Big Red Mouse Pointer

jueves, 9 de octubre de 2014

NH2: Capítulo 039 - Sin Título

Con sigilo, el niño agarró el picaporte de la puerta y cerró lentamente. Devolviéndole la intimidad al atormentado hombre y dejándolo solo en aquella habitación. No habían intercambiado más palabras después de la revelación. Hawk se había limitado a murmurar algunas frases y palabras sin hilar, que carecían de sentido para Adán pese a ser consciente de que habría toda una historia detrás de ellas. Después de un rato, al comprender que lo que realmente necesitaba era estar solo, Adán se había deslizado discretamente hasta el pasillo.

La oscuridad era casi absoluta en el corredor. La poca luz que había no era más que la que se filtraba por la rendija de la habitación. Pero, pese a ello, Adán no se sintió intranquilo como de costumbre, ya que aquella breve escena había tocado su inocente corazón y no podía quitársela de la cabeza. Sumido en sus pensamientos, el muchacho tanteó la pared para poder guiarse de vuelta a la sala en la que se encontraban su hermana y el resto.

– ¿Dando un paseo a estas horas?

La voz sobresaltó al niño, haciéndole pararse en seco allí donde estaba. Se trataba de una voz masculina y algo áspera que le costó reconocer con rapidez.

– Tienes suerte de no haber despertado a nadie más con tu chillido de antes. Incluso yo he estado cerca de volarle la tapa de los sesos a ese tipo; tu hermana no se lo habría pensado en esta situación.
– Lo siento... supongo –respondió Adán, consciente de la situación que podría haber provocado de no haber estado su hermana y el resto del grupo tan agotados como para no haberse despertado. Recuperado de la sorpresa inicial, se descubrió a sí mismo sorprendido de que Crow no hubiera llegado a matar a Hawk, ya que parecía el tipo de persona que no dudaría en matar a nadie si se presentase la ocasión–. Aun así, has dejado vivir a Hawk. Él no es mala persona, te diste cuenta, ¿no?
– Espero que no me estés tomando por una hermanita de la caridad, el gener- Puma –rectificó–; Puma estaba interesado en saber la ubicación del científico tarado ese, cargarme al informador es cavar mi propia tumba.
– Ya veo...

Adán procesó en su interior la información que le había facilitado el antiguo recluso. Pensándolo así, tenía sentido. Era un hombre que sabía ordenar sus principios de forma calculadora y racional para anteponer en todo momento sus intereses personales, y que le facilitase su propia supervivencia. Al no abrir fuego contra el de cabellos plateados solo se había salvado de Puma. Y, de haberlo hecho, no hubiera sido por salvar su vida sino por no tener que vérselas con Eva. En primer lugar, no le habrían metido en la cárcel por nada. Y, sin embargo, a pesar de saber que posiblemente su vida no valiese mucho para él, no podía llegar a caerle mal y tampoco llegaba a sentirse cohibido en su presencia.

– Volvamos. Y esta vez no te salgas a escondidas. No me gustan los jueguecitos, ¿queda claro?
– Como el agua.

De nuevo tanteando la pared en la oscuridad, el niño sorteó al adulto, camino a la habitación donde el resto descansaba en esos momentos. Ambos caminaron con sigilo, recortando distancias hasta su meta. Pero, al chocar con su pequeño cuerpo, Crow se percató de que se había quedado parado delante de él. Al mirarle, le dio la impresión de que estaba tan concentrado con algo a lo que aún le seguía dando vueltas , que se había olvidado de caminar. Era como si estuviera pensando en algo a lo que no se llegaba a atrever a poner en palabras.

– ¿Y ahora qué?
– ¿Eh...? Oh. Esto... ¿Puedes no contarles sobre esto a los demás?
– No tienes que ser tan dramático, tampoco creo que a nadie le importe –respondió el hombre de forma cortante–. Además, si puedo evitar que se sepa que un mocoso como tú logró escapar de mi vigilancia, no dudes que lo haré.
– Gracias.

Poco después de acomodarse cerca de su hermana, Adán logró quedarse dormido de nuevo sin ningún problema. La imagen de Bella grabada en sus retinas le acompañó a los brazos de Morfeo.

