Big Red Mouse Pointer

viernes, 26 de junio de 2015

RNH: Juego de la Supervivencia

Capítulo 02 - Persecución en el parque

Apartando los matorrales con sus manos, el dúo de policías acabó por perder el rastro de los infantes, maldiciendo ambos por lo bajo su mala suerte. La pareja llegó a una especie de plaza, en el centro de esta se encontraba una gran fuente de forma circular que expulsaba ascendentes chorros de agua, no muy lejos había varios bancos, algunas papeleras y un pequeño puesto de helados y chucherías cerrado, aquel lugar adornado además por los coloridos jardines, árboles y matorrales daba la apariencia de que era de todo menos peligroso.

El ambiente era silencioso, tranquilo, la brisa mecía las ramas de los árboles haciendo que las hojas de sus ramas susurraran suavemente al viento. Sin duda alguna, de ser un día normal e ignorando la amenaza zombi, aquella plaza invitaba a cualquier persona que pasara por allí a sentarse en uno de los bancos a contemplar la gran fuente mientras disfrutaba de un refrescante helado en un caluroso atardecer veraniego mientras escuchaba de fondo las risas de los niños jugando y dejaba que las brisas veraniegas acariciaran su rostro.

Sí, aquella experiencia la conocía bien Nicole, quien en su tiempo libre había podido disfrutar de ese momento en esa precisa plaza junto con Emi cuando ambas habían usado algún día libre para pasar tiempo juntas para desconectar del trabajo pasando parte de la mañana de compras por la ciudad, saliendo a comer fuera y pasear al atardecer por aquel bello y pacífico parque, finalizando el día saliendo por la noche de marcha a alguna discoteca de la ciudad a pasarlo bien con la música y los chicos echando así unas risas juntas.

— ¿Dónde habrán ido? —Preguntó un molesto Morís rascándose detrás de la cabeza a la vez que torcía sus labios mostrando descontento contemplando la vacía plaza en la que se hallaban.

Nicole vio que aquella plaza se dividía en dos caminos, a izquierda y a derecha. Normalmente lo mejor sería seguir juntos, pero no le gustaba la idea de tener a dos niños correteando por un parque con esos seres sueltos.

—Creo que lo mejor será separarnos —Propuso Nicole a su compañero —Estaremos comunicados por los walkies por si sucede algo.

—Está bien, te informaré si descubro algo, ten cuidado Nicole.

Tras esto, la pareja dividió sus caminos. No pasó más de cinco minutos cuando Morís llegó a un pequeño lago en el que habitualmente se encontraban las palomas y patos invadiendo el lugar, luchando por los trozos de pan que los ancianitos les ofrecían lanzándoles sentados desde el banco más cercano al lago. Pero en esta ocasión ninguna de esas aves se encontraba en la escena.

Mezclado con la tierra de la orilla del lago, Morís encontró un rastro de sangre que seguía extendiéndose por el camino rocoso del lago. El veterano policía se dispuso a seguirlo con su pistola preparada para abrir fuego si la situación lo requería. Por otro lado, la agente Collins no había encontrado nada, todo seguía tranquilo y silencioso por las frondosas rutas del interior del parque.

— ¿Ana? ¿Tom? ¿Chicos, dónde os habéis metido? —Preguntaba Nicole avanzando con su pistola P226 en alto esperando a que los chicos la escucharan y salieran de donde se escondían.

— ¡Agente, estoy aquí! —Gritó una voz femenina a la vez que la figura de Ana salía entre los arbustos sorprendiendo a Nicole.

Nicole bajó lentamente su arma al contemplar a Ana, su angustiado rostro, así como el que estuviera sola alarmó a la agente, pues con tan solo ver la expresión de su rostro, así como la carente presencia de Tom, se dio cuenta que Ana había perdido a su primo y desconocía a donde había ido. Nicole comenzó a acercarse a ella lentamente pensando en que decirle para tranquilizarla, pero a medida que se acercó, el rostro de Ana cambió por completo haciendo que la rubia, se detuviera extrañada a la vez que algo dentro de ella la hizo detenerse, el rostro de terror de Ana fue la primera advertencia del inminente ataque.

