Big Red Mouse Pointer

lunes, 5 de octubre de 2015

RNH: Juego de la Supervivencia

Capítulo 08 - De vuelta a la comisaría

11 de Julio del 2012.

Nicole miró la hora en su reloj, eran las cinco y media de la tarde, hacía cerca de dos horas que habían dejado atrás a la criatura y el cadáver de Alan. El ambiente no era muy bueno, los tres agentes no podían evitar lamentarse por la pérdida de Alan, especialmente Nicole quien ausente caminaba tras sus compañeros. Alan Walker era alguien a quien conocía desde hacía muchos años, él era amigo de Linda, su madre y por lo tanto lo conocía desde que ella era una niña, él fue junto con su madre, uno de los que logró convencerla para trabajar como policía en la ciudad, hablándole acerca de los casos en los que trabajaba o las veces en las que ayudaba a Linda en su trabajo.

También fue un gran tutor que se encargó de ella cuando ingresó al cuerpo de policía, impartiéndole disciplina y vigilando siempre todas sus acciones en su oficio mientras trataba de ayudarla a comprender el mundo policial o dándoles consejos, mientras que por otra parte era Morís quien la entrenaba enseñándole los conocimientos necesarios para ejercer su profesión. Tenía que reconocer que Alan era muy estricto y le daba bastante caña, cuando la tenía que felicitar lo hacía como con cualquier otro agente y cuando la tenía que reñir, lo hacía de forma exagerada, aquello hizo que algunos compañeros de trabajo llegaran a pensar que Alan tenía algo contra Nicole, pues a ella la reñía aún más que a cualquier otro de sus agentes cuando cometía fallos de cierta importancia. No obstante, aquello no era prueba de odio, lo hacía por su bien.

Él la vio crecer. Desde siempre le dijo que sería una gran persona y una gran agente de policía. Sabía que Nicole era alguien que al igual que se motivaba mucho a la hora de implicarse en una misión, también se desmotivaba bastante cuando se quedaba atascada en algún caso o este quedaba sin resolverse. Nicole era alguien que tenía un fuerte sentido de la justicia y la moralidad y Alan lo sabía, por esto mismo Nicole se involucraba a nivel personal en todos los casos que caían en sus manos y cuando se desmotivaba por algún motivo, Alan al igual que un entrenador con sus jugadores, este le gritaba y la retaba mientras la hacía enfurecer para que dejara de lamentarse y volviera a motivarse para resolver el caso. Alan era un amigo de la familia, él la acompañó al entierro de Linda poco después de ser asesinada por ejercer su trabajo y junto con su padrastro, Ryan Evans, estuvo apoyándola hasta el final y ayudándola en todo lo posible.

Por aquella época Alan fue alguien de gran ayuda, pues Ryan se había mudado hacía varios años a otra ciudad junto con Linda y Michaela, su hermanastra, mientras que por otra parte, un año antes de la muerte de Linda, Sam Collins, el padre biológico de Nicole, había abandonado el colegio para irse a trabajar en otra ciudad distinta tras conocer a otra mujer, y aun que estaban en contacto, no era lo mismo al no tenerlo físicamente a su lado, por lo que se podría decir que Alan ocupó durante ese tiempo el papel de un padre, y fue gracias a él y a sus compañeros Morís y Emi, entre otros, como pudo ir superando poco a poco aquel duro golpe de haber perdido a su madre.

Nicole secó un par de lágrimas con el dorso de sus puños y tras eso inspiró y expiró fuerte un par de veces, tras eso comenzó a andar ligero hasta acercarse a los otros tres miembros del grupo. Estos tres se habían percatado de la situación de Nicole, pero habían decidido que lo mejor era dejarla sola con sus pensamientos.

—Bueno, creo que no hace falta que te presentes, eres bastante conocida —inició Nicole una conversación con la civil. —Señorita Débora Linson.