Cuando, poco después del amanecer del día siguiente, Inma abrió los ojos sorprendida por el ruido que había a su alrededor. Descubrió que, a falta de su prima, todos los demás estaban ya despiertos; la mayoría de ellos en pie y tomando parte de las provisiones que habían traído consigo a modo de desayuno. Se desperezó y se frotó los ojos antes de atusarse el pelo, algo avergonzada, por la impresión que debía de haber causado al estar allí tendida durmiendo como un lirón mientras el resto iniciaba sus actividades matutinas.

Acto seguido, llamó discretamente a su prima que permanecía imperturbable con los ojos cerrados. Comprobando que sus intentos eran inútiles, procedió a taparle la nariz, logrando que se despertase sobresaltada casi al instante.

– Me siento realizada –rió la castaña al ver la reacción de la recién levantada–, ¿cuántos años hacía que no te despertaba así? –con rostro pensativo, hizo un rápido cálculo mental–. Hará al menos unos ocho, antes de que volviera a España.
– Mira que eres cruel... –respondió la aludida aún somnolienta.

Inma ignoró por completo la queja de la joven y se puso en pie, estirándose una vez más, invitando también a Maya a unirse al resto. En un ambiente distendido, el grupo tomó un ligero desayuno en un ambiente bastante distendido. Algunos aprovecharon ese tiempo de tranquilidad para cubrir algunas de sus necesidades básicas.

Y, al final, las diversas conversaciones terminaron derivando en la misma: El trato que les había propuesto Hawk la noche anterior.

– ¿Qué vamos a hacer entonces? Por muy ‘súper-hombre’ que sea el viejales, no debe ser problema enfrentarlo entre todos en el peor de los casos –reconoció una Alice bastante despejada–. Sin embargo, me sentiría mal después de habernos dado refugio tan fácilmente.
– Habla por ti... –el matiz sarcástico de la joven Florr no pasó desapercibido para ninguno, pero lo dejaron pasar por alto.
– De todos modos, ¿qué era? ¿Encontrar algo en el sótano? No tiene mucha historia.
– No es tan simple, Davis –le recordó su compañera rubia–, no se nos olvide que él mismo admitió que no era una tarea tan sencilla como podía parecer. Tal vez, lo que tenemos que buscar es algo tremendamente difícil de encontrar; o lo que es peor, hay algo más ahí abajo.
– Me decantaría más por la segunda. Quiero decir, ¿no es cierto que ese tipo no tiene nada mejor que hacer aquí solo? Si fuese algo difícil de encontrar, tiene tiempo de sobra y no nos necesita –opinó Inma–. En cambio, si hay algo así como un comité de bienvenida esperando allí abajo, ya es otro cuento y puede que sea cierto que ni Hawk sea rival para lo que sea que haya...
– Como sea –intervino Eva desde una esquina de la habitación, cepillándole el pelo a Adán con los dedos–. Que él mismo nos explique todos los detalles del favor que nos pidió. No podemos decidir ahora si vamos a hacerlo o no porque, para empezar, ni siquiera sabemos qué es lo que hay que encontrar.

Todos quedaron en silencio tras escuchar las palabras de Eva. No solo porque fuese un comentario perfectamente lógico; sino porque, a los que no la conocían tanto, les llamó la atención que aquella misteriosa y distante mujer dejase acaso abierta la posibilidad de echar una mano a un perfecto desconocido por las buenas. Por supuesto, a excepción de Florr -que había presenciado la escena-, el resto ignoraba que Adán le había pedido encarecidamente a su hermana que no rechazase el trato del de cabellos plateados de entrada, sino que al menos se lo pensara.

Aprovechando el ambiente distendido y la falta de deberes a aquellas horas de la mañana, Maya se acercó a Florr después de darle varias vueltas en la cabeza. De algún modo logró, convencer a la adolescente para que se prestase a dejarse examinar la mano que había sido cruelmente mutilada en el hotel Sozza. Ya había pasado bastante tiempo desde el incidente y ya prácticamente había cicatrizado.