Nicole percibió un gruñido animal saliendo de los matorrales localizados a su espalda, de inmediato Nicole se giró para ver de lleno unas fauces abiertas dirigirse a su rostro. Nicole se desplomó en el suelo perdiendo su pistola, pues para atrapar aquellas fauces deseosas de sangre tuvo que emplear ambas manos. Nicole sujetó con fuerza el cuello del cánido zombi que se encontraba encima de está abriendo y cerrando la boca en un intento de arrancar la piel del rostro de la joven policía.  

Humano y animal comenzaron a forcejear en el suelo y Nicole logró con una mano y después otra, agarrar con fuerza las fauces del Dóberman manteniéndolas cerradas, aunque el cánido zombificado no se rendiría fácilmente. Las manos de Nicole, así como sus brazos se cansaban de aplicar presión a la dentadura del cánido así como a resistir los forcejeos de este para liberarse de las aprisionadoras manos de la humana.

Mientras el forcejeo tenía lugar, Ana gritó de terror alarmando a Nicole mirando hacia donde los ojos de la joven señalaban. Cerca de la posición en la que Nicole y el Dóberman se encontraban, un segundo cánido de la misma raza apareció entre los matorrales mostrándole a Ana sus afilados colmillos.

—¡¡Corre!! —Vociferó Nicole.

Sin perder tiempo, Ana salió corriendo volviendo sobre sus pasos perdiéndose entre los matorrales, para instantes después, el zombificado animal emprendiera una carrera persiguiendo a su presa. Mientras, Nicole continuaba forcejeando, alterada, sus energías comenzaban a agotarse y la presión de sus manos comenzaban a disminuir permitiéndole al animal abrir ligeramente sus fauces dándole de lleno a Nicole en la cara con su putrefacto aliento.

Sus fuerzas flaqueaban cada vez más y se sentía agotada, pronto aquel animal arrancaría su rostro de un mordisco y Ana moriría a manos de su perseguidor. Si tan solo pudiera agarrar su pistola podría acabar con aquel maldito animal, pero por desgracia estaba algo lejos de ella y no se atrevía a dejar libre una de sus manos y darle la posibilidad a ese maldito perro del demonio a liberar sus fauces y antes de que esta pudiera reaccionar, el animal le arrancara en rostro de un mordisco.

Nicole no tenía otra opción, debería de intentar quebrar el cuello del cánido, pero sabía que un solo fallo acabaría con su vida. Apretando los dientes con fuerza y usando las fuerzas que le quedaban, apretó todo lo fuerte que pudo el morro del animal con su mano derecha, para liberar su mano izquierda y agarrar el cuello del animal. Aquel acto casi le costó la vida a Nicole, pues al hacerlo, las afiladas mandíbulas del animal se acercaron peligrosamente a la nariz de la mujer. Aquel animal era fuerte, bastante, pues le estaba costando horrores ejercer una gran presión para cerrar la boca del animal tan solo con su mano derecha, mientras que esta, junto con la mano izquierda, ejercían una presión inversa a la ejercida por el animal, tratando de este modo alejar todo los posible aquellas mandíbulas del rostro de la agente.

Cuando lo había alejado todo lo que podía, Nicole hizo un peligroso movimiento liberando las fauces del animal para dirigirse a agarrar con la mano derecha el cuello de este. Con mucho esfuerzo, Nicole hizo un brusco movimiento con el cuello del cánido desembocando en un sonido de sus huesos rompiéndose al ser ejecutando un rompe cuellos que puso fin a la vida del perro del diablo. El animal se desplomó sobre Nicole y esta de inmediato se lo quitó de encima para instantes después ponerse de pie. La rubia comenzó a tomar bocanadas de aire agotada mientras observaba el maltratado cuerpo del animal, este carecía pelo en algunas zonas de su piel y grandes heridas abiertas que emanaban ríos de sangre decoraban sus costados. Nicole recuperó su pistola del suelo y de inmediato escuchó el aviso de su walkie.