—Bueno, es lo que tiene trabajar de reportera en el canal de las noticias, me he hecho bastante popular. —respondió Débora con una sonrisa. —Por cierto, aún no sé vuestros nombres, agentes.

La civil a la que rescataron se trataba de Débora Linson, una popular reportera del canal de noticias de la ciudad. Era una mujer de largos cabellos castaños, ojos oscuros y rondaba los treinta años. Ella había estado reportando por el canal de noticias de Stone City todo lo que sucedía sobre la situación de la ciudad con la epidemia zombi, por lo que en las últimas semanas había estado saliendo bastante por la televisión informando a los ciudadanos de la situación. Si, era bastante conocida, pero ¿tanto como para que una criatura humanoide también la conozca?

—Yo soy Nicole Collins, mi compañero se llama Morís Anderson y mi compañera Emi Tanaka. Débora me gustaría preguntarle algo. ¿Por qué ese monstruo te perseguía? — Nicole no quería enrollarse mucho en las presentaciones, por lo que tras identificarse a ella misma y a sus compañeros, fue al grano lanzando una pregunta que llevaba bastante tiempo cuestionándose.

—Bueno, la verdad es que eso no lo sé. Yo iba con un grupo de civiles hacia el centro de la ciudad, pero por el camino unas criaturas extrañas con aspecto de reptil nos atacaron, varios murieron y los que quedamos vivos aprovechamos para correr hacia cualquier dirección alejándonos de esos monstruos. Corrí metiéndome por algunas calles, fue entonces cuando vi que un helicóptero pasó por encima de mí hacia alguna dirección cargando con un enorme contenedor metálico, seguí la ruta del helicóptero y tras doblar una calle llegué a la carretera en la que me encontrasteis. Al final de esa carretera vi a dos chicos, un hombre vestido con el uniforme militar y un joven adolescente con ropa informal, por lo que sería un civil. El helicóptero soltó el contenedor que cargaba y de su interior salió el monstruo con el que os enfrentasteis antes.

— ¿Y qué pasó? ¿Mató a esos dos y luego fue a por ti? —preguntó Morís.

—Qué va, trató de matarlos y ellos se enfrentaron a él como pudieron, pero no fueron capaces de hacerle frente. Cuando aquel ser estaba al matar a uno de ellos, apareció un grupo de personas y los rescataron dejando a la criatura inconsciente. Después cargaron con los dos chicos y se los llevaron a alguna parte. Cuando traté de correr tras ellos el monstruo despertó, sacó la Gatling del contenedor y tras equipársela vino a por mí, poco después de eso aparecisteis vosotros.

Nicole se detuvo e instantáneamente lo hizo el resto.

— ¿El helicóptero soltó a esa cosa? —preguntó queriendo volver a escuchar lo que ya le habían dicho.

— Si, el helicóptero cargaba con el contenedor y lo soltó a unos pocos metros de aquellos dos chicos. De su interior salió el monstruo de la Gatling. —repitió la mujer.

No era muy difícil saber en qué pensaba Nicole, pues de inmediato a todos se les pasó la misma pregunta por la cabeza. — ¿Qué coño hacía un helicóptero soltando a ese monstruo? —dijo Morís haciendo la pregunta que se les estaba pasando a todos por la cabeza.

—No solo eso. Antes de enfrentarnos a él, algo me llamó la atención de su rostro y usando la mira de mi rifle vi que su ojo derecho era una micro cámara. —explicó Nicole.
— ¡Ah! —Exclamó Débora atrayendo las miradas de los agentes —Recuerdo que en uno de los laterales del helicóptero había un logo con un nombre. El logo era una cadena de ADN y bajo este un nombre... pero no recuerdo bien que ponía, Mesgrip, Estrip, Legrip... —Débora suspiró rindiéndose — Lo siento, no recuerdo cómo se llamaba.

— ¿Esgrip? —preguntó Emi.

— ¡Si, eso es! Era Esgrip.