Después de asegurarle a la pelinegra que estaría bien en adelante y aconsejarle que fuese cuidadosa, se acercó a revisar la herida de bala en el hombro a M.A., asegurándose de limpiarla bien y de renovarle el apósito. Todo ello echando mano del pequeño maletín de primeros auxilios. Para cuando hubo terminado con Davis, que era el que más le preocupaba en aquel momento, no se olvidó de recordarle que guardara reposo ante todo mientras pudiera. También comprobó, con cierto grado de hastío, que escaseaban vendas; y eso no podía ser bueno de ahí a un futuro.

– Chicos –el tono firme de Alice fue suficiente para ganarse la atención de todos los miembros del grupo, a excepción de Puma que, en algún momento, se había deslizado fuera de la sala sin avisar a nadie. La rubia estaba volteada hacia la puerta, ocupada por la figura de su anfitrión acomodado contra el dintel, dando la impresión de que había estado allí desde hacía un buen rato.
– Como veis, soy hombre de palabra. ¿Cómo habéis pasado la noche?
– Puedes dejar las formalidades –cortó tajante–. Dudo que nuestro estado sea la razón que te haya traído hasta aquí.
– Vaya, la morena de nuevo. Eres toda una princesa guerrera… dame un respiro –Florr alzó una ceja como queriendo demostrar la falta de efecto que había tenido aquel comentario sobre su persona–. Preguntaba con genuina curiosidad, pero visto lo cual, pasaré directamente a lo importante ahora.
– No vamos a acceder a nada antes de estar bien informados –interrumpió Nicole enseguida.
– Hay qué ver, no sabía que el pago por la hospitalidad era la ingratitud... –suspiró con cansancio el hombre de mediana edad–. Qué más da; os lo explicaré de todos modos.

Invitado con un silencio expectante general, Hawk tomó aire relajando su musculatura y explicó de forma concisa la parte del favor que esperaba que los jóvenes hicieran por él. Se trataba de bajar al sótano cuya puerta estaba atrancada desde el exterior para poder contener los embistes de la amenaza que permanecía encerrada en su interior.

Cuando el hombre de cabellos plateados mencionó la palabra mutantes, Nicole no puso evitar dar un respingo y, a pesar de ver cómo los labios de Hawk seguían articulando palabras, la voz no llegó a alcanzar sus tímpanos. Aún no superaba su tenebrosa experiencia en las cavernas. La calidez de la mano de Davis sobre su hombro, devolvió la sonoridad a su mundo, sacándole de su trance temporal.

– Así que un colgante, un pequeño portafotos de oro –corroboró de nuevo Alice al terminar la narración de su anfitrión que le respondió con un asentimiento de cabeza.
– Ya que el oro tiene el mismo valor que un pedazo de mierda en este podrido mundo, supongo que es solo un detalle para localizarlo más fácilmente y que el objeto tiene meramente un valor sentimental –analizó Florr con un tono impersonal–. Es decir, el plan es meternos en un nido de engendros mortales para recuperar un recuerdo del pasado; qué estupidez –sentenció Eva con un gesto de incredulidad, dejando bien clara su opinión en cuanto a la participación en esa empresa.
– Aún si lo dices así o suena ridículo, ¿rechazarás el pagar tu deuda con quien nos ha ofrecido cobijo fiándose de un grupo de perfectos desconocidos? –trató Inma de convencer a la joven. Dándose cuenta de que era la única de los presentes que en vez de sopesar las opciones, tenía clara su postura; sabiendo que hacer cambiar de opinión a esa testaruda mujer era algo imposible para cualquiera excepto para...
– Hermana –la voz de Adán se hizo oír entre las del resto–, puede que sea peligroso… no, es peligroso seguro. Pero, nosotros somos muchos. Si nos unimos, juntos podemos lograr esto sin que ocurra ningún incidente. Sé además que eres una persona justo a la que le gusta no deber nada a nadie –el niño condujo sus refulgentes y vivaces ojos a los desconfiados de su hermana, sintiendo que, a pesar de que nadie más pudiera percibirlo, conseguía traspasar discretamente su coraza–. Y, aunque digas que solo es un recuerdo del pasado... ¿no dijiste tú una vez que, en este mundo donde el presente es inclemente y el futuro incierto, debemos tratar de atesorar el pasado? –Adán fingió no recordar lo que venía a continuación–. Qué era exactamente lo que solías decir...
–  ¿No era algo así como...?
– Florr, hasta ahí –Interrumpió la aludida tajantemente para evitar una escena bochornosa y menos aún delante del grupo.

