para reunirse con sus compañeras, haciendo uso de su elegante técnica con la lanza. Entre los cuatro se hicieron paso hasta el vehículo, para después subirse en él a toda prisa.

Inma jugaba a las cartas con Jimmy tras terminar las tareas que tenía asignadas para aquel día. La chica no había parado de reír todo el rato con el buen humor del joven, olvidándose del paso del tiempo y de todas las partidas que habían echado. No recordaba cuanto tiempo hacía desde la última vez que se lo había pasado tan bien. Quizás con la última persona que había estado tan a gusto, había sido con aquel simpático chico llamado Naitsirc del que tanto se acordaba siempre.


—Me alegra ver que todavía quedan personas normales, como queda gente a la que este mundo no los han cambiado. Creo que en estos dos años has sido la única persona que he encontrado así. Todos, o se han vuelto locos, o psicópatas, o simplemente han ido muriendo poco a poco por dentro. Me has enseñado con tus sonrisas tan sinceras a pensar que todavía se puede ser feliz en este planeta. Es usted toda una reliquia del antiguo mundo. —Confesó con amabilidad y caballerosidad Jimmy, mirando a la chica a los ojos con firmeza.


 Inma se sintió alagada con aquel comentario, sacando una bonita sonrisa al escuchar todo aquello. Aquel momento fue interrumpido por Adán, el cual preguntó inocentemente si podía jugar a las cartas con ellos.

Los tres se impacientaban cada vez más, viendo que ya habían pasado más de veinte minutos desde la hora acordada. Cada uno hacía sus propias conjeturas, pensando en desgracias que podían haberle ocurrido al resto.


 M.A. era el más positivo, pensaba que la tardanza seguramente era debido a problemas técnicos en la misión de cada uno. A Maya se le pasaba por la cabeza la idea de que lo más probable era que jamás volviera a por ellos.


Nicole también era bastante negativa, imaginando que los demás podrían haber muerto en medio de un ataque zombie, o en una estampida de mutantes.


—¡Ahí! ¡Están ahí! —Exclamó la rubia con una sonrisa en su cara, borrando todos sus malos pensamientos al ver como el camión se aproximaba.

Puma había relevado a Johnny para dejar que este descansara como era debido, mientras Will se encargaba de preparar un detallado informe en un papel arrugado, para cuando llegara la pelirroja y los demás.


 A ambos les gustaba ser eficientes en lo que hacían, y a cada momento lo demostraban con mayor fuerza. Los dos se esforzaban más y más, dejando claro que merecían ser unos de los pilares del aquel pequeño ejército.


 Puma pensaba en Flor cada vez que se quedaba en silencio un rato. Él estaba convencido de que ella le estaba observando orgullosa desde el cielo, o desde donde quiera que estuviera el alma de la joven. Le hubiera gustado tanto que ella estuviera allí con él, que no hacía más que imaginárselo una y otra vez. 


 Will también pensaba en la soledad de su silencio, reflexionando sobre su nueva decisión. Estaba seguro de que dejar a un lado sus diferencias con Johnny y Jimmy por el bien de la misión, era lo mejor que hacía decidido en las últimas semanas. Sabía que le iba a costar contener sus sentimientos, pero ahora más que nunca debía comportarse como un soldado ejemplar. 

Cuando llegaron los que quedaban por venir, los soldados les ayudaron a guardar las cosas justo después de aparcar. 


 Ley se fue con Will a hablar a solas inmediatamente, ansiosa por discutir con él varios asuntos que tenía en mente.


 Davis y Eva fueron al interior del bunker justo después. Davis tenía ganas de abrazar a Jessica, mientras que Eva a quien quería estrujar con fuerza era a Adán.
 M.A. y Alice se quedaron en el exterior charlando tranquilamente, sentados encima de unas viejas cajas que parecían perpetuamente olvidadas en aquel lugar.  Maya se reunió con su prima con alegría, para alegrarse aún más cuando la vio sonriendo junto a Jimmy.

Johnny estaba tumbado en la enfermería disgustado consigo mismo. Odiaba sentirse tan inútil como se sentía en aquellos momentos. Él necesitaba estar en plena forma como siempre. No podía estar quieto sin hacer nada, era un alma demasiada inquieta para estar de esa manera. Siempre quería estar activo, necesitaba estar al pie del cañón, estar en la vanguardia en el campo de batalla.


—¿Estás mejor? —Le preguntó Puma amigablemente.


—Si, gracias por esos tragos, me han sentado de lujo. —Contestó el joven algo desganado.


—¿Entonces qué te pasa? Te veo diferente. —Dijo Puma interesándose por el bienestar de su compañero.


—Tío yo no puedo estar aquí, no puedo estar postrado en una cama. —Respondió el pelirrojo decaído.


—¡Venga ya tío! ¡Si en cuatro días estás molestando por ahí! —Añadió Puma intentándolo animar.


—Perdona si al principio me comporté como un estúpido contigo. Pensé que tenías otras intenciones, y eso me preocupó bastante, no te voy a mentir. Quizás nuestro principio no fue el mejor, pero me alegro de que seas parte de nuestra pequeña pero combativa familia. —Agradeció Johnny con sinceridad, justo antes darse la vuelta y cerrar los ojos, intentando descansar para recuperarse lo antes posible.

Puma llevó en el camión a Eva y los demás al otro bunker, como últimamente se había acostumbrado a hacer. Esta vez como todas las demás Eva le insistió para que se quedase con ellos, pero de nuevo Puma dijo que no, alegando que su presencia era completamente necesaria en el bunker de los soldados.

Jimmy cogió unas muletas y se dispuso a andar un poco por el bunker. Le dolía bastante la pierna pero estaba harto de estar tumbado en la cama todo el día, necesitaba despejarse y sentirse vivo, aunque aquello significara aguantar el dolor de su reciente herida.


 Will se le quedó mirando unos segundos, tras pasar con la pelirroja al exterior, para finalmente entre ambos ayudar al rubio a caminar. A Will le costó un poco debido a que sus sentimientos volaban sobre él salvajemente, pero finalmente los controló y se comportó como un camarada de honor. 


 Ley observaba al rubio de forma diferente. Seguía sintiendo la misma ira, pero al mismo tiempo estaba orgullosa de volver a ver al mismo Jimmy, que tiempo atrás había admirado tanto. Volvía a comportarse con honor, como un viejo guerrero del renacimiento, algo que ella veía muy valioso tener en su grupo más cercano.

—Ya he contado lo mío. —Murmuró con vergüenza Jessica, haciendo referencia al tema de su embarazo.


—¿Todo bien? —Intervino inmediatamente Davis algo preocupado.


—Si, todo perfecto. —Contestó la chica con una alegre sonrisa en su rostro.


 Todos sonrieron al escuchar la buena nueva, para abrazarla después haciendo una piña. Debido a que últimamente no tenían muchas buenas noticias, tenían que aprovechar la más mínima para sacar aunque fuera un breve momento de felicidad.


—¿Creéis que los podridos pueden llegar pronto por esta zona? —Preguntó pensativa Nicole, cortando de raíz el feliz momento que acababan de tener.


 El grupo se quedó preocupado con la pregunta que había realizado la chica. Por lo que ellos habían visto cada vez había más movimiento por la zona, y todo eso era de todo menos bueno. La incertidumbre de saber si estaban en inminente peligro o no, era lo más complicado de la situación. Ellos habían vivido muchos cambios, y ya estaban hartos. Realmente no estaban hechos para eso, necesitaban saber a que atenerse más o menos.


—Otra cosa… ¿Qué pensáis del otro grupo? —Interrumpió el tenso silencio Nicole, mostrando un aire algo enigmático con su tono de voz.


—Las cosas cada vez se transforman más. —Susurró ausente Maya con otro misterioso tono de voz, inmersa en sus alejados pensamientos.


—¿Qué pretendéis decir con todo esto? —Preguntó molesto M.A., refunfuñando entre largos suspiros.


—Cuando encontramos a tu hermana y nos trajo aquí, ya no era la misma que la que se había marchado del fuerte. Es cierto, nos salvó cuando más lo necesitábamos, pero creo que esto está yendo demasiado lejos. —Opinó Alice con frialdad, cosa que le sentó fatal al enfadado M.A.


—Su comportamiento es demasiado loco, se comporta como si pudiera ver más allá. Pienso que cree que está en un lugar donde no está realmente. —Comentó Davis algo confuso.


—¿Le habéis visto esa mirada? Da miedo que te mire, es como si ya no estuviera aquí. Es como si pudiera atravesarlo todo, como si nada estuviera allí hacia donde ella mira. No puedo describirlo. No es esa frialdad que parecía tener antes, ahora es distinto. Es triste y a la misma vez siniestro. Hay momentos en los que tiene esa expresión desconsoladora, pero de pronto se enciende como un fuego descontrolado y parece quemar todo lo que hay a su alrededor. A veces siento que con ella estamos seguros, pero otras veces siento que es peligroso estar cerca. Lo peor es cuando está como ausente, da verdadero miedo, parece no pertenecer a este mundo. Es como si viera algo que ninguno de nosotros puede ver, y es entonces cuando pone esa escalofriante expresión que le dura segundos. —Explicó Maya intentando transmitir la idea general de lo que sentía al respecto.


—¡No entendéis nada! —Gritó Adán completamente enfadado, levantándose de mala gana del viejo colchón.


Todos se quedaron mirando al chiquillo extrañados de su reacción, sin entender porque el joven había saltado de aquellas maneras.


—¿Ser adultos os ha convertido en ciegos? ¿Realmente estáis tan alejados de la realidad? ¡Decís que ella no parece de este mundo, pero los que no parecéis de este mundo, esos sois vosotros! ¿Un simple niño puede comprenderlo y vosotros no? Es verdad que ella ve más allá, más allá que vosotros, pero yo también puedo verlo. ¡Estoy empezando a ver aquello que no veis! ¡Os asusta lo que no entendéis, pero eso no significa que sea peligroso! ¡Habláis aquí pensando mal de todos! ¡Pensáis en la avaricia humana, y en que todos son tan malas personas como las alimañas esas que encontráis por ahí! ¡Esas que llamáis personas, y que son peores que las bestias! ¿Y qué hacéis ahora? ¡No ver lo que está tan claro! ¡Yo sólo seré un niño, pero puedo entenderlo, mientras vosotros no entendéis absolutamente nada! —Declaró el joven Adán, manifestando de extraña manera aquello que él sentía tan fuerte en su interior.


Eva había quedado conmocionada con la arenga del chiquillo, dejándola sin palabras en por el momento. Sabía que Adán veía cosas que los demás no veían a simple vista, pero aquel razonamiento que acababa de exponer era algo completamente nuevo para ella. ¿Y si ya no era tan niño como ella creía? Le conocía lo bastante bien como para saber que él razonaba todo lo que decía, así que ese discurso tenía que tener algún extraño sentido, que ella no llegaba a comprender del todo aún.


—Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden… Dijo nuestro señor Jesucristo. —Susurró Inma ausente, metida de lleno en sus propios pensamientos y reflexiones.

Will fumaba un cigarrillo con la mirada perdida. Cada día sentía que estaba más en su camino. Desde la escuela militar siempre pensó en su futuro, en su vida, y en su destino, por fin tenía claro donde estaba aquel camino. Se sentía cada vez más orgulloso de si mismo, sintiéndose tan honorable como grandes personajes de la historia a los que él tanto había admirado. Con los años se había hecho a si mismo tal y como quería ser. Tanto esfuerzo durante toda su vida estaba mereciendo la pena. 


 Era un gran soldado de inquebrantable espíritu, y su actitud como guerrero era tan impecable, que él veía su carrera militar como algo severamente puro e inmaculado. Tenía completamente claro que el día que llegara su muerte, él moriría sintiéndose pleno con todo lo referente a su vida y a su persona. Quizás jamás saldría en ningún libro de historia, ni sería recordado por nadie, pero dejaría este mundo haciendo lo que él creía que era necesario hacer.

Johnny daba vueltas en la cama de la enfermería, sintiéndose molesto al no poder pegar ojo. Jimmy se despertó con el jaleo que formaba su compañero, espabilándose completamente y dejando sus ojos abiertos de par en par.


—Al final no me contaste lo que pasó con Will el día que Ley desapareció por mi culpa. ¿Vas a contármelo algún día? ¿Qué ocurrió para que estuvieras a punto de matarle? Te volviste loco, y te conozco demasiado bien, no te vuelves de esa manera por nada. Sé que Will y tú nunca habéis sido amigos, pero para llegar a ese extremo algo gordo tuvo que ocurrir. —Susurró el rubio intentando establecer una conversación con su compañero.


—Algún día tenía que pasar…—Murmuró Johnny en voz baja, dándose la vuelta para mirar a su compañero.


—¿Qué te dijo Will? Estoy seguro de que te dijo algo para que todo acabara así, y tampoco es que me ponga de tu parte porque sé que le debes una. —Dijo Jimmy cuidadosamente, intentando que el joven hablara más.


—Creo que las cosas no son como tú piensas. —Respondió el pelirrojo con seriedad.


—¿A qué te refieres? —Preguntó su compañero algo confuso.


—Yo jamás violé a la prima de Will, ni mucho menos la enganché a las drogas para abusar de ella como él piensa. Es cierto que un par de veces cambiamos drogas por sexo, pero precisamente no fui yo quien lo propuso ninguna de esas veces. La chiquilla se juntaba con mala gente, gente que yo conocía, aunque yo no sabía que ella era la prima de Will. La muchacha se enganchó a las drogas con esa gente, por ellos la conocí yo. Tú sabes que en esa época yo estaba muy mal entre lo de mi hermano, también con lo de Rojo y Ley, y demás mierdas sucesivas. Cuando conocí a la chica, yo le gusté, ella era guapa, y pasó lo que tenía que pasar. Yo intentaba olvidarlo todo, y a veces casi lo conseguía. Sinceramente la muchacha me atraía, pero no la quería. Cada día veía a Ley y Rojo más cerca, y yo me moría por dentro. Me desahogaba con el alcohol, las drogas, y con la chiquilla esta. Sólo quería olvidarlo todo. Necesitaba adrenalina, necesitaba sentirme vivo, aunque a veces sólo consiguiera sentirme con vida al ver la muerte de cerca. Hasta muchísimo tiempo después no me entere quien era la chica aquella, y créeme, si lo hubiera sabido desde el principio, nada de eso hubiera ocurrido. —Confesó Johnny decepcionado consigo mismo.


—Tío, no tenía ni puta idea… Lo siento. —Dijo Jimmy con la voz entrecortada.


—Se que tampoco puedo excusarme del todo, porque todas las veces que Will ha intentado atacarme, le he soltado bombas referentes a ese asunto. He sido un hijo de puta al decirle ciertas cosas, pero Jimmy, él me hacía tanto daño con las cosas que me decía, sabía perfectamente que era lo que más me dolía. —Contó el pelirrojo con cierto remordimiento, aunque este se le iba en el instante justo que recordaba en su mente las crueles palabras que Will había empleado contra él tantísimas veces.


—¿Este fue uno de los casos? Es que realmente no hace falta que contestes a eso, es que ya me lo estoy imaginando, os escupisteis veneno como nunca lo habíais hecho. Supongo que ninguno de los dos podía más con tantos años de presión. ¿Con qué te atacó él? —Dijo el rubio en voz baja.


—Me atacó hablándome de ella. Me dijo que ella no iba a volver, que no me quería y que nunca iba a hacerlo… —Respondió el pelirrojo un poco entristecido, haciéndose una bola en la cama.


—¿También te habló de Rojo verdad? —Preguntó su compañero casi afirmándolo él solo.


—Si… —Afirmó el esquelético joven decaído.


—El pasado ya no importa Johnny, él no es más que un recuerdo, tú estás aquí y estás vivo. No cargues tú también con él, él es mi carga, está muerto por mi culpa, porque yo me equivoqué y le dejé salir de misión completamente exhausto. —Explicó Jimmy poniéndose trascendental, mientras se alejaba lentamente inmerso en sus recuerdos.


—Quizás me puse así con Will porque dentro de mí tengo ese miedo, él lo sabe y se aprovechó para hacerme daño. Quizás también porque me siento culpable respecto a Rojo. Él fue siempre un gran amigo, estuvo conmigo cada vez que necesité la ayuda de alguien. Incluso creo que nunca estuvo con ella en serio porque sabía que yo la quería. Lo peor de todo es que aunque me dolió su muerte casi como la que más, después me sentí aliviado, sentí que me había quitado ese peso de encima, y que ya nunca más tendría nada que se entrometiera entre ella y yo. Jimmy me odio a mí mismo por eso, él fue mi verdadero hermano, mientras que mi hermano de sangre fue un completo hijo de puta. ¿Por qué soy tan cabrón? ¿Me merezco toda la mierda que me ha pasado en la vida? Empiezo a pensar que si. —Dijo Johnny expresando sus sentimientos más profundos y duros, soltando unas amargas lágrimas que recorrieron su rostro en un completo silencio.


—No Johnny, no eres un cabrón, ni te mereces toda la mierda que has tenido que tragar. Yo te entiendo, a mí tampoco me salió nunca nada bien. Tú y yo nos hemos llevado siempre tan bien porque en el fondo somos muy parecidos, ambos hemos sufrido mucho porque la vida ha jugado a darnos palos demasiado gordos. Y no sólo te entiendo en eso, entiendo lo que sientes. Johnny yo también estuve enamorado de esa manera. Mira como me llegué a comportar por la maldita Denise, la única diferencia es que ella era una hija de puta y jugaba conmigo. Lo mío es peor, me comporté como un estúpido por una persona que no valía nada. Se que la situación entre Ley y tú es complicada, pero ella merece la pena, ella no juega contigo. Es cierto que antepone otras prioridades antes que a ti, pero sabes que ella antes que persona es una militar de carrera. No dudes tanto, deja tus miedos atrás, disfruta el poco tiempo que nos quede con vida. Creo que si la hubieras visto el día que cayó el campo de concentración, ahora mismo no tendrías ninguna de tus inseguridades. Ella salió corriendo como alma que lleva el diablo para ir junto a ti. —Relató el rubio con seriedad, sincerándose lo más que podía con su viejo amigo.

Puma salió al exterior cuidadosamente, intentando no llamar la atención de nadie. Una vez fuera comenzó a mirar a una solitaria Ley que perdía su mirada en el horizonte. Aquello no era la primera vez que lo hacía, verdaderamente era algo que solía hacer muy a menudo. Él tenía un gran deseo de saber lo que pasaba por esa cabeza, y por eso se quedaba allí noche tras noche intentando comprender aquello que ella veía tan claro.

La pelirroja notaba el frío de la noche en sus huesos, recordando de nuevo que estaba viva. Necesitaba ese tipo de cosas para dejar de sentirse muerta en vida. A veces incluso le dejaba la puerta abierta a sus sentimientos y a su dolor, porque aunque aquello fuera tormentoso, le hacía sentir algo en su interior. Sólo necesitaba recordar eso unos escasos minutos, para terminar alejándose de nuevo como el sol en el ocaso de un corto día.


Ella estaba ahí parada, simplemente esperando que pasara el tiempo. Ya no había nada que pensar, el camino estaba marcado. Todo era demasiado claro, y ella tenía una idea bastante lúcida de lo que debía hacerse, como para tener que pensar en el futuro. La pelirroja sabía que tenía un destino y estaba dispuesta a cumplirlo. Sólo hacía falta que las piezas estuvieran en el lugar y el momento adecuado, para llevar a cabo lo que la divina providencia había dejado en sus manos. 


 Ley estaba segura de sí misma y de lo que veía delante de ella. Estaba preparada para lo que sabía que iba a venir. En aquel momento de iluminación por el que había pasado las últimas semanas, comprendió por fin toda su existencia en la tierra. Ella había estado preparándose y formándose toda su vida para aquello, nada había sido una casualidad fortuita.


Todos estaban durmiendo plácidamente, pero Eva era incapaz de conciliar el sueño. Miraba a Adán fijamente, pensando una y otra vez en todo lo que él había dicho esa misma noche. Las palabras se habían quedado grabadas en su cabeza, y no podía parar de recordarlas. ¿Qué era lo que el muchacho había visto en la pelirroja? ¿Qué era lo que había más allá? ¿Sería verdad que ellos no entendían nada? ¿Por qué estaba todo tan claro para Adán, y ella no podía verlo? ¿Qué era exactamente lo que tenían que entender? Había demasiadas preguntas sin respuesta. 

Will pensaba en su última conversación con la pelirroja. Ella le había propuesto algo nuevo, y él aceptó sin dudarlo ni un segundo. Aquello abría una nueva etapa en la que tendrían que actuar con bastante cautela. Era algo que ya se olía que ocurriría tarde o temprano. 

Puma se escondió al ver que Ley se movía, pero ella sabía desde el principio él estaba allí. Realmente la chica percibía todos los días al joven cuando este salía a observarla, pero ella nunca le decía nada y hacía como si no supiera nada. Esa noche la situación fue diferente. 


—No te escondas. —Dijo la pelirroja con amabilidad, acercándose a él con paso lento pero decidido.


 El chico se hizo el tonto, intentando que su compañera pensara que él estaba allí de paso.


—Se lo que haces todos los días, pero no me importa. —Confesó ella.


 Puma se sintió avergonzado unos segundos, para que luego terminar riéndose de si mismo por sentir un breve instante de vergüenza.


—Mañana voy a necesitar que vengas conmigo.  —Pidió con seriedad la chica, mirándole a los ojos con firmeza.


—Por supuesto. ¿Qué vamos a hacer? —Contestó Puma dispuesto a ayudar en todo lo que fuera posible.


—Ya lo verás… Queda poco tiempo, hay que recorrer el camino. Cuando llegue el final no escuches ese murmullo, avanza sin temor. La espiral debe girar. No se apagarán las luces verdaderas con los cantos de las demoníacas sirenas del oscuro mar. —Murmuró con basta lentitud una ausente Ley, con una mirada que lo atravesaba y se perdía detrás de él.

 Puma no entendió prácticamente nada. ¿Qué era aquello? ¿Un acertijo, una profecía, o es que simplemente ella ya no hablaba el mismo lenguaje que él? ¿Acaso es que la chica intentaba advertirle de algo? ¿Pretendía enseñarle algo a través de rompecabezas? Entre tanto misterio y adivinanzas estaba perdido. ¿Qué era lo que Ley quería decirle? ¿Llegaría algún día a comprenderlo? Su cabeza se llenó en escasos segundos de indescifrables preguntas. Necesitaba resolver tarde o temprano el enigma de esa extraña filosofía, pero sabía que ella no se lo iba a explicar más detalladamente, no era la primera vez que algo de esto ocurría. Ley le hacía entender todas esas singulares frases con hechos. Para él era algo insólito porque cuando ella le decía cosas de ese tipo, en cierto momento concreto al ver determinadas situaciones, de pronto parecía iluminarse algo en su cabeza que le hacía llegar al entendimiento. Lo que le traía loco a Puma de aquello, era que todas esas situaciones eran fortuitas. Nada estaba preparado, incluso muchas de las cosas ocurrían sin la presencia de su compañera. Quizás este nuevo jeroglífico también era algo que aprendería con el tiempo.  

Will despertó al grupo la mañana siguiente, metiéndoles prisa para que se arreglaran rápidamente. Estos con los ojos todavía medio pegados se pusieron en marcha, intentando no impacientar al soldado.


—¿Hoy qué? —Preguntó Alice cansada, tras un largo bostezo.


—Entrenamiento. —Respondió el soldado con suma seriedad.


Se montaron con lentitud en el vehículo, intentando espabilarse lo antes posible. El camino fue silencioso a la par que tranquilo. Todos tenían demasiado sueño como para ponerse a charlar.


