Big Red Mouse Pointer

jueves, 7 de abril de 2016

RNH: Juego de la Supervivencia

Capítulo 12: Memorias de Ashley

Silencio, oscuridad... Aquello era lo que reinaba en aquellas calles de la zona residencial cuando la marea de no muertos salió a la caza de un grupo de supervivientes. Proyectada bajo la intermitente luz de una de las farolas, una silueta femenina avanzaba insegura, con temor a que los monstruos de la noche la encontraran. Stone City había sido antaño una gran ciudad en la que la vida circulaba constantemente, o al menos así lo recordaba la joven, pero en aquel momento, toda esa vigorosa actividad había cesado por completo. Aquella ciudad se había vuelto un enorme cementerio.

Paso a paso, conteniendo su aliento, la joven avanzó observando con cautela cada oscuro rincón con el que se cruzaba, hasta que finalmente sus pasos se detuvieron frente a la puerta entreabierta de una de las casas del vecindario. Con un ligero ruido, la puerta se abrió suavemente cuando la joven la empujó con delicadeza antes de entrar al interior del familiar edificio. Silencio, oscuridad y desorden reinaban en aquella casa mirara donde mirara. Los antiguos inquilinos de la morada debían de haber huido rápidamente de aquella edificación. ¿Habrían sido evacuados por los soldados estadounidenses o por los de la ONU? ¿O tal vez aquellos seres...? Agitando la cabeza, haciendo ondear sus cortos cabellos dorados, trató de hacer desaparecer aquella idea de su cabeza. Probablemente habían sido evacuados... O eso quería creer la joven.

Los cristales bajo sus pies crujieron con su propio peso, alertando a la chica de que estaba pisando algo que de inmediato recogió. Una foto familiar... Unos padres con sus hijos posaban felizmente mientras degustaban una comida en un restaurante familiar. Aquello le trajo recuerdos. Verse a sí misma con sus padres, su hermano y su hermana pequeña le causó una punzada en el corazón. ¿Cuánto tiempo llevaba alejada de ellos y de aquella casa? ¿Tanto había cambiado?

La joven que lucía como ella misma en aquella foto era diferente a la joven que era ahora. A simple vista, parecía una chica pura e inocente cuyos ojos azules brillaban de felicidad. Con tristeza, la joven volvió a colocar el marco de la foto sobre la pequeña mesita localizada en mitad de aquel largo pasillo en el que se encontraba. Con pasos lentos, y aún en silencio, la joven continuó recorriendo cada rincón de aquella abandonada casa con un sentimiento de nostalgia en su corazón, siendo incapaz de reprimir muchos de los recuerdos que tenía con su familia dentro de aquel edificio en el que había crecido.

Finalmente, la joven llegó a su habitación. En su interior, todo estaba tal y como lo recordaba. La cama y estanterías llenas de peluches, el armario en el que guardaba su ropa con ambas puertas llenas de pegatinas de sus dibujos animados favoritos, su escritorio lleno de los libros de su escuela apilados en grupos, la ventana decorada con aquellas infantiles cortinas con dibujos... Todo estaba igual que hacía cinco años, aunque era obvio que su madre había continuado limpiándola.

Apenas había polvo sobre la superficie de los objetos de la habitación. La joven se acercó a un gran espejo de pie en uno de los rincones de la estancia para observarse a sí misma. Sus cortos cabellos rubios estaban alborotados, su mirada azul estaba cansada, y sus ropas manchadas y rasgadas de ocultarse y huir de todos aquellos monstruos con los que se había encontrado hasta llegar a su casa.

 La joven se abrazó a sí misma, observándose con tristeza al ver su lamentable aspecto. Esa era ahora ella, Ashley Moore, de dieciocho años. La chica de aquella fotografía que había encontrado era una Ashley Moore de trece años. Cinco años habían pasado entre el antes y el después. Físicamente su cuerpo había cambiado, y no solo eso, sino también su espíritu. Antes y después... Dos chicas distintas, pero de aspecto similar... Cinco largos años alejada de esa casa y de su familia...

Ashley comprobó la ropa de su armario a fin de poder cambiarse su sucia vestimenta, pero en vano, ya no era de su talla. Tal vez su madre tendría ropa que le quedaría bien. Pensando aquello, se dispuso a salir de su habitación. Tuvo suerte, ya que la ropa de su madre le quedaba bien, por lo que escogió un modelo veraniego cuyo color predominante era el blanco.

Tras acercarse al tocador de su madre para peinarse con uno de los cepillos que ella solía usar para peinar su largo cabello, Ashley no dudó en abrir uno de los cajones en busca de algo. Lazos, coleteros, horquillas, entre otra variedad colorida de adornos para el cabello femenino se encontraba allí, pero de entre todas las cosas, escogió una en particular sin pensar por un momento en cualquier otra que no fuera esa.

La joven observó por unos momentos la cinta roja que había elegido de entre toda aquella variedad de adornos. Su abuela se lo había regalado a su madre cuando era una adolescente, ya que a ella siempre le había gustado llevar adornos en el pelo durante su juventud.

Aquel gusto había pasado de madre a hija, por lo que Ashley, desde pequeña, había cogido también la afición de llevar adornos en el pelo, y, cierto día, su madre le prometió que cuando cumpliera los dieciocho años, le regalaría el lazo que su abuela le había regalado a ella cuanto tenía esa misma edad. La joven Ashley, recordando aquella promesa de su madre, no dudó en colocárselo en su dorado cabello, haciéndose un lazo con aquella cinta roja que había pertenecido a su madre alguna vez.

Tras mirarse por unos instantes en el espejo bien peinada, con el lazo y la ropa que habían pertenecido a su madre, decidió que ya estaba lista para ir hacia la base militar en el centro de la ciudad. Había escuchado acerca de la evacuación anteriormente, e incluso ella misma lo había leído en algunos de los muchos panfletos informativos que la policía había estado dejando por todas las casas de la ciudad o que habían pegado en paredes y farolas para informar a la ciudadanía acerca de todo lo que necesitaban saber cuándo la milicia y el cuerpo policial de la ciudad llevaran a cabo las evacuaciones de las áreas afectadas por los ataques zombis, o en el caso de que algo malo llegara a suceder, como era aquel, en el que la contención y eliminación de la amenaza se había descontrolado por completo.

Aún existía la posibilidad de que sus padres y hermanos hubieran logrado sobrevivir marchándose hacia la base militar antes de que los zombis y los otros monstruos hubieran logrado llegar a la zona residencial desde las zonas afectadas en los límites y las afueras de la ciudad. Sin armas y con lo puesto, Ashley se dispuso a salir de casa tras no encontrar nada de utilidad que pudiera usar contra las criaturas que merodeaban por la ciudad.

Mientras tanto, en una de las discotecas de la zona residencial, Nick y Nicole estaban a punto de enfrentarse a una nueva amenaza. El dúo se apartó rápidamente de la trayectoria de la criatura, que cayó desplomándose del techo del edificio contra la pista de baile. Nada más haber logrado evadir la caída de la criatura sobre sus cabezas, alzaron rápidamente las armas contra aquel extraño y grotesco ser, dando la espalda a los no muertos que caminaban lentos pero decididos hacia la pareja.

Nicole bajó ligeramente el arma sin evitar poder ocultar su sorpresa. Era la primera vez que veía aquella clase de monstruo. ¿Qué demonios era aquel ser híbrido? Era increíblemente grotesco respecto a las criaturas reptilianas y anfibias con las que se había encontrado anteriormente. Era un ser realmente desagradable de ver.

Era un ser que fácilmente te podía obligar a pensar en su parecido físico con un ciempiés. Alargado, con al menos una docena de patas, cuerpo segmentado y provisto de un exoesqueleto, un par de largas antenas saliéndole de la cabeza, y finalmente, unas largas mandíbulas óseas curvadas que le salía de ambos lados la boca. Eso no era todo rasgo animal que aquella criatura poseía, estaba provisto de dos grandes pinzas como las que poseían los escorpiones, así como su alargado cuerpo acababa en una gruesa y alargada cola que se asemejaba al de una serpiente, poseyendo además una larguísima y gruesa lengua bífida.

Pero, sin duda, lo más grotesco eran sus rasgos humanoides, como un rostro humano. Aquella docena de pies tenía cierto parecido a los de un ser humano, una boca provista de labios y dientes, unos ojos cubiertos por una membrana blanquecina, y finalmente su cuerpo, hecho de piel y carne humana. Aquella criatura estaba desprovista de pelo, su cuerpo estaba musculado, y debía de medir en torno a los dos metros. Sus pinzas, mandíbulas, lengua y boca segregaban alguna clase de líquido viscoso semitransparente. La criatura emitió un desagradable grito ronco similar al de una voz masculina distorsionada gritando de dolor y miedo. Ante la parálisis por parte del dúo humano, la criatura hizo mover sus seis pares de pies rápidamente para recorrer los metros que lo separaba del dúo a fin de cargar contra ellos y abatirlos.