—Nicole, encontré algo. —Morís había encontrado bajo un árbol, lo que parecían ser restos humanos ensangrentados y descuartizados por los afilados colmillos de algún animal. —Encontré un cadáver descuartizado, tal vez sean alguno de los padres del chico.

—Ya averiguaremos más tarde eso Morís —Comunicó la compañera del agente con un tono de voz preocupado entre jadeos— Ana está en peligro, unos perros zombificados nos sorprendieron y uno de ellos fue tras Ana, del otro pude encargarme.

—Está bien, voy a buscarla.

—Yo iré en un momento, necesito recobrar el aliento unos instantes —Comunicó la jadeante Nicole.

—Recibido.

Tras pronunciar aquella palabra, Morís se dispuso a ir en busca de Ana. Pero antes de que pudiera dar un par de pasos, una presencia a su espalda provocó que se girara veloz empuñando su arma en dirección a aquella presencia. Un infante se encontraba frente al agente de la ley y el orden.

—Tom... ¿Dónde te habías metido? Es muy peligroso andar por aquí... —Comentó el hombre a medida que descendía el cañón de su arma.

El chico parecía asustado, por sus mejillas descendían algunas lágrimas mientras miraba a Morís con una angustiada mirada. 

—Escuché que Ana está en peligro... ¡Tenemos que salvarla! —Vociferó el joven sin poder detener sus lágrimas.

Morís dibujó una mueca a la vez que torcía sus labios, para finalmente lanzar un pesado suspiro en señal de desaprobación. El hombre tras guardar su arma, se acercó al chico haciendo crujir las hojas y ramas bajo sus botas. Morís se arrodilló y colocó su gran y firme mano sobre el pequeño hombro del infante. 

—Es peligroso que vengas conmigo teniendo a todos esos bichos sueltos. Creo que lo mejor es que te escondas en un lugar seguro y me esperes.

El pálido joven bajó la mirada al suelo unos instantes, después, clavó en los ojos de Morís una suplicante y llorosa mirada de sus intensos ojos verdes. 

—Pero... estás armado, eres policía y tienes a tu amiga buscando a mi prima... ¡Me protegerás! ¡Puedo ir contigo a salvar a Ana!

Morís miró de arriba a abajo al niño, su ropas, así como su pálida piel se veían algo sucia y llena de pequeños moratones y raspaduras provocadas seguramente por algún que otro tropiezo. El agente acarició el oscuro cabello del infante antes de negar con la cabeza. 

—Lo siento, aun así es peligroso que me acompañes. Buscaremos primero algún sitio donde esconderte hasta que vuelvas, cuando lo encontremos iré a por Ana y volveré a por ti. —Le respondió poniéndose de nuevo en pie.

Aquella respuesta no agradó en absoluto al chico, pero antes de poder decir algo en su defensa, una voz femenina lo llamó por su nombre, obligando al joven y a Morís a mirar hacia aquella dirección. En ese momento, la figura de una mujer adulta salió entre los matorrales.

—¡¡Mamá!! —Chilló el chico de emoción al ver a su madre sana y salva, instantes antes de emprender una carrera hacia los brazos abiertos de esta. Madre e hijo se fundieron en un cálido abrazo frente a la mirada de Morís.

Mientras tanto, una chica vestida con un largo vestido blanco corría dejando ondear sus largos cabellos oscuros en el aire a medida que corría hacia una edificación de plástico situada sobre un terreno arenoso. Sin detenerse y agotada de correr, entró en la casa de juguete cerrando la puerta detrás de sí, dejando caer todo el peso de su espalda contra la puerta cerrada.