Al final, a pesar de que Florr solo se había aliado con Adán en contra de Eva para su propia diversión, entre los dos lograron convencer a la indomable Eva para que cambiara su postura. Curiosamente los demás no ofrecieron demasiada resistencia a la idea desde el comienzo, por lo que la decisión de aceptar las condiciones del trato pudo considerarse unánime. En gran medida porque realmente no tomaron en gran consideración el peligro que deberían encarar.

Hawk entregó la llave del candado del sótano a Alice, al ser ella la que se encontraba más cerca de la puerta de la estancia, después de agradecerles el aceptar e incluso proporcionarles cierta información de utilidad. Después se despidió alegando que tenía algo de debía hacer y se marchó de nuevo a su propia habitación. Sin admitirle ninguna objeción a Davis, no le permitieron hacer otra cosa más que mantenerse al margen de la acción en esta ocasión con excusa de su indispensable reposo para su satisfactoria recuperación.

– De hecho, no te preocupes, yo velaré por ti – comentó en tono bromista M.A. para evitar que el moreno pudiera sentirse tan solo un estorbo–. Ya ni siquiera es por mi carencia, resulta que también estoy herido;  además,  tampoco puedo dejar que te aburras aquí tú solo.
– Quién te oyera... ¿Has sido poseído o algo así? Quedándote al margen por propia voluntad… Cuesta creerlo –bromeó Alice con verdadero asombro.

La conversación se animó considerablemente a partir de ese punto y el joven rubio tuvo que lidiar con una avalancha de comentarios chistosos sobre su persona. En algún momento en mitad de la charla, Maya salió por la puerta como una exhalación esquivando hábilmente al hombre que se encontraba junto al dintel de la misma. Miró a ambos lados del corredor, orientándose vagamente, para luego tomar la dirección hacia las escaleras que conducían a la planta inferior.

En el rellano, apoyado contra la pared, con la vista perdida en el exterior, más allá de una polvorienta ventana que aún permanecía con su cristal de una pieza a pesar de sus visibles resquebrajaduras, estaba el pelinegro. Si se percató de la presencia de la castaña a su espalda, no dio muestras de ello; pero tampoco pareció sorprenderse cuando escuchó su voz.

─ Buenos días, ¿qué tal has dormido?
─ ¿Y tú? ─devolvió él la pregunta sin llegar a responder ni moverse un ápice, mientras su mirada seguía vagando por el desolado paisaje ruinoso bajo un apagado cielo nublado.
─ Sorprendentemente bien ─contestó Maya sin amilanarse─. ¿En qué piensas tan profundamente, Pumita? ─Un intenso, pero breve, silencio prosiguió a la pregunta.
─ Hmmmm...
─ Hawk ha hablado con nosotros hace un momento. En principio hemos aceptado su acuerdo e iremos al sótano a hacerle ese favor que nos comentó anoche ─prosiguió ella haciendo caso omiso a la falta de reacción del joven─. ¿Nos echarás una mano ahí abajo? Curiosamente Florr se ha apuntado... 

Puma se volvió hacia la chica entonces, clavando en ella sus profundos ojos oscuros cargados de pensamientos que no llegaba a compartir. Después de lo que parecieron unos eternos segundos, suspiró y alzó las cejas.