—¡¡Cuidado!! —alertó Nick a su compañera haciendo rugir su escopeta.

Las balas perforaron el pecho de la criatura, pero esto no la detuvo. Desde el frente derecho, la poderosa tenaza de la criatura se abrió para decapitar a la mujer de dorados cabellos. Por suerte, Nick tiró del brazo de la joven mujer a tiempo, evitando que le cercenaran la cabeza.

—¡¡Alejémonos de ese bicho, Nick!!

Siguiendo las órdenes de la joven, el dúo corrió por la pista de baile esquivando al pequeño grupo de muertos vivientes siendo capaces de escuchar los rápidos pasos de la bestia que los perseguía. En medio de la persecución hacia sus víctimas, la grotesca criatura se quitó del medio a los no muertos que se encontraban en su camino decapitándolos, perforándolos con su lengua o golpeándolos. Uno de los zombis salió volando por los aires hasta estrellarse contra el equipo de música y los controles de la discoteca, ocasionando que todos los dispositivos del local se pusieran en marcha.

La luz de la sala bajó de intensidad y cientos de colores inundaron la sala con rápidos flashes de luz al tiempo que la bola de discoteca, la máquina de humo y la gran variedad de láseres comenzaron a hacer su trabajo ambientando el lugar. Instantes después de activarse todos los dispositivos de iluminación y ambientación de la discoteca, los grandes altavoces comenzaron a retumbar fuertemente, emitiendo una canción discotequera rápida y pegadiza que se había vuelto muy famosa durante el verano.

Sobre la colorida pista de baile de hipnotizadores patrones variados de movimientos, Nicole y Nick detuvieron sus pasos para ver como todos los no muertos habían perecido rápidamente ante los ataques de la criatura, la cual se mostraba desorientada ante la alta música y las rápidas luces de colores que bañaban la sala.

—¡¡CREO QUE SU VISIÓN ES LIMITADA!! ¡¡ESTÁ SIGUIENDO EL MOVIMIENTO RÁPIDO DE LAS LUCES QUE SE REFLEJAN EN TODAS DIRECCIONES!! —gritó Nicole tratando de que su voz llegara a los oídos de su compañero ante la alta música.

—¡¿QUÉ?! ¡NO TE ESCUCHO!

—¡¡QUE CREO QUE SU VISIÓN ES LIMITADA Y SOLO SE FIJA EN EL MOVIMIENTO DE LAS COSAS, DIGO!! —alzó aún más gritándole a su compañero.

—¡¿POR QUÉ CREES ESO?!

—¡¿NO TE DAS CUENTA?! ¡¡ESTÁ SIGUIENDO CON LA MIRADA TODOS LOS HACES DE LUZ QUE REFLEJA LA BOLA DE DISCOTECA EN TODAS DIRECCIONES!! —respondió la joven gritándole a Nick—. ¡¡ADEMÁS, CREO QUE TAMBIÉN SE GUÍA POR EL SONIDO!! ¡¡ESTÁ NERVIOSO, DUDANDO HACIA QUE DIRECCIÓN MOVERSE!! ¡¡EL SONIDO REBOTA CONTRA LAS PAREDES HACIENDO QUE ESTE LE LLEGUE DESDE TODAS DIRECCIONES!!

—¡¿QUÉ?! ¡¡NO ME HE ENTERADO DE LO ÚLTIMO!! —respondió señalándose la oreja mientras le gritaba a su compañero.

—¡¡DIGO QUE...

La respuesta no terminó de salir de la boca de Nicole cuando el grito de la criatura se entrometió entre la conversación del dúo. Finalmente, de tanto gritar, la criatura logró dar con ellos, hallando sus voces entre la música que rebotaba entre las paredes de aquel local. Sin un segundo que perder, la criatura corrió hacia ellos con sus pinzas abiertas y alzadas dispuesta a cercenar las cabezas que descansaban sobre los hombros de aquel par de humanos. El dúo velozmente se apartó de la trayectoria de la bestia a la par que alzaban sus armas dispuestos a enfrentarla. Una y otra vez, los gatillos de la pistola de Nicole y la escopeta de Nick fueron presionados liberando poderosas balas que perforaron sin piedad alguna el torso de la criatura, ante el daño causando, el monstruo gritó en agonía, no obstante no estaba dispuesta a desfallecer.

Con Nick atacando desde el frente izquierdo y Nicole desde el derecho, el perturbador híbrido entre humano, insecto y reptil, empleó sus tenazas, su alargada lengua y su poderosa cola causando un tornado de feroces y mortales golpes que iban y venían de todas direcciones acosando a la pareja de humanos, esta no tuvo otra que tratar de guardar distancias con la criatura enemiga. Nicole corrió alejándose varios metros a la par que enfundaba su pistola para descolgarse su potente rifle Dragunov, sin detenerse se lanzó por el suelo deslizándose por la superficie de la pista de baile, y una vez detenido el desliz sobre la colorida pista intermitente, sin levantarse del suelo velozmente puso el ojo en la mira y el dedo en el gatillo del arma apuntando a la criatura situada varios metros de ella.

Nick por su parte evitaba empleando el cuerpo del arma como elemento protector y sus propios reflejos, el acoso al que le sometían aquellas enormes y afiladas pinzas de escorpión, tal era el acoso y la cercanía a la criatura que dudaba en retroceder, al mínimo desliz su cabeza podría caer de sus hombros, no podía bajar la guardia ni un solo instante.

Con un poderosos estruendo, el potente proyectil salió del cañón del arma que Nicole portaba entre sus manos, pero en vano la bala no penetró la espalda recubierta por aquel duro exoesqueleto que dotaba a la criatura de inmunidad a las armas de fuego, como con los reptilianos acorazados que enfrentaron horas antes, únicamente podían atacarle de frente, al rostro y pecho hechos de carne y hueso, pero sabía por los disparos previos que aun así, la criatura era increíblemente resistente.

Nick eliminó a un reptiliano de un escopetazo en el pecho, la criatura esta se había tragado tres o cuatro tiros de su escopeta, además de unos aperitivos extras cortesía de la pistola de la exagente Collins. ¿¡Cómo de demonios era de resistente aquella criatura!? Nicole no pudo evitar pensar en el gigante humanoide que asesinó a Alan, aquella criatura era un auténtico traga plomo que soportó sin problema alguno una gran cantidad de balas de pistola, ametralladora y revolver, por no hablar de que sobrevivió a una explosión que le alcanzó de lleno, y a pesar de todo ello la criatura no se vio demasiado afectada, o al menos no lo pareció cuando se marchó tan tranquilamente con su Gatling cuando lograron ocultarse de su mirada.

¿¡Es que aquel monstruo era inmortal igual que aquel gigante humanoide!? ¿¡Esta era la clase de monstruos que Esgrip creaba con intención de utilizarlas para algo!? Sin dejar de atacar a Nick, la criatura volteó la cabeza tras sentir la bala rebotar en su coraza. Nicole no perdió la oportunidad de apretar el gatillo, logrando que la criatura gritara de dolor cuando uno de sus ojos reventó a causa de un potente proyectil del rifle, pero aun así, sus ataques hacia Nick no se detuvieron, únicamente se ralentizaron mientras cobraban mayor intensidad en cuanto a golpear con fuerza bruta se refiere.

Nick se lanzó al suelo de espalda al tiempo que presionaba el gatillo de su escopeta acribillando nuevamente el torso de la criatura, quien con un intenso rugido se tambaleó por unos instantes. Nick de inmediato se percató de como por su boca y lengua, ríos de una sustancia viscosa comenzado a emanar rápidamente, acompañado de un fuerte olor para nada agradable para el olfato del portador de la escopeta.

La criatura comenzó a convulsionar, alertando a Nick de que debía de apartarse de la criatura antes de que le vomitara encima. El afroamericano se apartó alejándose hacia la pared en la que se localizaba la entrada al local evitando ser salpicado por el vómito de la criatura, el cual como si de una lluvia se tratara, salpicó en todas direcciones. Nick no tardó ni diez segundo en sentirse mareado ante el olor del vómito, aquel olor era mucho más fuerte que el del amoniaco, aquello era... veneno.

El líquido rápidamente comenzó a emitir unos gases nocivos que obligaron a Nick a empezar a sentir como su vista comenzaba a oscurecerse mientras sentía como perdía el sentido del equilibrio entre otros efectos que parecían ir apagando poco a poco sus sentidos. Ante la reacción que aquel nocivo gas comenzaba a causarle a su organismo, Nick se tapó la boca y la nariz con el cuello de su camiseta a fin de tratar de no inhalar aquel peligroso gas.
El ojo de Nicole velozmente se sintió atraído hacia la escena, pero no hacia los protagonistas de esta, Nick y la criatura, su mirada fue directa a las ventanas.

—¡¡¡NICK CUIDADO!!!