—Esgrip... ¿De qué me suena ese nombre? —comentó Morís cruzándose de brazos tratando de recordar.

—Esgrip es una empresa farmacéutica bastante famosa a nivel mundial, con sucursales en países de los distintos continentes. Esa empresa comercializa todo tipo de medicamentos, tanto para personas como para animales, invierte mucho dinero en la búsqueda de remedios a enfermedades que hoy en día no tienen cura, da empleo a muchísimos trabajadores, y dona dinero a algunos orfanatos y comedores sociales, por no hablar de que tiene también una política que contribuye al cuidado del medio ambiente. Sin duda se ha ganado bastante fama. —explicó Emi recordando un artículo que leyó hace un tiempo en un periódico.

—Veamos, dejad que piense. —interrumpió esta vez Nicole. —Ese helicóptero de Esgrip liberó a esa criatura asesina y se marchó dejándola suelta por la ciudad. Ese monstruo tiene una micro cámara en su ojo derecho, por lo que no es muy descabellado pensar que de alguna manera la organización está controlando a la criatura y viendo a través de la cámara lo que el monstruo observa ¿verdad? Si, esa es la hipótesis más probable. Aunque por otra parte, no tenemos pruebas de que eso sea así ¿verdad? Solo es una suposición, Débora podría haberse equivocado con el nombre, ella misma dijo que no lo recordaba bien ¿cierto? Suponiendo que esta hipótesis fuera cierta, ¿qué gana una compañía farmacéutica con hacer lo que ha hecho? Es más que obvio que si controlaban esa criatura que han soltado, ellos deben de ser los culpables de la epidemia zombi en la ciudad. —presentó Nicole su planteamiento ante sus compañeros. —Sea como sea, sin pruebas no podremos acusar a la empresa, aunque tengan todas las papeletas por lo que Débora ha dicho. —concluyó la agente Collins con un suspiro.

—Quien sabe, de todas formas no deberíamos de preocuparnos por eso. Al fin y al cabo puede que nunca sepamos lo que ha sucedido, no te lo tomes mal Débora, pero como dice Nicole, es posible que no fuera Esgrip, ya que has dicho no recordar bien el nombre. —respondió esta vez Moris.

—Mmmm... Yo diría que si era Esgrip el nombre que había escrito bajo el logo de la cadena de ADN. Pero también es posible que me confunda con otro nombre parecido... —contestó Débora dubitativa.

—Bueno, como dijo Morís, dejemos el tema y vamos a la base militar, es el único lugar en el que podemos estar a salvos. —propuso Emi comenzando de nuevo la marcha.

Continuaron una hora más viajando hasta parar en un sitio muy familiar para ellos, se trataba de la comisaría en la que prestaban sus servicios como agentes de la ley. El grupo había decidido salir un momento de la ruta planeada para acercarse a su puesto de trabajo y contemplarlo por última vez.

El asfalto sobre el que se levantaba el edificio, aún estaba algo húmedo de la lluvia que cayó de madrugada y algunos charcos podían apreciarse en algunas zonas algo desigualadas de la carretera.

El emblemático edificio se encontraba muy dañado, cerca de las escaleras por las que se ascendía hasta la puerta de entrada de la comisaría, yacía el cadáver de una extraña criatura humanoide con cierto parecido al de la Gatling. El grupo se acercó al cadáver y pudieron apreciar que llevaba ya bastantes horas muerto, la criatura había fallecido a base de disparos y cuchillazos, a su alrededor podían apreciarse algunas salpicaduras de sangre. Tras eso el cuarteto entró al edificio.

La comisaría se encontraba semi a oscuras, los rayos del atardecer que entraban por las ventanas iluminaban parcialmente el interior del edificio. Paredes derrumbadas, columnas agrietadas, mesas y sillas volcadas, polvo flotando en el ambiente, escombros, ordenadores con sus pantallas reventadas, manchas de sangre, cadáveres de policías aplastados por el inmobiliario o desperdigados por la estancia...

