Big Red Mouse Pointer

jueves, 3 de septiembre de 2015

RNH: Juego de la Supervivencia

Capítulo 05 - La pesadilla de Tom

10 de Julio de 2012.

La situación había empeorado bastante a lo largo del día, la noche anterior ya indicaba que las cosas iban mal, pero ahora, todo se había descontrolado irremediablemente. Nicole, Morís y los activos policiales y militares pasaron la noche del nueve de julio y prácticamente todo el día de hoy enfrentando las masas de zombis y criaturas que trataban de entrar al interior de la ciudad, llevaban horas y horas luchando sin contención alguna aprovechando que las áreas quedaron libres de civiles.

Ese mismo día por la mañana, la ONU mandó como refuerzos a su cuerpo militar, los cascos azules, para encargarse de exterminar a los zombis y evacuar a los civiles de la zona Oeste de los distritos afectados de la ciudad siguiendo el mismo plan que habían estado siguiendo los policías de la ciudad y los militares del ejército americano durante todo el día anterior en la zona Este. Evacuar por calles, reunirse todos los grupos de evacuación en un punto de encuentro fuera de la zona afectada y finalmente llevar a los civiles al centro de la ciudad, todo esto mientras protegían a los civiles de las hordas zombis.

Por otra parte, el número de policías y militares de la zona Este que llevaban horas conteniendo las masas de podridos, estaban agotados, las reservas de munición estaban mermando críticamente, por no hablar que muchos de los efectivos morían a manos de los zombis para que al poco tiempo se transformasen en uno de estos sumándose a las filas enemigas y para colmo, las improvisadas barricadas no eran obstáculos suficientes para tantas criaturas que intentaban atravesarlas a la vez.

 Tal fue el punto al que llegaron que no hubo más remedio que huir si no querían morir allí irremediablemente. Aquellos seres los superaban en número, rompieron todas las barreras de protección y atacaron indiscriminadamente a los efectivos, quienes impotentes comenzaron a perecer al no tener cobertura alguna viéndose rodeados por las hordas zombis.

La noche había caído cuando Nicole y Morís corrían por una solitaria y oscura calle huyendo de la zona de combate, así como muchos otros militares o policías intentando escapar del infierno que devoraba a aquellos que permanecían tontamente en aquel lugar enfrentando al ejército de muertos vivientes.
Ambos corrían a toda prisa hacia la comisaría, necesitaban reportar aquello a Alan para que contactara con el Gobierno y solicitara ayuda urgente, avisara a toda la población de alguna manera o cualquier otra cosa que evitara una masacre a gran escala en Stone City que acabara con la vida de una gran cantidad de gente inocente a manos de aquellas criaturas.

Entre jadeos y sin detenerse, podían escuchar gritos y disparos de fondo, algunos cadáveres de civiles yacían en el suelo indicando que finalmente algunos zombis habían logrado entrar en el interior de la ciudad saliendo de sus áreas y la zona de combate atacando a los indefensos civiles que se encontraban recorriendo la ciudad de noche. Impotentes ante los rastros de sangre y cadáveres que encontraban en su huida en dirección a la comisaría, no pudieron hacer nada más que maldecir para sus adentros con odio y tristeza por el giro tan dramático y horrible que había dado la situación. Nicole se detuvo un momento al ver como Morís paró agotado tomando grandes bocanadas de aire, colocando las manos en sus rodillas.

—Un momento —pronunció con esfuerzo —necesito tomar algo de aire. —pidió entre jadeos.

Nicole tenía prisa, cuanto más tiempo tardaran en informar a Alan para que contactara con los de las altas esferas, más tiempo tenían los zombis para recorrerse la ciudad en busca de víctimas.

—¡¡JODER!! —Gritó Nicole golpeando un muro con el dorso de su puño ante la mirada de su compañero — ¿¡Por qué mierdas tuvo que pasar esto!? No hemos podido retenerlos y ahora se mueven a sus anchas matando a los civiles... Maldita sea —pronunció Nicole con un tono de impotencia y tristeza en su tono de voz.