Nada más percatarse de la advertencia de su compañera, los cristales del local reventaron dejando emerger una incontable cantidad de brazos que agarraron a Nick por la camiseta. La puerta del local tembló ante la ira del torrente de muertos vivientes que trataban de echarla a bajo para lograr alcanzar a aquel par de humanos que anteriormente se les escaparon. Nick logró soltarse de aquellas manos mientras veía a la criatura reponerse del dolor de los disparos.

Nicole sin más remedio que cambiar de objetivos, comenzó a apretar el gatillo contra los primeros no muertos que comenzaban a entrar por las ventanas. El portador de la escopeta en el trayecto de reunirse con su compañera tuvo que sortear una de las tenazas de la criatura. Finalmente con un fuerte estruendo, la puerta al local se abrió de golpe dejando paso a la marea de cientos de veloces no muertos, los cuales en su trayecto hacia el par de humanos, muchos perecieron bajo las cortantes tenazas de la criatura híbrida y el resto de sus armas corporales.

—¡¡¡POR ALLÍ HAY UNA SALIDA DE EMERGENCIA!!! —señaló Nicole con el dedo entre el oscuro fondo del local.

Corriendo tan rápido como podían en el oscuro local bañado por aquel enorme conjunto de veloces y coloridos flashes de luz, el dúo podía escuchar entre la fuerte música del local al enorme coro de gritos de aquella rabiosa horda de no muertos, y con menos intensidad, casi ahogado por la música y la horda zombi, los gritos de la bestia. Nicole y Nick salieron por la salida de emergencia dando a un callejón, sin detenerse arrastraron un gran y pesado cubo de basura contra la puerta instantes antes de que los no muertos tratasen de abrirla.

—¡Debemos de salir de aquí inmediatamente! —aconsejó Nick huyendo con Nicole por el callejón antes de que lograran dar con ellos de nuevo.

Dejando atrás el sonido de aquellas increíbles embestida que la horda de zombis propinaba contra la puerta tratando de abrirla a la fuerza, así como la altísima música que aún eran capaces de escuchar mientras recorrían el largo callejón, el dúo trataba de alejarse del lugar para llegar al punto de encuentro mientras aún tenían oportunidad para escapar del acoso de los muertos vivientes.
Gritos de terror, dolor y desesperación procedentes de la garganta de Liam, los leves gemidos lastimeros de los no muertos que avanzaban paso a paso hacia su primera cena, el sonido líquido de la sangre derramada sobre el suelo del vehículo y la carne desgarrada por aquella multitud de dientes era todo lo que Carley podía escuchar. Con la mente en blanco ante tal horrorosa escena, era incapaz de tomar la iniciativa de hacer algo para salvar la vida de Liam, o incluso la suya propia.

Liam cayó al suelo cuando no pudo continuar soportando el indescriptible dolor de ser comido vivo, así como los balanceos ocasionados por los no muertos que se empujaban unos a otros tratando de hacerse hueco entre ellos para poder arrancar un pedazo de carne del joven universitario. Carley ya sabía que era demasiado tarde para él en el momento en el que por un pequeño hueco entre los zombis que se abalanzaban sobre él, pudo ver los ojos verdes del joven abiertos de par en par llenos de lágrimas mirándole fijamente, ya no se pudo escuchar ni un solo grito más procedente de la garganta del joven.

Asustada e incapaz de retener las lágrimas, Carley gritó al ver la dentadura del zombificado niño bajo el asiento más cercano aproximándose a su tobillo, en respuesta dejándose llevar por el miedo, una y otra vez propinó violentas patadas contra el cráneo del niño. Tan pronto como este dejó de moverse, se preparó para salir por una de las ventanas rotas del vehículo antes de que otros no muertos fijaran su atención en ella. Corriendo y sin mirar atrás mientras limpiaba sus lágrimas con el dorso de su mano, Carley se disculpó con Liam en repetidas ocasiones desde el fondo de su corazón por no haber podido ayudarle.

La joven mujer corrió en la oscuridad por el medio de la carretera tanto como pudo alejándose de aquel ataúd metálico, bajo la luz de las farolas situadas a ambos lados de la carretera, Carley rezaba por el alma de Liam y por poder encontrarse rápidamente con el resto de sus compañeros.

Paso a paso, el trío de no muertos dejaba las sobras del cadáver del cura atrás para acercarse a Emi, no muy lejos de ella, Débora forcejeaba contra la zombificada monja Clara, y al lado de la joven asiática, Morís luchaba contra el brazo opresor del no muerto que trataba de estrangularlo. Emi alzó la P90 y abrió fuego contra el trío de no muertos que se dirigían a ella, a fin de poder acercarse a la pistola de Débora, la cual yacía bajo uno de los bancos de madera. El trío sucumbió a la ráfaga de balas del arma de la asiática, una vez se acercó al arma, le propinó una patada deslizándose muy cerca de Débora, quien de inmediato alargó la mano para recuperarla. Emi tras ver como su compañera portaba de nuevo el arma, corrió hacia Morís para ayudarle a liberarse del brazo de su atacante. 

—Descansa en paz, Clara. —susurró la castaña colocando la pistola en la sien de la zombificada monja para instante después apretar el gatillo.

Débora se quitó de encima el cadáver de la monja al tiempo que Emi logró liberar a Morís del brazo estrangulador. Tras el disparo, los no muertos se pusieron más nervioso, al punto de que no solo embestían la puerta tratando de tirarla abajo, incluso trataban de entrar por las pequeñas ventanas de la catedral situada a ambos lados de la puerta de tres en tres.

—¿¡Estás bien, Débora!? —corrió a socorrer la asiática tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.

—Sí, no te preocupes, gracias.

—¡¡Chicas, vámonos de aquí ya!! —exclamó Morís abriendo fuego contra los primeros zombis que asomaban más de medio cuerpo por las ventanas.

Sin perder tiempo alguno, el trío corrió hasta el fondo de la estancia abriendo fuego contra los primeros no muertos que lograron entrar al edificio persiguiéndolos tan rápido como podían mientras gritaban como animales rabiosos. Sin detenerse, entraron por un pasillo que conducía a una puerta de salida trasera, la cual cerraron de inmediato tras pasar a través de ella y ver a los primeros tres o cuatro zombis llegar a aquel mismo pasillo.

Sin detenerse a esperar a comprobar si aquellas criaturas eran capaces de tirar la puerta abajo, Morís, Emi y Débora corrieron sin mirar atrás. Tras varios minutos sin parar alejándose de la casa de Dios, sus pasos los llevaron a un largo callejón sin salida. En aquel lugar, una gran verja metálica estaba tendida en el suelo, al fondo un gran muro, y en una esquina, una puerta metálica cerrada, no muy lejos de ella se encontraba una bolsa deportiva negra tirada en el suelo.

—Creo que nos hemos perdido. —comentó Morís sin reconocer el lugar. —Vosotras dos vivís en esta parte de la ciudad ¿sabéis donde nos encontramos?

—Ni idea. —respondió Débora tras mirar a su al rededor. —Es la primera vez que paso por aquí.

—¿Y tú Emi?

—Mmmm... me suena este sitio, aunque tampoco he venido mucho por aquí. —dudaba la joven asiática tratando de hacer memoria. —Bueno, mientras recuerdo ¿por qué no vemos que hay en la bolsa que hay allí? —señaló con el dedo al objeto en cuestión situado a unos metros de ellos.
—¡Hey, chicos! —se alzó la voz de Nicole a espaldas del trío.
Emi, Débora y Morís se giraron para ver al resto de sus compañeros a unos metros de ellos. Nicole, Nick y Carley habían logrado encontrarse, y mientras se dirigían al lugar del punto de encuentro, las voces de sus compañeros los guiaron hacia ellos.

—¡Chicos me alegro de ver que estáis bien! —exclamó el barbudo cuarentón con una amplia sonrisa en el rostro.

—¡Yo también me alegro de veros sanos y salvos, chicos! —respondió Nicole con una sonrisa.

—Oye... ¿Dónde está Liam? —preguntó Débora al percatarse de la ausencia del joven universitario.

—Liam y yo nos encerramos dentro de un autobús lleno de cadáveres para ocultarnos de la horda, cuando esta pasó los cadáveres volvieron a la vida, Liam me empujó salvándome de ser mordida por uno de ellos, pero en consecuencia él fue quien recibió el mordisco. —respondió Carley empleando un tono bajo de voz mientras recordaba una vez más la situación. —No pude hacer nada por él, los zombis comenzaron a devorarlo vivo hasta que lo mataron, yo escapé por una de las ventanas rotas del vehículo y después me encontré con Nicole y con Nick.

El grupo permaneció unos instantes en silencio ante la historia que narró Carley, el joven había muerto tras salvarle la vida a su compañera, lo cual causó que el resto de integrantes del grupo tuvieran una mejor imagen que la que ya tenían de él en su mente. Tras un momento de silencio, Nick lo rompió produciendo ponerse de nuevo en marcha, no quedaba mucho tiempo para que los dos primeros misiles cayeran, habían logrado salir hace tiempo de la zona de los suburbios e ingresado a la zona residencial, pero aun así temían a la onda expansiva, la cual podía sobrepasar las áreas en las que aquel par de misiles caerían esterilizando dos cuartas partes de la ciudad. 