De inmediato, un fuerte golpe embistió la puerta, el perro del diablo embistió varias ocasiones la puerta intentando abrirla para entrar al interior de la edificación para cazar a su presa. Ana, temblando y con el corazón latiendo a gran velocidad, pudo ver en el interior de la casita una tabla de madera tirada en el suelo. Con su pierna logró agarrarla y arrastrarla hacia ella. Cuando el cánido estaba al embestir una vez más la puerta, Ana velozmente se apartó de esta y colocó la tabla bajo el pomo, de tal forma que mantuviera la puerta cerrada.

Otra fuerte embestida provocó que la tabla temblara, pero aguantó cerrando la puerta, el problema era que Ana no sabía cuánto tiempo podría aguantar la tabla cerrando la puerta. La joven secó las lágrimas de su rostro con algo de violencia usando el dorso de sus puños. La joven se sentó en el suelo dejando su espalda posarse contra la puerta para hacer más peso, evitando que el animal entrara. Sabía que había dos policías en el parque y tal vez sus tíos estaban vivos. Quizás alguno de los mayores acudiera en su ayuda, o simplemente al no poder entrar, el animal se cansaría y la dejaría en paz...

Ana abrazó sus piernas hundiendo su rostro en sus rodillas, llorando en silencio sintiendo en su cuerpo la fuerza de las embestidas del animal, mientras esperaba que alguna de las opciones que pensó se hiciera realidad.

— ¿Y papá? —Preguntó el infante.

—No estoy segura. Unos perros intentaron atacarnos y tu padre atrajo la atención de estos. La última vez que estuvo conmigo, se metió entre los matorrales atrayendo a esos animales para alejarlos de mi... —Comentó la mujer con un tono de voz quebrada a la vez que secaba con sus delicados dedos las lágrimas que surcaban su rostro. —No te preocupes, seguro que tu padre está bien y pronto se reunirá con nosotros. —Le infundió esperanzas arrodillándose para besar la frente de su hijo.

—Señora, ¿se encuentra bien? ¿Está herida? —Comentó Morís carraspeando antes de formular aquellas preguntas metiéndose en la conversación.

—No, estoy bien, agente —Respondió está echando un vistazo a la placa policial visible en el uniforme de Morís. —Gracias por cuidar de Tom.

—Claro... —Respondió Morís arrascándose detrás de la cabeza. Morís no creía haber hecho nada por el niño, pues este se le había escapado y prácticamente lo acababa de encontrar.
— ¿Y Ana? ¿Cómo que no está tú prima contigo? —Preguntó nerviosa tras mirar en todas direcciones.

—Ella...

—Se separó de nosotros. Pero seguro que está a estas alturas mi compañera, la agente Collins, la habrá encontrado ya. —Interrumpió Morís. Ni él se creía eso, pues no hacía demasiado que Nicole le informó de la situación, pero claramente, no debía de alarmar a la mujer.

Tom miró extrañado a Morís, pues este había escuchado la conversación entre los agentes, pero como niño bueno que era, decidió guardar silencio.

—Por favor agente, llévenos con su compañera. Necesito saber que está bien.

—Em... Seguro que está bien, no se preocupe. ¿Por qué no buscamos a su marido?

—Está bien.

Morís soltó un suspiro, aquella mujer parecía a simple vista tranquila, pues su rostro tranquilo y su sonrisa así daba a entender, pero sabía que estaba fingiendo, tan solo era para no verse descompuesta frente a su hijo, su mirada la delataba, entre otras señales la delataban. Morís aprendió hace tiempo a interpretar el lenguaje corporal y aquellos ojos que recorrían milimétricamente el escenario, el intentar evadir la mirada de su hijo, la forma en la que cerraba sus puños, el leve temblor que intentaba ocultar de sus manos, así como el bajo tono de su voz, demostraban que estaba de todo menos tranquila.