—No te culpes, la culpa la tienen los que mandan sobre nosotros, el Gobierno. Si no hubieran tardado tanto en actuar, esto no hubiera pasado... —le respondió Morís acercándose a su compañera colocándole la mano en su hombro.

Morís se sentía igual que ella, comprendía su dolor. Era su trabajo proteger a las personas de esa ciudad y ahora que todos huyeron debido a la más que notable superioridad en número de enemigos, habían destruido la única barrera que aún separaba a esos monstruos de la gente de Stone City, ellos mismos.

Ambos sentían que aquellos civiles muertos que habían visto en su recorrido habían perdido la vida por culpa de ellos, por abandonar el campo de batalla permitiendo que los zombis entraran a las zonas seguras de la ciudad causando varias bajas de civiles, pero por otra parte era lógico, todos se estaban largando de allí al ver su esperanza de alcanzar la victoria prácticamente destruida y de haberse quedado allí hubieran muerto y muertos entonces sí que no les serían de ayuda a nadie, ambos entendían aquello, si permanecían con vida, aún serían capaces de ayudar a las personas.

Cuando Nicole abrió la boca para responder a su compañero, pudieron escuchar a un hombre pegando voces bastante furioso, parecía estar discutiendo con alguien. Ante esto, el dúo de policías cruzaron a toda prisa un par de calles y doblaron una esquina hasta llegar al lugar en cuestión, cuando llegaron las voces ya habían cesado y pudieron contemplar en la acera de enfrente, una figura femenina perdiéndose en dirección al cementerio y en esa misma acera, a un joven adolescente rubio que se dirigía en la misma dirección sin apartar la vista de la vieja catedral que ante él se alzaban, aunque más bien no era del edificio de lo que no apartaba la mirada, sino del hombre ataviado con una oscura túnica con cara de muy pocos amigos que se dirigía al interior de la edificación.

Brevemente los ojos del cura se cruzaron con los de Nicole y Morís fulminándolos con la mirada antes de cerrar la puerta con un sonoro portazo. Tras esto, el joven se marchó por el mismo camino que tomó la figura femenina. Nicole recordaba haber visto a aquel chico hace unos días con otra chica de cabello rubio y el chico de oscura vestimenta.

— ¿Qué el infierno se ha llenado de almas pecadoras y ahora los muertos andan por la Tierra por nuestra culpa? jajajajajaja —rio Morís recordando las voces que escucharon antes de llegar a la catedral —Yo es que me parto, esta gente de Dios solo sabe decir un montón de gilipolleces.

—Patético. —Respondió Nicole sin apartar una despreciable mirada de la puerta de la catedral —Nunca me cayó bien el cura ese, tiene mala fama por su mal carácter y por lo radical que es con todo aquel que no acepte a su Dios o vaya en contra de sus creencias. No me extraña que haya tantos ateos con tipos así trabajando para la iglesia.

—En vez de decir tantas chorradas culpando a la gente de lo que está pasando sin motivo y comportarse como el mamón que es encerrándose en la catedral para ponerse a salvo, debería abrir la casa de Dios para que la gente se refugie en ella y se pongan a salvo de las criaturas.
—Venga, vámonos antes de que me dé por echar la puerta abajo para sacarlo a patadas y dárselo de comer a los zombis. Me pregunto si ese Dios radical en el que cree lo salvaría de esa situación —dijo Nicole con un tono molesto en su voz.