Antes de ello, el grupo se acercó a la bolsa deportiva para ver si tenía algo de utilidad en ella: Munición de escopeta y de pistola, un botiquín, algunas botellas de agua y comida enlatada, un mapa de la ciudad, un paquete de cerillas, entre otras cosas. Mientras el resto comprobaba el contenido de la bolsa, Nick trató de abrir la puerta metálica, pero en vano, estaba cerrada desde el otro lado.

Nicole imaginó que alguien había dejado aquella bolsa no hace mucho, las salpicaduras de sangre en el muro y suelo, así como los cadáveres de los no muertos en aquel callejón no tenían pinta de llevar demasiado tiempo en aquel sitio, el portador o portadora de aquella bolsa tuvo que huir por la puerta metálica cerrándola desde el otro lado para asegurarse que los no muertos no pudieran abrirla, y así huir sin problemas, aquella era la única explicación posible teniendo en cuenta aquel muro que cerraba el callejón y la carencia de restos de un cuerpo humano, todos los cadáveres allí presente eran de personas zombificadas.

—Chicos, creo que lo mejor es que recarguéis las armas. —propuso Emi cuando Nick se reunió con el resto del grupo. —Veamos, la munición de escopeta que encontramos te vendrá bien a ti, Nick. —comentó entregándole el paquete de munición para que el individuo en cuestión alimentara a su hambrienta arma. —Morís, munición para tu revólver. Nicole, toma, para tu rifle. —repartió la asiática las balas antes de recargar su P90. —Las balas que sobren devolvédmelas para llevarlas en la mochila, Morís, Nicole, Débora, serviros vosotros mismos de las nueve milímetros para vuestras pistolas.

—¿Tú no tienes tu pistola descargada, Emi? —preguntó Débora sacando un paquete de munición de nueve milímetros de la mochila de la asiática.

—Que va, aún la tengo llena de munición, hasta ahora solo he estado tirando de mi P90, la pistola prefiero dejarla como arma secundaria para cuando se me agota la munición de mi ametralladora. —respondió la asiática guardando el paquete de munición de la P90 tras recargarla. —Me quedaré también con el contenido del botiquín que encontramos.

—¿Qué nos llevamos de la bolsa? Hay varias cosas que nos pueden ser útiles. —preguntó Nick echando un vistazo al contenido.

—Creo que con la munición, el botiquín, el mapa y el agua y la comida vamos bien. Las demás cosas que haya déjalas ahí, no la necesitaremos. —respondió Emi mientras extendía el mapa en el suelo. —Bueno, deberíamos de encontrar donde nos localizamos y donde está el punto de encuentro ¿no creéis? —El grupo se acercó al mapa para contemplar la posición en la que se encontraba. —Veamos, si la catedral está aquí, y Débora, Morís y yo hemos ido por estas calles... Mmmm... deberíamos de encontrarnos aquí. —señaló con el dedo el mapa. —El rascacielos Mirror esta pooooor.... aquí. —señaló nuevamente en el mapa.

—Aún estamos algo lejos. —comentó Morís instantes antes de bostezar. —Nos llevará unas horitas más a pie.

Nick miró a Nicole unos instantes mientras el resto hablaba, se la veía exhausta, no habían tenido oportunidad de descansar en la discoteca, todo su descanso desde que empezaron su viaje hacia el Mirror eran los momentos que se estaban tomando ahora para hablar sentados en el suelo contemplando aquel mapa, y aquellas pocas horas que permaneció dormida tras su batalla en los laboratorios de Esgrip, realmente estaba preocupado por ella.

—¿Cómo te encuentras Nicole? —preguntó entrometiéndose entre la conversación del resto de los compañeros.

Ante la pregunta, todos parecieron recordar el estado de Nicole cuando dirigieron sus miradas a ella. No solo Nick, con solo mirarla todos se percataban del estado de su compañera, del enorme esfuerzo que debía de estar haciendo para continuar adelante sin quejarse.

—¿Te encuentras bien, te estás poniendo pálida? —comentó Morís preocupado colocando la mano en el hombro de su compañera.

—Oye si necesitas que te atienda solo dímelo ¿vale? No te calles si te duele algo. —mencionó Emi al momento de hablar Morís.

—Em... no, no os preocupéis, solo estoy algo cansada y dolorida, pero pudo seguir. No es nada grave. —respondió tratando de quitarle importancia a su estado físico. —Lo importante es llegar al lugar, coger el helicóptero y salir de la ciudad cuanto antes. Ya que sabemos dónde estamos respecto al Mirror, deberíamos empezar a movernos ya. —respondió siendo la primera en ponerse en pie lista para continuar.

Los cinco miembros restantes del grupo se miraron entre ellos unos instantes no muy conformes con la respuesta de su compañera, aun así decidieron hacerle caso, y tras guardar Emi el mapa en su mochila inició de nuevo la marcha. Nada más salir del callejón siguiendo la ruta decidida hasta el Mirror, el grupo se topó con una figura vestida de blanco a unos metros de ellos, una chica joven de dorados cabellos que vagaba sola en la oscuridad de la noche. El grupo intercambió unas miradas ante la aparición y corrieron de inmediato hacia ella.

—¡Hey, oye chica! —llamó Nicole mientras corrían hacia ella.

Ante la visión de un grupo de desconocidos persiguiéndola, la chica salió huyendo hacia un callejón aleatorio. El grupo la siguió por el callejón llamándola, pero en vano la joven no se detuvo. Finalmente lograron salir del callejón tras a ver perdido de vista a la chica.

—Abrid bien los ojos, no ha podido ir muy lejos. —comentó Nick mirando en todas direcciones.

—Hey, Nicole... —susurró Débora a su compañera mientras señalaba un vehículo cercano.

Nicole hizo señas al resto de sus compañeros, y siguiendo las intenciones de su compañera rodearon entre todos un coche estacionado en uno de los márgenes de la carretera. Finalmente hallaron a la joven de blanco arrodillada en el suelo, quien al percatarse de que había sido rodeada impidiéndole cualquier escapatoria posible, no le quedó más que rendirse ante las personas de aquel grupo de desconocidos.

—¡¡Dejadme en paz!! —gritó la chica mostrándose hostil ante el grupo que la rodeaba. —¡¡No me iré con vosotros, no voy a volver a esos malditos laboratorios!! —observando los huecos disponibles entre los miembros del grupo, la chica cerraba sus puños buscando la forma de colarse por uno de esos huecos y huir tan rápido como pudiese. —¡¡Tendréis que llevarme a la fuerza si queréis que vaya con vosotros!!

Nicole viendo las intenciones y el nerviosismo de la chica dio un par de pasos atrás levantando las manos, tratando de mostrarse tranquila ante ella para que no la viera como una amenaza.

—Oye tranquila, nos estás confundiendo, no queremos hacerte daño, ¿de acuerdo? Soy agente de policía y yo y mis compañeros estamos tratando de salir de la ciudad. —respondió Nicole tranquilamente sin dejar de mirar a la chica a los ojos. —Simplemente te hemos visto deambulando sola por la calle y hemos tratado de acercarnos a ti para ayudarte, es peligroso andar sola por la ciudad, y más siendo de noche. Además, no veo que lleves ningún arma contigo, chica. —Dicho aquello Nicole miró a sus compañeros, quienes siguieron el ejemplo de alejarse un poco más de la joven de blanco mientras se mostraban tranquilos demostrando que no tenían intención alguna de hacerle algo malo.

La chica al ver el comportamiento y las intenciones del grupo abandonó todo propósito de huir de ellos, así como la hostilidad que hasta hace unos instantes mantuvo frente al grupo de desconocidos. Nicole sonrió al ver como dejaba atrás su comportamiento anterior, y de inmediato no dudó en formularle la pregunta que tenía en mente tras escuchar sus palabras.

—¿Me podrías decir de quien estabas huyendo? Comentaste antes cuando nos vistes y nos confundiste con quien huías que no ibas a volver a esos laboratorios. —preguntó tranquilamente sonriendo a la chica.

La joven no respondió, dudaba de ello. —Prefiero no hablar de ello, no me creeríais si os contara de quienes huía y por qué lo hacía. —respondió apartando la mirada de Nicole.

—Dime, ¿te suena el nombre de Esgrip de algo?

Ante aquel nombre la chica miró directamente a los ojos de Nicole sin poder evitar responder afirmativamente por medio de sus facciones.

—¿Qué sabes de esa organización? —respondió dudosa con un leve hilo de voz que le hizo de nuevo desconfiar de las personas allí presentes.