A Morís no le hacía gracia tener que ponerse en ese momento a intentar relajar a la mujer, por lo que el modificar un poco la verdad no le haría daño, era por su bien y también por el de su hijo, quien necesitaba en ese momento a su madre en buen estado para poder sentirse seguro a su lado. Morís carraspeó un poco rompiendo el tenso silencio y finalmente con pistola en alto continuó la búsqueda de Ana, el padre de Tom o Nicole, seguido tras la espalda del agente, le acompañaban Tom y su madre.

Ana dejó de sentir los golpes y de escuchar los arañazos en la puerta durante unos segundos, extrañada, se levantó para asomarse por la ventanita redonda de la casita de juguete. El perro se encontraba aún frente a la puerta, quieto, oliendo el suelo, finalmente hizo lo que todo perro, excavar. Con velocidad, comenzó a excavar bajo la puerta en un intento de hacer un hoyo por el que colarse en el interior de la casa. La arena comenzaba a levantarse y algunos rayos de luz comenzaban a pasar por debajo de la puerta. Ana gritó y retrocedió hasta el fondo de la casa, arrinconándose en un rincón muerta de miedo por aquella inteligente acción del animal. Necesitaba que alguien viniera en su ayuda, quien sea, pero necesitaba que alguien la salvara y la sacara de ahí antes de que fuese demasiado tarde.

Nicole escuchó unos gritos femeninos, sin duda eran los de Ana y estaba en problemas. Sin detenerse y guiándose por los gritos, saltó por encima de pequeños muros y se internó entre la vegetación apartando con sus brazos las ramas de algunos arbustos. Finalmente, entre la maleza, pudo ver a un hombre forcejeando con un podrido, sin vacilación alguna, aprovechando que el humano empujó al no muerto, apretó el gatillo de su P226 atravesando la sien del zombi.

— ¿Se encuentra bien?

El hombre miró la placa del uniforme de Collins. 

—¡¡Agente necesito ayuda, escuché la voz de una chica y podría ser mi esposa!!

—Está bien, intente calmarse, iremos a por ella ¿Está bien?

—De acuerdo, agente. —Respondió este a medida que respiraba y expiraba varias veces intentando mantener la compostura.

—Bien, vamos, dese prisa y no se separe de mí. —Contestó la agente momentos antes de iniciarse a la carrera.

Finalmente el dúo a toda prisa llegó al escenario. Allí, en una casita de plástico podía apreciarse a un zombificado cánido que mediante un hoyo que excavó en la arena, pudo colar casi medio cuerpo en el interior de la estructura de plástico. Instantes después, entre la maleza, las figuras de Tom, Morís y una mujer aparecieron.

—¡Nicole! —La voz de Morís obligó a Collins y a su acompañante a girarse para ver a los recién llegados.

—¡¡Papá!! —El joven Tom, así como su madre corrieron a los brazos del acompañante de Collins.

— ¡Morís, Ana está en el interior de esa casa y ese maldito animal está tratando de entrar en su interior!

— ¡Salvad a Ana por favor! —Les gritó Tom al escuchar las palabras de la mujer policía.

—Está bien muchacho, nosotros nos encargamos.

Tras escuchar las voces a su espalda, el cánido sacó la cabeza del hueco que excavó para así contemplar a aquel grupo de personas.

— ¡Nos ocuparemos de este bicho, cuando se acerque a nosotros vosotros sacad a Ana del interior de la casa! —Comunicó Nicole a la familia de la chica.

El perro corrió a gran velocidad hacia el dúo de agentes provocando que algunas de las balas fallaran, mientras que otras acertaron en algunas zonas no mortales de su cuerpo. El cánido a una distancia determinada pegó un salto hacia el dúo de policías con sus fauces abiertas. Nicole y Morís evitaron que el animal les diera un bocado saltando cada uno hacia un lado.

—¡¡Ahora, saquen a Ana!! —Vociferó Morís.