— ¿Habrá sido ese monstruo quien ha provocado esto? —preguntó Morís mirando los destrozos a su alrededor.

—Es bastante probable. —respondió Débora. —Si tiene tanta fuerza como el que nos atacó, no sería extraño que hubiera podido atravesar paredes y dañar columnas afectando a la estructura del edificio.

—Deberíamos de buscar munición y otros recursos, aquí tendríamos que encontrar bastantes cosas de utilidad. Morís coge la pistola de algún agente muerto, comprueba que tenga munición y dásela a Débora para que pueda defenderse con ella. —le pidió Nicole.

—De acuerdo, Débora ven conmigo.

—Está bien. —respondió la reportera.

Emi, quien había ido un momento a su escritorio para coger la porra retráctil que guardaba en su cajón volvió junto a Nicole, quien se acercó a su escritorio junto con Emi. Abrió el cajón y encontró un paquete de balas de nueve milímetros, una linterna y un cuchillo de combate envainado en una funda. Colgado de una percha se encontraba una riñonera que de inmediato cogió y se colocó en la parte izquierda de su cintura, metiendo dentro la caja de munición de la pistola y la linterna. Mientras que el cuchillo que estaba envainado en su funda con correa, se lo enganchó en la pierna derecha.

— ¿Cómo vamos de munición, Emi?

—Veamos... —la asiática se quitó la mochila colocándola sobre el escritorio de Nicole para echar un vistazo dentro. —Tenemos cinco cajas de balas de nueve milímetros, por lo que en cuanto a munición de pistola no vamos para nada mal, eso sin contar con la que acabas de guardarte en la riñonera. Dos cajas de munición para tu rifle, tres para mi P90 y una del revolver de Morís. Luego aparte tenemos un botiquín que conseguí del hospital y que rellené con varios recursos médicos que pueden ser de mucha utilidad si acaba alguno de nosotros herido. —dijo Emi terminando el recuento.

—Está bien, no vamos nada mal. ¿Puedes darme una de las cajas de munición para el rifle? Voy a recargarlo y guardaré las que sobre en la riñonera. —solicitó mientras se descolgaba el rifle.

—Claro.

Mientras, en otra punta de la sala, Morís encontró tras buscar entre varios cadáveres de policías una pistola con su munición intacta. —Toma, esta tiene el cargador lleno. ¿Sabes disparar? —preguntó ofreciendo el arma a la reportera.

—No, carezco de experiencia para usar un arma de fuego. ¿Es difícil? —respondió mientras miraba el arma minuciosamente.

—No creas, te daré unas indicaciones sencillas. Antes de disparar debes tener balas en el cargador, para saber las que tienes pulsa este botoncito, si lo aprietas sale el cargador. Aun que tú ya lo tienes lleno —explicó haciendo la demostración — Si no tuvieras balas en el cargador, tendrás que cargar el arma metiendo una a una los proyectiles de nueve milímetros hasta llenar el cargador. Una vez lleno lo metes de nuevo por el hueco del arma hasta que suene un chasquido, ese sonido significa que ha entrado bien el cargador.

—No tiene mucha ciencia el cargar un arma. —respondió a modo de haber comprendido aquella fácil acción. — ¿Cómo se dispara?

—Un momento Linson, ten paciencia. Para disparar tendrás que bajar el seguro, que es esta pestañita que hay aquí al lado del mango. Después tira fuerte de la corredera, hacia atrás para poder cargar las balas en la cámara. Apuntas al blanco y aprietas el gatillo. Recuerda tener las piernas y los brazos un poco flexionados.

—Mmmmm... De acuerdo. Oye pues no es tan difícil, gracias Morís.

—De nada. Ya la dispararás, ahora hay muchos blancos a los que matar. Am y recuerda apuntar siempre a la cabeza, pegarles un tiro entre ceja y ceja o decapitarles son la única manera de acabar con esas cosas.