—Tranquila, no trabajamos para ellos, ya te dije que soy policía. Pero sé cosas sobre Esgrip, y sé que no es una mera compañía farmacéutica. ¿Comprendes lo que digo? —ante la respuesta la chica asintió con la cabeza. —Perfecto, entonces estabas huyendo de Esgrip, ¿verdad?

—Sí, de sus soldados. Ellos llevan tiempo detrás de mí.
—¿Detrás de ti? ¿Por qué motivo están detrás de ti?

—Creo que tu rostro me suena. —respondió Emi metiéndose de lleno en la conversación. —Creo que en los documentos que encontramos de Esgrip aparecían fotos tuyas, debes de ser una de las personas a las que la organización está buscando. Tu nombre era... ¿Ashley Moore?

—Sí, yo soy Ashley Moore y Esgrip me está persiguiendo. Pero no sabía que estaban detrás de otras personas además de mí.

—¡¡Chicos mirad arriba!! —exclamó Carley interrumpiendo en la conversación antes de que Nicole pudiera continuar interrogando a la joven.

Siguiendo la dirección a la que la mujer señalaba, los miembros del grupo avistaron a los lejos dos brillantes estrellas cruzando el firmamento. Era obvio para todos, incluso para Ashley, quien no sabía de la amenaza inminente, que aquel par de estrellas fugaces de origen artificial eran la señal de un mal inminente. Nicole comprobó la hora en su reloj, cuyas agujas marcaban las seis y veinticinco de la mañana, tan solo unos escasos cinco minutos eran lo que tenían para alejarse lo más que pudieran de las trayectoria a la que ambas estrellas artificiales se dirigían para hacer volar media ciudad por los aires.

—¡¡¡CORRED!!! —gritó Collins cogiendo de la muñeca de Ashley para llevársela consigo.

—¡¿Qué sucede?! —quiso saber la joven sin parar de correr tras la mujer que tiraba de ella.

—Misiles. Esgrip va a volar la ciudad a pedazos. Dos cuartas parte de la ciudad están a punto de desaparecer. ¡¡No te detengas!!

El grupo corría entre jadeos tanto como podía. Todos habían logrado abandonar hacía tiempo los suburbios saliendo de ese modo del área de la explosión, pero lo que les preocupaba era la onda expansiva. ¿Cómo de lejos debían de estar para evitarla? ¿Estarían ya lo suficientemente alejados para evitar ser golpeados por esta? Incapaces de controlar su curiosidad, los pasos del grupo se detuvieron para mirar hacia atrás inconscientemente cuando la explosión se produjo.

Por unos instantes, una potente luz cegadora obligó a cerrar a los ojos a los que tal fenómeno presenciaron, ahuyentando a las sombras nocturnas, transformando la noche en día. No tardó en hacerse notar. Con un enfurecido vendaval transportando un viento abrasador, la poderosa onda expansiva comenzó a barrer todo a su alrededor a una increíble velocidad. Nada pudieron hacer. Lo último que los ojos azules de Nicole captaron antes de salir volando varios metros por los aires separada del resto de sus compañeros fue una enorme llamarada que devoraría con su ardiente fuego media ciudad.

Nicole cayó, impactando contra el capó de un coche. Morís y Nick chocaron contra un muro. Emi, Débora y Ashley fueron lanzadas varios metros sobre el asfalto de la carretera, y Carley atravesó la vidriera de una floristería. Nicole resbaló por el capó del vehículo cayendo al suelo, retorciéndose entre gritos de dolor. Collins se esforzaba en ponerse en pie apoyándose en el vehículo soportando el dolor atroz que recorría su espalda mientras los gritos del resto de sus compañeros llegaban a sus oídos. Los ojos de la joven mujer recorrieron el escenario desolado que quedó tras el paso de la onda expansiva.

Vehículos y objetos no sujetos como cubos de basura habían sido barridos de sus puestos originales y reubicados en lugares aleatorios de la calle. Con la potencia de la onda expansiva, todos los edificios estaban desprovistos de sus cristaleras, ahora todas yacían hechas añicos por los suelos. Nicole trató de ponerse en pie, pero a medio camino sus piernas temblorosas fallaron cuando un doloroso calambre recorrió su espalda haciéndola gritar y desplomarse de nuevo contra el suelo. Le dolía, y mucho... ¿Desde cuantos metros habría caído sobre el capó del coche? Eso sin contar su estado previo al impacto tras su enfrentamiento con Michaela y su maratón por la ciudad huyendo de los zombis.

Inspiró y espiró repetidas veces antes de volver a ponerse en pie por su cuenta. Lentamente, y apretando los dientes para soportar el dolor, caminó paso a paso, lenta pero decidida hacia el lugar donde sus compañeros se encontraban, los cuales pudo ver a la distancia tratar, como ella, de reunirse con el resto mientras soportaban los dolores del impacto.

—¡Nicole, ¿estás bien?! —preguntó Nick acercándose a ella a paso ligero, tan rápido como era capaz, soportando el dolor de sus huesos—. ¡Nicole! —El joven hombre agarró a su compañera para ayudarle a caminar.

La joven mujer apoyándose en Nick tomó una bocanada de aire antes de responder. 

—No estoy en mi mejor momento, pero sigo viva, así que supongo que es algo. —respondió con cierta dificultad. —¿Estáis todos bien? ¿Y Carley? —preguntó cuando el resto de sus compañeros se reagrupó con ella y Nick.

—Moretones, cortes superficiales, rasgaduras, suciedad, un poco de sangre... pero ningún hueso roto, por suerte. —respondió Morís sin evitar reprimir alguna que otra mueca causada por los constantes dolores de su cuerpo.

—Creo haberla visto atravesar esa floristería. —respondió Emi señalando al lugar en cuestión, el cual presentaba una gran vidriera reventada por el impacto del cuerpo de Carley contra esta.

Tan rápido como sus doloridos cuerpos se lo permitieron, el grupo se acercó al edificio localizado en el margen derecho de la carretera accediendo a su interior. Rosas blancas y rojas, tulipanes amarillos, amapolas entre otras coloridas flores se encontraban esparcidas por el suelo de la parcialmente iluminada floristería. Pisando la tierra derramada y los charcos de agua, los pasos de los integrantes del grupo se dirigieron al fondo de la floristería, escuchando algunos de los fragmentos de la vidriera crujir bajo sus pies.

—Dios mío... —susurró Nick ante la escena que contemplaba frente a él.

Apoyando la espalda en la pared, Carley, quien tenía el cuerpo lleno de cortes sangrantes, era tenuemente iluminada por la luz del exterior. Fragmentos de diversos tamaños permanecían incrustados en todo su cuerpo, estando el más grande insertado cerca del corazón, de estos, ríos de sangre desbordaban en el suelo formando un charco bajo la mujer. Estaba gravemente herida, pero aún permanecía viva. Desde el sitio, la joven mujer permanecía observando a sus compañeros con sus ojos rebosantes de lágrimas, ella misma entendía la situación en la que se encontraba. Viendo los rostros preocupados de sus compañeros, la mujer trató de esforzarse en hablar, pero en vano, lo único que salió por su boca fue su propia sangre.

—¡¿Qué demonios hacemos?! ¡Tenemos que ayudarla de alguna manera! —comentó a sus compañeros sin poder evitar apartar la mirada de su compañera malherida, a sus ojos, ella claramente estaba sufriendo.

Nadie fue capaz de responder a la petición de Nick, debido a las circunstancias actuales de Carley, a ninguno se le ocurría forma alguna de ayudarla.

—Tenemos que hacer algo para acabar con su sufrimiento, no podemos dejar que permanezca aquí muriendo lentamente hasta que termine de desangrarse... —Finalmente, Nicole, con un tono serio en su voz, rompió el silencio atrayendo la mirada de sus compañeros, así como la de la propia Carley.

—¿Acabar con su sufrimiento? ¿Cómo? —preguntó Emi con el ceño fruncido al percibir aquel tono de voz de su compañera.

Sin mediar palabra alguna, Nicole desenfundó su P226 para apuntar a la cabeza de la mujer que la observaba en silencio. Sorprendidos, sus compañeros se quedaron sin habla cuando vieron las intenciones de la ex agente de policía.

—¡Nicole, detente! —exclamó la asiática agarrando del brazo a su amiga. —¡Debe de haber otro modo, no podemos matarla así sin más!

—No hay otro modo Emi... —respondió mirando a los ojos a la mujer que le agarraba del brazo. —Y aunque lo hubiera... Carley solo sería un estorbo para nosotros...

Estorbo. Aquel había sido el término despectivo hacia la moribunda Carley que impactó a los integrantes del grupo. Nunca habían podido imaginar que alguien como Nicole pudiera decir algo tan cruel hacia una persona que en aquel momento se encontraba agonizando frente a ellos.

—¡¿Cómo diablos puedes decirle algo tan cruel, Nicole?! ¡¿Pero tu acabas de darte cuenta de lo que le acabas de decir?! —exclamó Emi frunciendo aún más el ceño mostrándose realmente molesta hacia la mujer que agarraba.