Este junto con Nicole, cambiaron de posición dando la espalda a la casa y a la familia de Ana, quienes corrían en su ayuda. Con sus pistolas en alto se prepararon para enfrentar al rápido animal, quien en la posición en la que se encontraba, estaba listo para el siguiente ataque. Finalmente sacaron a Ana del interior de la casa y el animal, contemplando a Ana, ignoró a los agentes, en la carrera saltó entre los agentes y sin detenerse, se encaminó a toda velocidad hacia la chica. Por suerte, cuando este se preparó para lanzarse sobre la chica, una bala proveniente de la pistola de Nicole, atravesó de lleno la nuca del animal.

— ¿Os encontráis bien? —Preguntó Morís.

Todos asintieron en respuesta a la pregunta formulada. Poco después de esto, todos abandonaron el parque en el coche patrulla, dirección a la comisaría. Allí, Nicole y Morís les contarían a Ana y su familia lo sucedido con Katy y su marido, así como les interrogarían acerca de cómo habían sido sorprendidos por aquellos seres, pues esa área se suponía que estaba “libre” de amenaza zombi.

—Habrá que redactar un informe para que cierren el parque y aumenten la vigilancia en la zona... —Comentó Morís al volante del coche patrulla.

Nicole tardó un rato en responder.

—Me encargaré del informe más tarde. Y ahora que recuerdo, mañana los que gobiernan en las altas esferas anunciarán lo del plan ese de evacuación a los ciudadanos por los medios de comunicación. Los ataques zombis están siendo cada vez más difíciles de controlar en las zonas más lejanas de la ciudad. Cada vez caen más de los nuestros para revivir como esos seres, aumentando así su número accediendo cada vez más al interior de Stone City...

—Es verdad, pero si no fueran por esos policías que están reteniendo el avance en los límites de la ciudad, esos cadáveres ya hubieran entrado demasiado al interior de la ciudad ocasionando muchas bajas entre los civiles. Como fuerzas del orden de Stone City, tan solo nos queda sacar a los civiles de esas áreas y frenar el avance de los no muertos mientras esperamos que los poderosos se decidan a hacer algo y nos manden ayuda militar. Tan solo podemos resistir por el bien de los ciudadanos.

—Espero que nada salga mal, el destino de Stone City así como el de sus ciudadanos están en manos de esas personas y en las decisiones que estos tomen para enfrentar el problema... —Comentó Nicole en un tono de voz preocupado. Tras esto, se volteó para mirar al asiento trasero al escuchar toser ya en repetidas ocasiones al padre de Tom— ¿Se encuentra bien?

El hombre se miraba el brazo, un feo arañazo era visible a sus ojos, no podía evitar pensar que por aquel aspecto que presentaba, tal vez estuviera infectada aquella herida latente y de tonalidad rojiza que presentaban pequeñas manchas de sangre seca que habían salido sobre la superficie del arañazo.

—Sí, gracias por todo agente.

Nicole lo observó un momento, sus ropas estaban sucias y varios arañazos superficiales, además del que tenía en su brazo derecho, eran visibles en diversas zonas de su cuerpo. El hombre tenía pinta de estar agotado, pero a pesar de esto, a diferencia de resto de su familia, no decidió dormir por el camino.

—Cuando lleguemos le diré a mi compañera Emi que le desinfecte ese arañazo y le eche un ojo a nivel general. Tenemos un botiquín en la comisaría y mi compañera tiene algunos estudios sobre medicina, seguro que es sus manos se encontrará mejor.

—Se lo agradezco mucho agente —Respondió con una amplia sonrisa a la vez que acariciaba el cabello de Tom, quien se encontraba dormido reposado la cabeza en las piernas de su padre.

Nicole sonrió ante aquella escena y volvió su vista al frente, mientras que la luz anaranjada del atardecer atravesaba las ventanas del vehículo, el cual se fue perdiendo poco a poco en el horizonte recorriendo la carretera.

 #Sacedog




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