 Puma los recibió con seriedad, saludando con una escueta frase. Sin perder el tiempo les indicó que comenzaran el entrenamiento, señalándoles la zona indicada para hacerlo.


—¡Tú no! —Exclamó el chico señalando a Eva.


—Tú hoy saldrás con Will. —Prosiguió en voz baja, al ver la cara de asombro de su compañera.

Adán leía uno de los libros de historia que le había dado la pelirroja. Estaba tan fascinado que no podía parar de leer ni para beber agua. Mientras más avanzaba más entendía la labor que se estaba llevando allí. 


Inma observaba al muchacho mientras llevaba a cabo sus funciones. ¿Qué estaría pasando por la cabeza del joven? Después de la noche anterior ella intentaba comprender mejor las palabras de chiquillo, pues pensaba que eran las más profundas que había escuchado en los últimos tiempos. 

Puma conducía a toda velocidad, observando con curiosidad unos pequeños pájaros mutantes que volaban en la lejanía. Tenía claro cuál era la misión, aunque no estaba convencido de que fuera a salir tan bien como su compañera esperaba. Lo único que tenía claro era que él iba a cumplir con su trabajo, y que intentaría por todos los medios posibles que aquello saliera como era necesario.


 En el camino no soltaron ni una palabra ninguno de los dos. Él estaba concentrado en el viaje, y la pelirroja como siempre estaba mirando al infinito, pérdida en aquel mundo interior que nadie parecía entender. 

Maya y Nicole entrenaban juntas al lado de M.A. y Alice, mientras que Davis intentaba darles algunos trucos. Él no era profesor ni era experto en aquello, ya que lo suyo era la lanza, pero estaba intentando desempeñar su función lo mejor que podía. 


 Nicole no entendía la necesidad de levantarse todos los días temprano, para tirarse después todo el día entrenando. Ella sabía pelear sin necesitar aquello. Quizás lo suyo no era el arma que estaba intentando aprender a utilizar, pero era realmente buena en una pelea cuerpo a cuerpo, por no hablar de su impecable puntería con las armas de fuego. 


 Alice también estaba cansada de entrenar cada día y tantas horas. Lo peor es que después de tanto entrenamiento no veía que ninguno estuviera avanzando. Quizás es que ella era muy impaciente, o que lo suyo no fuera la Falcata, pero de cualquier manera empezaba a estar bastante harta de eso. No recordaba cual había sido el último día que había estado tranquila, y eso la hizo pensar en el asunto aún más. Era cierto que el mundo ya no era como antes, no es que ella quisiera estar todo el día tirada charlando, pero tampoco podía entender porque era necesario estar sin parar día tras día.


 Maya se sentía bien con el entrenamiento. Al menos cuando estaba con eso no se ponía a pensar en nada más. Era mejor tener la cabeza ocupada que estar todo el día recordando el doloroso pasado. Ella quería mirar adelante porque mirar atrás le hacía demasiado daño. 


 M.A. tenía que hacer el doble de esfuerzo ya que sólo tenía un brazo. Manejar la maza de cadena en esas condiciones era una prueba durísima, pero a la que estaba dispuesto a someterse. Ponerse a prueba era algo que le motivaba, aunque a veces fuera tan duro que se desesperara momentáneamente.


 A Davis era al que más le gustaba aquello. Él estaba cautivado por su lanza, y seguir entrenando para perfeccionar sus técnicas era algo que le encantaba. Quería pulir su estilo al máximo y esa era la mejor oportunidad que tenía de hacerlo.

Johnny y Jimmy estaban al mando de la situación en el bunker. Ambos heridos pero obstinados a estar sin hacer nada. Iban a emplear todas sus fuerzas en ayudar, hasta que sus malheridos cuerpos les exigieran un descanso. Ya que no podían salir de misión al menos iban a encargarse de todo mientras los demás estaban fuera.


—¿Has encontrado lo que buscabas en esos mapas? —Preguntó el rubio con curiosidad, mientras limpiaba su pistola.


—Todavía no, pero lo voy a encontrar. —Respondió su compañero completamente concentrado en los arrugados mapas.

Puma y Ley habían quedado atrapados entre unos zombies que se habían empeñado en cortarles el paso.


 El chico hacía uso de su daga, quitándose de encima a todos los que podía. Se ayudaba con la otra mano, agarrándoles con fuerza para luego con la otra clavarles su arma en mitad del cráneo. 


 La pelirroja pegaba patadas a unos podridos, tirándolos al suelo con eficacia, mientras que al mismo tiempo se encargaba de otros con su espada toledana y su catana.


 Ambos se protegían las espaldas para que ninguna criatura los pillara por sorpresa. Luchaban bastante pegados, asegurándose de tener la retaguardia bien cubierta. Los podridos atacaban con fuerza, pero ellos resistían con una férrea defensa y un duro contraataque.

Maya se había tropezado entrenando, y le había dado un tirón en el tobillo. La chica se sentó un rato cansada, estirándose el músculo para intentar aliviarlo. Observaba a sus compañeros con detenimiento, pensando que todos necesitarían mucho tiempo para ser tan buenos como los soldados pretendían que lo fueran. Realmente ella pensaba que con que se pudieran defender sería suficiente, tampoco tenían porque tener una técnica profesional. 

Adán pensaba como escribiría sus futuros relatos, ilusionado con la idea de poder hacerlo lo antes posible. Era una cosa que quería empezar pronto, pero no quería que fuese precipitadamente, tenía que hacerlo de una forma especial. Al fin y al cabo no iba a escribir un libro, iba a escribir la historia, y no podía ser de cualquier manera.

Jessica tenía otro día de vómitos y nauseas, pero este era todavía peor que el anterior. Prácticamente no había podido hacer nada desde que había llegado al bunker. Estaba sentada en la sala principal del bunker, intentando recomponerse de sus mareos, pero parecía no dar resultado. Finalmente cuando vio que no podía más se fue a la enfermería para tumbarse en una de las camas e intentar dormir un poco.


 No podía dormirse por las nauseas, pero por lo menos allí podía descansar tranquila. Pensaba en Davis, en su hijo, y en el futuro que tendrían como familia. A ella le gustaba soñar con la idea de que todo saldría bien, que serían plenamente felices como pareja, viendo como su niño crecía y se hacía mayor junto a ellos.

Jimmy había tenido que ir a tumbarse a la enfermería porque había hecho demasiado esfuerzo para el estado en el que se encontraba. Había sido muy cabezón con la idea de volver al trabajo, ignorando por completo que aún tenía que recuperarse. Odiaba sentir aquella impotencia que le estaba consumiendo. Su único consuelo es que allí estaba Inma cuidando de él con amabilidad.


 La chica había tenido que regañar al rubio después de verle mareado por el sobreesfuerzo. No entendía la cabezonería del joven a no descansar como necesitaba. Le hizo prometer que no volvería a comportarse así, y que sería un buen herido que se estuviera quieto para poder recuperarse pronto.

Puma corría a toda velocidad por el terreno, empuñando con fuerza un gran revolver. Saltaba por encima de las piedras que encontraba en su camino, evitando de esta forma tener que dar un rodeo.


 Ley avanzaba delante de su compañero, esquivando ágilmente los obstáculos tenía en medio.


Seguían su recorrido sin detenerse ni un segundo. Si encontraban podridos sólo se paraban a matarlos si era estrictamente necesario. Juntos hacían un buen equipo. 
 El chico escaló por un gran peñasco, buscando una altura considerable para observar el panorama. Sacó de la mochila unos pequeños prismáticos, y se puso a analizar el terreno, intentando divisar aquello que ellos habían ido a buscar allí.  
 La pelirroja atravesó a un podrido que se acercaba peligrosamente, haciendo uso de su impecable técnica con la espada. Puso el pie encima del cadáver y tiró con fuerza de la tizona para desencajarla.


 Puma le hizo un gesto a su compañera, avisándola de que ya había encontrado lo que querían investigar. Bajó de un salto, flexionando las piernas con agilidad al caer al suelo. 


 La chica emprendió la marcha en la dirección en la que le había señalado Puma. Corría a toda velocidad, quitándose de en medio cualquier fétida criatura que se cruzara por delante.


 Al llegar a cierto punto aminoraron el paso, y empezaron a andar con cautela por la zona. Controlaban cada una de sus pisadas, procurando no hacer ni un mínimo ruido. Ambos vigilaban cualquier movimiento que detectaban, aunque este fue el de un papel o una rama.


 Se encontraron con varios podridos que tuvieron que eliminar sigilosamente, por lo que Puma guardó el revólver y empuñó la daga que su compañera le había entregado días antes.

—¿Me vas a contar algo de una vez por todas? —Preguntó Eva completamente invadida por la curiosidad, caminando a paso ligero por el lugar.


—Pronto. — Contestó Will bastante ausente, concentrado en observar cada mínimo detalle de su alrededor.


 Aquel aire misterioso tenía a Eva completamente desconcertada. Tenía ansias de saber que era lo que tenían que hacer, o por lo menos saber a donde se estaban dirigiendo.


 Will no quería comentarle nada a la chica hasta que estuvieran más cerca de su destino, ya que no sabía cual iba a ser la reacción que ella iba a tener.


Hasta el momento no habían tenido ningún problema con ninguna criatura, pero eso rápidamente cambió cuando se vieron atacados por una especie de lobo mutante. 


 El soldado lo mató de varios tiros, negándose a que lo hiciera ella, por la sencilla razón de que él era el único que llevaba un silenciador.


—Sería conveniente no hacer ruido. —Susurró el joven con seriedad, poniéndose en marcha de nuevo.


 Eva empezaba ya a sospechar cosas. Si él no quería que hicieran ruido, era porque sabía que había alguien cerca de allí. En primer momento pensó que irían a infiltrarse a algún lugar, pero rápidamente quitó esa idea de su cabeza, ya que si así fuera, no estarían allí ellos dos solos. 

—¿Puedes venir? —Preguntó con amabilidad el doctor, dirigiéndose a M.A. mientras este entrenaba.


 Todos se quedaron extrañados por aquel requerimiento. Los jóvenes se miraban entre si desconcertados, intentando averiguar las intenciones del viejo médico.


—¡Claro! Ahora mismo. —Exclamó M.A. sonriente, soltando la peligrosa maza en el suelo.


—¿Pasa algo? —Preguntó nerviosa Alice, mirando con firmeza a M.A.


—Nada, todo está bien. No te preocupes. —Respondió el joven con una sonrisa, alejándose del lugar.


 Ambos anduvieron en silencio hasta dentro del bunker, donde les esperaba Adán para ayudarles.


—No es de última tecnología, pero menos que nada es. —Dijo el doctor sacando un brazo ortopédico.


Aquello era algo que el médico le había comentado tiempo atrás, pero hasta que no lo vio delante de sus ojos no lo pudo creer. Sabía que no iba a ser lo mismo que el brazo que perdió, pero por lo menos tendría algo con lo que ayudarse. El doctor le explicó detalladamente la forma de ponerlo, quitarlo, y lavarlo. Le dijo que al principio le molestaría bastante, porque no estaba acostumbrado al roce, pero que con el tiempo prácticamente ni se daría cuenta de aquel detalle. Adán ayudó al doctor a ponerle la ortopedia al chico cuidadosamente. Él chiquillo sonrió al ver la cara de felicidad y agradecimiento que les puso M.A. Davis, Alice, Maya, y Nicole, entraron en la enfermería con curiosidad, ya que no habían podido quedarse esperando en el exterior del bunker. Todos se emocionaron al ver el nuevo brazo del chico, que tan mal se había sentido por estar manco.


—¡Desalojando la sala! —Vociferó de malas maneras Johnny con una de sus grotescas muecas, mientras les apuntaba con su querida escopeta.


 Ninguno de ellos hubiera imaginado algo así sin comerlo ni beberlo. Se lo tomaron bastante mal, pero ninguno se atrevió a quejarse ya que estaban en casa ajena, y un loco les estaba encañonando sin temblarle el pulso.


—¿Qué coño os creéis que es esto? ¿Un bar de carretera? ¡Aquí hay una disciplina! ¡Vais a tener que aprender varias cosas! ¡Primera! ¡La enfermería es un lugar para personal autorizado! ¿Alguien os autorizó a entrar? ¡Pues fuera! ¡Segunda! ¡Aquí se trabaja! ¡No somos hermanitas de la caridad! ¡A mover el culo todo el mundo! ¡Tercera! ¡Aquí se acatan las órdenes de los superiores, y yo ahora mismo soy vuestro superior! ¡Cuarta! ¡Nicole esto es responsabilidad tuya! ¡Tú estás a cargo de ellos! No el diré nada a Ley cuando vuelva pero porque me caes bien, pero no voy a tolerar ninguna irresponsabilidad más. ¡Que no se vuelva a repetir! —Gritó el pelirrojo ofuscado, dejando bien claro como funcionaba todo en el bunker.

—¿Eso no sería peligroso? —Preguntó Eva desconfiando de la idea.


—No. Si hay problemas nos encargaremos de eso inmediatamente. Lo haré yo mismo si es necesario, no te preocupes. —Contestó el pelinegro con seriedad.


—Bueno, está bien, pongamos otra pega. ¿Y si no quieren? —Continuó la chica exponiendo sus dudas acerca del asunto.


—Seguro que quieren, somos su única oportunidad de seguir con vida. —Afirmó Will con plena seguridad en sus palabras.


 Ella aceptó a regañadientes el plan, pero al fin y al cabo ella no era la que decidía sobre las misiones. Aunque se mostraba reticente con la idea, por otro lado pensaba que en caso de salir bien, era justo lo que necesitaban. Al fin y al cabo ellos eran pocos para realizar la vasta misión que aquellos soldados tenían, y que ahora ella también había hecho suya.

Puma y Ley habían llegado a su destino. Se subieron a unos árboles para camuflarse mejor, y poder observar con detenimiento todo pausadamente.
 Estaban cerca de un pequeño campamento donde había tres personas, dos chicos y una chica. Los tres tenían mal aspecto, parecía que llevaban días sin comer, y se los veía completamente exhaustos. Llevaban unos trajes nbq de peor calidad de los de ellos, parecidos a los que llevan las personas que trabajan con pesticidas. Tenían pinta de nómadas, y de que el campamento era algo improvisado para descansar un rato. Esas personas probablemente morirían pronto si ellos dos no intervenían, no tenían ningún futuro de aquella manera.


 Ley decidió no esperar más, ya que se notaba que aquellas personas no iban a suponer ninguna clase de amenaza. En caso de que hubiera algún problema sería sumamente fácil deshacerse de ellos rápidamente.

—Tío no te ralles con esta gente, no están acostumbrados a esto. No te digo que no seas tan exigente, pero tampoco creo que sea necesario que les apuntes con tu escopeta. —Dijo M.A. entre risitas.


 Él conocía al pelirrojo de hacía muchos años, y aunque había estado bastante tiempo sin verle sabía que no había cambiado nada. A él personalmente le había hecho gracia la situación anterior ya que los conocía a todos con cada una de sus excentricidades. Sabía que había sido molesto para todos, pero también sabía que realmente había sido una chorrada. 


—Lo que tú digas colega, pero aquí se tienen que respetar unas normas. Intenta que lo entiendan, porque es necesario para que todos nos llevemos bien y todo funcione como debe de ser. —Respondió Johnny algo molesto todavía, mientras se sentaba dolorido a descansar.

Alice, Maya, Nicole y Davis, estaban en el exterior del bunker. Se habían ido un poco más lejos de la zona donde se suponía que tenían que entrenar, apartados de las miradas ajenas.


—No estoy seguro de que estar con estos soldados sea buena idea. El bunker que nos han dado es algo que necesito para Jessica y el hijo que esperamos, pero no confío en los nuevos amigos de Puma. —Susurró Davis con inseguridad.


—Es que esas no son maneras de hacer las cosas. —Protestó Alice bastante molesta.


—Tampoco lo veo así. Johnny es bastante impulsivo, pero es buena persona. Creo que este es nuestro lugar, aunque algunas cosas no sean exactamente como queremos que sean. La disciplina no es mala. Es cierto que las formas de Johnny no son las correctas, pero tampoco le faltaba razón. Estamos en un lugar donde hay normas y tenemos que respetarlas. —Expuso su pensamiento Nicole pausadamente, intentando hacer reflexionar a sus compañeros.


—En peores sitios hemos estado, como el hospital por ejemplo. Es cierto que esto no es el paraíso, pero aquí tenemos ciertas cosas que no tendríamos en otro lugar. Nos salvaron la vida cuando estábamos en las últimas, hicimos un trato, no podemos echarnos atrás ahora. —Añadió Maya seriamente.

Will confiaba plenamente en Eva, y le gustaba hacer equipo con ella. A él le hubiera gustado conocerla mucho antes, ya que después del fin del mundo había tenido pocas oportunidades de hacer nuevos amigos.


 Eva ahora se sentía mucho más integrada con el nuevo grupo con el que entablaban relaciones. Después de la última misión con Ley había llegado a sentirse bastante a gusto con ella. La charla que había dado Adán la noche anterior también era otro motivo por el que quería seguir con aquella gente. Que Puma estuviera con los soldados y no se quisiera mover de allí, ni siquiera para pasar una noche con su antiguo grupo, era otra razón más para querer estar con ellos. Pero el fundamento de más peso era Will. Con él había llegado a entablar una gran amistad, y un especial espíritu de compañerismo, que era lo que mejor la hacía sentir dentro de su nuevo grupo. 


 Ambos escalaban por la ladera de una montaña, ya que rodear la zona les iba a costa mucho más tiempo. Tenía bastante pendiente, pero había múltiples sitios donde agarrarse con las manos o para apoyar los pies. 


 Will subía el primero con agilidad, ya que la escalada siempre había sido un deporte que le había gustado, aunque hacía ya tiempo que no lo practicaba. Agarró una pequeña rama que se desprendió, arrojando tierra y pequeñas piedras sobre él. 


—¡Ten cuidado! —Advirtió la chica con preocupación, al ver un pájaro mutante de gran tamaño que se acercaba al soldado.


 El bicharraco voló casi rozándole, para volver a dar otra pasada. En la segunda vuelta el chico tuvo que esquivarlo, y al hacerlo se resbaló cayendo hacia abajo. Consiguió engancharse en unas ramas que estaban debajo de donde se encontraba su compañera. 


 El volador mutante se había alejado, pero sólo para coger más velocidad. Volvió agitando sus alas con fuerza, para finalmente intentar dar con sus afiladas garras a Eva.


 La chica sufrió un golpe en la siguiente vuelta del bicharraco, cayendo hacia abajo por culpa del impacto.


 —¡Te tengo! —Gritó Will al agarrarla con fuerza del brazo, evitando que cayera más abajo.  


 Eva sonrió a modo de agradecimiento. Al instante se agarró rápidamente a unas ramas, prosiguiendo con la subida de nuevo. 


 Ambos continuaban escalando a toda velocidad, intentando llegar arriba antes de que la bestia les hiciera verdadero daño. Ponían todas sus fuerzas en la labor, haciendo un enorme esfuerzo al subir tan raudos.


 El mutante cada vez estaba más agresivo y nos les dejaba continuar. La situación era de lo más agobiante para ambos, ya que no conseguían quitárselo de encima.
 Will comenzó a disparar como un loco, cubriendo a su compañera mientras esta subía libre de peligro.


 En uno de las envestidas del pajarraco el soldado estuvo a punto de resbalarse y caer despaldas. 


 Eva consiguió llegar arriba del todo cuando su compañero estaba en serios problemas. Ella comenzó a arrojarle todos los pedruscos que veía al bicho, intentando despistarlo de su presa. La chica conseguía darle bastantes veces, haciendo gala de su buena puntería.


 El ave mutante finalmente cayó fulminada con los tiros de Will, gracias a que Eva distrajo al bicharraco con las piedras.

Los tres supervivientes se asustaron con la presencia de Ley y Puma, pero ya era demasiado tarde para ellos. La pelirroja tenía el filo de su espada en el cuello de uno, mientras su compañero apuntaba a los otros dos con el revólver. 


—¿Qué queréis? ¡No tenemos nada! —Gritó con desesperación uno de ellos.


—¿De dónde venís? —Preguntó Puma con seriedad.


—Venimos del sur. Estábamos en una especie de campamento, pero la cosa se puso fea. Allí abajo ya no se puede estar, los monstruos se quedan sin comida. —Contestó con nervios la mujer que iba con los dos hombres.


—Esta zona es nuestra. —Dijo amenazante Puma, mirándolos a los ojos fijamente.


—Lo sentimos, no sabíamos nada. Podemos marcharnos ahora mismo— Respondió temerosa la mujer.


—No. Nosotros habíamos pensado otra cosa. —Expuso Puma con frialdad, sin dejar de apuntarles ni un segundo.


—Podéis venir con nosotros, pero si no venís tendréis que morir. —Explicó la pelirroja segura de sí misma.


 Los extenuados supervivientes se cruzaron miradas sin saber que decir.


—Estamos formando una comunidad, pero hay que respetar unas normas muy severas, que en caso de que alguien no las cumpla, lo tendrá que pagar con la muerte. —Mencionó Puma con lentitud, dejando claro que no tolerarían ningún comportamiento no aceptado.


—¿Por qué? —Preguntó uno de los hombres con curiosidad.


—Hay ciertas cosas que hacer, y necesitamos gente. Aquí vais a morir, aunque nosotros os dejáramos con vida. Podemos daros cobijo, pero a cambio tendréis que ayudarnos. ¿Qué decís? No tenéis muchas opciones. —Dijo Ley formalmente, atravesándolos con aquella mirada que tenía la joven.

M.A. probaba su nuevo brazo, sintiéndose feliz al ver que ahora podía hacer muchas cosas de las que se había tenido que privar con anterioridad. Era una prótesis muy elemental, pero aún así le era de gran ayuda. Aquello le había dado una nueva ilusión, y se sentía muchísimo más animado que antes.


 Johnny ayudaba al joven a probar el brazo ortopédico, animándolo a intentar cosas nuevas. Le alegraba verle la sonrisa al chico, ya que le había visto un poco decaído en los últimos tiempos. Él conocía a M.A. desde que este no era más que un crío, y por eso se preocupaba tanto por el chico como lo hacía la hermana de este. Después de tanto tiempo sentía un gran amor fraternal, y ahora que era su cuñado se sentía mucho más unido a M.A.


—Gracias por animarme. —Dijo M.A. completamente agradecido.


—No es nada. —Respondió con amabilidad el pelirrojo.


—Me alegro de que tú y mi hermana estéis juntos, siempre la has cuidado bien, y espero que sigas haciéndolo hasta el final. —Confesó el chico con firmeza, mirando a su cuñado a los ojos para demostrarle su sinceridad.


—Eso no lo dudes. —Añadió Johnny al instante, sin poder evitar que le saliera una pequeña sonrisa al escuchar las palabras del joven.

Jimmy daba vueltas en la cama, harto de estar allí sin hacer nada. Necesitaba recuperarse, no podía seguir allí en esas condiciones. El rubio estaba obsesionado con la idea de que Ley le necesitaba y que él debería de estar con ella, justo como le había prometido. Pensaba que estar tirado en la cama era una forma de romper su promesa, y ese pensamiento le atormentaba con fuerza repetidas veces. No podía sacarse nada de eso de la cabeza y estaba a punto de volverse completamente loco.


—Cálmate, así no vas a conseguir recuperarte del todo. —Insistió Inma preocupada, tras ver que era imposible que el soldado estuviera quieto.


 Ver el dulce rostro de la joven le ayudaba bastante, pero no era suficiente como para tranquilizarlo del todo. Él tenía que continuar con su labor, no podía perder más el tiempo allí postrado.