Nicole, al sentir como la mano de Emi la agarraba con más fuerza, reaccionó tan molesta como ella, encarándola con el ceño fruncido.

—¡¿Crees que esto es agradable para mí?! ¡¿Realmente piensas que estoy bien con asesinarla, Emi?! —Con violencia, Nicole tiró del brazo, liberándose de la mano de Emi. —¡¡Solo estoy tratando de ser realista, esta es la única manera en la que podemos ayudarla!! —Nicole, en esta ocasión, comenzó a mirar, no solo a Emi a los ojos, sino también al resto de sus compañeros, salvo a Carley. —¡En el remoto caso en el que pudiéramos sacarla de aquí viva y cargáramos con ella aun ignorando la propia dificultad que tenemos nosotros mismos para movernos por nuestra cuenta, llevarla con nosotros sería igual que pasearnos con un cartel de luces de neón que anunciara a todos esos bichos de ahí fuera nuestra posición!

El silencio cayó de nuevo entre los componentes del grupo pensando en lo que Nicole acababa de decirles. Era una situación difícil, y ella misma había decidido arrebatarle la vida a Carley aun sabiendo la carga moral que suponía para ella y para cualquier persona con cierta ideología el hecho de matar a una persona inocente. Por eso había decidido hacerlo ella misma, dispararle, para que nadie se viera obligado a mancharse las manos para poder ayudarla.

—Nicole tiene razón, Emi... —respondió Morís rompiendo el silencio.

—¿Morís? —mencionó con algo de incredulidad al sentir la mano de su compañero sobre su hombro.

—Compréndelo, Emi. Esas criaturas que andan por la ciudad tienen buen olfato, vendrán hacia nosotros, no importa donde nos escondamos, nos encontrarán por el olor de la sangre de Carley... Además, como Nicole ha dicho, tenemos que cargar con ella y no estamos físicamente como para cargar con alguien, tener que llevar a Carley nos hará movernos más lento. —respondió a su compañera finalizando con una mirada triste dirigida a Carley.

—Y no solo eso. —se escuchó la voz de Débora tras unos segundos de silencio. —Ahora está Ashley con nosotros, y dijo que la estaban buscando la gente de Esgrip, cargar con Carley sería problemático en caso de encontrarnos con un grupo de soldados armados.

Emi agachó la cabeza y dio un par de pasos atrás alejándose de Nicole, entendía el planteamiento de sus compañeros, pero como la “enfermera” del grupo, se sentía mal sabiendo que no era capaz con sus limitados conocimientos médicos de salvarle la vida a su compañera, le dolía que la única opción para poder ayudarla a dejar de sufrir fuera pegarle un tiro.

Nicole miró a Nick, y este, sin nada que decir, asintió en silencio de acuerdo con la acción que emprendería Nicole contra Carley. La mujer de dorados cabellos se giró y dio un par de pasos hacia Carley elevando la pistola apuntando a la cabeza de la mujer.

—Lo siento mucho Carley, pero esta es la única opción para hacer que dejes de sufrir. —respondió Nicole mirando directamente a la mujer. —Por favor, perdóname por haberte llamado estorbo.

Carley miró por última vez el rostro de sus compañeros, antes de volver a mirar una vez más a aquellos ojos azules intensos de su ejecutora de dorada cabellera. La mujer, pálida, asintió con media sonrisa dibujada en su rostro despidiéndose de aquellos que la habían estado acompañando hasta aquel momento en su huida por la ciudad.

Comprendía lo que sus compañeros habían dicho, y no solo eso, ella misma sabía que no saldría con vida de esa floristería, cada vez le costaba más respirar, cada vez se sentía más débil, la muerte ya había puesto sus ojos en ella. Nicole y Carley mantuvieron sus miradas por unos momentos antes de que la ex agente apretar el gatillo segando la vida de la mujer, y con ello, su sufrimiento.
Tras unos instantes guardando silencio ante el cuerpo de la fallecida, uno a uno los integrantes del grupo comenzaron a abandonar la floristería para continuar su viaje hacia el rascacielos Mirror.

Tras una larga caminata en la que nadie se atrevió a decir nada, decidieron detenerse en un restaurante cercano para sentarse en las sillas exteriores del comercio y descansar un poco mientras miraban el mapa para saber la localización del lugar en el que se encontraban. Con los miembros del grupo repartidos entre las diferentes mesas y sillas del exterior del restaurante ocupados con sus propios asuntos, Nicole se acercó a la mesa en la que Ashley se encontraba sola para entablar conversación con ella y poder conocerla más.

—¿Me puedo sentar aquí, Ashley? —preguntó colocando la mano sobre una de las sillas.

—Claro.

—Verás, creo que no hemos tenido tiempo para presentarnos correctamente. —comentó tomando asiento. —Me llamo Nicole Collins, la chica asiática de allí, es Emi Tanaka, y el barbudo cuarentón es Morís Anderson, los tres somos agentes, bueno, ex agentes de policía de la ciudad. Luego tenemos allí a Nick Fisher, trabaja para el ejército, y esa es Débora Linson, reportera de televisión. Nosotros, igual que la chica que murió en la floristería, Carley Foster, profesora, estamos tratando de huir de la ciudad. Recientemente, ha muerto también otro compañero, un chico universitario llamado Liam Miller. —informó Nicole señalando a cada uno de sus compañeros al momento de la presentación. —Verás, hoy el día ha sido frenético, no han dejado de suceder cosas, Morís, Emi y yo perdimos a nuestro jefe, Alan Walker, nos enfrentamos a un gigante humanoide para salvar a Débora, llegamos a la comisaría y tuvimos que abatir a nuestros compañeros zombificados, somos seguidos por unos seres con apariencia de reptil de los que nos acaban salvando Nick, Carley y Liam, después descubrimos unos laboratorios bajo el ayuntamiento y me lío a ostias con una indeseable, luego tratando de huir por la ciudad somos perseguidos por hordas de zombis rápidos que nos obligan a separarnos, y cuando nos juntamos, nos enteramos que Liam ha muerto, nos encontramos contigo, salimos volando por los aires por la onda expansiva y ahora perdemos a Carley... Todo ha sido un no parar... —suspiró tras acabar de resumir a la joven mujer su frenético día desde que había despertado en el hospital Santa María. —Ashley Moore ¿verdad?

—Sí, así me llamo.

—Bien, Ashley, cuando yo y mis compañeros llegamos a la comisaría descubrimos que alguien estuvo usando el panel de control de las cámaras de vigilancia de la ciudad, y esa persona se dejó una carpeta con documentos de Esgrip. En esos documentos había órdenes de vigilar y capturar a una serie de personas, entre ellas recuerdo que aparecías tú, también hablaban de emplear unidades militares para asesinar a los civiles, recuperar información de la compañía de las diversas instalaciones subterráneas, entre otras cosas, y lo más importante, entre todas esas cosas era el hecho de que quieren destruir la ciudad por partes para dar tiempo la compañía a su gente para que logren los objetivos asignados antes de destruir la ciudad por completo y huir de ella. Lo que antes hemos presenciado era la destrucción de media ciudad, estaba programada para las seis y media de la mañana, ahora son las siete, el resto de la ciudad será destruida a las seis en punto de la tarde.

—¿¡Destruir la ciudad con misiles!? Dios mío... Es obvio que lo hacen para destruir todo rastro de sus actividades que los relacione con lo que le ha sucedido a la ciudad. —respondió Ashley frunciendo el ceño ante lo que Nicole le narró. —Pero eso significa que no hay escapatoria dentro de la ciudad, para salvarnos tenemos que abandonar Stone City. 

—En efecto, por eso vamos a ir al rascacielos Mirror. La gente de Esgrip será evacuada a mediodía y al atardecer allí, abandonarán la ciudad en helicópteros una vez cumplan con los objetivos que la organización les asignó.

—¿Vais a robar uno de los helicópteros?

—Efectivamente. Morís sabe manejar helicópteros. Iremos, nos infiltraremos, lucharemos si es necesario y robaremos uno. Va a ser difícil, estamos hablando de militares, pero es la única forma de salir de la ciudad y alejarse tanto de la explosión como de la onda expansiva. A pie será imposible huir de la ciudad. No nos queda otra si queremos salir con vida de Stone City. ¿Vendrás con nosotros?

Ashley se mantuvo un momento en silencio. Si lo que decía era verdad, robar uno de esos helicópteros era la única manera de huir de la ciudad.

—¿Y no podemos ir a la base militar en el centro de la ciudad?

—No es posible, aún estamos muy lejos de la base, a pie tardaremos mucho, y aunque esté amaneciendo y pronto empezará a salir el sol, aún está oscuro y hay muchos monstruos recorriendo la ciudad ocultándose entre las sombras. Ashley, te dije antes que tuvimos que escapar de hordas zombis. Es probable que nos encontremos más hordas por el trayecto a medida que nos dirijamos a la base. No queda otra si queremos asegurarnos la posibilidad de salir de la ciudad con vida.