Emi se colocó de nuevo la mochila y miraba a Nicole en silencio mientras cargaba el rifle. — ¿Cómo te encuentras? —preguntó finalmente tras sentir que Nicole estaba bastante seria desde la muerte de Alan.

— ¿Tú cómo crees? Ni siquiera pude hacer nada, si hubiera estado más atenta podría haber hecho algo más que avisar a Alan de que tenía al bicho ese detrás...

—Oye Nicole, no fue culpa tuya ¿está bien? Tú no podías saber por dónde iba a salir aquel ser para atacarnos. Además, en ese caso, no es culpa solamente tuya, también mía y de Morís por no estar atentos. —respondió colocando ambas manos en los hombros de Nicole. —Era imposible saberlo, no podíamos saber que aparecería de aquella forma. Por lo tanto no te eches la culpa Nicole.

Collins se quedó un momento en silencio dirigiendo la mirada al suelo, tras eso miró a Emi a los ojos y asintió con la cabeza en silencio.

— ¡Chicas, vamos a continuar examinando! ¿Venís o qué? —advirtió Morís.

Nicole se colgó una vez más su rifle a la espalda y se dirigió junto con Emi a la posición de Morís. Los cuatro recorrieron algunos pasillos del vestíbulo hasta que dieron con la habitación que monitoreaba las cámaras de vigilancia de la ciudad, la puerta estaba abierta de par en par.

Los cuatro entraron y lo primero que llamó su atención era que una de las paredes de la sala había sido destruida, pudiendo verse por el boquete uno de los muchos amplios pasillos del edificio. Dentro vieron que casi todas las pantallas que monitoreaban la actividad de la ciudad estaban encendidas, siendo estas la única fuente de iluminación, y sobre el panel de control podía ser visto una carpeta repleta de documentos.

El grupo se acercó al panel de control y lo primero de lo que se percató a medida que se acercaban era que aquella carpeta no era de las que se utilizaban en la comisaría para recoger documentación policial. Una vez se acercaron pudieron confirmar que ciertamente aquella carpeta no permanecía a la comisaría. Era una carpeta negra que tenía dibujado el logo de una cadena del ADN de color azul y bajo esta, con la misma coloración podía ser visto el nombre de Esgrip.

Nicole y sus compañeros se miraron de inmediato tras contemplar el nombre escrito en la carpeta y sin mediar palabra, Collins abrió la carpeta ante sus compañeros comenzando a leer sus páginas por encima mientras pasaba las hojas. Los informes que comenzaba a ver recogían información sobre la vida de varias personas, aquellos informes eran acompañados de fotografías adheridas a las páginas.

— ¿Por qué Esgrip está usando la información de estos civiles? Maya, Desmond, Kyle, Alice, Karen, Silver, Puma, Dyssidia, M.A... Son muchas personas y aún hay más por lo que veo. Estos documentos recogen sus edades, sexo, fechas de nacimiento, relaciones entre unos y otros, trabajos, estudios, la dirección en las que viven, incluso aspectos de su vida personal... Además de todas estas fotos... ¿Qué tienen de especial esta gente para la compañía? —comentó Nicole a sus compañeros.

—Nicole, déjame un momento la carpeta. —solicitó Emi.

Tras recibir la carpeta de documentos, Emi buscó entre los perfiles de aquellas personas. 

—Mirad la información de este tal M.A — comentó señalando una palabra clave que se repetía varias veces en algunos párrafos — ¿Veis que palabra es?

—Esgrip. —respondió Débora

—Efectivamente, dice algo de que estuvo trabajando un tiempo para la compañía. No solo eso, también se me hizo ver escrito el nombre de la compañía en los informes de Maya y Dyssidia. Esta gente o al menos algunos de ellos parecen tener alguna relación con esa farmacéutica.