—Entiendo que para ti es importante seguir con la misión, pero esta no es manera de hacer las cosas. Si no te recuperas bien, luego no podrás ser tan útil como tú quisieras. Esto de estar aquí tirado en la cama es un mal menor, pero tranquilo, el tiempo pasa más deprisa de lo que nos gustaría. Sólo es cuestión de que no te obsesiones con eso. Descansa y disfruta de lo que tienes hoy, porque el tiempo vuela y las cosas cambian. Cuando te recuperes tendrás que arriesgar la vida una y otra vez, y no tendrás tiempo para descansar o disfrutar. —Animó Inma con dulzura, para terminar con un beso en la frente del rubio antes de marcharse a continuar con sus labores.


 Las palabras y el beso de la chica, hicieron a Jimmy ver las cosas desde otra perspectiva. Le encantaba aquello que había dicho la joven, pensando que ella tenía razón en muchas cosas. Quizás esta fuera su última oportunidad de descansar y tenía que aprovecharla, para volver al trabajo con todas sus fuerzas.

—¡Puma cubre a los supervivientes! —Ordenó Ley a voces, empujando a varias asquerosas criaturas que la rodeaban.


 Su compañero asintió al instante, poniéndose manos a la obra tal y como le había pedido la chica. No quería fallar en su responsabilidad, así que comenzó la tarea con suma eficacia.


 Los supervivientes que iban con ellos estaban tan exhaustos que era casi imposible que se defendieran ellos solos. Intentaban hacer lo que podían contra los zombies, pero no era suficiente para mantenerse con vida sin la ayuda de ambos soldados.


 Ley le pegaba patadas a un podrido, mientras que al mismo tiempo cortaba la cabeza de varios con sus dos espadas en mano. De esta forma iba abriendo el paso poco a poco, mientras que su amigo protegía la retaguardia con todas sus fuerzas.


—¡Cuidado! —Vociferó Puma advirtiendo a su compañera de un peligro inminente.


 La pelirroja se desplazó con agilidad hacia la derecha, librándose por los pelos del mordisco de una de las fétidas alimañas, que acabó decapitando a los pocos segundos. Empleaba sus mejores técnicas de combate para quitarse a los podridos de encima, abriendo un estrecho hueco por el que podían pasar Puma y los supervivientes.


—¡Ahora, ahora! —Gritó Ley a toda velocidad, haciendo un gesto con la mano para que la siguieran rápidamente.


 Puma usaba la daga rajando los cuellos de sus atacantes, y librando así a los supervivientes de convertirse en el alimento de los zombies. Su estilo había mejorado considerablemente gracias a los consejos que le daba su compañera día a día. No era un profesional, pero se había convertido en un combatiente bastante eficiente. 


 La sangre salpicaba con fuerza, manchando el traje de Ley escandalosamente. La pelirroja aniquilaba sin compasión a los muertos vivientes, clavando ambas armas con suma brutalidad. 

Eva y Will corrían campo abajo con los supervivientes que habían logrado encontrar. Estos habían cedido con facilidad, ya que se encontraban en pésimas condiciones. 


—¡Corred! —Insistió el pelinegro a voces, al ver que los supervivientes se quedaban atrás.


 Su compañera aminoró el paso rápidamente, para pegarle un tirón al joven que se había quedado el último. Esta acción salvó al joven de ser mordido por dos criaturas que lo acosaban.


—¡Vamos! —Gritó Eva autoritariamente, encargándose de ambos putrefactos.


 Esta se quedó al final del todo, intentando de esta manera cubrir la parte trasera del grupo. Los supervivientes agradecieron el gesto de la chica, calmando brevemente el pánico que sentían.


—¿No tenéis armas? —Preguntó extrañado el pelinegro, disparando a todo lo que se movía en su camino.


—Las perdimos en la huida en la que nos separamos de nuestro grupo, por eso estábamos allí encerrados sin comida. —Respondió uno de los supervivientes entre suspiros, notando como las piernas empezaban a fallarle.

Maya entrenaba rabiosa, prefiriendo continuar antes que tomarse un descanso. Sus compañeros habían ido a comer, pero ella no tenía ni una pizca de hambre. Su mente se había nublado trayendo a su cabeza, muchos de los dolorosos recuerdos que intentaba olvidar. Pensaba que si continuaba entrando sin parar, conseguiría borrar aquellas imágenes de su memoria.


Se cayó al suelo de bruces al tropezar, pero rápidamente se levantó intentando ignorar el dolor. No podía quedarse quieta con el rostro de Silver marcado a fuego en sus ojos, cada vez que los cerraba momentáneamente. Habían pasado dos años, pero esa visión podía verla completamente nítida. 


—¡Para! —Gritó Alice con preocupación, tocando el hombro de Maya por detrás.
 La joven se asustó al notar la mano de la chica, estando a punto de golpearla cuando se dio la vuelta nerviosa.


—¡Soy yo! ¡Alice! —Exclamó repetidas veces la rubia, haciendo entrar en razón a su compañera.

Adán comenzó a escribir como él y Eva se habían vivido los primeros momentos de la infección. Pensó que era una buena forma de empezar a practicar su escritura, para poder ser un buen historiador y poder llevar a cabo la tarea que Ley le había encomendado. 


—¿Qué escribes? —Preguntó Jessica con amabilidad, regalándole una sonrisa al chiquillo.


 Ella y Davis estaban comiendo juntos un par de latas de pescado, mientras observaban como el silencioso muchacho estaba plenamente concentrado con papel y lápiz en mano.


—¿Me dejas echarle un vistazo? —Consultó Davis intentando acercarse al chaval.


—Es nuestra historia, pero todavía estoy empezando. Cuando la tenga terminada todos podréis leerla. —Respondió Adán ausente, completamente embelesado con su motivadora labor.

Nicole no podía distraer sus pensamientos, sintiéndose perdida en un laberinto de emociones. No paraba de recordar todo lo sucedido con anterioridad, no podía parar de sentir cierta culpabilidad por algunos de sus actos pasados. Ella quería quitarse eso de la cabeza y pasar página, pero era algo complicado de olvidar.


—¿Te pasa algo? ¿Estás bien? —Se preocupó Johnny al pasar por al lado.


 Ella estaba tan inmersa en sus recuerdos que ni escuchó las palabras del joven.


—¡Ey! ¿Estás aquí? ¿Estás bien? —Dijo el delgado pelirrojo un par de veces, dándole toquecitos en el brazo a la chica.


La rubia asintió instintivamente al ver que él le estaba llamando la atención. Acto seguido continuó comiendo su atún envasado.


 Johnny no comprendía el comportamiento de esta. Parecía muy diferente a cuando él la había conocido.

El grupo de Ley y el de Will se encontraron en un bunker solitario, donde ellos habían quedado previamente. Ambos le enseñaron el refugio a los supervivientes que habían traído, ofreciéndoles también un poco de comida y agua. Les explicaron las normas básicas, diciéndoles que no salieran del lugar, a menos que ellos fueran a buscarlos. Les dejaron bien claro que ellos eran la autoridad, dándoles a entender que debían colaborar en todo lo que se les pidiera. Una vez todo quedó completamente aclarado, les dejaron allí para que se instalaran.


 Aunque volvieron a separarse al montarse en los vehículos, iban juntos recorriendo el camino. Conducían uno detrás del otro, intentando separarse lo menos posible.


—Parece que todo está saliendo bien. —Murmuró Puma girando el volante para tomar una curva.


—¿Lo dudabas? Todo saldrá según lo planeado, tengo un as en la manga. —Comentó la pelirroja con una extraña sonrisa en la cara.


 Will y Eva iban satisfechos con el trabajo que habían realizado. Aquella tarea les había demostrado a ambos que funcionaban bastante bien como equipo. A decir verdad ella había notado que con aquel compañero se sentía cómoda en cualquier situación.


—Eva yo confío en ti, sería mejor que no contaras nada de esto por el momento. —Dijo Will con seguridad.


—Descuida, no diré nada, pero explícame el porqué de esto. —Respondió Eva con seriedad.


—Somos pocos, necesitamos más gente para la misión. Creo que Ley pretende crear un ejército. —Contó Will ausente, intentando averiguar cual era el trasfondo de todo.

Los días pasaron con lentitud. Todos continuaron con su entrenamiento sin descansar una sola jornada. Cada uno desempeñaba sus funciones a raja tabla. La disciplina militar iba calando poco a poco en el grupo de M.A. y compañía. 


 Ley, Puma, Will, y Eva salieron repetidas veces a buscar más supervivientes. Todos acabaron en el mismo bunker, lejano al hogar de los soldados, pero bien vigilado para no llevarse ninguna sorpresa. Se les empezó a enseñar a combatir con espadas, que tras los entrenamientos la pelirroja se llevaba del lugar.


 Adán continuó escribiendo ilusionado, soltándose plenamente a la hora de relatar su historia. 


Alice aprovechó los días para poder pasar más tiempo con M.A. e intentar recuperar el tiempo perdido.


 Johnny y Jimmy continuaron al mando del bunker, pero esta vez respetando su descanso. Ambos se recuperaron prácticamente siguiendo los consejos del doctor.
 Jessica continuó sufriendo sus vómitos y nauseas, según iban pasando los días. Al menos todo aquello se recompensaba con la cuidadosa atención de Davis. 


 Nicole seguía distraída con sus tormentosos pensamientos, pero aún así cumplía con su deber lo mejor que podía.


 Maya tampoco podía quitarse de la cabeza su sufrimiento, cosa que hacía que se centrara todavía más en su trabajo.


 Will se concentró en mejorar al máximo su actitud, convirtiéndose en un soldado al que admirar profundamente. Su comportamiento ya no podía ser más ejemplar.
 Inma seguía pensando que hacía demasiado poco por el grupo, y poco a poco logró convencer a Ley de que le asignara más labores.


 M.A. se iba acostumbrando a su brazo ortopédico, sintiéndose otra vez completamente útil. Cosa que sobre todo vio al darse cuenta que con la prótesis se le daba mejor el uso de la maza de cadena.


 Eva se sentía ya completamente integrada entre Will y la pelirroja, sintiéndose incluso más cómoda con ellos que con algunos de su grupo.


 Ley aprovechó para pasar más tiempo con su amante, pero aún así continuaba marchándose por las noches, sola, alejándose mental y emocionalmente de todos los que la rodeaban. Entrenaba por la noche hasta estar exhausta, para luego quedarse mirando más allá de todo un largo rato, antes de irse a la cama a descansar.

—¡¡¡LO ENCONTRÉ!!! —Exclamó Johnny completamente emocionado, agitando con fuerza uno de los arrugados mapas.
 Todos se aglutinaron alrededor del joven, esperando que este hablara y les contara lo que había descubierto en aquellos mapas que llevaba observando tanto tiempo.


—Yuri descubrió uno de los grandes almacenes donde guardan los maletines. —Contó el pelirrojo entusiasmado, señalando con el dedo el lugar indicado al que debían ir.


 Se miraron entre sí con diversas opiniones acerca del asunto. Los soldados todos estaban convencidos de lo que había que hacer, pero no todos del otro grupo estaban de acuerdo.  


—Mañana iremos allí. —Ordenó Ley con plena seguridad en sus palabras, atravesándolos a todos con su extraña mirada.



Los soldados estuvieron todo el día planeando la estrategia que iban a llevar a cabo al día siguiente, hasta altas horas de la madrugada. Jimmy y el pelirrojo quedaron inconformes con la negativa de Ley a que fueran a la misión. Ambos querían ir, pero su superior alegaba que aún no estaban plenamente recuperados para hacer tal esfuerzo.


 La noche antes de dormir fue larga para todos. Ninguno parecía tener sueño aquella madrugada en el bunker de los soldados.


 Will se ponía en paz con los dioses por lo que le pudiera pasar en la ardua tarea que le esperaba. Era algo que siempre hacía antes de una gran batalla. Quizás mañana no moriría, pero era mejor estar preparado por si acaso. Un buen soldado siempre está preparado para todo. La muerte no le asustaba a estas alturas de la vida, la había visto de frente demasiadas veces.


 Ley entrenaba con intensidad, empleando todas sus fuerzas en las elaboradas técnicas de combate que tenía. El saber que les esperaba una arriesgada misión no cambió nada en su actitud, ella continuaba allí sola con su espada toledana como todas las noches.  


 Jimmy seguía enfadado por no poder participar esta vez. Estaba ya harto de quedarse haciendo de niñera, necesitaba sentirse útil de verdad. Él se sentía perfectamente y no entendía porque no podía ir.


El pelirrojo al igual que su compañero también seguía molesto con eso de no poder participar. Pensaba que estaba completamente recuperado y que tenía todo el derecho de acompañarles. La tranquilidad del bunker mientras los demás no paraban le hastiaba, él ya necesitaba algo de acción o acabaría muriéndose del asco allí encerrado.


 Puma no podía parar de pensar en la misión, repasando el plan una y otra vez. La última ocasión le tocó quedarse en casa, pero al día siguiente estaría otra vez en el ajo. Sabía que la situación era peligrosa y que podía ocurrir cualquier cosa. En la última gran misión Jimmy y Johnny salieron por poco, y sabía que mañana podía pasarle lo mismo a él.

En el otro bunker tampoco podía dormir ninguno menos Adán que descansaba plácidamente. Los nervios y la tensión invadían el lugar. Todos pensaban en lo que les esperaría en su nueva misión.


 Jessica cogía con fuerza la mano de Davis, temerosa de que esa se convirtiera en la última noche que pasarían juntos. Él la rodeaba con sus brazos, pensando en lo mismo que ella.


 A decir verdad M.A. tenía ganas de volver a sentir la adrenalina recorriendo su cuerpo. Con lo que él había sido y con lo que ahora era. Necesitaba recuperar aquello que había perdido con el tiempo, necesitaba ser él mismo de nuevo.
 Nicole veía una oportunidad de enmendar sus acciones pasadas, pero a la misma vez le asustaba no estar a la altura de las circunstancias. Sabía que se exigía mucho, pero tenía claro que eso era lo que debía hacer.


 Alice no estaba del todo segura de que fuera la mejor idea, pero sabía que aunque protestara la decisión ya estaba tomada. 


 Inma y Maya rezaban para que todo saliera bien al día siguiente, ya que nunca estaba de más tener alguna que otra ayuda. 


 Eva era la que más convencida estaba de lo que tenía que hacer. No dudaba de cual era su objetivo. Ella cumpliría su promesa hasta el final y colaboraría junto a los soldados el tiempo que hiciera falta. Todo era por el futuro de Adán, y ya no sólo por eso, también era porque se había integrado bien en aquel grupo, sintiéndose casi una más, a excepción de que dormían en lugares distintos.

Cuando Ley terminó de entrenar se puso a mirar las estrellas, portando todavía la tizona en una de sus manos. Sabía que se acercaba su momento, lo presentía en lo más profundo de su ser. Era necesario prepararlo todo, empezar a atar cada uno de los cabos. El futuro por el que luchaba no le iba a pertenecer a ella, pero era menester que todo sucediera como el universo lo había preparado. La divina providencia la había elegido para aquella labor, no podía fallar, no podía perder la partida antes de tiempo. Por eso se había topado con cada una de las piezas necesarias durante toda su vida. Era un camino del que no podía escapar. Todo era una enrevesada cadena de luz que el universo había tejido para ella entre toda aquella oscuridad. Sentía el peso de esa gran carga sobre sus hombros, pero era su destino y no podía huir de él.


—Por eso me hablabas de señales y presagios… —Murmuró la pelirroja completamente ausente, viendo en su mente el rostro de su antiguo y caído compañero Carroña.


 Sabía que su destino estaba tan cerca que lo normal hubiera sido flaquear mínimamente, pero fue al revés, mientras más cercano veía el momento más seguridad en si misma tenía. Era como si nada pudiera detenerla ya, para poder hacer lo que debía hacerse. Nada ni nadie se metería en su camino, porque el que simplemente lo intentara sería aniquilado en el acto. 


—Hacer las cosas cuando es menester, y para ello hacer lo que sea necesario. —Susurró Ley haciendo mención a una de las frases de Rojo.


 Sentía que los acontecimientos futuros y la historia estaban observándola. No se sentía menos que ninguno de los grandes de la historia. No es que ella fuera a hacer más que todas aquellas ilustrísimas personas, pero ella tenía una misión que la divina providencia le había encomendado a ella sola. Era otra pieza humana de la historia, y su sacrificio era algo que necesitaban los demás. 


—Uno a uno, todos somos mortales, juntos somos eternos. —Dijo una frase de Quevedo en voz baja, perdida en la inmensidad del cielo con el recuerdo de cada uno de sus compañeros caídos.


 Recordó intensamente a todos sus camaradas, todos aquellos que habían dado su vida por aquello. Todos juntos eran los engranajes que encajaban dentro de una compleja maquinaria, donde ella y los que quedaban vivos eran las últimas piezas por encajar.

Will caminaba con paso firme por el exterior, sintiendo una vasta autoconfianza respecto a lo que le esperaba al día siguiente. Mientras andaba se topó con la pelirroja, la cual seguía aún inmersa en sus cosas. Decidió acercarse para mantener una última charla antes de ir a dormir.


—Vienen tiempos difíciles. —Afirmó el pelinegro mirando al horizonte.


—Nunca han sido fáciles. —Respondió la chica con firmeza, con esa penetrante mirada que ella había hecho suya.


—Eres la mejor militar con la que he tenido el placer de pelear en el campo de batalla. Es un honor haber pasado tanto juntos y que sigamos peleando codo con codo hasta el final. No querría otra compañera, no la hay mejor. —Confesó Will mirándola a los ojos con seguridad.


—El honor el mío, tu comportamiento ha sido el más ejemplar de todo el ejército. Cualquier militar de la historia hubiera estado orgulloso de combatir a tu lado. —Se sinceró Ley con cierto aire nostálgico, atravesando el alma de su compañero con sus brillantes ojos.


 Puma se unió a ambos pocos minutos después, llegando con lentitud por el lado derecho de los soldados. 


—Creo que deberíamos descansar todos, mañana será un día muy duro. —Dijo el chico justo al llegar.


—Tienes razón. —Añadió Will en voz baja, dándose la vuelta pausadamente.


—Ley, Johnny te espera. —Comunicó Puma seriamente, insistiéndole a la joven para que regresara al bunker.


—Sólo un poco más, necesito unos minutos... —Contestó la chica tan ausente que parecía estar a cientos de kilómetros de allí.


 Ambos chicos se marcharon al interior dispuestos a descansar, dejando sola a la pelirroja tal y como ella lo había pedido.

Eva había salido al exterior para pasear un rato, intentando que aquello le diera sueño. Inma tampoco podía dormir, así que salió fuera a hacerle compañía.


—¿Te molesta? —Preguntó Inma cordialmente, acercándose a la joven.


—No, da igual. —Respondió su compañera algo pasota.


 Ambas estuvieron en silencio, observando como el viento movía las radiactivas ramas de los árboles en la lejanía. La visión las hacía reflexionar con calma, llevándolas a lo más profundo de sus pensamientos.


 Eva seguía dándole vueltas a la charla de Adán. Llevaba todo el día pensando en eso, obsesionada con encontrar la respuesta exacta.


 Su compañera pensaba en cosas completamente diferentes. Ella estaba pensando en como había cambiado todo poco a poco. Se estaba dando cuenta de cómo día a día estaban más alejados del mundo que hasta ahora habían conocido. 


—¿No te da la impresión de estar como en otro mundo? A veces todo es tan distinto que no se si estoy en el mundo real o en una vieja novela de caballería. —Dijo Inma algo distraída. 


—Bueno, a veces no sé si estoy en el siglo veintiuno, en la primera guerra mundial, en el renacimiento, o en el imperio romano. A veces simplemente esto me parece un mal chiste. Realmente creo que tienes razón, el mundo ya no es lo que era y eso crea una gran confusión mental. —Contestó Eva con seriedad, reflexionando sobre todo lo que la joven había dicho.

Johnny salió fuera con paso lento pero firme, llamando rápidamente la atención de la pelirroja. Ella lo miró fijamente a la cara, atravesando el alma del joven con sus ojos. Este se sintió desnudo ante la chica, como si no pudiera esconderle nada. Ella podía leer en él cada una de las cicatrices de su corazón, cosa que le intimidaba profundamente. Sabía que la pelirroja siempre le había conocido bien, adivinando sus pensamientos con sólo observarle un par de gestos, pero ahora era completamente diferente. Ella siempre imponía, pero ahora para él era casi como estar delante de una diosa. 


—Estás tan arriba que ya no sé si puedo tocarte. —Susurró Johnny desde lo más profundo de su ser, mirándola temeroso sin poder mantener la mirada fija.


 Él la veía tan lejana, intimidante, fría, y poderosa, que no se sentía digno de estar a su lado. No quería mancharla con su impureza, ya que la creía un ser superior a él. Se sentía sucio entre tanta grandeza. Él no había sido jamás una persona ejemplar ni mucho menos, considerándose incluso una mala persona para merecerse algo así. De tantas veces que ella lo había salvado, él creía que era un ser casi angelical. Siempre había pensado eso, pero ahora la veía mucho más inalcanzable. Esa mirada y esa nueva expresión que tenía, le hacían sentir aún más pequeño al lado de ella. Observaba la fría belleza y grandeza que la chica desplegaba con su fuerza interior, acompañada de esa triste soledad que únicamente sufrían las grandes pero maltratadas personas. Él la veía semejante a una devastadora imagen del cruel invierno, desplegando toda su hermosura sin compasión. 


—Quiero pasar contigo el tiempo que nos quede. —Afirmó Ley con seguridad, cogiendo la mano de su amante.


 La pelirroja sabía que él era lo único que realmente tenía, la única cosa que la divina providencia había querido que tuviese. El universo le había negado todo lo demás, o después cruelmente se lo había arrebatado. Quizás fuera un poco egoísta y descuidara las cosas, pero aquel delgado chico significaba demasiado para ella. 


—Aprovechemos la noche para estar solos. —Propuso Johnny agarrándola de la cintura.


—¿Tienes miedo por lo de mañana? —Preguntó la chica preocupada.


—Sé que vas a volver y no me vas a dejar aquí solo, pero quiero que aprovechemos al máximo todo el tiempo que nos quede con vida. —Respondió el pelirrojo con una dulzura bastante inusual en él.

—El mundo jamás volverá a ser lo que era. —Murmuró Maya entristecida, metiéndose en la conversación de las dos chiscas.


 Las tres se cruzaron desconsoladas miradas, sabiendo que aquella frase era demasiado cierta como para no notar al dolor cuando la intentaban aceptar.


—Ya no queda nada bonito en este lugar. —Dijo Alice entrando también en la deprimente charla.


 Ninguna de ellas podía dormir, acabando las cuatro allí reflexionando sobre el cambio que había experimentado todo.


—El paso del tiempo duele, ahora lo entiendo de verdad. Siempre creí saber lo que significaba, pero ahora es cuando realmente puedo ver el verdadero matiz de esa frase. El tiempo lo ha borrado todo, únicamente quedan los ecos del pasado, eso que tanto nos duele. —Filosofó Eva completamente ausente, recordando tantísimas cosas a la vez que las emociones la saturaban.


—¿Lo superaremos? —Preguntó Inma en voz baja, viendo como sus compañeras casi no levantaban la vista del suelo.


 Alice y Maya hicieron un gesto negativo con la cabeza, mientras Eva todavía seguía inmersa en sus recuerdos.


—Tenemos que continuar por los que vendrán después. —Afirmó Eva con seriedad y autodeterminación.


 Esas palabras a todas le recordaban a la pelirroja y a sus soldados. Las tres pensaron que Eva al igual que Puma y Adán, ella también se sentía completamente identificada con la idea e iba a luchar por ella hasta el final.


—La esperanza es lo único que no pueden quitarnos. —Añadió Inma algo más optimista.