Tardaron cerca de media hora en llegar a la comisaría, por el camino se habían topado con varios zombis alimentándose de los cadáveres de los civiles en mitad de las carreteras, en las aceras o incluso en el interior de algunos edificios en los que habían entrado a la fuerza. Mayormente se decidieron por evitarlos y dar rodeos, puesto que contaban con escasa munición, entre los dos no llegaba a las siete balas de sus pistolas P226. Lo primero que vieron nada más abrir la puerta doble de la comisaría fue a un enfurecido Alan regañando a un par de agentes novatos. Morís y Nicole se acercaron a Emi, quien se encontraba cerca de la máquina de café tomándose uno viendo la escena desde lejos.

—Hey Emi. ¿Qué sucede? —preguntó Morís alzando la mano en señal de saludo tras acercarse junto con Nicole.

—Hola chicos. Al parecer vinieron un par de chicas aquí, una rubia y otra castaña con unas mechas rosas para notificar un ataque zombi o eso dicen ese dúo.

— ¿Al parecer? ¿Tú no las vistes? —preguntó Morís.

—Qué va, estaba en el despacho de Alan hablando con él tras enterarnos de lo que ha sucedido en el campo de batalla. Esos dos dicen que vinieron a reportar algo alteradas que habían intentado atacarles unos zombis en el cementerio y el par de idiotas en vez de tranquilizarlas, las esposan y las llevan en el coche patrulla para llevarlas a casa sin avisar a Alan antes de irse. Pero lo que más le enfadó fue que se les acababa la gasolina del vehículo y salieron los dos a llenar el depósito a una gasolinera que hay cerca, aprovechando que los dos salieron, ese par de adolescentes se liberaron de alguna manera de las esposas, quitaron el freno de mano del vehículo haciendo que este saliera por los aires y se escaparon sin que ese par de novatos se dieran cuenta. —respondió Emi finalizando con un pesado suspiro.

—Comprendo, ellos se los han buscado, aunque me dan un poco de pena —comentó Nicole viéndolos desde su posición — ¿Cómo os habéis enterado de lo que ha sucedido en la zona Este?

—Han contactado con nosotros algunos agentes que estaban allí. Nada más saber la noticia, Alan se comunicó con el Gobierno y al parecer van a emitir un comunicado mañana por los medios de comunicación para que todos los civiles vayan a la base militar, también se solicitarán refuerzos de fuera de la ciudad para exterminar a la amenaza zombi.

—Ya veo, menos mal que se tomarán cartas sobre el asunto. —suspiro Collins más aliviada.

Nada más suspirar tras escuchar la noticia por parte de su compañera, todos los que se encontraban en la comisaría escucharon una gran explosión y la noche se iluminó por unos segundos cuando una enorme llamarada ascendió al cielo nocturno. Todos los agentes salieron a la entrada del edificio para ver a lo lejos la llamarada y las columnas de humo. Impresionados por el evento, todos tardaron en reaccionar, únicamente permanecían en silencio mirando en aquella dirección en la que había tenido lugar la gran explosión.

—Creo que eso era la gasolinera, se encuentra en la zona donde ha habido la explosión —informó Emi.

—Emi, Morís y Nicole, vamos a echar un vistazo. —Ordenó Alan seriamente, después se giró hacia el grupo de agentes novatos — Vosotros haceros cargo de la comisaría mientras no estamos.

Una vez dictada sus órdenes, el grupo formado por los cuatro agentes se fueron hacia el garaje de la comisaría a por uno de los coches patrullas, mientras que el grupo de novatos volvió al interior de la comisaría para seguir con sus trabajos. No les tomó demasiado tiempo llegar, la gasolinera no estaba muy lejos en coche. Una vez llegaron se encontraron con un panorama en el que los coches se encontraban calcinados y volcados por el lugar, todo era pasto de las llamas y grandes columnas de humo ascendían al cielo, los agentes se percataron de que la carretera estaba cortada por un enorme camión ardiendo sobre el que descansaba parte del techo de la gasolinera formando una especie de rampa.

Morís silbó ante la escena mientras se rascaba la pequeña barba de los siete días que le estaba creciendo.  