—Está bien, iré con vosotros si no queda otra.

—Perfecto, ahora me gustaría que me dijeras de qué conoces a Esgrip y por qué te están buscando. Ashley, estamos dispuestos a ayudarte si esa gente aparece. Por favor, dime por qué están detrás de ti.

Ashley suspiró pesadamente antes de responder a la mujer que tenía delante. Si ella y sus compañeros sabían de Esgrip y de la verdadera naturaleza de esta, puede que creyesen su historia, por muy loca que pareciera. Además, Nicole le había contado su historia y ella y sus compañeros la iban a ayudar llevándola con ellos para huir de la ciudad. Que menos que responder a su petición.

—Bueno, sé que esto que voy a contar va a ser difícil de creer, pero por favor, cree en mis palabras. —le pidió la joven mirando a los ojos de la mujer situada al otro lado de la mesa.

—De acuerdo, total, ya visto lo visto me creo cualquier cosa de esa compañía. Adelante, dispara.

—Verás, todo lo que está sucediendo en la ciudad es por mi culpa. Yo fui un sujeto de experimentación que logró huir de las instalaciones subterráneas de la compañía cercanas al bosque. Huyendo, se ocasionaron varios destrozos que provocó la fuga de especímenes infectados que lograron abandonar los laboratorios, esas criaturas dieron lugar a la situación actual de la ciudad. Los soldados de Esgrip me persiguen porque soy un espécimen valioso para ellos. —respondió la joven apartando la mirada de Nicole para observar una juguetería al otro lado de la calle. —Básicamente eso es lo que pasó.

—Ya veo, me creo tu historia. De hecho, ya la conocía. —respondió sin mostrar sorpresa alguna ante la historia de la joven.

—¿Ya la sabías? ¿Cómo es eso posible? —se interesó mirando de nuevo a la mujer.

—¿Te suena el nombre de Michaela Evans?

—Zorra... —respondió con el ceño fruncido al escuchar aquel nombre.

—Sí, opino lo mismo. —respondió con un suspiro al confirmar con aquella respuesta que ella también la conocía. —Me encontré con ella en los laboratorios bajo el ayuntamiento. Antes de enfrentarme a ella, tratando de matarnos, me contó lo mismo que me has dicho tú. Pero déjame decirte que tú no tienes la culpa de nada. Ellos fueron unos negligentes que no se percataron de que se les escaparon varios zombis que se ocultaron en el bosque, según Michaela, probablemente lograrían sobrevivir durante esos tres años por el clima y la extensión del lugar, así como del alimento que pudieron encontrar en animales, y probablemente en algún que otro excursionista de los que suelen perderse por allí todos los años y de los que solo acaban por encontrarse sus restos. Aunque claro, ella no asumió la culpa de que algunos especímenes escaparan. Simplemente, se escudó diciendo que estaban muy liados destruyendo a los especímenes infectados que andaban por las instalaciones y castigando a un par de especímenes humanos como para percatarse de ello. Y la forma en la que va a solucionar la compañía las cosas es volando la ciudad por los aires.

Ashley permaneció un momento en silencio sin dejar de mirar a Nicole antes de abrir la boca para responder.

—Pienso que lo de la ciudad no es solo cosa mía, pero yo también estoy involucrada en esto... ¿Pero qué otra cosa podía hacer? Simplemente quería escapar de aquel lugar... Es por eso, Nicole, que sigo diciendo que lo que le ha sucedido a la ciudad es culpa mía, pero Esgrip también tiene parte de culpa sobre lo que le ha sucedido a este sitio. —respondió seriamente. —Eso es un hecho innegable, el querer escapar de las garras de Esgrip provocó que varios de los no muertos escaparan y mucha gente muriera... —respondió acabando casi con un susurro apartando de nuevo la mirada de los ojos de la mujer.

Ambas permanecieron un momento en silencio observando la calle vacía. Aunque estuviesen descansando y preparándose para continuar después con el viaje, debían de permanecer con los ojos abiertos. Aunque estuviera amaneciendo, las calles aún estaban lo suficientemente oscuras como para que alguna criatura pudiera estar entre las sombras, pasando inadvertidas.

—Si quieres echarte en parte las culpas de lo sucedido en la ciudad, está bien. Aunque no lo hicieras con mala intención y no supieras lo que sucedería con tu huida, es innegable que tienes parte de la culpa, como tu misma dices. Por otra parte, para mi sigues siendo inocente. Sólo querías salvar tu vida. Creo que lo mejor es olvidarlo. Lo pasado, pasado está. Ya nada se puede hacer por cambiar las cosas. —respondió sin demasiada importancia dejando la mirada perdida al fondo de la carretera por la que habían andado.

—Tal vez sea lo mejor. Por mucho que reconozca la culpa, no puedo hacer nada por cambiar la situación... —susurró atrayendo de nuevo la mirada de Nicole.

—¿Y tus padres?

—Quien sabe, puede que ellos y mis hermanos estén muertos, o tal vez fueron evacuados por los militares...

—Las evacuaciones no se llevaron a cabo aquí, sólo en las áreas afectadas. Morís y yo estuvimos ayudando con las evacuaciones y en la eliminación de las amenazas en una de las zonas de peligro. Aquello era una bomba de relojería que acabó por explotar. La situación se descontroló por completo y los no muertos y el resto de criaturas lograron salir de las áreas en las que los manteníamos confinados, pudiendo recorrer libremente la ciudad sembrando el pánico. Los de la ONU tampoco fueron capaces de hacer nada. Aunque... recuerdo que, si la cosa se descontrolaba, los militares que recorrerían la ciudad enfrentando a las amenazas tenían el deber de escoltar a los supervivientes que encontrasen hasta la base militar. Es posible que tus padres y hermanos fueran escoltados por algunos militares y permanezcan vivos en la base.

—¿Qué importa que hayan llegado o no a la base? Morirán igualmente por lo del misil, ¿no? No hay manera de que esa gente lo sepa. —Ashley sonrió irónicamente. —Tanto tiempo alejada de ellos para protegerlos, y cuando trato de volver, me encuentro con que no hay nadie esperándome.

—Lo siento, Ashley. ¿Durante cuánto tiempo Esgrip te mantuvo cautiva?

Ante la pregunta, Ashley elevó la mirada al cielo, recordando los días pasados.

—Durante dos años y medio, creo. Fui secuestrada de camino a casa. Por aquella época, había una alarma social en la ciudad por culpa de las alarmantes desapariciones de personas. —respondió volviendo a mirar a Nicole.

—Sí, recuerdo aquella época. —respondió la voz del barbudo cuarentón acercándose con el resto a Nicole y Ashley tras acabar sus asuntos. —Las desapariciones en esta ciudad no son nada nuevo. Han desaparecido muchas personas durante muchos años, probablemente más de los que los civiles sabían, muchos de los desaparecidos solían ser gente sin hogar que dormía en las calles. El cuerpo de policía estuvo investigando a fondo el tema del secuestro de personas, en especial cuando la alarma salió del país volviéndose una noticia a nivel internacional. A día de hoy el caso continúa abierto, y apenas logramos tener alguna pista que nos ayudara en el caso. Actualmente, sigue paralizado. —comentó sentándose en una de las sillas junto a Nicole. —Nunca encontramos a ninguno de los desaparecidos.

—¿Entonces era Esgrip quien estuvo secuestrando a personas de la ciudad? —preguntó Emi haciéndose notar entre sus compañeros.

—Sí, era todo cosa de Esgrip. Escuché que los cadáveres solían quemarlos para evitar el exceso de muertos vivientes en las instalaciones. Usaban a esas personas para investigar buscando un propósito, pero la mayoría solían fracasar y acababan transformados en zombis. —explicó la joven mirando a Emi. —Es por eso que nunca encontrasteis ningún cadáver. Al menos, eso es lo que escuché de un compañero cuando estaba en esas instalaciones.

—Con lo de propósito te refieres a los supersoldados que crearon con el virus Agua Gris, ¿no? Tu eres una de ellos. —comentó Nicole recordando las palabras de Michaela.

—Ya veo que esta mujer te contó algo. Esgrip logró hacer tres supersoldados de entre todas las personas que secuestró. Éramos dos chicas y un chico, Maya, Matt y yo. Los tres éramos adolescentes con edades similares. Fui secuestrada cuando tenía trece años. Estuve hasta los quince bajo la custodia de la compañía. Aún recuerdo perfectamente la habitación, aquella en la que pasaba los días confinada sin hacer nada más que esperar a que me inyectaran cosas y me hiciesen pruebas de todo tipo, una sala blanca y fría solamente para mí... Un día, Michaela nos soltó para que los tres nos encontráramos y así espiarnos para ver como reaccionábamos al salir tras tanto tiempo encerrados en nuestras habitaciones y vernos.