Johnny abrazaba el cuerpo desnudo de su amada, mientras intentaba grabar a fuego en su memoria aquel momento. Siempre lo hacía cuando estaba a solas con la chica, ya que no quería olvidar jamás la felicidad que sentía cuando estaba con ella.


 Ambos estaban tumbados en la cama completamente relajados, fumándose un cigarro antes de intentar dormir.


 Ley le agradecía al universo esos momentos en los que parecía paralizarse el mundo. Por unos instantes notaba como volvía a estar viva, cuando el pelirrojo la rodeaba con sus esqueléticos brazos de aquella manera.  


—Sin ti nada hubiera sido lo mismo, nunca. —Susurró la chica pensativa, acariciando el pelo de su amante.


—Quizás quise demasiado otras cosas, pero no cambiaría lo que ahora tengo por aquello que yo tanto quise. Aunque me duela mucho quizás las cosas tenían que salir de esta manera, quizás siempre estuvo predestinado que nuestros caminos estuvieran juntos. —Continuó susurrando la joven, dándole a entender al pelirrojo que no se arrepentía de estar con él.


 Él la besó apasionadamente, derramando un par de lágrimas al ver que la chica realmente le quería. Todo el dolo que había sufrido a lo largo de la vida por tan diversas cosas, desaparecía con aquellas caricias que su amada le regalaba después de tan bellas palabras.


—Duerme mi amor, yo te protegeré de los demonios que no te dejan dormir. —Dijo con dulzura y seguridad Johnny, dándole besos a la pelirroja en la espalda.

Al día siguiente todos se reunieron temprano en el bunker de los militares. Al contrario que otros días, este no empezó con quejas por el sueño. Todos estaban concentrados en la peligrosa misión que les esperaba. Los soldados sacaron la mayoría de la munición que tenían, dejando únicamente la última caja de balas sin tocar.


  Will les explicó detalladamente en qué consistiría su estrategia, enumerando concienzudamente cada mínimo punto del plan.


—¿Por qué yo no voy? —Preguntó M.A. bastante alterado, negándose a aceptar que se tendría que quedar allí.


—Hermano te necesito aquí por si ocurre algo. Si todos caemos en la misión deberá quedar alguien para mantener esto. —Respondió su hermana rápidamente, acercándose con lentitud al grupo.


 Jimmy y el pelirrojo también estaban disgustados con la idea de tener que quedarse, pero ya lo habían intentado de todas las formas. La chica les había transmitido una y otra vez su negativa a aceptar que vinieran. Sabían que no podían hacer nada para que ella cambiara de opinión, así que finalmente aceptaron a regañadientes.


—¿Es necesario que vayamos casi todos? —Cuestionó Alice confusa, sin entender porque las cosas debían hacerse de esa manera.


—Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. —Afirmó Ley con seguridad, mirándoles a todos con fuerza.

Se separaron con cariño, deseándose suerte y dando intensos abrazos entre sí. Inma, Jessica, Adán, M.A., Maya, Jimmy, y Johnny, se quedaron en el bunker mientras el resto se fue con algunos de los soldados. Los demás se marcharon con las mochilas llenas de munición, dispuestos a gastar casi toda la que quedaba en aquella importantísima y peligrosa misión.

—No te separes de mí. —Le susurró Will a Eva disimuladamente, con la intención de proteger a su compañera, ya que no confiaba en la eficacia del grupo de los civiles.


 Ella asintió rápidamente, entendiendo a la perfección lo que le quería decir el soldado.


—¡Seguid mis órdenes al pie de la letra! —Ordenó la pelirroja imponentemente, andando la primera del grupo de expedición.


—Dominus, fiat volúntas tua in terra. —Respondieron todos los soldados al unísono, haciendo muestra de su inquebrantable fidelidad.


—Lo más seguro es que hoy sea el día de una gran batalla, es importante que actuemos correctamente. —Explicó Ley con autoridad, parándose para mirarlos con aquella extraña expresión.

M.A. estaba completamente preocupado, pensando en todo lo que podía ocurrir. No paraba de andar para arriba y para abajo, dándole vueltas a un pequeño lápiz que sostenía en la mano. Estaba lo bastante inquieto como para no poder concentrarse en nada.


 Johnny observó el desasosiego de su cuñado, el cual no paraba de hacer ruiditos y moverse impulsivamente. El soldado escuchó las preocupaciones del joven, intentando que así se sintiera mejor.


—Tranquilízate, van a volver. He visto a tu hermana derrotar a ejércitos cuando todo parecía estar perdido. Confía en ella. —Dijo Johnny con calma, al ver que M.A. seguía histérico aún después de hablar.

Inma aprendía algunas cosillas de mecánica con un par de soldados. Estos estaban revisando el motor de uno de los vehículos, mientras la chica tomaba notas de todo lo que le decían. 


—Venga, vente, esto es muy aburrido. —Dijo Jimmy irrumpiendo entre ellos.
 La chica le sonrió aliviada, por poder librarse de aquello. Era cierto que quería ayudar más, pero no se había imaginado lo aburrida que era la mecánica.


 El rubio le hizo un gesto para que ella le siguiera hasta unas cajas de madera. Él se puso a rebuscar allí hasta que sacó un estoque parecido al suyo, pero mucho más antiguo.


—Estoy seguro de que a una señorita tan divertida como usted, le encantará dar una clase con este noble caballero. —Opinó con amabilidad el chico, mostrando la mejor de sus sonrisas.


 A ella le hacía gracia aquel lenguaje que utilizaba tan a menudo el joven. Se lo pasaba muy bien con él, acostumbrándose a su compañía con bastante facilidad.


—¿Qué hago? —Preguntó la chavala con ganas de empezar la clase.


—Coge el estoque y ponte de esta postura. —Explicó Jimmy en un tono agradable, mostrándole la posición correcta de hacerlo.

El grupo corría a toda velocidad, quitándose de encima a los podridos que se encontraban en su camino. Se encargaban de ellos haciendo uso de las dagas, intentando adentrarse en los alrededores sin llamar mucho la atención.


 Ley iba en primer lugar con su tizona en mano, seguida de Puma que empleaba su espada nazarí. Detrás venían todos los demás, empleando sus Scramasax lo mejor que podían. La única excepción era Davis que usaba su lanza con destreza. 


 Consiguieron llegar a la cima de la última colina, desde donde podían ver la entrada del lugar a donde se dirigían. Desde allí pudieron comprobar como nada iba a ser fácil. Allí donde tenían que ir estaba lleno de fétidas criaturas. La mole de podridos que veían, parecía casi infranqueable. Era una de esas manadas errantes que se movían buscando comida.


—No se puede pasar por allí. —Dijo Davis con seriedad, dándose la vuelta para mirar a sus compañeros.


—Es el único camino, pasaremos por allí si o si. —Ordenó tajantemente la pelirroja, negándose a que nadie le dijera que era lo que iban a hacer.


—¡Es imposible! —Replicó Alice asombrada por la decisión de la chica. 


—¡Ha dicho que pasaremos y punto! ¡Obedece! —Gritó Will enfadado, harto de las quejas de los civiles.


 Alice y Davis accedieron de mala gana, al ver que no tenían otra salida que no fuera esa.


—Iremos en un núcleo sólido que se irá abriendo en abanico, sin separarnos muchos los unos de los otros. Delante iremos Will y yo. En segunda línea Puma y Eva. En el flanco izquierdo Alice y Nicole. En la retaguardia los soldados, y tú Davis en el flanco derecho. —Coordinó Ley imponentemente, haciendo gestos militares mientras explicaba la estrategia. 


 Todos se prepararon según lo dicho, organizándose rápidamente sin ningún problema. Las órdenes que les fueron dadas, consistían en llegar a la zona con un gran impulso para facilitar su paso. Era necesario preparar una buena carga, tal y como lo hacían los antiguos ejércitos.

Jessica se sentó junto a M.A. para charlar un rato con él. Pensó que esa era buena forma de que ambos se distrajeran y no le dieran más vueltas al tema de la misión. Su charla era de lo más común, ya que no sabían bien de qué hablar entre ellos. Eran personas muy distintas que prácticamente no tenían nada en común. 


 M.A. agradecía el gesto de la chica, aunque aquello no funcionó como ambos querían. Hablaban un par de frases, pero a los pocos segundos volvía a reinar el silencio. Él pensaba que sus mentes estaban muy lejos, como para entenderse debidamente.


 A su charla se unió Adán, dándole un poco más de vidilla a la situación. El muchacho también estaba preocupado, pero él intentaba ser más positivo que los demás.

Maya se había marchado a dar un pequeño paseo por el exterior. Se alegró al ver a su prima con el rubio. Pensaba que al menos Inma podía reír y ser feliz, cosa que era un alivio para ella. Por lo menos que alguna de las dos estuviera bien. Su prima todavía podía disfrutar de la vida, pero a ella le había tocado un papel muy distinto.


 La chica quería volver a ser lo que antes había sido, pero lo veía tan lejano, que pensaba que aquello ya era imposible. No pensaba que hubiera salvación para su dolor. Su mente estaba demasiado confusa y su alma demasiado dañada, como para volver retroceder y encontrarse de nuevo. Mucho era lo que había perdido, y demasiado era el sufrimiento que sentía incrustado en su corazón. Las caras de agonía de Silver, Eriel, y Dissydia, estaban marcadas a fuego en su recuerdo.

El grupo cargaba eficientemente sobre la masa de podridos, abalanzándose sobre ellos con basta brutalidad. La estrategia les estaba funcionando bastante más bien de lo que muchos de ellos habían pensado. Avanzaban por el terreno con firmeza, abriéndose paso entre las fétidas criaturas que los acosaban hambrientas. Alice y Nicole se compenetraban bastante bien, despejando lo mejor que podían el flanco izquierdo. 


 Los soldados cubrían perfectamente la retaguardia, impidiendo que ningún zombie los pillara desprevenidos. Su eficacia era digna de alabanzas, gracias a su gran entrega en la labor.


 Davis se manejaba con estilo su lanza, librando al grupo de los podridos que venían por la derecha.


 La labor de Puma y Eva también era sumamente importante, ya que ellos protegían los huecos que quedaban entre los laterales y la vanguardia. Puma iba justo detrás de Ley, echado un poco a la derecha. Con las nuevas nociones que tenía de espada, su trabajo estaba quedando casi impecable. La chica iba detrás de Will, asegurando el hueco que quedaba entre este y las dos rubias. 


 La vanguardia liderada por Will y Ley, avanzaba en forma de flecha para poder adentrarse mejor. El pelinegro acababa con cualquier pestilente ser que les molestaba en su paso, exterminándolos rápidamente como el mejor de los soldados. La pelirroja masacraba con sus dos espadas todo lo que se metía por medio de su camino, haciendo uso de sus impecables tácticas de combate con suma elegancia. 


—¡Mierda! —Gritó Will enfadado, al ver como estaban saliendo al exterior una especie de mercenarios.


—¡Replegaos! ¡Quiero un jodido bloque! ¡Firmes como impenetrables muros! ¡No perdáis la formación!—Ordenó Ley a toda velocidad, haciendo unos raudos gestos a sus soldados.


 Los militares organizaron perfectamente la tropa, tal y como su superior les había ordenado. Se replegaron coordinadamente, dejando un espacio entre los mercenarios y ellos, quedando muchos de los zombies en medio de ambos grupos.


—¡Dos líneas! ¡La primera que dispare a los podridos y la segunda al enemigo! ¡Retaguardia cubrid! ¡Quiero un espacio detrás del batallón por si es necesario retroceder! ¡Vamos, vamos! —Gritó la pelirroja con seguridad, descolgándose la metralleta de la espalda.

Inma y Jimmy lo estaban pasando bien entrenando. El chico le enseñó un par de tácticas, que ella aprendió con torpeza después de un gran esfuerzo.


—No te desanimes, yo al principio tampoco era muy bueno. Seguro que si sigues con las clases mejoras un montón. —Animó el rubio siendo agradable.


 La chica le sonrió con sinceridad, cómoda con la compañía de aquel soldado que tan amable era con ella siempre. Le gustaba pasar el rato con él, porque le hacía olvidar que el mundo se había ido a la mierda. Siempre tenía algún bonito gesto con ella, y era tan caballeroso que era imposible no estar a gusto con él.


 Jimmy estaba fascinado con la muchacha. Le parecía tan distinta a todo lo que él estaba acostumbrado, que aquello le hacía querer pasar más tiempo con ella. Le gustaba lo que veía en el interior de la chica, cautivándole con cada una de las miradas que veía.


—¿Quieres que descansemos un rato? Podríamos ir a comer algo si te apetece. Debes de estar cansada después de la paliza que te he dado con la clase. —Propuso el joven con una sonrisa, haciéndole un gesto para que pasara ella primero.


 Esta asintió mirándole a los ojos. Caminaba a su lado en dirección al bunker, charlando alegremente con el cautivado soldado.


 Ambos se pusieron en la enfermería a comer tranquilamente, aprovechando de que estaba vacía en aquel momento. El doctor y el científico estaban en la sala principal con el resto, los cuales estaban discutiendo sobre varios asuntos casi a gritos.


—Son muy cabezotas, por eso se ponen así. —Dijo el chico entre risitas, acordándose de un chiste que solía hacer Will sobre aquello.


 A ella se le contagió la risa, teniendo que parar de comer para no atragantarse. 


—Bueno, cuéntame más cosas sobre ti. —Pidió Jimmy embobado, mirando a la joven sin parar.


—¿Más? Creo que te toca ahora, que casi nunca cuentas nada. —Contestó ella con un tono divertido, soltando la lata vacía de atún en una basura improvisada.


—¿Qué quieres que te cuente? —Preguntó el rubio dispuesto a contestarle a cualquier pregunta que la chica quisiera hacerle.


—Lo que tú quieras, cosas sobre ti. No sé, las cosas que te gustan, las que no. Enserio, lo que más te apetezca. —Respondió Inma con amabilidad, con ganas de saber más sobre el enigmático militar.


—Bueno, en el ejército no se tiene mucho tiempo para hacer una vida normal. Siempre me he concentrado mucho en mi carrera porque siempre ha sido algo que me ha encantado, pero obviamente me gustaban muchas más cosas. Pasaba muchas noches leyendo novelas de caballería, prácticamente desde que era niño. Creo que por eso elegí este trabajo, me sentía un caballero de honor, como un protagonista de esas historias. Es también una de las razones por las que empecé con el estoque, y me hice un gran experto en el tema. Jamás lo dejé apartado, y entrené durísimo durante mucho tiempo. Me gusta ayudar a los demás, aunque muchas veces por culpa de no querer defraudar a nadie, no he hecho lo que debería haber hecho, pero eso son cosas que te das cuenta después de tropezarte con la piedra. No sé que más contarte, soy un tío raro. Aparte de eso, he pasado el resto de mi vida con mis camaradas de aquí para allá. —Contó Jimmy con plena sinceridad, viendo como ella lo escuchaba completamente concentrada en lo que él le estaba contando.


Habían logrado deshacerse de los mercenarios, empleando muchísima munición, y perdiendo la vida de un par de soldados. El jaleo había llamado la atención de bastantes criaturas, poniéndoles las cosas aún más difíciles. La cantidad de podridos se había multiplicado en el transcurso de la batalla, complicando las cosas al máximo.


—¡Tenemos que llegar hasta el final! —Ordenó Ley a gritos, emprendiendo de nuevo la marcha.


—¡Es una locura! —Exclamó Nicole con preocupación, viendo como aparte de podridos se acercaban animales mutantes que huían de más de las pestilentes criaturas.


—¡Sí! ¡Es demasiado arriesgado! —Gritó Alice entre suspiros, mientras se quitaba a un zombie de en medio.


—Seguro que dentro nos están esperando, no es buena idea. —Añadió Davis nervioso, pensando en la locura que los soldados pretendían que hicieran.


—¡Después de todo no nos vamos a ir! ¡Esos dos soldados no han muerto para que ahora nos vayamos corriendo! —Vociferó endemoniada la pelirroja, completamente enfadada con ese tipo de quejas.


 Ley no toleraba esa clase de comportamientos en mitad de una misión. En el campo de batalla era menester obedecer las órdenes para que todo saliera correctamente. Si los soldados no respetaban la cadena de mando significaba el caos más absoluto, y la eliminación completa de todas las tropas. 


—¡Por una puta vez comportaros como soldados! ¡Respetad la cadena de mando! ¡Obedeced! —Gritó Will completamente molesto con la actitud de los civiles.


 El pelinegro entendía que eran civiles, pero habían hecho una promesa y debían respetarla. Tenían que obedecer y aportar su contribución a la causa. Para algo les habían estado manteniendo, y les habían dado un refugio en el que instalarse.


 Por el momento actuaron según les decían, aunque no estaban nada convencidos de aquello. La única que no pensaba en retroceder era Eva, la cual entendía la importancia de terminar aquello que habían empezado, y por lo que ya habían muerto dos soldados. No iba a retirarse después de todo el trabajo que les había costado llegar hasta allí, no después de aquella ardua batalla que habían conseguido ganar contra los mercenarios.


—Es fácil luchar cuando se ve lejos la muerte. —Predicó la implacable militar, mirando con desprecio a todos aquellos que no estaban convencidos de lo que ella estaba diciendo, tras exterminar a uno de los mutantes que había intentado embestirlos.


—No es lo mismo, esto es perder la vida a sabiendas de que no hay solución.  —Replicó Davis de malas formas, intentando excusarse de la crítica de Ley.


 Se miraron con inseguridad, pensando que lo que la chica veía como valor, realmente era un suicidio. Prácticamente ninguno estaba dispuesto a arriesgar de aquella manera su vida. 


—Por eso dije que unos simples civiles como vosotros no estaban preparados para esto. Un verdadero soldado sabe lo que tiene que hacer, y no le importa si ese deber le lleva a la muerte. —Arremetió Will, exponiendo con quejas sus pensamientos.


 Alice no le veía sentido a eso. ¿Por qué ella tenía que morir tontamente en el intento de crear un nuevo mundo para los demás? Si ella no iba a poder ver aquello, no entendía para que estaba allí.


 Davis lo único que hacía era pensar en Jessica y el bebé. Necesitaba mantenerse a salvo para cuidar de su familia.


 Nicole creía en lo que estaban haciendo, pero no veía que lo que los soldados pretendían fuera buena idea. Pensaba que no conseguirían nada bueno para la causa si todos morían en aquel lugar.


 A Puma le daba igual si era buena o mala idea, él estaba dispuesto a continuar al lado de la pelirroja. Era su camino, para eso estaba él ahí. Estaba plenamente convencido de la teoría de Flor, y según aquello, ese era el sitio en el que él estaba destinado a estar.


 Eva creía que era necesario continuar, si querían un nuevo futuro para las siguientes generaciones. Estaba dispuesta a dar la vida, si con ello le podía brindar una oportunidad a Adán para vivir mejor. Tampoco estaba dispuesta a retroceder si Puma no lo hacía, y viendo la determinación de este, ella decidió que iría hasta el final.


 Will era el que más claro lo veía todo, estaba completamente convencido de cual era el camino a seguir. Él era un honorable y ejemplar soldado, que tenía una misión que iba a cumplir costase lo que costase, aunque el precio fuera su propia vida, él estaba dispuesto a continuar.

Maya se había dado cuenta de que no se podía controlar. Odiaba lo que le habían hecho, pensando incluso brevemente que no merecía la pena seguir viviendo así. Deseaba con tantas fuerzas volver a ser la que había sido, que no podía quitarse de la cabeza esos pensamientos. No sabía qué era lo que merecía la pena, todo estaba tan lejos de ella, que no veía motivos para continuar a excepción de su prima. Anhelaba que todo fuera como antes, como cuando charlaban a altas horas de la madrugada en el piso de Puma. Es cierto que ella se había quejado muchas veces, pero ahora veía los tiempos de antes del brote como si hubieran sido perfectos. 
 Volvió mentalmente al desastre de Stone City. Recordaba todo a cámara rápida, y lo recordaba tan nítidamente que por unos segundos creyó estar allí. Tanto se había perdido en aquella ciudad, tanto había sufrido ella ahí, que era una pequeña espina que no podía arrancar de su corazón sangrante. 


 Derramó unas amargas lágrimas al ver como Silver se desangraba justo antes de transformarse y morder vorazmente a Nika. Esas imágenes estaban incrustadas en su memoria, viéndolas una y otra vez a cámara lenta. 

Jessica estaba hecha una bola sentada en el suelo, abrazándose a sí misma con fuerza. De esta forma intentaba no sentirse tan sola, mientras esperaba que volviera Davis de la peligrosa misión. Quizás se sentía así por su desajuste hormonal, pero no podía lograr evitarlo. De vez en cuando se le saltaban las lágrimas, pero se las secaba instantáneamente, intentando que nadie se diera cuenta de su estado de ánimo.


 M.A. se dio cuenta de lo desconsolada que estaba la chica, al ver como lloraba de vez en cuando en aquella esquina en la que estaba sentada. Se acercó con lentitud, para finalmente apoyar su mano en el hombro de la joven a modo de consuelo.


 Ella le agradeció el gesto, pero no podía evitar sentirse de esa forma. A los pocos segundos de notar la mano de su compañero, comenzó a llorar desconsoladamente por culpa de esa soledad que sentía.


 El joven no sabía que decir ni que hacer en aquella situación. No tenía tanta confianza con la chica como para saber de que manera podía animarla. Finalmente se quedó allí parado con su mano posada en el hombro de la joven, sin saber como actuar correctamente.


 Jessica le dio un familiar abrazo, intentando desahogarse aunque sólo fuera un poco. Lo agarró con fuerza, llorando amargamente con el corazón encogido. 

La pelirroja terminó su último cargador. Se colgó la metralleta en la espalda, justo antes de desenvainar sus espadas. Usaba la catana para rajarle los cuellos a los zombies de la izquierda, mientras que con la tizona ensartaba a los podridos de la derecha. Avanzaba como un demonio, aniquilando sin compasión a todo lo que se le ponía por delante.


 Puma dispara a escasos metros de ella, alcanzando a un mutante gigante que intentaba escapar de los zombies que intentaban comérselo. Las brutales sacudidas que daba el monstruo les ponían en serios problemas, ya que el bicho podría envestirlos en cualquier momento.


 Will avanzaba casi al lado de la pelirroja, matando a múltiples podridos que intentaban alcanzarlos con ansias. Las ráfagas de la metralleta del pelinegro impedían que los hambrientos y putrefactos seres les cogieran. 


 Eva detrás del soldado disparaba con la mejor de sus punterías, ayudando a abrir paso y a asegurar uno de los huecos. 


 Las dos rubias disparaban justo detrás de Eva, corriendo a toda velocidad en la formación establecida. Nicole iba detrás con los soldados, mientras que Alice corría justo detrás de Eva. 


—¡Cuidado! —Gritó Davis con preocupación, al notar un tiro justo al lado de él.


 Todos se pusieron alerta al ver como salían más mercenarios del lugar a donde se dirigían ellos. Esto hizo que muchos volvieran a dudar del plan, ya que estaban seguros de que aquello era meterse en la boca del lobo.


 Ley y Puma volcaron el cadáver gigante de uno de los animales mutantes. El cuerpo sin vida era lo suficientemente grande como para poder cubrirse detrás.


—¡Vámonos! —Exclamó Alice al ver que aquello era un suicidio.


—¡No vamos a retroceder! —Vociferó Will completamente molesto, alcanzando a uno de los mercenarios con sus disparos.


 Uno de los soldados recibió una bala, mientras se asomaba para disparar. El segundo impacto fue en el cráneo, desplomándose en el suelo con fuerza. El soldado murió pero no sin antes matar a uno de los mercenarios.


 La muerte del militar, preocupó aún más a los civiles. Si esos entrenadísimos soldados estaban muriendo, ellos tendrían todavía más papeletas para hacerlo.