─ ¿Cómo le has visto la mano?
─ Ah, eso. Se está cerrando bien, no te preocupes, aunque los dedillos que le faltan no van a reaparecer de la nada, la herida en sí prácticamente ha sanado ─la castaña habló mirando su propia palma extendida inconscientemente─. Supongo que lo haces, pero deberías dejar de culparte, ella parece llevarlo bien y tú hiciste todo lo que estaba a tu alcance. Gracias a eso está viva ahora.
─ Me lo pregunto. He cometido muchos errores hasta ahora ─el pelinegro esbozó un intento de sonrisa, pero tenía un gesto algo derrotista, después se volvió de nuevo hacia la ventana.
─ Y los seguirás cometiendo también, es inevitable. Pero no es solo cosa tuya, a todos nos pasa lo mismo ─Maya se sentó en los escalones─. Cuando nos encontraste en Almatriche casi pareció aquello un secuestro, por no decir que lo fue; incluso habías hecho prisionera a Selene tiempo antes. Después, te hiciste pasar por muerto con tal de no contarnos tus planes en el Santa Sara Abelló, para luego presentarte en el fuerte y de nuevo llevar a cabo otro secuestro... Siempre recurriendo a la violencia de ser necesario y sin dar explicaciones a nadie...
─ Ya ves. He causado dolor y sufrimiento a muchos, a algunos incluso los he empujado a la muerte yo mismo. No necesito que alguien me lo diga para ser plenamente consciente. Sé lo que he hecho, sé quién soy... A fin de cuentas, solo soy un monstruo ─al estar dándole la espalda en todo momento, Puma no pudo apreciar el gesto de pesar que se dibujó en el rostro de la castaña; un nítido recuerdo había inundado su memoria para cuando separó sus labios.
─ ‘¿Cómo creas un monstruo?’ ─El pelinegro se quedó mudo ante la intervención de la chica, sin saber por dónde había venido ni a dónde pretendía llegar con ella─. Escuché muchas veces esa pregunta por parte de Nait, seguramente más de las que recuerdo y aun así son muchas ─había pasado ya un tiempo desde que el valiente joven se había marchado a una vida mejor, pero su ausencia aún era algo difícil de llevar, y aunque aparentaba fortaleza normalmente, la chica se permitió un resquicio de debilidad y sus ojos se empañaron inevitablemente. 
─ No tendría mucha imaginación ─murmuró el joven evocando la imagen de Naitsirc en su mente con cierto grado de nostalgia.
─ ‘Torturas a alguien, abusas de él y le haces sufrir sin permitirle siquiera defenderse hasta el punto en que su moral se quiebra y se tuerce; la haces añicos como si fuera cristal... y después les entregas poder. ¿Son entonces algo realmente tan perverso? ─dijo Maya como recitando alguna cita clásica de memoria, después su voz volvió a la normalidad─. Esa es la respuesta que me daba siempre y ahora, a pesar de que no le oiré decírmela más, me resultará también imposible olvidarla.
─ Seguramente la sacó de algún libro y pretendió que era de su propia cosecha para hacerse el interesante.
─ ¡Quién sabe! ─la castaña no pudo evitar reír ante la respuesta de Puma, con el reverso de la mano se frotó con rapidez el rostro para borrar el rastro de las lágrimas que no había logrado contener─. Lo que te dije antes, sobre los secuestros y demás, lo dejé inconcluso. Es cierto que nos has mangoneado y engañado como has querido, que nos has ocultado cosas intencionalmente, pero el joven que me ayudó en el fuerte a conocerme un poco más a mí misma y el monstruo que dices que eres no son personas distintas. Mientras actuabas con frialdad también nos has estado protegiendo, ni siquiera el cabezota de M.A. podría negarlo si se le preguntase abiertamente-
─ ¿En qué momento se ha convertido esto en un cotillón de viejas, señorita? ¿No habías venido para saber si os acompañaría? ─el pelinegro se giró encarando de frente a Maya, su rostro no delataba ninguna emoción, pero de algún modo no transmitía frialdad alguna, había algo más escondido tras aquella máscara que la chica no supo cómo descifrar, pero de haber tenido que ponerlo en una sola palabra, habría descrito como calidez, o quizás... esperanza.
─ Ah, cierto. Aunque reconozco que supuse desde el principio que estando Florr, solo te quedaría la opción de unirte para evitar que se meta en líos o enfrentarte a ella para convencerla de que se quede al margen...
─ Con ella solo existe la primera opción ─murmuró Puma con una media sonrisa al pensar en su rebelde pero querida hermana; la castaña se había puesto en pie y se había sacudido el polvo de su ropa, se había volteado e iniciaba su camino de regreso a donde el resto les esperaba, el pelinegro sintió un impulso en su interior y una palabra se escapó de entre sus labios antes de que pudiese procesarla─. ¡Espera...! ─cuando la chica se volvió con una expresión interrogante desde el otro extremo de las escaleras, el joven se arrepintió de haberla detenido, había cosas que ni siquiera él podía decir─. No, nada. Vamos.