—Esto es un infierno. ¡Joder que calor! —expresó con un tono molesto de voz percibiendo en su piel la intensidad de las llamas.

—Me pregunto que habrá provocado la explosión, los edificios están bastante dañados —comentó Alan.

Mientras los agentes hablaban, Emi quien estaba más alejada de las llamas, junto al coche patrulla, escuchó un sonido metálico, una lata. La asiática se giró cuando vio el recipiente metálico rodando hasta sus pies. 

—Chicos, aquí hay alguien —anunció la mujer alzando la voz.

El trío se volteó ante la llamada de Emi, junto a ella había una pequeña personita. Era un chico de unos ocho o nueve años, cabello oscuro y ojos verdes, su rostro únicamente era familiar para Nicole y Morís, quienes se acercaron de inmediato al chico mirando a todos lados en busca de sus padres.

— ¿Qué haces aquí Tom? Este sitio es muy peligroso. —preguntó Nicole arrodillándose frente al pequeño.

—Y lo más importante. ¿Dónde están tus padres, muchacho? —quiso saber Morís.

Emi y Alan se miraron sin entender quién era aquel chico, aun que tenían la sensación de haberlo visto en algún lugar. Tom iba a responder a ambas preguntas cuando vio a Alan acercarse con Emi, el aspecto de tío duro de Alan intimidó un poco al muchacho.

— ¿Quién es ese muchacho, Nicole? —quiso saber el jefe de policía.

—Se llama Tom. Hace varios días yo y Morís fuimos al parque de Stone City a salvarlo a él, a sus padres y a su prima Ana por encargo de aquella mujer que apareció en la comisaría y murió a manos de su zombificado marido. ¿Recuerdas? —le refrescó un poco la memoria a su capitán.

—Ah, claro. Lo vi por la comisaría trasteando con su prima cuando volvisteis de la misión. —puntualizó Emi.

—Exacto. ¿Y qué haces aquí solo chavalín? —pregunto Morís con una sonrisa intentando mostrarse amable ante el infante.

—Mis padres están muertos. Mi padre se volvió en uno de esos zombis y también mi madre, pero no sé cómo pasó, no entró ninguna de esos monstruos en casa para morderlos, aunque mi madre tenía una mordedura en el cuello. Papá estaba malo, después de que nos salvarais en el parque comenzó a enfermar poco a poco. Ana está también muerta, ella me salvó y a cambio de eso mis padres la mataron... —reveló el joven con un tono bajo de voz y una mirada perdida en los ojos azules de Nicole.

La agente Collins pudo percatarse de que el joven tenía los ojos rojos e hinchados, seguramente había estado llorando hasta que no le quedó ni una sola lágrima para derramar. Nicole sintió pena por el joven, quien probablemente había visto como Ana moría a manos de sus padres. Entonces se percató de algo, el brazo de Tom tenía un feo arañazo.

—Cariño, ¿cómo te hiciste este arañazo? —preguntó Nicole preocupada por el aspecto que tenía mientas sujetaba con delicadeza el brazo del niño.

—Fue mi padre, intentó morderme mientras dormía en la cama, me sujetaba fuerte, pero Ana que dormía en la misma habitación que yo se despertó y me lo quitó de encima, solo logró arañarme. Duele mucho... —respondió el joven frunciendo el ceño mirándose el brazo.

—Tiene pinta de estar infectada, aquí no, pero en la comisaría tengo un botiquín con el que te lo puedo desinfectar y vendar —comentó Emi acercándose a Nicole y al muchacho para observar el arañazo.

—Eso estaría bien, Emi. Cuando lleguemos me gustaría que lo trataras de inmediato —respondió Nicole mirando a su compañera, quien asintió de inmediato.

— ¿Y seguro que tu prima está muerta? ¿La pudiste ver morir? —preguntó Alan.