—¡Ahora! ¡Vamos! —Bramó la pelirroja con todas sus fuerzas, echando a correr sobre el último de los mercenarios que quedaba en pie.


 Clavó brutalmente su espada toledana en el corazón de su enemigo, matándolo en el acto sin ninguna clase de piedad.


 Will aceleró la carrera poniéndose casi al lado de su superior. Él era el segundo al mando y tenía que demostrar que también se implicaba, que el no era un jefecillo que mandaba desde su puesto seguro mientras los demás arriesgaban la vida. Eso lo había aprendido de la pelirroja. Esa actitud ejemplar era la que más motivaba a los soldados a luchar hasta el final.


—¡Seguidme! —Ordenó Ley con intensidad, completamente convencida de lo que iba a hacer.


 Los soldados cargaban al unísono detrás de sus dos capitanes, dispuestos a seguir a Ley y Will a donde hiciera falta. Seguirían a sus líderes con lealtad, ya que ellos no eran unos líderes cualquiera. No les mandaban luchar, les guiaban con su ejemplo, y de esa manera cualquier soldado estaba dispuesto a seguirlos.


 El miedo que les proporcionaba aquella suicida actitud, paralizó a Nicole, Davis y Alice. Ellos no eran militares de carrera, no sabían realmente lo que era el campo de batalla, ni lo que significaba estar en uno. 


 Puma no lo pensó ni un solo segundo, echando a correr detrás de los soldados tal y como si fuera uno más. Por eso seguía vivo, porque tenía un camino que recorrer, y ese camino era el que estaba marcando Ley en la cabeza de la tropa. 


—¡Puma! —Gritó Eva desesperada, corriendo detrás de este al ver que estaba dispuesto a continuar.

El rubio seguía charlando con la prima de Maya, completamente alobado mirando a la dulce Inma. Cada vez la veía más guapa y le gustaba más. Realmente aquella tierna chica le estaba enamorando. Le habían gustado muchas a lo largo de su vida, pero ella era especial. Era buena de verdad, tenía fuerza interior, y lo que más le gustaba con esa sonrisa que tenía era capaz de devolverle la vida a un muerto. Le hacía sentir bien, y en parte le hacía olvidar todo aquel dolor que tanto le pesaba en su corazón.


—¿Qué te pasa? Te veo como distraído. —Dijo la chavala extrañada al ver la cara del joven.


 Él no podía parar de pensar en ella, incluso cuando la estaba escuchando. Se sintió avergonzado de que ella se diera cuenta de que estaba atontado mirándola. 

 A la chica le había encantado todo lo que él le había contado aquel día sobre sí mismo. Le parecía una gran persona, aunque él se negara a aceptarlo por la culpabilidad que arrastraba. Esa culpabilidad que ella no sabía a que era debida, le hacía ver que tenía un buen corazón realmente. Ella se había dado cuenta de que él vivía para hacer cosas por los demás, y que cuando no podía hacer todo lo que se exigía, se sentía extremadamente mal.


—No quites nunca esa sonrisa, es muy especial. —Susurró el rubio con dulzura al verla sonriente, acariciando con suavidad el rostro de la chica tras pronunciar esas palabras.


 Inma se sonrojó como un tomate, cuando el chico tocó su cara con la mirada fija. Se quedó quieta, paralizada por la vergüenza que la abrumó.


 Jimmy se acercó lentamente, nervioso por lo que estaba a punto de hacer. La besó amorosamente con los ojos cerrados, sintiendo pequeñas mariposas revolotear en su estómago.


—Lo siento. —Se disculpó el rubio, echándose hacia atrás al ver que la joven se había quedado inmóvil.


 Ella se fue completamente avergonzada, al haberse comportado como una estúpida. No había sido capaz de reaccionar, haciéndole pensar al joven que se había equivocado.

Dentro les estaban esperando acuartelados, apuntándoles con unas pistolas. No todos los mercenarios llevaban armas de fuego, pero si había varios armados.
 Aquello no detuvo a Ley que cargó con todas sus fuerzas en primer lugar. Cortó la cabeza de uno con la catana, mientras que atravesó el cráneo de otro con su tizona.
 Dos soldados más fueron alcanzados, perdiendo la vida dolorosamente. Su sacrificio había servido para matar a tres mercenarios, de los cuales dos de ellos fueron los que dispararon a uno de los soldados abatidos.

 La pelirroja le pegó una patada a uno de sus enemigos para quitárselo de encima, mientras acribilló a otros dos que estaban a punto de disparar. Uno de ellos consiguió alcanzar la pierna de esta con un balazo, justo antes de que uno de los soldados se pusiera en medio para salvarle la vida a su superior.


 Eva esquivó uno de los disparos, gracias a que Will le dio un empujón para quitarla de en medio. Ambos se salvaron casi milagrosamente, cayendo al suelo bruscamente.


—¡No les quedan balas! —Avisó Puma a gritos, dándose cuenta de aquello al ver que un hombre armado no le había disparado cuando había tenido la oportunidad.


 Eso les ponía las cosas más fáciles, ya que a esa gente le pasaba lo mismo que a ellos, la escasez de munición.

Nicole, Alice, y Davis, intentaban retroceder por donde habían venido. Les había costado mucho esfuerzo pero habían logrado salir de aquel caos. No habían sido capaces de seguir a los soldados, y mucho menos de adentrarse después de haber escuchado los gritos de agonía de algunos.


—¡Esto está lleno de zombies! —Exclamó Alice con preocupación, viendo como aunque ya no estaban en medio de toda la masa de podridos, los alrededores tampoco eran sitio seguro.


 El escándalo de la batalla anterior, había llamado la atención de todo lo que se movía por aquella zona. Era imposible escapar de allí sin enfrentarse a muchas de las criaturas que ansiosas esperaban en el camino.


 Davis sólo pensaba en Jessica y en volver para cuidar de ella. Sabía que quizás no había actuado como se esperaba, pero lo más importante para él era su bebé. Su deber era volver sano y salvo, para hacerse cargo de sus obligaciones como futuro padre.


 Alice pensaba que había muchas mejores maneras para suicidarse, que meterse en la boca del lobo por unos maletines. Aquello sería muy importante para el futuro, pero más importante era para ella su vida.


 Nicole sentía que había fallado otra vez, y eso le pesaba en su interior. No se había comportado como debía haberlo hecho, pero ya era demasiado tarde para rectificar. Ahora sólo podía mirar hacia delante, e intentar salir de allí con vida. Sería una estupidez morir por el camino, cuando no había actuado correctamente para salvar la vida.

Adán observaba a todo el mundo, sin que ninguno se diera cuenta. Se había tomado un descanso en sus labores de escritura, y quería prestar atención a todo lo que ocurriera. Realmente tenía que estar atento a todo, porque todo lo que allí sucedía iba a ser también parte de la historia. Se preguntaba una y otra vez si podría terminar de escribirla algún día, o quizás la tuviera que continuar otro. Por más que todos se empeñaran en protegerle el mundo seguía siendo peligroso, y ninguno de ellos podía saber con exactitud cuanto tiempo les quedaría en su paso por la tierra.

Johnny pensaba en su amada sin parar. Él confiaba en las habilidades de esta, pero no en las de todos los que la acompañaban. No estaba tranquilo con la idea de no estar allí luchando a su lado. Su trabajo era combatir en el frente, no quedarse en un bunker haciendo de niñera del último reducto de soldados que quedaban. No quería estar ahí sentado esperando a tener nuevas noticias, mientras los demás estaban arriesgándolo todo en el campo de batalla.

—¿Qué te pasa? —Preguntó Maya confusa, dirigiéndose a su prima lentamente.
 Inma se había sentado en el exterior entre unas sucias cajas, mirando el suelo con la cabeza gacha.


 —Me ha besado. —Murmuró la chica un poco entristecida, sin levantar la cabeza del suelo.


—¿Y qué ha pasado? ¿No querías y por eso estás así? ¿Se ha pasado contigo? ¿Te ha hecho daño? —Comenzó a preguntar nerviosa Maya, mirando con preocupación a su prima.


—¡No por dios! —Contestó Inma a voces, asombrada de la imaginación de la chica.


—Me ha besado, y no he sabido reaccionar. No sé porque, pero me he quedado allí quieta como una tonta. Él se ha pensado que me ha molestado, así que me ha pedido perdón y todo. Yo después de eso me he ido avergonzada y en silencio, sin saber ni que decir ni que hacer. Que gilipollas soy… —Susurró ella avergonzada, poniéndose completamente colorada al recordarlo.


—¡Que tonta! ¿Por eso estás así? ¡Anda ya! ¡Disfruta de la vida que son dos días! Sobre todo ahora que no sabemos cuando puede acabar todo. —Animó Maya sonriente, al ver que al menos su prima tenía oportunidad de ser feliz.

Se habían adentrado todavía más persiguiendo a los mercenarios que huían. Ya sólo quedaban con vida Eva, Puma, Will, Ley y tres de los soldados. Gracias a los caídos habían logrado deshacerse de los hombres armados que había, el resto simplemente peleaban contra ellos a cuchillo y machete.


 En la nueva estancia fueron rodeados por más mercenarios, los cuales iban armados con palos.


 Puma fue alcanzado entre unos cuantos, no sin que antes consiguiera matar a dos de ellos. El chico se golpeó con la esquina de un panel metálico, haciéndose una gran brecha mientras le continuaban pegando.


 Will se puso delante de Eva intentando protegerla, para acabar siendo apaleado por los mercenarios cuando este se quedó sin balas. Eva fue apaleada justo después de él, quedando inconsciente en el suelo.


 Uno de los soldados fue abatido cuando un mercenario le clavó el machete en la sien. Este mercenario fue aniquilado por Ley que aún luchaba a duras penas.
 La pelirroja no dejaba de sangrar, pero aún así intentaba seguir haciendo frente al enemigo.


 Finalmente ella y el soldado que quedaba con vida de la tropa fueron alcanzados, cayendo de bruces al suelo tras ser golpeados repetidas veces.

—¿Estarán bien? —Preguntó con culpabilidad Nicole, acabando con un podrido que se había cruzado en su camino.


 Los tres cruzaron nerviosas miradas, sin dejar de correr hacia delante.


—Ya no importa, ahora tenemos que pensar en salir con vida de aquí. —Respondió con frialdad Davis, pensando que ya nada de eso le importaba, él sólo quería estar con su familia para protegerla.


—¿Qué vamos a hacer? Nos hemos metido en un lío. ¿A dónde vamos? —Preguntaba repetidas veces Alice, pensando en las consecuencias de sus actos.


—Yo voy a por Jessica. —Afirmó Davis con plena seguridad en sus palabras.


—¿Qué les vamos a decir cuando nos vean aparecer sin ellos? —Preguntó dudosa Nicole, pensando que todos se les echarían encima a su vuelta.


—No sé, porque si decimos que han muerto y luego aparecen, vamos a tener serios problemas. Aunque tampoco creo que les haga gracia que contemos la verdad. No sabemos como pueden reaccionar. Yo lo único que sé es que tengo que cuidar de Jessica y del bebé, esa es mi prioridad. —Dijo el chico seriamente, corriendo colina arriba.


—No puedo mentirle a M.A., él no me lo perdonaría jamás. —Replicó Alice con preocupación, pegándole una patada a una pestilente criatura que intentaba agarrarla con sus asquerosas manos.


—¿Y si te va a perdonar que dejes a su hermana tirada? —Refunfuñó Davis algo subidito, pegando con su lanza a un zombie babeante.

M.A. se subió a la copa de un radiactivo árbol con bastante trabajo, pensando que ojala su prótesis fuera su antiguo brazo para subir con más facilidad. El chico estaba harto de esperar dentro del bunker, viendo llorar a una mientras otro miraba la pared como un paranoico. El comportamiento de Johnny y Jessica le ponía aún más nervioso de lo que ya estaba. Prefería esperar allí arriba, para ser el primero en ver llegar con vida a Alice y a su hermana. Por supuesto también quería ver regresar al resto, pero lo más importante para él eran esas dos chicas. No paraba de preguntarse cuanto tiempo tardarían en volver, ya que estaba completamente impaciente por verlas de nuevo.


—¿Qué haces allí arriba? —Preguntó Maya extrañada, mirando hacia arriba con una expresión rara.


—Espero. —Dijo el chico con basta seriedad, sin ni siquiera mirar hacia abajo para ver a su compañera.


 La chica trepó cuidadosamente por el tronco. Tenía curiosidad por saber que le pasaba, porque aunque él no le hubiera dicho nada, ella sabía que le pasaba algo.


—¿Dónde has estado todo este rato? ¿Por qué no querías estar dentro con los demás? No has entrado ni siquiera a beber agua o comer algo. —Se preocupó el chico, ofreciéndole la mano para ayudarla a terminar de subir.


—Necesitaba estar sola. —Murmuró ella quitándole la mirada rápidamente.


—¿Estás mejor? —Preguntó M.A. con amabilidad, sabiendo de que hablaba la joven cuando decía eso.


—Hay cosas que no se pueden arreglar nunca. —Contestó su compañera entristecida, ocultándole aún la mirada.


 Se quedaron unos minutos en silencio, observando el extraño paisaje que les brindaba la vista. Ambos pensaban en sus cosas, guardando una intensa inquietud en sus corazones.


—¿A ti que te pasa? —Preguntó Maya con curiosidad, clavando sus ojos en la perdida mirada del chico.


—Creo que me pasa como a Johnny, no puedo estar aquí parado mientras personas a las que quiero están arriesgando su vida. Nunca he estado así, yo antes era un gran guerrero. Era eficiente y siempre contaban conmigo para todo. Desde que perdí mi brazo todo es distinto. Entre eso y el paso del tiempo, no soy el que era, sólo soy una sombra de lo que fui. —Contó M.A. sincerándose con la castaña.


—Ninguno somos lo que fuimos, es imposible en este mundo. Mira a Alice, esa inocente y asustadiza chica, nada de eso queda ya. Puma, él siempre estaba haciendo chistes, siempre bromeando, ahora sólo veo tristeza en sus ojos. Tu hermana, siempre tan misteriosa y dura, observando a cada momento, ahora ella también es diferente. Se ve el dolor de su alma, se la ve como a millones de kilómetros de aquí. Cambió su calculadora mirada, por una intensa y extraña forma de mirar que es capaz de atravesarlo todo. Yo también soy diferente, me cambiaron. No soy capaz de controlarme, y cuando logro estar serena me torturan mis recuerdos. Con esas imágenes en mi cabeza yo tampoco puedo ser la misma. Sin Dyssidia, sin Silver, sin todos los demás que se han ido, yo no puedo ser la que era antes. Incluso pienso que estoy muerta, mi auténtico ser ya no esta ahí, eso es lo mismo que estar muerto. —Dijo Maya en voz baja, con su cabeza en un lugar muy lejano de donde estaban.

Recuperaron el conocimiento en una sala en la cual se encontraban bien atados. Su movilidad era bien escasa, impidiéndoles apenas moverse. Varios hombres desconocidos estaban a su alrededor esperando a que ellos se levantaran.
 Will fue el primero en abrir los ojos en aquel gélido lugar. Miraba a su alrededor desorientado, molesto con los focos que le deslumbraban. 


 Unas luces les apuntaban, cegándoles e impidiéndoles ver lo que había en la oscuridad tras las potentes bombillas. La parte iluminada de la estancia estaba completamente vacía, a excepción de ellos y aquellos hombres que los miraban.


 Eva despertó con desmedidas arcadas, para terminar vomitando con fuerza tirada en el suelo. La chica estaba en bastante mal estado después de echarlo todo, notando el frío del suelo congelándole su herido rostro.


 Puma creía estar soñando, ya que todo lo veía borroso y difuminado. La pelea anterior le había afectado bastante, consiguiendo que el porrazo que se había dado en su cabeza le dejara completamente ido. 


 El soldado que quedaba con vida estaba perdiendo bastante sangre, tirado en el suelo aún inconsciente.


 Ley se levantó pálida y con el cuerpo cortado. La joven miró la herida de su pierna con preocupación, apretando uno de sus brazos contra ella para intentar taponarla. Aquel movimiento le costó bastante trabajo, obligándola a hacerse daño con las cuerdas que tiraban de sus muñecas, mientras se contorsionaba todo lo que podía. 


—¿Y eras tú esa que iba a destruirnos? ¿Ves como estás? Pronto morirás irremediablemente… —Dijo un hombre que ocultaba su rostro tras uno de los focos.


 Todos le miraron inmediatamente, esperando cual sería la próxima reacción del hombre. El único que no lo hizo fue Puma, ya que aquella voz solo había sido para él un ruido muy lejano. 


—¿Tan grande es tu ego que piensas que nada puede contigo? —Prosiguió el fornido varón.


 La pelirroja lo miró llena de odio, apretando su mandíbula con fuerza.


—¡¿Cuántos locos egocéntricos y narcisistas pensaron que el mundo giraba a sus pies?! ¡¿Cuántos lo pensaban cuando realmente solo eran basura?! —Exclamó el tipo con chulería y desprecio, apretando la cara de la chica con sus robustas manos.—¡Oh si! ¡Qué profético suena eso! La elegida, la enviada por dios para cumplir su gran destino, un destino trazado por el universo, única y exclusivamente para ti. Hecha para caminar entre los dioses, puesta aquí por la gracia de dios para guiar la senda divina. ¿Quizás algo como un rey? Pero… ¿Sabes qué? La realeza tiene sangre azul, no asquerosa sangre de soldado. —Predicó fervientemente el hombre, mostrando la enloquecedora expresión de su cara. 


 Ley forcejeaba como una loca, intentando soltarse. La joven se retorcía con todas sus fuerzas, soltando bramidos ocasionados por su tremendo esfuerzo.


—¿Por qué no lo dejas? Podemos perdonarte la vida, siempre que estés dispuesta a ayudarnos. Es un buen trato y lo sabes. Tú sola no puedes… —Alegó con chulería el desconocido. 


 La pelirroja los miraba con todo el odio que albergaba dentro, deseando pagar con ellos toda la rabia que albergaba en su interior. Su terrible enfado era lo que le daba fuerzas en aquellos momentos, pero también le proporcionaba una inmensa impotencia al ver que no podía hacer nada para cambiar la situación. 


 Will notaba como su compañera estaba completamente furiosa, tanto que jamás la había visto con aquella expresión. Sentía frustración al ver que ninguno de ellos tenía ninguna oportunidad.


 Aparte de que a todos los habían atado bien, estaban malheridos y en desventaja numérica. Eva apenas se podía mover, quedando tirada en el suelo observando la delicada situación con rabia. El soldado continuaba sin conocimiento. Puma seguía aturdido, sin ser casi consciente de lo que ocurría. La pelirroja tenía un severo corte en el muslo derecho, el cual no dejaba de sangrar. Will era el que estaba algo mejor, pero no era su mejor momento. Lo habían apaleado bien, dejándole enormemente dolorido y con la cara ensangrentada.


—¿Cuánto tiempo podrás aguantar? ¿No te quieres rendir? Bien, pues vamos a ver si es verdad eso que dices. Veamos si aguantas hasta el final sin pedir compasión.—Desafió con bravura el tipo, sonriendo levemente al dirigirse a la joven.—¡Ven aquí! —Gritó el hombre pegándole patadas a Ley.


 La chica soltaba cortos pero intensos quejidos, intentando no darle la satisfacción a su enemigo de escucharla chillar como un cerdo. 


—¡Aquí! ¡Delante de tus amigos! ¡Obedece! —Ordenó con furia aquel macho embrutecido.


—¡¡¡NOOOOOOOOO!!! —Gritó enfurecida la pelirroja, negándose a doblegarse.



En el interior del bunker estaban todos en la sala principal, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Los únicos que no estaban allí eran M.A. y Maya, que aún seguían fuera subidos al árbol mirando el horizonte.

 Johnny y Jimmy no paraban de darle vueltas al asunto de la misión. Se preguntaban una y otra vez como estarían sus compañeros en aquel momento. Les daba rabia estar allí esperando como tontos, se culpaban una y otra vez por no haberlos acompañados, aunque fuera con la negativa de Ley. Ellos debían estar allí, debían haberse negado por completo a acatar la orden de quedarse en el bunker. 


 Jessica continuaba hecha una pequeña bola, con el estado anímico bastante bajo. Estaba sentada en una esquina entre viejas y sucias cajas, abrazándose así misma a la espera de nuevas noticias. Tenía un nudo en la garganta con el que le costaba muchísimo trabajo tragar saliva. 


 Inma miraba avergonzada al rubio, pensando en cual sería la mejor manera de hablar con él. Quería arreglar el malentendido de antes, pero le parecía una situación un tanto bochornosa.


 Adán tomaba apuntes de la situación para cuando le tocara escribir aquel capitulo de la historia. Sin que nadie se diera cuenta, él estaba espiando a todo el mundo con el viejo truco de ser un chico inocente. Se daba sus paseos de aquí para allá, haciéndose el tonto cada vez que alguien le miraba. Entre lo listo que era para ese tipo de cosas, y lo preocupados que parecían estar todos, su espionaje estaba siendo del todo secreto.

Continuaron los golpes y el dolor, mientras se escuchaban risitas enloquecidas. Aquel sonidito procedía de un chico, al que hasta ese momento ninguno de ellos había visto. Estaba sentado entre las sombras observándolo todo, riendo y bebiendo de una botella de coñac. 


—Para, para un momento… —Pidió el esbelto chico entre carcajadas.


 Ley y Will se quedaron pálidos al reconocer aquel rostro, que se hacía visible según caminaba hacia ellos.


—¡No puede ser! —Exclamó Will con enfado.


 El chico era alto, delgado, de piel blanca y pelo negro. Tenía unos penetrantes ojos que hacían juego con sus bonitas y finas cejas. Su rostro era casi perfecto a excepción de su gran nariz. Lucía una sutil elegancia, que sobretodo dejaba ver cuando ejecutaba algún movimiento. 


—¿Creíais que estaba muerto? ¿Enserio? —Preguntó sorprendido el joven, mirándolos con desprecio.


—¿Tú eras el amigo tonto de Jimmy no? Al que le gustaba eso de que mataran a los míos... —Dijo asqueado el chico, para luego acabar escupiendo a Will en la cara.


—¡Perro judío! —Gritó el pelinegro en respuesta al escupitajo.


—De ti si me acuerdo muy bien… —Susurró el chico con una extraña sonrisa, observando a Ley fijamente.—¿Dónde está el cabrón de Jimmy? ¿Y vuestros amigos? Os veo un poco solos. ¿No voy a ver al hijo puta de Carroña? ¿Y el melenitas? Tampoco veo al demente ese, el pelirrojo que era hermano de mi colega. ¿Ya están muertos? ¿Se los ha comido algún zombie? —Preguntó entre risitas el extraño individuo.—¡Venga! ¡Chicos hablad! ¿Ya no os acordáis del viejo amigo Abaie? —Insistió para que alguno de los dos hablara.

—Claro que me acuerdo, es imposible no recordar a un militar tan incompetente como tú... —Murmuró la joven de mala gana.


—¡Teniente General! ¡Su superior por si no lo recuerda! ¡Dos cargos, General de Brigada! —Corrigió a voces Abaie.


—Teniente General, es usted un inepto y un pusilánime. Solo ha sido mi superior, porque usted venía de una familia rica, pero es usted un inútil. Supongo que solo sigue vivo por el poder que tenía su familia. Seguro que se vive muy bien en ese fabuloso bunker con toda la cúpula, mientras los demás luchamos en el campo de batalla. Nada nuevo, lo que hizo usted toda su vida. —Arengó la pelirroja disgustada.