—¿Maya? —preguntó Emi. —Creo que puede tratarse de una de las chicas a la que Esgrip está vigilando. —Emi sacó la carpeta de documentos de Esgrip buscando las fotos de los documentos en cuestión. —¿Es esta, Ashley? —preguntó mostrándole alguna de las fotos del documento.

—Sí, es ella, aunque está cambiada respecto a la última imagen que tengo de ella en mente. Deben de ser más recientes las fotos. Está más mayor desde la última vez que la vi hace tres años.

—¿Y qué son los supersoldados exactamente? —preguntó Débora en aquella ocasión. —¿Soldados muy entrenados o desarrollados físicamente por medio de sustancias que se inyectan? Me refiero a como hacen algunos tíos, que se inyectan anabolizantes para aumentar su musculatura.

—No, no es nada de eso. Matt me explicó que un supersoldado es una persona a la que le inyectan el virus, y al adaptarse a él, obtiene una serie de habilidades sobrenaturales. Además, esa persona recibirá un entrenamiento militar y una serie de conocimientos para que pueda actuar como un soldado. Esgrip quería crear una nueva raza de superhumanos que superen al humano normal y que además sirva a la organización.

—¿Y qué clase de habilidades son esas? —preguntó de nuevo la mujer de cabellos castaños.

—Matt tiene sus cinco sentidos muy desarrollado, además de que su fuerza es superior a la de un ser humano normal. Yo tengo una regeneración celular casi instantánea. Me curo rápidamente de las heridas. Maya no lo sé, a pesar de que se adaptó al virus, no mostró ninguna habilidad en especial.

—Es increíble... —susurró Morís. —¿Realmente ese virus os dio habilidades como esas?

—Sí, pero no es tan increíble como crees, Morís. Matt y yo sufrimos efectos secundarios al virus. A Matt se le decoloró el cabello, los ojos y la tonalidad de la piel. Nada grave más allá de un aspecto físico llamativo. A mí... bueno, sufro de paradas cardíacas cuanto más uso mi habilidad. Cuanto más la utilizo, más posibilidades tengo de sufrir una. Maya, por otra parte, no sufrió ninguna clase de efecto secundario aparentemente, igual que tampoco mostró cambio alguno cuando adoptó el virus a su organismo.
—¿Paros cardíacos? Pero eso es...

—Un problema. Es una desventaja enorme. No importa como de grande, peligrosa o profunda sea la herida. Mi habilidad se activará de forma involuntaria para curarla. Cuanto más use mi habilidad, más probabilidad tengo de sufrir un ataque al corazón. Por eso evito hacer cosas que puedan herirme, sin importar como sea de grave. —respondió la joven mirando al sorprendido Morís desde su asiento.

—¿Y cómo lograste huir de las instalaciones de Esgrip? Dudo que fuera una labor sencilla. —preguntó Débora a la joven con el ceño fruncido.

—Bueno, todo fue cosa de Matt. Él lo ideó. Llevaba cuatro años bajo las garras de Esgrip. Fue el primer supersoldado de la organización. Durante cuatro años, el profesor Javier, junto a Michaela y Marcos, expusieron a Matt a todo tipo de pruebas dolorosas y desagradables para poner a prueba sus habilidades, llevándolas al límite y controlar la evolución del virus en su organismo. Matt era alguien que se rebeló contra Michaela y Javier en muchas ocasiones. Se resistía a ser el conejillo de indias de ellos, lo que lo llevó a sufrir aún más si cabía. Como castigo a su resistencia, lo dejaban días sin comer o lo golpeaban como si fuera un perro. A veces, incluso me llegó contar que lo encerraban durante toda una noche solo en una jaula de la planta en donde encerraban a las aberraciones que Esgrip creaba.

—Dios mío… Aguantar cuatro años ese trato debió de ser todo un auténtico infierno. —comentó Nick al escuchar lo que aquel chico sufrió bajo las garras de aquella inmoral organización. —¿A ti también te hicieron esas cosas?

—A mí y a Maya también, solo que tenían predilección por Matt. Entre eso y su comportamiento rebelde, a nosotras dos nos tenían un poco más como un segundo plato. Aunque es lógico, pues Maya no presentó indicios de sus habilidades, y yo tenía un fatal efecto secundario. Matt era quien más cerca estaba de ser un supersoldado perfecto. Pero no fue tonto. Durante ese tiempo que pasábamos los tres a solas o éramos llevados de un lugar a otro para las pruebas, él fue memorizando los lugares hasta que descubrió que camino conducía a la salida de las instalaciones, entre otros detalles importantes, como algunos cambios de guardia. Todo pasó durante uno de nuestros típicos encuentros. Ya habiéndolo planeado todo la última vez que nos habíamos visto, y con Matt guardando una pistola que le había quitado a uno de los guardias en un descuido y ocultaba bajo su ropa, nos dirigimos a la salida, causando algunos daños. Matt logró dañar uno de los paneles de mando que controlaban las cerraduras de las celdas en la que las bestias estaban retenidas, logrando que varias de estas se movieran libremente por la base, distrayendo a los soldados. Continuamos huyendo de aquellos que nos perseguían hasta que vimos la salida. Desgraciadamente, Michaela y Marcos nos sorprendieron, y capturaron a Matt y Maya. Yo fui la única que logró escapar aprovechando que trataban de atrapar a los otros dos. Tras eso, no volví a saber de ellos.

—¿Y después que hiciste? ¿Dónde estuviste metida durante los tres años siguientes? ¿Esgrip no fue detrás tuya? —preguntó Nicole intrigada en su historia.

—Pues... resumiéndolo todo, una pareja de ancianos me encontró y me ayudó mientras me internaba a ciegas en el bosque. Ellos me acogieron, permitiéndome vivir con ellos en una casa rural. Desde un inicio, no me insistieron demasiado a la hora de preguntarme que me había pasado, pero entendían que algo malo me había sucedido y no podía contarles demasiado, así que al sentirse además algo solos, decidieron cuidar de mi durante los siguientes años permitiéndome vivir con ellos. Esgrip continuó buscándome, por supuesto. A veces bajaba a la ciudad acompañándolos para ayudarles a ir a la compra, aunque claro, trataba de ocultar mi apariencia para que no me reconocieran si me topaba con alguien de Esgrip. Nunca traté de contactar con mis padres. Cuando pasaba observando mi casa desde la distancia, veía a gente sospechosa rondando mientras miraban a mi hogar. Incluso llegué a ver en una ocasión a la propia Michaela paseando frente a la puerta. Quería proteger a mis padres y hermanos. Por eso me alejé de ellos y no traté de contactarles.

—Debió de ser muy difícil para ti, Ashley. Eras libre, pero aun así no pudiste volver con tu familia... —comentó Nicole mostrándose preocupada hacia la joven que tenía en frente. La joven mujer se percató de como los ojos de Ashley comenzaban a cubrirse de lágrimas que la chica trataba de contener mirando en otras direcciones. —Cariño, tranquila... —trató de consolarla agarrándola de las manos.

—Yo... pufff... —la joven calló por unos instantes. — Durante tres años me he conformado con verlos desde la distancia cuando bajaba a la ciudad... —mordiéndose el labio inferior, era incapaz de mirar al rostro de las personas que la rodeaban. —Me alejé pensando que así los mantendría a salvo y esa gente no se acercarían a ellos sabiendo que no estaba en casa... Tras recorrer media ciudad escapando de los peligros de esta para llegar a mi casa, acabo descubriendo que ya nadie me espera y que nunca jamás los volveré a ver... —Ashley no pudo continuar, sus lágrimas acabaron por desbordar. —Estoy sola...

Los miembros del grupo se miraron los unos a los otros entristecidos por la historia y la situación de la nueva integrante del grupo. Realmente aquella chica sufrió mucho, por tres años, no pudo tener una vida normal tras escapar de Esgrip, alejada de sus amigos, el colegio, su vida normal, y en especial de las personas a las que más quería y a las que solo podía ver desde la distancia, su familia. Aquella chica tuvo que permanecer desaparecida por tres años, haciendo creer a su familia y amigos que probablemente estaba muerta.

—Ashley, no estás sola. Ahora estás con nosotros. —trató de alentarla Débora colocando las manos en los hombros de la joven.

—Es cierto, Ashley. —comentó Nicole en esta ocasión, agarrando con algo más de fuerza las manos de la chica. —Te prometo que te sacaremos de aquí con vida. Mientras estés con nosotros, no tendrás nada que temer. No te pasará nada malo. —prometió con una confiable sonrisa en el rostro.

—Gracias, realmente os lo agradezco... —susurró entre lágrimas mirando a los rostros de aquellas personas.

Allí, el grupo permaneció unos instantes más esperando a que la joven se desahogara antes de partir. El tiempo atrás aún continuaba avanzando. Tan solo tenían unas cuantas horas para lograr llegar al Mirror y escapar de la ciudad antes de que lo que quedaba de esta fuera borrada de la faz de la Tierra. En aquel edificio se encontraba su única oportunidad de sobrevivir a aquel infierno. Su última escapatoria.

 #Sacedog


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