—Es cierto. Eso significa que la teoría de que Esgrip está relacionado con esto es cierta ¿no? Queríamos pruebas y esto levanta aún más las sospechas contra Esgrip. —respondió Débora. —El helicóptero que vi soltando a aquel monstruo asesino y ahora esta carpeta, creo que esto es más que suficiente para saber que están involucrados en lo que está sucediendo en la ciudad.

— ¿Involucrado? Yo diría que es el único causante de lo que le está pasando a la ciudad. Lo que me gustaría saber es que ganan liberando a los zombis por la ciudad para que eliminen a la población. —comentó Morís cruzándose de brazos.

—Emi, sigue pasando las páginas. —pidió Nicole sin dar su opinión acerca de la revelación.

Encontraron también una serie de reportes acerca de los movimientos y situación de la gente a la que la organización vigilaba, reuniendo información sobre los sitios que visitaban, las cosas que descubrían, lo que les sucedían mientras trataban de sobrevivir, quienes iban en los grupos, si había alguna baja o un nuevo ingreso de personas a los grupos, entre otras cosas y todo ordenado con fechas y horas para tener bien controlado el seguimiento a esas personas.

—Quien sea estuvo usando las cámaras de la comisaría para vigilar a esas personas. Aunque las pantallas que monitorean la universidad están sin señal, la explosión las habrá dañado. —puntualizó Morís.

—Oye Nicole, tal vez te interesé esto. —advirtió Emi dándole la carpeta abierta por la zona de reportes. —Lee esta página, mencionan a Tom.

Nicole de inmediato se puso a leer la página ante la mirada de sus compañeros.

— ¿Qué dice de Tom? —preguntó Morís intrigado.

—Al parecer uno de los supervivientes llamado Davis Taylor se encontró con Tom y comenzó a cuidar de él. Ambos entraron a una casa abandonada, pero unas horas después Davis abandonó el lugar cargando en su espalda con Tom hasta que llegaron al hospital Santa María. A altas horas de la madrugada, Davis salió solo del hospital. —explicó Emi.

Nicole volvió a rebuscar entre los informes personales de los supervivientes hasta que dio con aquel chico.

—Sí, ya sé quién es este Davis, alias Sacedog. Lo conozco de vista. ¿Lo recuerdas Emi? —preguntó Nicole mostrándole la foto del adolescente.

—Sí, claro. Era el chico ese que vestía de negro y estaba con un chico y una chica de pelo rubio ¿no?

—Sí, y curiosamente. —Dijo pasando varias páginas —Esos dos también son vigilados por Esgrip, se llaman Allen y Riliane.

— ¿Qué piensas?

—Me pregunto si le habrá hecho daño a Tom mientras estaban en esa casa o es que Tom enfermó y trató de ayudarle... —Nicole suspiró — No sé qué pensar sobre lo que ocurrió, al menos ahora le pongo rostro al acompañante de Tom.

Emi continuó pasando páginas hasta llegar al tercer y último bloque de los informes. Allí había una serie de información que transmitió a sus compañeros que hablaba acerca de vigilar a los supervivientes, recolectar información de los laboratorios que Esgrip tenía ocultos en la ciudad, movimientos militares, evacuación de la gente de la organización, entre otras cosas, pero sin duda lo que más llamó la atención era la información que hablaba sobre destruir Stone City con una serie de misiles una vez que los objetivos anteriores fueran realizados.

—Dios, planean destruir la ciudad... Es... Es imposible... ¿¡Cómo coño van a hacer algo como eso!? — preguntó Débora impactada por la noticia.

—¡¡Tienen que estar de broma!! ¿¡Cómo coño pueden hacer eso!? —Gritó un enfurecido Morís golpeando en repetidas ocasiones el panel de control con el dorso de su puño derecho. — ¿¡Qué sucede con la gente que aún continúa con vida en la ciudad!? ¿¡Los matarán también con las explosiones!?