 —¡Cállate! ¡Es un puto judío! ¿Cómo quieres que viva? —Protestó Will calurosamente, interrumpiendo a su compañera la cual intentaba proseguir con su reivindicación.


—¡Jodido nazi de mierda! ¡Estúpido! ¡Asqueroso goyim! —Vociferó seguidamente el chico, golpeando a Will repetidas veces.


—¿Te convenció el cuento de que los judíos tenemos la culpa de todo? ¡No entiendes nada! ¿Piensas que sólo nosotros estamos vivos? ¿Crees que en Israel sobrevivieron todos los judíos? ¡Están todos muertos! ¡En Israel quedó con vida quien tenía que sobrevivir! ¡Como en todas partes! ¡La gente de poder! ¡La gente de poder son linajes, no razas! —Gritó enfurecido Abaie, pegándole a Will hasta dejarlo inconsciente.


—¡¡¡BASTA!!! ¡Tu pelea es conmigo! —Ordenó la pelirroja sacando toda su furia.
 Abaie frunció el ceño, soltando las ropas ensangrentadas de Will, para terminar mirando a la chica con cierto asombro.


—¿Contigo? ¡Solo sois gusanos! —Corrigió el chico con soberbia.—No voy a perder el tiempo con vosotros, yo me marcharé en cuanto llegue un amigo… —Murmuró Abaie inmerso en sus propios pensamientos.


 El elegante joven hizo un gesto, con el cual el resto de hombres volvieron a la acción. Uno de ellos sostenía un cubo lleno de agua, que finalmente entregó a uno de sus compañeros para ser utilizado a la mayor brevedad. Metían la cabeza de la joven repetidas veces, usando esta táctica a modo de tortura. 

—Pero… ¡¿Qué coño es esto?! —Exclamó M.A. desconcertado, al ver volver a Alice, Nicole, y Davis sin los demás.


—¡Espera! —Pidió Maya nerviosa, viendo como su compañero bajaba a toda velocidad de la poca del árbol.


—¡¿Qué mierda ha pasado?! —Vociferó el chico asombrado de que sólo hubieran regresado ellos.


—¡Contrólate! —Exigió Maya alterada, intentando contener al joven de pegarle un empujón a Davis.


 Todos salieron al exterior asustados por aquellos nerviosos gritos que estaban escuchando. Cruzaron la puerta del bunker armados, pensando que lo que ocurría era algo muy diferente a lo que se encontraron.


—¡Jessica! —Exclamó Davis tras un suspiro, dirigiéndose a ella para abrazarla con fuerza.


 Maya agarraba a M.A. intentando que este no se volviera loco. Este forcejeaba con la intención de soltarse para que alguien le diera explicaciones.


 Johnny salió despreocupado, pensando que los gritos eran por un par de podridos que habían asustado a alguien. Cuando observó el panorama le dio un vuelco a corazón, y algo en su atormentada cabeza se encendió. La ira se apoderó de él en milésimas de segundo, haciendo que se transformara en un demonio. Empezaron a darle tics, empezando de nuevo con sus siniestras muecas. 


—¡¿Y mi parienta?! ¡¿Dónde cojones están los demás?! ¡¿Qué mierda hacéis vosotros aquí?! ¡¿Cómo es posible que regreséis vosotros solos?! —Gritaba el pelirrojo repetidas veces mientras les apuntaba con su escopeta, dándole unos espasmos en una de sus nerviosas manos. 


—¿Y mi hermana? ¿Y Puma? —Preguntó Adán con preocupación, con los ojos abiertos de par en par.


 Nicole era incapaz de mirarles a la cara. La chica estaba completamente en silencio con la cabeza gacha.


 Jimmy se lo olió todo al ver las caras de los que habían regresado. Él conocía bien esa mirada de culpabilidad, como para saber bien de que iba el asunto. Instintivamente agarró su pistola con fuerza, preparado para sacarla si era necesario.


—¡Que me sueltes coño! —Bramó M.A. alterado, soltándose de Maya con un par de tirones.


 El chico se acercó desafiante a Alice, con los ojos que se le iban a salir de las órbitas.


—¿Tú tampoco vas a contestar? ¿No tienes nada que decirme? ¿Dónde cojones está mi hermana? —Preguntó M.A. completamente enfadado, desafiando a Alice con la mirada mientras ella no decía absolutamente nada.

—Hay dos posibles opciones, pero sinceramente me dan igual. O te rindes y nos obedeces, o mueres aquí y ahora. Lógicamente si te rindes nos servirías de ejemplo para que otros no vuelvan a intentar subirse en nuestras espaldas, pero verdaderamente no me importa lo que decidas. Recuerda, aquí nadie es imprescindible. —Arengó el esbelto chico, mientras caminaba por la habitación con suma distinción.


 Puma observaba la situación entre delirios. No sabía a ciencia cierta si estaba soñando o aquella visión borrosa era simplemente la cruda realidad. Estaba confuso y desorientado, notando el intenso dolor que provenía de su hombro desencajado.


 Eva estaba preocupada por el estado de Puma. Para nada le veía buen aspecto, por no hablar del hecho de que estaba completamente ido. Miraba lo que sucedía en la sala, abandonando toda fe y esperanza en el futuro. Se preguntaba una y otra vez como era posible que aquello estuviera ocurriendo. No quería volverlo a ver, no podría soportar ver morir a alguien querido. Por su cabeza pasaban los últimos instantes de la vida de Flor, temerosa de volver a vivir lo mismo en aquel frío lugar.  También se torturaba repetidas veces con la idea de dejar solo a Adán en aquel cruel mundo, eso era lo que más inquietaba su cansado corazón. 


 Ley recibió un merecido descanso, después de la agotadora tortura acuática. Tosía con fuerza y sin parar, por culpa del agua que había tragado en alguna de las inmersiones. El pelo mojado en su nuca, sumado al frío de aquel lugar, y al malestar que sentía, la hicieron tiritar con brusquedad compulsiva. 


—¿Has elegido ya? —Preguntó burlonamente Abaie, mostrando uno de sus dientes de oro al sonreír de oreja a oreja.


—¡Puedes matarme pero después de mí vendrá otro, y después de ese otro, y otro, y después otro más, y así hasta que la gente como tú esté muerta! ¡El mundo está así por asquerosas personas podridas de poder y ambición! ¡Vosotros sí que estáis podridos, y no los de ahí fuera! ¡Hay que purificar el mundo de gente como tú! —Respondió la pelirroja completamente llena de ira, suspirando para poder hacer el esfuerzo de gritarle al chico de familia poderosa. 

—¡Habla Alice! —Exigía M.A. enfadado, imaginándose lo que había pasado al ver la cara de la chica.


—¡Contadme lo que ha pasado! ¡Cómo no habléis en diez segundos, juro que os mato a todos! —Vociferó Johnny histérico, acercando su temblorosa mano al gatillo.


 No podía controlar sus emociones. Los nervios producidos por la rabia y el odio que sentía, estaban haciendo que todo su cuerpo temblara compulsivamente.
 Davis lo apuntó también, dispuesto a hacer lo que fuera necesario con tal de salvar su vida. A estas alturas ya le daba todo igual, lo único que debía importarle era cumplir su función como padre.


—¡Parad! —Pidió Inma con preocupación, intentando que se calmaran un poco.


—¿Estáis locos o qué? ¡Parad! —Insistió su prima a gritos, notando como le sudaban las manos.


 Jimmy sacó su pistola para sumarse al pelirrojo en su demanda. Ellos eran los superiores y aquello era algo intolerable. 


—¡Cinco! ¡Cuatro! ¡Tres! —Contaba el soldado rubio con templanza, con el dedo completamente preparado en el gatillo.


 —¡Nos fuimos! ¡Les dejamos allí! ¡No tuvimos el valor de seguirles! ¡Era un completo suicidio! —Confesó Nicole con culpabilidad, interrumpiendo la cuenta atrás del decidido militar.


—¡¡¡HIJOS DE PUTA!!! —Bramó Johnny desquiciado, pegando un par de tiros al aire.

Las torturas contra la pelirroja continuaban. Los ahogados gritos retumbaban en toda la estancia. La chica intentaba no chillar más de la cuenta, seguía encabezonada en no darles ese gusto a sus enemigos. 


 Puma escuchaba en la lejanía todo lo que ocurría. Se movía un poco por el suelo, pero continuaba completamente ido. Intentaba ver lo que pasaba, pero por más que lo intentaba no lo conseguía.


 Eva volvió a vomitar, pero esta vez no lo echó todo del tirón. Sufrió varias arcadas, consiguiendo expulsar la bilis de su garganta poco a poco. Después comenzó a tiritar de nuevo, gracias al gélido suelo donde estaba tirada.


 Will se movía dolorido, pero no era capaz de despertar del todo. Estaba recobrando la consciencia poco a poco, pero aún estaba un poco ido.


—Veo que a vosotros tampoco os quedaba munición. —Murmuró Abaie con curiosidad, mirando los objetos que le habían requisado al grupo.—Aunque bueno, a ti que te gustan las espaditas te gustara este retroceso al que nos vemos obligados. —Continuó el esbelto chico, caminando por la estancia lentamente.—Si tanto te gusta la edad media, esto tendría que gustarte. Estamos jugando a la inquisición europea. —Bromeó el elegante joven, con su extraño humor negro.


—¡Cállate puto judío! —Gritó Will asqueado, mirando con sumo desprecio a su enemigo.


—¡Hombre! ¡Si tenemos otra vez aquí a nuestro amigo el subnormal del nazi! Cuando venga mi colega negrata nos vamos a reír un rato. —Chuleó Abaie con un tono burlón.


—No soy nazi, simplemente no me gustan los sionistas como tú. No me gustan las logias secretas, ni las ratas que viven a costa de engañar a los demás. No me gusta la gente que se aprovecha del sufrimiento ajeno para hacerse de oro. —Replicó el pelinegro escupiendo la sangre que tenía en la boca.

—¡Ahora mismo vais a venir conmigo! ¡Me vais a llevar a donde los dejasteis, y vais a terminar el trabajo que se os encomendó! —Ordenó Johnny desquiciado, agarrando por las ropas a Davis de malas maneras.


 Jimmy sacaba toda la munición que les quedaba, metiéndolas en las mochilas de él y el pelirrojo.


—¡Doc! ¡Te quedas a cargo de este lugar! ¡Como algún loco del coño se ponga tonto le pegas cuatro tiros! —Vociferó el esquelético soldado, tras pegarle un empujón a Davis y Nicole.


—Yo voy también. —Dijo M.A. alterado, siguiendo al pelirrojo de cerca.


—¡Tú te quedas aquí! ¡Van a venir estos conmigo! —Gritó Johnny histérico, señalando a Nicole, Davis, y Alice.


—¡Andando! —Ordenó Jimmy tajantemente, apuntándoles con su pistola mientras Johnny les pegaba porrazos con el cañón de su escopeta.

Ni la mayor de las torturas haría cambiar de parecer a Ley. Ella se negaba a doblegarse, no le importaba si el precio era la muerte. No traicionaría sus principios, y menos en lo que parecía el final de su vida.


—No voy a perder ni un segundo más con vosotros. —Afirmó Abaie colocándose bien su chaqueta, justo antes de salir de aquella estancia.


 Puma tartamudeaba cosas sin sentido, sin saber aún si aquello que veía lejanamente era la realidad o un perturbador sueño.


 Eva tenía intensos escalofríos, sintiéndose completamente agobiada por el calor, instantes después de estar tiritando por el frío que le calaba por los huesos.


 Will comenzó también a ser fustigado, con aquellas dolorosas torturas medievales. Sus quejidos penetraban en la mente de Puma, haciéndole reaccionar brevemente para terminar ido de nuevo a los pocos segundos.

El grupo iba bajo las órdenes de Jimmy, ya que él era el que estaba más sereno. Él estaba dispuesto a no fallar de nuevo, comportándose todo lo correcto que podía.
 Johnny iba desquiciado a toda velocidad, mirando con mala cara a aquellos que consideraba traidores. 


 Nicole y Alice estaban completamente arrepentidas, mientras que Davis pensaba que había hecho lo mejor para su familia. 


 El grupo avanzaba por la colina que había justo antes del llano donde se había producido la batalla contra los mercenarios. Subían unos detrás de otros en fila india, cargándose a cualquier podrido que se les pusiera delante.


 El lugar seguía invadido por mutantes y zombies, dificultándoles el paso considerablemente.


 El pelirrojo se había vuelto tan loco que ya nada le importaba. Iba a hacerse paso por allí si o si. No iba a retroceder ni un milímetro, como si de un duro muro se tratase.


 Jimmy también estaba plenamente convencido de que nada iba a frenarle, demostrándolo con su fiero avance por el terreno. 

—¡Tranquilízate! ¡Todo va a salir bien! —Animó Maya a M.A. 


 La chica le puso la mano en el hombro, intentando que el chico reaccionara. Estaba preocupada porque se había apoderado de él una esquizofrénica mirada que no quitaba ni un momento.


M.A. ni siquiera la había escuchado. No podía parar de pensar en todo lo sucedido, completamente asombrado y molesto. 


—No puedes estar así. —Murmuró la chica suspirando.


 Él continuaba sin escucharla, estaba completamente inmerso en sus tortuosos pensamientos. Necesitaba despertarse y que todo aquello fuera simplemente una horrible pesadilla.


—¡Ey! ¡Reacciona! —Exclamó ella algo asustada por el comportamiento de su compañero.


 Por más que hacía o decía era imposible hacerle reaccionar. La expresión del chico era completamente nueva para Maya, la cual le había visto tocado muchas veces, pero jamás de aquella manera.


 M.A. suspiró enfadado, sin creer aún todo lo que había ocurrido. No le entraba en la cabeza esa situación en la que se veía atrapado angustiosamente. No sabía si sentir ira, tristeza, desilusión, odio, o decepción, así que lo sentía todo a la vez en una explosiva mezcla. Aquel torbellino de emociones y sentimientos iba a dejarle completamente loco, era demasiado destructivo para él.

—¿Qué dices? ¿Te rindes, o aún piensas que eres la elegida? —Se burló uno de los hombres que torturaba a Ley, cogiéndola de la cabeza de forma que le dejó el cuello medio retorcido. 


 La pelirroja los miraba con todo el odio que tenía dentro. Esa extraña expresión que tenía daba incluso miedo, era como un demonio a punto de explotar.


—¿Y tú? ¿Tampoco? —Preguntó otro de los hombres con guasa, cogiendo a Will de los pelos de malas maneras.


 El pelinegro aún con la cara ensangrentada, los miraba con asco y repulsa. Él tampoco estaba dispuesto a doblegarse. Ya podían matarlo allí, porque él jamás daría su brazo a torcer.


 Eva observaba la situación con un gran sentimiento de impotencia. Ella quería hacer algo, pero la verdad es que no había nada que la joven pudiera hacer por sus compañeros. 


—¡No podéis ir contra el poder y ganar la partida! —Exclamó uno de los torturadores, riéndose de los jóvenes sin reparo alguno.


—¡La historia no la cambia gente como vosotros! —Gritó uno de los hombres con desprecio, tras pegarle una buena patada a Will en la cara.


—¡La historia no es para los pobres! —Continuó lleno de ira, golpeando repetidas veces al pelinegro.


—¿Quién te crees que eres? ¡La carne es débil y hará lo que se le diga! ¡Tarde o temprano suplicaréis por vuestra vida! —Gritaba una y otra vez el hombre que torturaba a Ley, arremetiendo contra ella todo su odio.


 En la estancia entró un mercenario con cara de preocupación. Este se puso a cuchichear con varios de los hombres de la estancia, haciendo que algunos salieran a acompañar al mercenario.


—¡Habéis fracasado! —Gritó el torturador del pelinegro, mofándose de los soldados.


—¡Mejor morir luchando que de hambre! —Vociferó Will exhausto, empleando toda la fuerza que le quedaba en su interior.


 La pelirroja recuperaba fuerzas, suspirando profundamente. Le habían dado unos segundos, antes de continuar con la tortura. Su expresión cada vez daba más miedo, y su mirada se había convertido en un intenso fuego que parecía quemarles a todos.


—¿Qué te pasa? ¿Estás enfadada? ¡Qué miedo! ¿Qué vas a hacer? —Se mofó uno de los hombres entre risitas, para terminar escupiendo un gargajo con mocos al lado de ella.


—¡¡¡TENGO UN DESTINO!!! —Bramó la chica llena de odio, empezando de nuevo a revolverse para intentar librarse de su atadura.


—¡Claro! ¡Morir aquí! —Se burló el torturador tras una carcajada.—¡Que profético todo! ¡Ha bajado Dios para posarse encima de tus hombros! ¿Sabes donde acaban todos los locos como tú? ¡En la tumba! ¿Sabes cuantos se levantaron antes que tú? ¡Los matamos a todos! ¡No puedes ir contra el verdadero poder! —Gritó uno de los hombres con sumo desprecio.


—¡Ellos son inmortales! ¡Todos lo somos! ¡Siempre habrá locos como yo dispuestos a plantarle cara al poder! —Dijo a gritos una rabiosa Ley, mostrando una siniestra sonrisa mientras continuaba forcejeando.

Inma estaba con el pequeño Adán, intentando que el chico no pensara mucho en lo que estaba pasando. Era obvio que el muchacho estaba preocupado por su hermana, pero darle vueltas mientras esperaban allí tampoco iba a servir de nada. Lo único que podían hacer era mantener la calma hasta que alguien regresara, contando todo lo ocurrido. Ella esperaba que regresaran todos sanos y salvos, pero tenía miedo de que no fuera así.


 Adán estaba triste y confuso. Se preguntaba repetidas veces por al suerte de Eva. Necesitaba que estuviera bien, él no podría continuar sin ella. Se negaba a aceptar la vida si la chica no volvía. 


—Van a volver, seguro. —Animó la joven, tocando el pelo del muchacho cariñosamente.


—¡No me trates como si fuera un estúpido niño! —Se enfadó el chiquillo, levantándose rápidamente para marcharse del lugar.


 Necesitaba estar solo, necesitaba paz. No quería que le dieran ánimos como a un tonto, cuando realmente nadie podía saber lo que estaba ocurriendo. Estaba harto de que lo trataran como a un crío, sería más pequeño pero no era tan estúpido como para creer semejantes mentiras. No iba a consolarse con cuatro palabrejas dichas sin conocimiento real de la situación.

Jessica lloraba desconsoladamente, sin que nadie le hiciera el más mínimo caso. Había logrado volver a abrazar a Davis, pero otra vez lo habían obligado a ir de vuelta al peligro. Temía por la vida del padre de su bebé, al cual se lo habían llevado de su lado a empujones e insultos. Estaba asustada no sólo porque la misión era peligrosa, sino porque pensaba que Johnny lo mataría si no encontraban a Ley y los demás. Había visto como el pelirrojo había perdido los nervios, y no dudaba en que en el caso de que este no encontrara a su novia, iba a hacer una buena masacre llevándose por delante a todo el que pillara.

El doctor y el científico estaban a cargo del lugar. El ambiente estaba muy tenso por los recientes acontecimientos. Muchos de los soldados miraban mal a los civiles, pensando que jamás debían haber acogido a aquellas personas. Maya tampoco ayudaba a la situación, ya que ella también los miraba de malas maneras, acrecentando el odio de los militares. El médico estaba completamente dispuesto a controlar la situación de la manera que fuera. El había jurado proteger cualquier vida, pero la situación era demasiado delicada. Si tenía que recurrir a matar a alguien para salvaguardar la paz necesaria, no lo dudaría ni un segundo, ya que era mucho lo que allí estaba en juego.

—¡¡¡ARRGGG!!! —Bramó la pelirroja con todas sus fuerzas, rompiendo las ataduras que la tenían prisionera.


 Todos la miraron completamente sorprendidos, viendo como la joven se ponía en pie tambaleándose.


 Will y Eva comenzaron a dar fuertes tirones. Ellos también romperían sus ataduras, les costase lo que les costase. 


 Uno de los hombres empleó una cadena para golpear a la pelirroja. Esta cayó al suelo brutalmente, tras un corto quejido que emitió instintivamente.


 El pelinegro estaba consiguiendo que cedieran sus ataduras, empleando un gran esfuerzo en aquella labor.


 Ley hacía un gran esfuerzo con sus brazos para levantar su dolorido cuerpo del suelo. Susurraba cosas que ninguno podía entender. Se escuchaba como un demonio maldiciendo y escupiendo veneno por la boca. Su mirada fulminaba cualquier cosa que se estuviera en su campo de visión. 


 Algunos de los hombres incluso se asustaron de la determinación que ella estaba mostrando. Estaba herida y seguía levantándose una y otra vez. Los golpes continuaban pero ella se negaba a rendirse.


 Puma lo veía todo como un lejano sueño. Intentaba levantarse, pero únicamente conseguía moverse escasos centímetros. Seguía ido. Le dolía la cabeza como si le estuvieran clavando cuchillas en el cerebro. Apretaba los puños con fuerza, mientras tartamudeaba sin que nadie le entendiera ni una palabra.


—¡Aguanta joder! —Gritó Will pegando el último tirón, librándose por fin de sus cuerdas.


 La distracción ocasionada fue aprovechada por Ley, la cual echó a correr hacia uno de los hombres para pegarle un brutal cabezazo. El torturador se tambaleó, retrocediendo varios entrecortados pasos. La chica lo embistió con todas sus fuerzas, tirándolo de espaldas al suelo.


 Will corrió a toda velocidad para coger a otro de los hombres del cuello, asfixiando cruelmente a su víctima.


 Eva se encontraba fatal, pero ella también logró soltarse. La chica echó a correr como sus dos compañeros, golpeando a otro de los despiadados torturadores.
 Ley consiguió llegar hasta sus espadas, empleándolas completamente exhausta contra sus enemigos. No tuvo compasión con ninguno de ellos, asesinándolos llena de ira con esa perturbadora expresión que había adoptado.



Jimmy corría desesperado en primer lugar, adentrándose en el complejo enemigo. Escuchaba gritos lejanos que retumbaban por todo el pasillo. Él avanzaba en la dirección del ruido, aniquilando con su estoque cualquier mercenario que se le cruzara en el camino.


 Johnny disparaba como un loco a todos los que encontraba. Recargaba su escopeta rápidamente, mientras Nicole le cubría eficientemente con el revólver. Alice estaba completamente convencida de ayudar, era una locura pero iba a hacerlo por M.A.


 Los tres estaban dispuestos a compensar su error, esta vez no iban a fallar. Estaban consiguiendo avanzar como demonios por el lugar, guiados por un despiadado Johnny que pretendía hacer cualquier cosa para destruir el lugar.


—¡Tenemos que conseguir abrir esta puerta! —Exclamó Davis alterado.


 El pelirrojo le pegó un empujón para que se quitara de en medio. Comenzó a embestir la puerta una vez detrás de otra, empleando todas sus fuerzas en la labor. Jimmy se unió a su compañero, coordinándose para empujar con fuerza. Él también iba a hacer lo que fuera necesario para llegar a sus compañeros.

 Nicole, Alice, y Davis cubrían a los dos militares, impidiendo que nadie se les acercara. Sabían que en esa misión estaban empleando la última munición que les quedaba, pero ambos militares les habían ordenado escupir fuego hasta que consiguieran dar por finalizada aquella misión.

—¡Tenemos que salir de aquí! —Exclamó Will alterado, recogiendo sus cosas.
 Eva intentaba espabilar a Puma y al soldado, pero ambos estaban completamente idos. Era necesario ayudarles para sacarlos de allí.


—Cogedlos vosotros. —Dijo la pelirroja, mirando a Will y Eva, mientras tambaleaba por la habitación.


—Tú no puedes andar sola. —Contestó el pelinegro con preocupación, viendo el lamentable aspecto de su compañera.