—Sí, lo vi. Mientras intentamos bajar a la planta baja para ir a la puerta de salida de casa, ella tiró por las escaleras a mamá quien estaba en el pasillo de la segunda planta, pero cuando bajamos mamá le cogió del tobillo, papá bajó por la escalera, la agarró del pelo y los dos la mordieron con fuerza, ella gritaba y su sangre salpicó las paredes y se derramó en el suelo. Yo me fui corriendo para que no me mataran a mí también, ahora, no sé a dónde ir... —respondió mientras que de sus ojos comenzaban de nuevo a asomar unas tímida y cálidas lágrimas, Nicole instintivamente abrazó al chico, quien de inmediato comenzó a sollozar enterrando su rostro en el pecho de Collins.

Finalmente cuando estaba ya más calmado, todos montaron en el coche patrulla para ir de nuevo a la comisaría y ver qué hacer con el incendio, les preocupaba que se extendiera por otros sitios, así como también preocupaba la situación de Tom, debían de ver qué harían con él. En el vehículo, el niño se quedó dormido en los brazos de Nicole, quienes junto con Emi, quien tampoco pudo evitar caer dormida, viajaban en el asiento trasero, Morís conducía y Alan se dedicaba a mirar en silencio por la ventanilla perdido en sus pensamientos.

—Vaya día de mierda ¿no Nicole? —dijo Morís por iniciar una conversación echando la vista al asiento trasero.

Nicole fue a responder, pero de repente su respuesta fue ahogada.

 —¡¡¡CUIDADO MORÍS!!! —gritó despertando a Tom y Emi.

Alan se percató en cuestión de segundos de lo que estaba advirtiendo Nicole e hizo un intento de garrar el volante al igual que Morís trató de frenar inútilmente cuando volvió a mirar al frente. Una luz blanca bañó el interior del vehículo y un fuerte estruendo metálico se produjo cuando un camión apareció a toda velocidad cruzando una calle embistiendo en su recorrido al coche patrulla, haciendo que este rodara por el asfalto volcándose en el trayecto, perdiendo varias partes del vehículo por el camino, dejando un rastro de pequeños restos de partes del coche patrulla allá por donde había sido violentamente desplazado.

El coche se había detenido volcado sobre el asfalto, las ventanas habían reventado del impacto y gran parte del morro del coche estaba destrozado, en su interior, todos estaban heridos e inconscientes, de no ser por que llevaban el cinturón de seguridad, probablemente alguno hubiera muerto del impacto.

Nicole abrió los ojos con dificultad, fuera del coche se encontraba Tom, con sus pequeñas manos trataba de quitarle el cinturón de seguridad a Nicole para sacarla del interior del coche. El joven carecía de heridas gracias a que en el momento del impacto Nicole lo abrazó con todas sus fuerzas, utilizando sus brazos como dos cinturones de seguridad para proteger al chico.

— ¡Aguanta, os sacaré de ahí! —gritó el joven. 

Nicole se percató que lo hacía con tanto nerviosismo que era incapaz con sus cortos brazos de desabrochar el cinturón, el joven miraba cada dos por tres a ambos lados de la carretera, y Nicole supo enseguida por qué se encontraba tan nervioso. Un coro de lastimeros gemidos llegó a los oídos de la aturdida Nicole.

—Ve... te, yo... estaré bien... —Nicole se sentía demasiado aturdida y dolorida como para hablar o reaccionar a la situación, por lo que acompañando a sus palabras hizo un débil gesto con la mano indicando que se largara.

Tom asintió con la cabeza y huyó hacia un callejón, detrás de él, cuatro podridos le seguían emitiendo sus típicos gemidos. Por suerte Tom era más rápido que ellos y salió a la carrera antes de que se acercaran demasiado, Nicole sabía que estaría bien, pero sin duda, debía de encontrarlo cuando lograra salir del interior del vehículo, no podía dejarlo solo. Aquel fue el último pensamiento que cruzó por la mente de Nicole antes de perder el conocimiento.

#Sacedog

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