—Dios mío... Esto es de locos. ¿Cómo pueden hacer algo así? —pronunció Emi con un tono de voz apagado.

—Para eliminar a los testigos de la tragedia y toda prueba que vincule lo sucedido en Stone City con la organización. —respondió Nicole cruzada de brazos mientras que frunciendo el ceño se perdía por unos momentos en sus pensamientos. —Tenemos que llevarnos esos documentos con nosotros como prueba para desenmascarar a Esgrip, y una vez lleguemos a la base militar deberemos de informarle de esto a quienes estén al mando. Decías que en ese informe vienen las horas en las que se lanzarán los misiles y las áreas que destruirán de la ciudad ¿no? —quiso asegurarse Nicole. Emi asintió la cabeza afirmando aquello. —Bien, entonces será mejor llegar lo antes posible para informar a quien mande en la base sobre el misil que arrasará el centro de la ciudad, si se meten en el búnker antes de la hora podrán sobrevivir al impacto. —propuso Nicole.

—Te ves muy tranquila a pesar de saber la noticia. —le dijo Débora a Nicole asombrada por su manera de tomarse calmadamente la noticia a diferencia de Emi y Morís.

—El estar alterada o preocupada no me servirá de nada, únicamente nublará mi mente y no podré pensar en una solución. Pero por supuesto que estoy preocupada por la situación Débora, es por eso que quiero llegar a esa base en cuanto antes y poner a la gente al tanto con esta información para salvar sus vidas. —respondió Nicole tranquilamente.

—Señorita Linson, nuestra Nicole suele ser así de calmada ante las situaciones difíciles. Mientras yo o Emi perdemos el tiempo preocupándonos, lamentándonos o enfadándonos, ella invierte ese tiempo en buscar soluciones. Pero eso no significa que no comparta el mismo sentimiento que nosotros. —aclaró Morís.

—Comprendo, eso es algo de admirar Nicole. Siento si mi comentario te ha podido ser molesto o haya podido sonar borde. —se excusó la reportera.


—No te preocupes Débora, no me he tomado mal tu comentario. —respondió con una sonrisa.

Fue precisamente tras finalizar aquella respuesta, que un sonido alarmó al grupo haciendo que dirigieran sus miradas a la puerta de entrada. No estaban solos, los gemidos que escucharon al cabo de unos segundos así se lo confirmaban. Emi guardó la carpeta de informes de Esgrip en su mochila y junto con sus compañeros se prepararon para salir de la sala de monitores con sus armas preparadas, listos para enfrentar a la amenaza zombi.

Con una marcha fúnebre, los zombificados agentes de policía volvieron de entre los muertos para acosar al grupo de humanos que osaron entrar en sus dominios. Al menos una decena de muertos vivientes vestidos con los uniformes policiales azul marino se disponían a acorralar a los humanos a la salida de la sala de monitores festejando su próximo banquete con sus cantos lastimeros.

Alzando sus dos brazos, el primero de ellos trató de acercarse a Morís, como resultado, lo único que logró probar fue la suela de la bota militar del veterano agente de policía, devolviendo con ello al podrido al suelo del que se había levantado, solo que en esta ocasión con unos dientes de menos.

— ¿Cómo vamos de balas Emi? ¿Podemos derrochar algo de munición? —solicitó saber el agente colocando ya su mano en la funda situada a la derecha de su cintura, en la que su P226 descansaba.
—Mientras sea de pistola si podremos, vamos bien abastecidos de munición de nueve milímetros entre lo que recolectamos de la armería y de aquí. Pero no te recomiendo usar el revólver, su munición está muy limitada en comparación a las nueve milímetro.

—Descuida, no tenía intención de desperdiciar balas de mi Python con estos muertos vivientes. —dijo dando unos golpecitos con la mano izquierda al mango del revolver que reposaban en la funda situada a la izquierda de su cintura.

El podrido trató de ponerse de pie, pero la bota de Morís lo devolvió de nuevo al suelo.