 Eva cogió a Puma haciendo un tremendo esfuerzo. Echó encima de ella uno de los brazos del joven, mientras le agarraba por la cintura para arrastrar de él.
 Ley se apoyó en la mesa con una dolorosa expresión en su rostro, cogiendo fuerzas para lo que le esperaba. Le hizo un gesto al pelinegro, ordenándole que se encargara del otro soldado.


 Will lo levantó como pudo, cumpliendo las órdenes de la chica a rajatabla. Tiraba de su compañero, mientras miraba como su compañera no podía más.


—¡¡¡UFF!!! —Resopló con intensidad la pelirroja, poniéndose en pie y caminando pesadamente, haciendo un sobreesfuerzo casi inhumano.


 La rabia y la autodeterminación eran lo que en ese momento le estaban entregando fuerzas para caminar cada uno de los pasos que conseguía dar. Comenzaba a delirar por la pérdida de sangre, viendo cosas que no estaban en aquel lugar.


—¡Cógete tú también! —Pidió Will dolorido, ofreciéndole su hombro para apoyarse.


 Sabía que sería un tremendo esfuerzo tirar de ambos en tal malas condiciones, pero quería sacrificarse. Él cargaría con todo el peso si era necesario, estaba completamente comprometido con la causa.


 Ley se negó al instante. Ella estaba decidida a hacer el camino por su propio pie. Le costaba horrores continuar, pero ella tenía que aguantar hasta el momento final.  Veía como la divina providencia le iluminaba el camino. Su sacrificio era necesario.


—¡No vamos a salir! ¡Vamos a por lo que hemos venido a buscar! —Ordenó la pelirroja entre delirios.


—¡Eva márchate! —Pidió Will con sinceridad, procurando que al menos ella y Puma lograran salvarse.


—¡Voy con vosotros! —Contestó completamente decidida Eva, aguantando sus arcadas producidas por el intenso mareo que tenía.

Los dos soldados consiguieron echar la puerta abajo después de tanto esfuerzo. Tenían los hombros completamente doloridos pero había merecido la pena. Ambos comenzaron a correr los primeros, seguidos por todos los demás a escasos metros.


—¡Ley! —Gritó como un loco el pelirrojo, al doblar la esquina y ver como la chica se desplomaba en el suelo delante de sus ojos.


 Johnny echó a correr para cogerla rápidamente y observar sus heridas. Tenía que sacarla de allí en aquel instante.


—¡Jimmy ven conmigo! ¡Tenemos que terminar la misión! —Ordenó Will dolorido.


 El rubio asintió al instante, apretando con fuerza su estoque. 


 Davis ayudó a coger al soldado que llevaba Will, liberando al herido de su pesada carga. 


 Eva insistió en ir pero el pelinegro no se lo permitió.


—¡Llevaros a Ley y a los heridos! ¡Johnny nos veremos en casa! —Gritó Jimmy con solemnidad a modo de despedida, intentando que se marcharan lo antes posible.
 El pelirrojo se echó a su chica al hombro, dispuesto a sacarla de allí para salvarle la vida.


 Nicole, Davis, y Alice, le miraron con culpabilidad, antes de entrecruzar desconsoladas miradas. Su única forma de compensar aquello era ayudar a que el joven sacara a su novia del complejo enemigo.


 Davis pensaba que él había actuado así pensando en los suyos, pero no había pensando que había otros que también tenían a seres amados que no querían perder. Se ponía en el lugar del pelirrojo, imaginando como estaría él si aquello le hubiera pasado a Jessica en vez de a Ley. A él le daría algo, y eso era lo que veía en el rostro del angustiado joven.


 Eva se paró a vomitar. Ya no podía aguantar más sus arcadas y sus nauseas. No se encontraba nada bien.


 Alice ayudó a la joven, tirando de Puma en lugar de ella. La chica no podía tirar ni de ella misma como para tirar encima de su compañero. La rubia estaba dispuesta a ayudar todo lo posible, después de darse cuenta lo que había costado su error.
 Nicole disparaba llena de rabia. Cada lágrima que veía salir de los ojos de Johnny era como cuchillos en su corazón. Esta vez no podía fallar, nunca más lo haría. Su trabajo era ayudar a los demás, y eso era justo lo que iba a hacer.
 
—Otra vez juntos. —Dijo dolorido Will, limpiando con su mano la sangre de su rostro.


—¡Aguanta cabrón! —Pidió el rubio entrando en una especie de almacén.


 Jimmy se puso a rebuscar en la parte del fondo de la habitación, mientras que su compañero lo hacía en la parte más próxima a la puerta.


—¡Esto le va a encantar a Ley! —Exclamó entusiasmado el pelinegro, agitando unos papeles arrugados.


—¿Crees que saldremos de esta? —Preguntó entristecido Jimmy, sacando de detrás de un armario una caja metálica con ruedas llena de maletines. 


—Tú no la has visto… —Murmuró Will ausente.

Cuando el grupo llegó al bunker fueron recibidos inmediatamente por el médico. Metieron a los heridos en la enfermería y echaron a todo el mundo de allí. El único al que le permitieron quedarse era a Johnny. El doctor solicitó la ayuda de Inma y Maya para que hicieran de enfermeras.


 M.A. y Adán andaban completamente histéricos, dando vueltas de arriba abajo. Jessica y Davis estaban abrazados con fuerza, a la espera de los resultados. Alice estaba sentada en el suelo junto a Nicole, atormentadas por la culpabilidad que las carcomía.


 A la llegada de Jimmy y Will, todos seguían juntos en la estancia principal de bunker. Estos dos se sentaron con los demás esperando a que alguien saliera de la enfermería para dar nuevas noticias.


 Eva salió de la enfermería atontada. Vio como todos se habían quedado dormidos esperando. Se sentó al lado de Adán y le dio un beso en la frente.


 —Eva… —Murmuró el muchacho medio adormilado, abriendo los ojos con lentitud.


—¿Cómo están los demás? —Preguntó Jimmy alterado, al despertarse y ver a la joven allí.


—Sobrevivirán. —Susurró la joven con seriedad.


 La chica le aconsejó a un atontado Will que entrara para que el doctor le echara un vistazo. Este aceptó a regañadientes, antes de dirigirse a la enfermería tambaleándose.


 Inma y Maya salieron de la enfermería cansadas. Bebieron agua y se sentaron con sus demás compañeros.


—Os debería de llevar a casa ya. —Dijo el rubio entre bostezos, levantándose del sucio suelo.


 Todo el grupo aceptó la idea, menos un perseverante M.A. que no pensaba moverse de allí hasta que su hermana estuviera bien.

Aquella noche fue anímicamente difícil en ambos refugios. En el de los civiles todos y cada uno de ellos estaban inmersos en sus sentimientos. Se encontraban única y exclusivamente concentrados en sus problemas.


 Eva había salido a dar una vuelta a solas. No se encontraba demasiado bien allí encerrada, y había pensado que el pasear quizás le sentase bien. Caminaba lentamente pero sin pausa por aquel desolado lugar. Le preocupaba tanto dejar solo algún día a Adán, que pensaba que tenía que construirle un futuro lo antes posible. En aquel mundo nunca se sabía lo que podía ocurrir, y prefería dejar los cabos atados rápidamente por lo que pudiera pasar.


 Maya también había salido a dar un paseo. Necesitaba despejarse y poder pensar un rato, acompañada de su soledad y del silencio que le proporcionaba el exterior. Se sentía extremadamente cansada de cuerpo y alma. No podía olvidar nada de lo que había sucedido. Las imágenes pasaban por su cabeza una y otra vez. Cerraba los ojos y veía a todos esos seres queridos que ya no estaban allí. La lista cada vez se hacía más larga, y el dolor cada día era más insoportable. 


 En el interior todos estaban en silencio menos Davis, Inma y Adán, que charlaban sobre la mejor forma de administrar la comida. Allí dentro nadie estaba precisamente contento. Todos sabían que en ese mundo jamás podrían aliviar sus almas y sus corazones. Era un mundo demasiado cruel que no les dejaba curar sus heridas internas.


 Jessica se hacía la dormida para poder reflexionar tranquila sobre su incierto futuro. Se preguntaba sin parar que sería de ella y de su bebé, en un mundo donde había pocas esperanzas de éxito y muchas probabilidades de un estrepitoso fracaso.


 Alice echaba de menos a M.A, quería que él siempre estuviera cerca de ella. Sólo era una noche, pero se le estaba haciendo muy lenta sin su presencia. Su vida era tan complicada y había cambiado tanto, que estaba demasiado confusa para pensar en el mañana. Se sentía tan diferente a la persona que había sido cuando todo empezó, que ya no sabía ni quien era ahora. M.A era otro de sus complicados asuntos existenciales. Todo parecía ser tan difícil que no sabía a que atenerse realmente.

Los días pasaron con lentitud para todos. Los heridos se recuperaban lentamente, mientras que el resto seguía con sus labores. Jimmy iba todos los días a entrenar a los supervivientes que habían acogido para formar un ejército. Davis entrenaba a Maya y los demás. Johnny y M.A. se pasaron todo el tiempo al lado de la cama de Ley. Inma seguía de chica para todo, convirtiéndose prácticamente en una recadera. Adán escribió todos y cada uno de los días, mejorando considerablemente su estilo de escritura.


 Cuando Ley pudo levantarse de la cama de la enfermería, Will habló con ella contándole lo que había encontrado dentro del complejo enemigo. Le dijo que tenía el lugar donde estaba la clave para entrar en los refugios presidenciales. Esta noticia animó a la chica, la cual quería recuperarse lo antes posible para emprender el final de su camino. Ya estaba todo prácticamente hecho, únicamente tenían que sacrificarse un poco más y todo abría terminado. Era menester para ambos planificar cada detalle del plan.


 Ley se ayudaba de un fusil del siglo dieciocho, usándolo de muleta provisional. Salía todos los días a entrenarles a todos, pretendiendo que consiguieran la mejor técnica para la decisiva batalla que ella estaba planificando en su mente. Nombró a Will inquisidor general, obligándole a deshacerse de todo aquel que fuera impuro para su misión de futuro. Iban a construir un gran porvenir para las generaciones posteriores.

 El esperado día llegó. La pelirroja ya estaba recuperara y lista para emprender su nueva misión. En esta ocasión únicamente irían los cuatro de siempre, Johnny, Ley, Will, y Jimmy. Lo harían como en los viejos tiempos. 


 Los cuatro emprendieron la marcha en el Jeep a toda velocidad, con sus mentes completamente preparadas. Volvían a ser una piña inseparable, dispuesta a dar la vida hasta el último momento.


 Les quedaban únicamente un puñado de balas que llevaban Will y Johnny, mientras que Ley y Jimmy estaban obligados a luchar a espada. En esta ocasión ambos iban con escudos medievales a modo de protección.


 Esta misión era únicamente de infiltración, pero estaban preparados por si la cosa se torcía y los descubrían.


 Ley y Jimmy cortaron las cabezas de los guardias que custodiaban el lugar. Observaron sus cadáveres y vieron que estos también llevaban cartuchos vacíos. Posiblemente creían que así podrían intimidar a la gente, haciéndoles pensar que les iban a disparar.


 Los cuatros se metieron dentro de un pequeño complejo que a simple vista parecía vacío. 


—¡No te muevas hijo de puta! —Ordenó Johnny siniestramente, con el cañón de su escopeta en la espalda de un hombre.


 El tipo levantó los brazos asustado, antes de que el pelirrojo le obligara a conducirles a donde querían ir.

Puma se dio cuenta de que en el bunker había más movimiento del usual. Observó como los soldados movían un montón de cajas en la entrada principal. Otros estaban preparando los antiguos cañones que habían sacado del museo. También observó que el científico le estaba enseñando hacer pólvora a Inma y a Adán.


—¿Qué pasa aquí? —Preguntó Puma confundido.


—Parece que preparan una gran batalla. —Confirmó Eva en voz baja, acercándose al joven.

Los cuatro habían masacrado a todo el personal del lugar. Su misión había sido un completo éxito. Tenían los códigos de entrada del refugio presidencial de Canadá. Aparte tenían bastante información sobre el lugar, y sobre el estado del enemigo. Era un alivio saber que el enemigo tampoco tenía munición, y que igual que ellos habían tenido que recurrir a otras maneras de luchar. Antes de salir de aquel complejo le prendieron fuego y lo dejaron abierto para que se llenara de monstruos.


 Después fueron a echar un pequeño y secreto vistazo al próximo campo de batalla. Observaron bien toda la zona, para luego poder volver con una majestuosa estrategia.

Todos aprovecharon la última noche, sabiendo que al día siguiente vendría la gran batalla que decidiría su futuro. Cada uno empleó bien el tiempo que sabía que tenían. Quizás no pasaran del día siguiente, pero al menos esa madrugada era para ellos.


 Ley pasó la noche a solas con Johnny, disfrutando de su intimidad al máximo. Ambos se querían e iban a aprovechar cada minuto que les quedara con vida.
 M.A. y Alice hicieron las paces por fin. Ninguno quería que todo se acabara estando enfadados.


 Davis y Jessica se abrazaban con fuerza, deseando no separarse nunca. Él le había prometido que volvería con vida para cuidarla.


 Maya e Inma querían pasar el tiempo en familia, al igual que Eva y Adán. Lo más importante para ellos era eso.


 Nicole pasó toda la noche concienciándose para lo que la esperaba al siguiente día. Quería emplearse en la labor con cuerpo y alma.


 Puma pasó toda la noche pensando en su querida Flor, sabía que ella estaba en el cielo orgullosa de él. Él también estaba contento sabiendo que por fin había encontrado su camino. Estaba plenamente involucrado en todo aquello. Había hecho esa lucha suya, apostándolo todo por su heroica misión.


 Jimmy y Will aprovecharon para recuperar el tiempo perdido. Todo ese mal rollo que habían tenido ya era cosa del pasado. 

 Se despertaron pronto, dispuestos a darlo todo aquel día. Se reunieron en el bunker de los soldados. También fueron traídos los supervivientes rescatados. Ley los mandó formar en tropa, como única general de aquellos ejércitos. Explicó la estrategia planeada, basándose en antiguas batallas de la historia. Enseñó a todos a recargar los antiguos fusiles europeos con los cartuchos de pólvora que se habían preparado el día anterior. Todo estaba tan delicadamente preparado, que el plan era magníficamente perfecto. 


 Cada uno de los presentes tenía claro lo que había que hacer, al igual que tenían claro como era el paso que debían llevar aquellos ejércitos. A todos se les entregó un fusil europeo, una gran arma blanca y una daga.


 Salieron grandes grupos a colocar los cañones y la artillería cerca del campo de batalla. A los demás se les ordenó comenzar a marchar en tropa hacia el frente, liderados por Puma. Absolutamente todos irían allí menos el científico y un par de soldados que se quedarían guardando el lugar. Ley y Johnny se llevaron a Adán y a Jessica a una torreta abandonada cerca del campo de batalla, ya que habían pedido casi de rodillas ver la gran batalla en vez de esperar sentados en el bunker. Se les dejó en sitio seguro, desde donde poder observar todo lo que iba a ocurrir. M.A. sería el encargado de quedarse con ellos para protegerlos en caso de que se torcieran las cosas. 
 
Los pelirrojos volvieron al bunker para despedirse antes de la batalla, pero cuando llegaron todo estaba invadido. Le habían prendido fuego al lugar y habían atraído a los podridos con la radio de un coche. Todo estaba destruido por completo. Encontraron al científico agonizando subido en las ramas de un árbol.


—¿Qué ha pasado? —Preguntó Johnny desconcertado, mientras su amante se encargaba de los podridos que intentaban agarrar al herido científico.


—Abaie, pero nosotros no le dijimos nada. —Murmuró el moribundo hombre.

Jimmy y Will se reunieron con las tropas en un lugar acordado previamente. El ejército estaba acuartelado esperando la llegada de Ley y Johnny.


—¡No la toques ni un pelo! —Ordenó Jimmy de malas maneras, poniéndole el estoque en el cuello a uno de los supervivientes que estaba acosando a Inma.


 El hombre no la había tocado pero estaba siendo muy pesado con ella. La chica estaba agobiada intentando librarse de él, hasta que llegó el rubio como un noble caballero.


 Will fue a investigar que ocurría, era intolerable que hubiera una disputa antes de la gran batalla. Vio como Jimmy sacaba a patadas a un tipo, mientras le gritaba como un loco.


—¿Pasa algo? —Preguntó el pelinegro con suma seriedad, mirando a los presentes para que alguno hablara.


—¡Este asqueroso tío! ¡No dejaba en paz a la chica! ¡Le he tenido que enseñar como se hacen las cosas aquí! —Contestó a gritos Jimmy, escupiéndole en la cara al superviviente.


—Ley me nombró inquisidor general. Esto es un comportamiento intolerable, está penado con la muerte. ¿Quieres ser el verdugo? —Se pronunció Will inflexible.
 Jimmy ni siquiera contestó, él directamente le cortó la cabeza sin pensarlo ni un segundo. 


 Inma no era partidaria de arreglar las cosas con violencia, pero aquel tipo le había dado mucho miedo. Agradeció la protección de los soldados, en especial la protección del rubio.


—Gracias. —Susurró la chica avergonzada, poniéndose colorada como un tomate.


—¿Quieres que vayamos a ese cobertizo a comer algo? Todavía tardaran un poco estos dos. Es bueno ir con el estomago lleno a la guerra, así en caso de morir uno muere a gusto, por eso los romanos se daban esos atracones de comida. —Propuso Jimmy con simpatía, ofreciéndole el brazo para que ella se agarrara en caso de aceptar.


 La chica cogió su brazo, y juntos anduvieron hasta el cobertizo. Una vez dentro ambos prepararon un improvisado asiento y mesa para comer.


—Estoy harta de tener que llevar una máscara de gas. —Contó ella resoplando, quitándose la molesta máscara.


—Oye, siento lo del otro día. —Susurró Inma mirándole con vergüenza.


 Él se quedó embobado mirándola, completamente enamorado de ella. Se había dado cuenta de que la joven era la chica de sus sueños.


—No sé si voy a salir con vida de esto, pero me gustaría estar contigo si así fuera. Quizás te suene extraño esto que te digo, pero soy un soldado. No sabemos cuando será nuestro último día y sentimos la vida mucho más intensamente. Disculpa si soy muy brusco, pero no sé decir las cosas de otra manera. Me gustas mucho. —Confesó Jimmy con seguridad, mostrando todo lo que sentía dentro.


 Inma se quedó impactada con aquella declaración. Quizás no era la más romántica, pero si la más sincera que había escuchado en su vida. 


 Un nervioso Jimmy tragó saliva, y se acercó a la joven cuidadosamente. Le acarició la cara y al ver que a esta no le disgustaba aquello, la besó románticamente unos minutos. Aquel beso había sido el más especial de toda su vida, nunca había sentido lo que sintió con aquella chica. Después de besarla la abrazó con fuerza pero delicadamente. Le parecía casi una muñequita de porcelana, y le daba miedo ser bruto con ella, ya que parecía que se iba a romper en cualquier momento. 


—Quiero que te vayas, no quiero que estés en el frente. Sé que hoy podemos morir todos, y yo quiero que estés bien, que no te pase nada. Ven conmigo, te llevaré con Adán y Jessica. En la batalla no podré protegerte. Sólo me quedaré tranquilo si se que estás a salvo. —Dijo con dulzura Jimmy, acariciando con delicadeza el rostro de la que a él le parecía la chica más bella del mundo.

Johnny y Ley iban de camino para aparcar el Jeep en una zona cerca de lo que sería el futuro campo de batalla. La idea era que una vez lo soltaran fueran a pie hasta el lugar de las tropas. Aún quedaban algunas horas para el inicio del combate.


—Podríamos aprovechar que aquí cerca hay una biblioteca. Las tropas estarán ahora comiendo, no nos necesitan aún. —Propuso el pelirrojo pensativo, mientras conducía a toda velocidad.


—Deberíamos estar con las tropas. —Contestó ella con seriedad.


—Nena, las tropas están almorzando. La batalla no comenzara hasta dentro de unas horas, tenemos tiempo de estar aquí un rato y luego reunirnos con el ejército. No sabemos si vamos a sobrevivir después de esto. Ya no tenemos casa a la que volver. Si esto no sale a la perfección, no sé que va a ser de nosotros. Te quiero y quiero tenerte hasta el último momento. —Insistió el chico con argumentos de peso.


 Ella asintió al instante, convencida de que su amante tenía razón. Esa podía ser su última vez juntos y tenían que aprovecharla. No quería retrasarse mucho, pero sabía que por media hora que tardaran no iba a pasar nada.


 Johnny dio un volantazo cambiando su rumbo. En pocos minutos llegaron a la desierta biblioteca, donde aparcaron rápidamente.


 El lugar por dentro estaba desordenado, pero estaba vacío y limpio que era lo importante. Se sentaron en una de las mesas, mirándose a los ojos con amor.


—Eres lo mejor que me ha pasado. —Confesó Johnny tímidamente, abrazando a la chica con intensidad.


 La pelirroja le besó instintivamente, deseando que el tiempo se detuviera para siempre. Él era el hombre de su vida, había estado desde el principio ahí con ella, y ahora estaba justo al final del camino sin separarse aún. Se arrepentía de no haberle hecho el caso que merecía mucho antes, porque realmente sentía que él merecía eso y mucho más. Le daba igual que el chico algunas veces no hubiera sido todo lo correcto que debía frente a la vida, pero a ella jamás le había fallado.
 El esquelético chico la tumbó apasionadamente en la mesa con sus delgados brazos, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo. Ella era suya y no quería perderla jamás. Era el gran tesoro que él custodiaba, su reina, su diosa.


—¿Y si no usamos eso? Si todo sale bien podríamos replantearnos nuestro futuro. Mira a esos dos chavales, van a tener un hijo. Si no morimos hoy yo quiero tener uno contigo. Quiero que estemos juntos para siempre y que formemos una familia. Eres mi vida, te amo. —Se sinceró el chico con su corazón a mil, cuando su amada sacó un condón del bolsillo.


Will se había dado cuenta de que su compañero había sacado a Inma de allí, pero no se lo recriminaba, lo entendía perfectamente. Mientras pensaba en aquello, hacía revista de las tropas. Muchos estaban comiendo en el viejo cobertizo, pero otros parecían no tener nada de hambre y seguían fuera a la espera.


—¿No coméis? —Preguntó el pelinegro dirigiéndose a Puma y Eva.


—Bueno, si te quedas al mando creo que yo si iré. —Comentó Puma hambriento.


—¿No vas con él? Puedes ir si quieres, no hay problema. —Dijo extrañado el joven al ver que ella seguía allí mientras su compañero se había marchado.


—No tengo hambre. —Contestó ella algo desganada.


—Deberías comer algo. Las guerras no se ganan con el estomago vacío. —Se preocupó Will, mirando a su compañera con seriedad.


—¿Cuidarás de Adán? —Preguntó temerosa Eva, pensando en el futuro del muchacho si ella no lograba sobrevivir.


—No te va a pasar nada, te lo prometo. Iréis atrás para que no estéis tan expuestos. Si el batallón se rompe, te juro que iré a buscarte. Adán no se va a quedar solo. —Prometió el soldado con plena confianza en sus palabras, mirando fijamente a los ojos de su amiga.


 Puma volvió rápidamente con sus amigos, para esperar que fuera la hora junto a ellos.


—¿Dos horas para que salgamos no? —Preguntó confuso el chico, dirigiéndose a Will amistosamente.  


 El chico asintió instantáneamente, dándole una palmadita a su amigo para que esperara sentado. 


—Al final estoy emocionado y todo de luchar con toda esta chatarra. —Bromeó Will entre risitas.