*         *         *

El lisiado dejó escapar un largo suspiro cuando su hubieron quedado solos él y Davis; ya que Inma, aprovechando el tiempo muerto que se les presentaba por delante, había tomado a Adán y se había marchado a otro rincón de aquella casa murmurando entusiasmada algo así como: ‘vamos a practicar un poco tú y yo, le daremos una sorpresa a tu hermana’. Algo que se escapaba de la comprensión del joven, pero que creyó entender cuando vio que se llevaban consigo el arco.

Davis agradeció al rubio haberse quedado junto a él para hacerle compañía. No es que estuviese precisamente desvalido solo por la herida en su abdomen. Por lo que no tenía tanto la necesidad de que hubiera alguien con él para cuidarle o protegerle, sino la de no ser dejado de lado solo como un completo inútil, como si solo fuese un estorbo para el grupo. M.A. le restó importancia al asunto, a fin de cuentas, solo había aprendido por las malas que el orgullo no se trataba simplemente de querer llevarlo todo para adelante y participar en cada misión suicida que se presentase ante ellos; sino en saber estar donde debía estar en cada momento y aceptarlo como adulto que era.

– Aun si te parezco más maduro por decir algo así, la verdad es que estoy en una crisis –cconfesó el rubio–. Hay gente que ha muerto por mi culpa. No, gente no, no puedo ser impersonal en esto. Naitsirc, él murió por mi estupidez; y las últimas palabras con las que le despedí la última vez que le vi... En fin, ni siquiera podrían considerarse despedida. Siento que yo mismo he enterrado a mi amigo a sangre fría y no sé bien cómo reaccionar delante de los demás. Aparento que no me ha afectado o que ya es cosa del pasado, pero lo cierto es que cada vez que actúo con cabeza lo hago porque me viene su imagen a la mente.
– Mientras están vivos es más fácil ignorarlos o desatenderlos. Pero, a los muertos no hay quien los calle porque no es una voz que pueda entrar y salir por los oídos, sino que nace y hace eco en nuestra cabeza.
– Se nota que sabes de lo que hablas. Así lo pienso yo también. Hay que ver lo coñazo que es este Nait, que incluso cuando ya no está me sigue dando la vara para que no me deje llevar cada vez que se presenta la ocasión...
– Era un buen amigo, ¿eh? Sé lo que se siente. Dejas a tantas personas atrás, cada una con su nombre y su propia historia... que te preguntas continuamente por qué no fuiste tú en su lugar –Davis se sintió cruelmente alcanzado de lleno por su pasado en ese momento y recordó cada vez que había tenido ese pensamiento en su interior; habían sido demasiadas como para contarlas.
– Tampoco es eso, hombre. Hoy te veo especialmente desanimado. Nni se te ocurra venirte abajo ahora, que como venga la rubia y te vea en este estado, a saber qué se imagina que te he hecho en su ausencia...
–  A pesar de que fui yo quien le ayudó a salir de las garras de aquellos horribles seres, aún siento que le debo mucho a Nicole.
– Creo que eso nos pasa a todos, un día es tu compañero el que necesita que le echen una mano y al siguiente se cambian las tornas. Así parece funcionar este mundo desquiciado. De hecho, te das cuenta de que puede pasar cualquier cosa; a nadie se le ocurre pensar que algo pasará hasta que sucede. Si tiene que ocurrir, ocurre, así es como funciona el mundo. Lo importante es no dejar que te supere la tragedia, creer que puedes salir adelante y para eso, es esencial no estar solo –M.A. suspiró relajado–. Es agradable hablar contigo, creo que ya te lo he comentado antes, pero da la impresión de que nos conozcamos de hace más tiempo.
– Tampoco tú eres mal tipo.
– ¡Oye! ¿Se supone que eso sea un cumplido?
–Shhh, no alces la voz –advirtió Davis a su compañero señalando al sofá situado en la esquina opuesta de la estancia, donde Crow se había echado para descansar un rato en compensación por la noche en vela que había pasado por mantenerse en guardia.