—No tan rápido amigo. —pronunció antes de apretar el gatillo de su pistola. —Uno menos, quedan nueve podridos. —informó girándose para ver a sus compañeras.

Morís no pudo evitar percatarse del rostro serio con el que Nicole le miraba, su ceño fruncido le hacía entender que algo no le gustaba. Emi y Débora se percataron también, pero más que por su rostro, fue por su voz seria.

—No los tomes a la ligera, ni les llames podridos, estos fueron una vez nuestros compañeros, ten algo más de respeto por ellos y el final que han tenido. —respondió con seriedad adelantándose a Moris y apretando de inmediato el gatillo en un par de ocasiones, acertando entre ceja y ceja a los dos más cercanos a ellos. —Estos podridos tenían nombres, vidas, relaciones, compartían ideales con nosotros únicamente por trabajar aquí. Como nosotros, novatos o no, eran agentes de la ley que se dedicaban a ayudar a las personas, démosles el respeto que merecen y acabemos con ellos de forma rápida para que sus cuerpos puedan descansar en paz. — pronunció con seriedad mientras descendía ligeramente su arma dando la espalda a sus compañeros.

Morís miró a los zombificados agentes que se acercaban a ellos a pasos lentos y decididos, mirando a sus rostros podía apreciar que la mayoría eran novatos, otros, unos veteranos como él, pero que fueran novatos o veteranos daba igual, lo que importaba es que reconocía todos aquellos rostros, rostros de personas con las que había compartido tiempo o intercambiado palabras. 

Morís sintió volver un poco a la realidad que le rodeaba y darse cuenta de lo que las palabras de Nicole transmitían. Bajó la mirada hacia el zombi que mató, se trataba de Troy Miller, un joven novato de veinticuatro años, un tipo alegre, honesto y con un fuerte sentido de la justicia.

Estaba planeando pedirle matrimonio a su novia, con quien estaba esperando un hijo. Como con Troy, también recordaba algunos aspectos de la vida del resto de agentes zombificados. Morís cambió su rostro por uno más serio.

—Tienes razón Nicole, lo siento. Acabemos con ellos para que sus cuerpos no anden por ahí en busca de humanos de los que alimentarse, es lo único que podemos hacer por nuestros compañeros, ocuparnos de que sus cuerpos descansen en paz. —respondió con un tono apagado de voz.

—Débora, quédate aquí. Esto es responsabilidad nuestra. —le pidió Emi a la mujer que se encontraba a su lado.

Emi alzando su P90 se reunió con Morís y Nicole al frente.

—Hagámoslo rápido, chicos. —solicitó a sus compañeros.

Sin más palabras, el trío de agentes apretó sus gatillos eliminando a sus antiguos compañeros uno a uno, incluyendo a aquellos que sepultados por el inmobiliario no fueron capaces de levantarse para tratar de morder al grupo de humanos.

Finalmente, transcurridos unos minutos, todos los muertos vivientes se habían desplomado en el suelo y ante la mirada de Débora, el trío de agentes permaneció un minuto en silencio contemplando con tristeza el vestíbulo de la comisaría, recordando muchos de los momentos que habían vivido allí a lo largo de los años que habían trabajado como agentes de policía en aquella comisaría.

Transcurrido aquel tiempo, los cuatro abandonaron el edificio para continuar la marcha hacia la base militar en el centro de la ciudad. Nicole se detuvo un instante y echó la vista hacia atrás, contemplando el edificio.

—Si Alan hubiera visto el estado de su preciada comisaría, probablemente su corazón hubiera quedado tan destrozado como este sitio... —susurró con tristeza contemplando el edificio que en su día fue el orgullo de Alan, así como su segunda casa, y no solo lo fue para él, también para Nicole y sus compañeros.

Tras echar aquel último vistazo Nicole continuó junto con sus compañeros hacia su próximo destino.



#Sacedog


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