—¿Chatarra? Macho con esto se han librado batallas gordas. —Dijo Puma a carcajadas, sentándose al lado de Eva.


—Ya, por eso estoy emocionado, pero realmente es chatarra. Si tú vieras con lo que iba yo a la guerra en Oriente Medio… —Chuleó el militar con una sonrisa juguetona.


—Bueno, esto tiene más encanto. —Añadió Eva con guasa, regalándoles una sonrisa a sus compañeros.

Johnny y Ley se vestían tranquilamente, diciéndose cosas cariñosas entre besos. Ambos habían tomado la decisión de sus vidas, si todo salía bien quizás llegaran a formar una familia. 


—¡Te quiero nena! —Exclamó él con entusiasmo, levantando a su mujer de un cariñoso abrazo.



Ambos recogieron sus cosas dispuestos a ir a cumplir con su deber. Una vez aparcaron el coche fueron a hacerle una visita a M.A. para dejarle las llaves, y así de paso contarle la nueva noticia. El chico le dio un abrazo a su hermana con una mezcla de sentimientos. Por una parte estaba alegre por la nueva noticia, pero por otra estaba asustado porque no sabía si aquella iba a ser la última vez que abrazara a su querida hermana.


 Jimmy entró en aquel momento con Inma, asombrando a Johnny con aquello. Ley sabía de que iba el asunto y no pensaba decirle ni una palabra.


—Es mejor que ella se quede aquí. —Afirmó el rubio seriamente, completamente convencido de dejar a la chica protegida y en un sitio seguro.

Davis pensaba en Jessica, dándole vueltas a un anillo que la chica le había regalado antes de marcharse. Recordaba una y otra vez su interminable despedida. Ella no había querido soltarle y casi se la habían tenido que llevar a rastras del lugar. Aquello se le había quedado marcado en el corazón. Él estaba dispuesto a hacer absolutamente cualquier cosa para volver junto a ella.


—Te prometo que vas a volver con ella. —Aseguró Nicole convencida de que estaba dispuesta a dar la vida por su compañero.


 Al lado de ellos estaban Maya y Alice en completo silencio. Cada una estaba pensando en sus problemas personales, casi sin prestarle atención a su alrededor.

Las tropas se cuadraron perfectamente a la llegada de los tres militares. Las tropas estaban completamente rígidas a la espera de las palabras de su superior.


—Nuestros enemigos han destruido nuestra casa, pero no podrán destruir jamás nuestro espíritu. Les vamos a enseñar que con el pueblo no se juega, les vamos a enseñar que el pueblo es el soberano, el rey y señor de estas tierras. El camino está ahí, sólo tenemos que andarlo. Nuestros compañeros en Europa ya lo han conseguido. Tenemos noticias fiables de que no sólo los rusos consiguieron levantarse. En la última misión descubrimos que el pueblo vive. En Portugal, España, Alemania, e Italia, han conseguido sobrevivir. Han destruido a los que ostentaban el poder y ahora son libres. Ellos pueden empezar de nuevo, pueden construir el futuro. ¡Nosotros no somos diferentes! ¡Llevamos luchando desde antes del fin del mundo y aquí seguimos! ¡Romperemos las cadenas! —Arengó la pelirroja con fuerza y seguridad, dándole espíritu de lucha a las tropas.


—¡Hoy es un día que será recordado en la historia! ¡El día en que los supervivientes del pueblo se levantaron contra del poder! ¡Hoy renacerá una nueva y prospera Canadá! ¡Atacaremos! ¡Iluminaremos el camino de los que vendrán después! ¡Nuestro sacrificio creará un nuevo futuro! —Gritó Ley a modo de discurso, elevando el tono con suma elegancia.


 Sus tropas quedaron animadas con aquella charla de su líder. Sin duda la chica era una experta en sacar de los soldados su mayor espíritu de guerra. Sabía que cualquier cosa podría decidir la suerte de la batalla, así que había que ir bien preparados. Ir al frente con unas tropas llenas de fuerza interior era una de las cosas más importantes, pues una tropa motivada era capaz de penetrar en las filas enemigas por más numerosas que estas fueran.


—Ave imperator, morituri te salutant. —Pronunció Jimmy en latín como si la pelirroja fuera una emperadora romana, arrodillándose ante ella con la punta del estoque apoyado en el suelo como un caballero medieval.


 Will y Johnny repitieron al unísono junto con el resto de los auténticos soldados.


—Et lux in tenebris lucet. —Contestó Ley alzando su tizona al cielo.


—Y la luz brilla en las tinieblas. —Susurró el rubio sin casi escuchársele, levantándose para ponerse completamente erguido.



—Sé que no te va a atrapar el canto de las sirenas, pero no las escuches son demoníacas. Este es el final del camino, no prestes atención al murmullo del fondo. Sé que casi puedes verlo, tarde o temprano lo harás. No ignores la luz, síguela cuando la veas. Recuerda todo lo que te he enseñado, preserva el legado, no dejes que caiga en el olvido.  Me hubiera gustado prepararte mejor para el futuro, pero sé que podrás hacerlo. Tú, mi discípulo, serás el sucesor, el guardián de esta orden cuando mi luz se apague. Quizás ahora no lo entiendas, pero lo entenderás. —Le susurró Ley a Puma completamente ausente, con esa extraña expresión de estar viendo algo que nadie más podía ver.


 Él guardó cada una de las palabras en su memoria, dándole vueltas una y otra vez. Algunas de las cosas las había oído antes, pero aún seguía sin comprender todo lo que ella quería decirle. Sabía que intentaba prepararlo para algo, y que pretendía dejarle a él un extraño legado. 

La hora de emprender la marcha había llegado. Las tropas se alinearon perfectamente en un armonioso orden militar. En primer lugar iba la tropa de los soldados, en segundo la de los supervivientes, y en tercer lugar la tropa donde estaba Davis y los demás. El doctor iba tras la última tropa, siendo el último hombre de aquel extraño ejército. 


—¡Hoy nuestros camaradas caídos nos acompañan! ¡Honremos su muerte dando a fin a esta gran empresa! ¡Venid a hacer historia! ¡Honrados y nobles guerreros, seguidme a la batalla! —Gritó con todas sus fuerzas Ley, mirándoles a todos con esa fulminante mirada, mientras levantaba su espada toledana hacia el cielo en signo de clamor militar.


 El batallón avanzaba a paso de los legionarios españoles, en honor al valiente Santiago. Parecían un antiguo ejército a excepción de las máscaras de gas. Iban decididos a darlo todo después de aquellas gloriosas palabras. Las tropas caminaban firmes como el acero, continuando el trayecto perfectamente cuadrados en sus puestos. Llevaban los fusiles europeos colgados a la espalda, y las dagas enganchadas en sus cinturones para tenerlas más a mano. Casi todos llevaban espadas, pero también había una fila con lanzas y otra con arcos. Los únicos que llevaban armas más diversas eran los del grupo de Maya. Absolutamente todos los que formaban aquel batallón llevaban consigo antiguos pero extraordinarios escudos.


 Ley iba en cabeza con paso firme, liderando el ejército como la chica pensaba que un buen líder debía de hacer. Ella no era de las que fueran a quedarse atrás, ella iba a ir en primera línea de vanguardia. Veía el camino más claro que nunca, podía ver el final del trayecto muy próximo a ella. Sabía lo que aquella batalla significaba. Era el momento que había esperado toda su vida.


 Justo detrás de la pelirroja en primera línea avanzaban Will, Johnny, Jimmy, y Puma. Ellos igual que su superior iban con la cabeza bien alta, completamente erguidos como soldados ejemplares. 


—¡El tercio debe avanzar junto! ¡Carga contra los podridos! —Ordenó Ley a gritos, haciendo un gesto con su brazo para que la siguieran en la carga.


 La estrategia funcionó con plena eficacia, eliminando a todos los putrefactos seres con brutalidad como una única fuerza. Justo después de la acción todos volvieron a su alineamiento en cuestión de segundos.


 Una vez llegaron al campo de batalla, colocaron los cañones en su correcta posición. Dejando de encargados de aquellas armas a Nicole y los demás. Uno de los soldados de la tropa de Will se quedó con ellos. Este soldado tenía la función de coordinar aquel ataque, escupiendo toda la metralla que fuera posible.
 El lugar estaba fuertemente custodiado por el enemigo, los cuales también iban armados con armas antiguas. En toda regla aquello era una batalla a la vieja usanza. 


 El ejército cargó sin miedo contra el adversario, mientras eran ayudados por la artillería de los cañones. Las víctimas fueron sorprendidas con aquel devastador ataque. Tras la primera masacre, la tropa retrocedió con las órdenes de Ley para reagruparse según la estrategia planeada con anterioridad.

Adán observaba la batalla desde su escondite. Los demás también lo estaban viendo, pero el muchacho no se perdía ni un detalle. Él tenía fe en que todo saldría bien, y aún más viendo las brillantes estrategias del ejército que lideraba la pelirroja. El chiquillo no era un experto en batallas, pero nada más con lo que estaba viendo sabía que Ley sabía como coordinar unas tropas a la perfección.
 M.A. estaba orgulloso de su hermana. Era la primera vez que tenía ocasión de verla en el frente, y aquello que estaba viendo le estaba maravillando. Ahora era cuando entendía todos aquellos años de escuelas militares y entrenamientos. Él sabía de sus grandes logros en la guerra, pero nunca había tenido la ocasión de apreciarlo verdaderamente.


 Jessica estaba algo más tranquila sabiendo que Davis y los demás estaban en la retaguardia con los cañones. No es que fuera del todo seguro pero era mucho más seguro que estar en primera línea de fuego.


 Inma miraba impresionada a Jimmy y su impecable comportamiento como militar. A decir la verdad estaba alobada observándolo todo. Era la primera vez que veía a unos líderes y generales arriesgando tanto sus vidas. Pensaba que si hubiera habido más gente como ellos, probablemente el mundo jamás hubiera acabado así.

Tras horas de incesante batalla, resistiendo las hordas de podridos y las fuerzas enemigas. Se dio a conocer uno de los líderes del adversario. Salió al exterior Abaie y tres hombres más que parecían ser muy importantes.


—¡No os rendís! ¡Pues tampoco vais a ganar! ¡Los demás se han suicidado en el interior! ¡No tenemos nada que perder! ¡Aunque ganéis no hay esperanza para vosotros! ¿Me escucháis asquerosos gusanos? ¡Si pulso este botón no podréis vivir aquí! ¡Los invernaderos interiores arderán! ¡Una vez lo pulse sólo puedo desactivarlo yo con los códigos! ¡Si me matáis no podréis introducir los dígitos en la computadora central! ¡El complejo se cerrará hasta que se regenere el sistema de autosuficiencia! ¡Marchaos de aquí! —Gritó el esbelto chico, mostrando una especie de mando a distancia. 


 El ejército no dio ni un paso hacia atrás, todos estaban decididos a terminar con aquello. Se agruparon en dos filas, una detrás de otra. La primera línea disparó con los viejos fusiles, mientras la segunda esperaba el relevo con las armas cargadas con los cartuchos de pólvora. Se rotaban las dos filas tras cada disparo. De esta forma siempre había una línea que disparaba mientras la de atrás recargaba los viejos fusiles europeos. Esta táctica se llevó a cabo mientras la tropa enemiga comenzaba a cargar en su dirección.


—¡Formaos! ¡Quiero un bloque compacto! —Vociferó la pelirroja reagrupando sus tropas.


—¡Lanzas y espadas! ¡Lanceros uno al lado de cada espada! ¡Espadachines agazapados preparados para cargar! ¡No retrocedáis con las lanzas! ¡Tenéis que frenar el ataque del enemigo! —Ordenó Ley a toda velocidad, mostrando plena seguridad para recibir la carga enemiga.


 Abaie pulsó el botón al ver la masacre de sus fuerzas, mostrando el gesto para que sus oponentes lo vieran.


—¡Nos dividimos en cinco tropas como acordamos! ¡Johnny ve con una tropa al interior a intentar desactivar la computadora! ¡Tienes los códigos! ¡Mi tropa y la de Jimmy en primera línea! ¡La de Will y Puma en segunda de retaguardia! —Coordinó la pelirroja eficientemente.


—¡Nene te abriremos el paso! ¡Te quiero! —Exclamó Ley agarrando la mano de su amado con fuerza.


—¡Yo también te quiero nena! —Le contestó el joven desde lo más profundo de su ser, esperando que esa no fuera la última vez que se vieran.

—¡No queda más metralla! —Gritó Nicole con preocupación, al ver que ya la habían gastado toda.


—¡Vamos al frente! —Ordenó el soldado al instante, echando a correr hacia el campo de batalla. 


 Maya, Nicole, Eva, y Alice le siguieron, siendo Davis la excepción. Él pensó que ya había su función. Tenía que regresar con Jessica, no se perdonaría no volver después de la despedida de la chica.


 Alice y Nicole se agruparon en la tropa de Johnny, mientras que Eva se sumó a la de Will, y Maya a la de Puma.


 La tropa de Ley y Jimmy cargaron en primer lugar, mientras que las otras dos ejecutaban un movimiento de pinza. Esta sutil estrategia le dejo paso a la tropa de Johnny para intentar llegar al interior del complejo. 

—¡Davis! —Exclamó Jessica al ver al padre de su bebé llegar a aquel lugar seguro. 


 Ambos se abrazaron intensamente, rodeándose con todas las fuerzas que tenían. Ella comenzó a llorar por su desajuste hormonal. Realmente estaba feliz de tenerle allí, pero no pudo evitar derramar unas extrañas lágrimas.


 El resto seguía embobado viendo lo que ocurría en el exterior, sintiendo el corazón en un puño. Cada segundo era decisivo para destino de todos ellos y de sus seres queridos.

A la tropa de Johnny le habían seguido los tres importantes hombres que acompañaban a Abaie. Estos tipos iban acompañados de algunos de sus mercenarios, dificultándoles las cosas a los que se habían adentrado en el complejo. Cada centímetro que avanzaban les costaba sangre, sudor y lágrimas.


 En el exterior del complejo tenían que seguir conteniendo al enemigo. Era la única opción que tenía Johnny y su tropa. Todos estaban concienciados con lo que estaba en juego. 
 
 Ley quería cargar contra la posición de Abaie ya que era él el que estaba dirigiendo las tropas enemigas. El adversario hizo un bloque con todas sus fuerzas, intentando resistir la dura carga de los ejércitos de la pelirroja. 


 Los disparos de los mercenarios hicieron caer a muchos de la tropa, obligando a las líneas traseras a cuadrarse delante. Sabían que estaban en el momento más decisivo de la batalla, tenían que conseguirlo, estaban cerca de ello. 


 Muchos de los soldados se podían en medio para que la pelirroja no recibiera los disparos, sabían lo mucho que estaba en juego, y ella era la que sabía liderar a la perfección un ejército. Era indispensable dar la vida por su superior. 


 Iban cayendo unos detrás de otros heroicamente, muriendo con el máximo honor con el que puede morir un militar.


 Jimmy saltó para salvar la vida de su amiga. Él no le había mentido, iba a seguirla hasta el final, iba a saldar su deuda. El joven recibió un disparo, pero aún así consiguió seguir avanzando. Logró matar a dos con su estoque, justo antes de que le dieran el segundo disparo. Se desplomó boca abajo, no sin antes dar dos pasos tambaleantes para mirar por última vez a su amiga. Se despidió del mundo como un noble caballero, dando la vida por su señora, su reina. 


 Will y Ley no pudieron evitar soltar unas amargas lágrimas, masacrando a sus enemigos sin piedad alguna. Vengaban rabiosos la muerte de su amigo.


 En la primera carga consiguieron acabar con la mitad de los enemigos. Únicamente les quedaba dar una segunda carga y todo abría acabado. Se reorganizaron completamente cuadrados, tardando escasos segundos en hacerlo. 


 Todos cargaban decididos, avanzando como diablos hacia las fueras enemigas. En esa segunda carga la pelirroja fue alcanzada en un hombro, pero continuó corriendo tras tambalearse un poco por culpa del impacto. Le dolía a rabiar y estaba echando mucha sangre, pero tenía que llegar al final. Ya casi estaba hecho, veía el camino completamente nítido. Estaba completando la misión que la divina providencia le había encomendado. Sólo tenía que aguantar un poco más y todo estaría hecho.


 La carga llegó masacrando a los mercenarios cruelmente. Todos luchaban a muerte por cada centímetro de terreno.


 Puma cayó al suelo tras un brutal golpe en la cabeza, quedando tirado en el suelo medio ido. Perdía sangre pero aún era consciente de todo lo que ocurría. 


 La pelirroja fue alcanzada por segunda vez, tambaleándose unos pasos hacia atrás. Se negaba a caer sin terminar lo que había venido a hacer. Se cargó a dos de los mercenarios que la separaban de Abaie. Recibió un tercer y cuarto tiro cuando terminaba de despejar el camino. Intentó resistirse a la muerte, aferrándose a las últimas fuerzas que le quedaban. Se quedó de rodillas unos segundos, mirando a su enemigo con la cabeza bien alta, negándose a doblegarse ni siquiera al final de su vida. Finalmente se desplomó hacia el lado derecho, cayendo con fuerza al empolvado suelo.


  Will cargó gritando histérico, corriendo en dirección a Abaie. Consiguió clavarle la espada en el pecho con fuerza, para ser alcanzado él también por otra espada cuando había matado a su enemigo. Ambos cuerpos cayeron al suelo simultáneamente, en lo que prácticamente fue el final de la batalla.

Cuando Johnny y lo que quedaba de su tropa salió al exterior desilusionada por no haber logrado llegar a tiempo, vieron la masacre que había ocurrido fuera del lugar. Únicamente habían salido con él cuatro soldados más Alice y Nicole. La batalla ya había terminado, simplemente quedaban cadáveres y muy pocos supervivientes de la contienda. Casi todos los soldados habían muerto, y muchos de los supervivientes también. 


—¡¡¡LEY!!! —Gritó desconsolado Johnny, viendo a su novia muerta alrededor de un gran charco de sangre. 


 Corrió hacia ella desesperado, llorando como un loco tras el shock. Abrazó con fuerza el cuerpo inerte y sin vida de su amada, balanceándose impulsivamente casi como un autista. 



Finalmente Johnny sacó una pistola que había cogido dentro del complejo. Sin pensarlo ni un segundo apretó el cañón contra su sien. Sin Ley el no quería seguir viviendo, prefería morir allí mismo junto al cadáver del amor de su vida. Pensó en ella en sus últimos segundos con vida, llorando desconsoladamente. Cerró los ojos con fuerza y apretó el gatillo, poniendo fin a su existencia y a su sufrimiento.

Cuando Adán y compañía se reunieron con los demás el panorama era desolador. Johnny no era el único que se había suicidado, también lo habían hecho del resto de los pocos soldados que habían conseguido salir con vida de la cruel batalla. Todos lloraban viendo a los muertos.


—¡Eva! —Exclamó llorando Adán, abrazándola lo más fuerte que podía. 
 Ella estaba herida pero sobreviviría a aquello, simplemente tendría que guardar reposo.


—¡¡¡HERMANA!!! —Gritaba repetidas veces M.A. como un loco viendo el cadáver de Ley al lado del de Johnny.


 Su mente no era capaz de asumir lo que allí había ocurrido. No era posible que después de todo ella estuviera muerta.


 Inma también lloraba al lado del cuerpo sin vida de Jimmy. Jamás olvidaría a aquel chico tan especial. No podía creer que ya no le pudiera ver nunca más. Maya y Alice atendían a Puma en mitad de toda aquella tragedia, preocupadas por el estado de su amigo.

—Dos años. —Murmuró Nicole completamente ausente.

 Todos la miraron confundidos sin saber de lo que hablaba la joven. La única que entendía lo que decía la rubia era Alice.

—Hasta dentro de dos años no será habitable el complejo. Ya está cerrado. Tiene un sistema de autosuficiencia, pero ha quedado casi arrasado. El lugar está hecho de manera de que todo vuelva a regenerarse, pero hay que esperar dos años. Ellos lo han conseguido, no han muerto por nada. Simplemente es que ahora mismo no tenemos nada en las manos, pero si logramos sobrevivir dos años más, tendremos el futuro por el que han muerto todas estas personas. —Explicó Nicole distante, horrorizada con el aspecto que tenía un campo de batalla después de la guerra.

Los supervivientes que habían luchado con ellos decidieron marcharse cada uno por su cuenta, separándose así del grupo de Maya y compañía. 

Cuando habían pasado unas horas de aquello, decidieron hacer un entierro. No podían enterrar todos los cadáveres pero por lo menos lo harían con los cuerpos de sus seres queridos. Hicieron tres tumbas. En la primera pusieron a Jimmy, en la segunda a Will, dejando la tercera para Ley y Johnny. La pelirroja fue enterrada con su catana y su tizona como antaño se hacía con los guerreros.

—Estos soldados merecen el mayor de los homenajes. Han dado su vida no solo por nosotros, sino por todos los que vendrán de aquí en adelante. Gracias a ellos se ha escrito un nuevo capítulo en la historia. Creo que ninguno tiene aquí palabras para tan grandísimas personas. No hay palabras para describirles. Siempre les llevaremos en nuestra memoria y en nuestro corazón. Jamás podremos olvidar lo que han hecho. Su ejemplo servirá para generaciones venideras. Descansen en paz, Will, Ley, Johnny, y Jimmy. —Dijo Eva a modo de homenaje, echando una radiactiva flor sobre la tumba de cada uno.

—Guardaremos su legado y honraremos sus vidas. —Susurró Puma como buenamente podía ya que no estaba en óptimas condiciones.

 Ahora después de todo podía comprender todas aquellas cosas que Ley le decía, y que el pensaban que eran extraños acertijos. Ahora se había dado cuenta de que ella sabía perfectamente que no iba a vivir para contarlo. Realmente entendió que ella conseguía ver más allá que ninguno de ellos.

—Nunca les olvidaremos. —Afirmó Inma entre llantos, dejando una flor en cada tumba igual que habían hecho sus compañeros.

—Fueron piezas fundamentales de nuestra historia. Serán recordados como los soldados del pueblo. —Arengó brevemente Adán.

—¡Las mejores personas! —Exclamó M.A. nervioso, llorando desconsoladamente sin parar.

—Murieron con el más alto de los honores. —Pronunció Nicole entristecida.

 El resto depositaron las flores en silencio, mirando con la cabeza gacha cada una de las tumbas.

Tras el amargo funeral, se sentían completamente devastados anímicamente. No tenían fuerza en su interior para nada más, intentando aún dejar de llorar por lo sucedido. Finalmente se vieron obligados a retirarse para buscar un lugar donde pasar la noche. Cogieron el Jeep y uno de los coches, intentando ver algún sitio que les sirviera de refugio aunque fuera temporalmente. 

—¿Qué te pasó en el frente? ¿Lo recuerdas? —Preguntó Eva con curiosidad, girándose para mirar a su compañero.

—Me golpearon con algo. Por un momento lo vi todo negro, después cuando recuperé mi visión, vi caer al suelo a un ángel ensangrentado… —Susurró Puma ausente, recordando una y otra vez aquel momento.

 Davis dio un volantazo intentando esquivar un gran animal mutante que había salido corriendo de pronto. El Jeep golpeó al otro vehículo brutalmente, haciendo que los otros se estrellaran contra las ruinas de un edificio. El joven intentó recuperar el control, pero le fue completamente imposible. El Jeep acabó siniestrado pocos segundos después…


#LEY

Finalizo con este capítulo mi aventura en NH. Fue un placer acompañaros todo este largo camino. Quiero agradecer a todos esos fans que siempre han estado con mi personaje y conmigo, porque sin ellos esto no hubiera sido posible. Un abrazo a todos, hasta siempre. ^^

Forma de lectura alternativa de la historia:





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