No mucho más lejos de allí, en un espacioso salón cuyo mobiliario había sido retirado en el pasado por alguna desconocida razón, Inma ponía a prueba la destreza de Adán con el arco. No lo hacía porque Eva lo hubiese propuesto cuando le pidió que permaneciera con Adán, ya que ni siquiera hizo tal sugerencia, sino porque se había sentido inmensamente satisfecha cuando la distante mujer había dejado a su preciado hermano menor a su cargo. Alguien tan desconfiada y difícil como Eva había sorprendido positivamente a la castaña y aquello le había impulsado a tomar la decisión de devolver ese impagable gesto no limitándose a vigilar al pequeño, sino a aprovechar para enseñarle algunos trucos útiles con el arma. A fin de cuentas, era también parte del acuerdo al que habían llegado cuando Inma instó a la joven para que le ayudase a aprender a desenvolverse por sí misma.

Adán se veía bastante entusiasmado también. Aunque en un principio, no se había tomado muy bien que Eva pusiese como condición para participar en la misión de búsqueda del colgante el dejarle a él completamente al margen. Sin embargo, el espíritu jovial y risueño de Inma había terminado por contagiársele y, de un momento a otro, se había encontrado encantado con la idea de sorprender a su hermana con la perfección de sus técnicas de ataque con su arma.

*         *         *

Con el equipo a punto, el grupo conformado por Alice, Puma, Florr, Eva, Nicole y Maya se dirigió a la planta baja, a una zona desconocida y apartada de la zona que se encontraba en uso, y se detuvo frente a una robusta puerta metálica bajo las escaleras. Una viga de madera estaba atravesada en el pasillo, con un extremo apoyado en la misma y el otro contra el zócalo del corredor. Por la descripción que les había proporcionado Hawk, a nadie le cupo la menor duda de que aquel era su destino, la entrada al sótano.

Puma rechazó la ayuda que le ofrecieron varios para apartar la viga, alegando que no le costaría mucho trabajo hacerlo él solo. Desde que habían huido desde el hospital, nadie le había mencionado nada sobre su reconocida enfermedad; pero, al mismo tiempo, se notaba en el ambiente que había cierto grado de tensión respecto a su persona, por lo que procuraban ser más amables con él cuando se trataba de hacer alguna actividad que requiriese trabajo físico. El pelinegro encontraba aquel trato como algo más molesto que conveniente al verse tratado con más atención de la que, alguien independiente como él, encontraba cómodo.

A pesar de haber sido puestos sobre aviso sobre el peligro que era contenido por aquella barrera, el tranquilizador silencio que reinaba lograba disipar en cierto grado la tensión que les suponía tener el inevitable encuentro en un lugar cerrado y probablemente mal iluminado. Según las indicaciones de Hawk, al desbloquear el paso, se encontrarían con una escalera de ladrillo que les conduciría hasta el sótano en sí; que era un subterráneo de grandes dimensiones, repleto con cantidad de muebles viejos, cajas y otros objetos que habían sido acumulados allí. 

Pocos meses atrás, un grupo de supervivientes habían llegado también hasta el edificio de apartamentos del de cabellos plateados. En aquel entonces, el propietario no los había tratado de ahuyentar como había hecho con ellos la pasada noche, sino que al comprobar que solo eran gente normal cansada y asustada. Les había ofrecido hospitalariamente permanecer allí al menos por una noche. Lo que el hombre no pudo imaginarse cuando los refugiados empezaron a caer enfermos y a mostrar extraños síntomas, es que en pocos días mutarían convirtiéndose en criaturas que habían perdido todo rastro de humanidad pasando a ser un verdadero peligro. Cómo fue que consiguió encerrarlos en el sótano en vez de echarlos del lugar o eliminarlos, es algo que se negó a narrar cuando le preguntaron sobre ello, y debido a su obstinado mutismo al respecto, no habían seguido insistiendo.

Lo último que había mencionado respecto al caso, después de indicar que el número de mutantes que encontrarían allí abajo sería cinco, aunque desconocía sus características al detalle, es que las criaturas serían difíciles de tratar; por lo que no debían confiarse ni bajar la guardia en ningún momento. Incluso, aunque le costó parte de su orgullo comentarlo, sugirió que de verse desbordados por la situación, lo olvidaran. Porque no había motivo por el cual nadie tuviera que morir.

Con envidiable habilidad, Puma desatrancó la viga y la dejó cuidadosamente en el suelo, procurando hacerlo lo más silenciosamente posible para no delatar su presencia al enemigo. Con las armas desenfundadas los miembros se prepararon mentalmente para el encuentro, en principio contaban con la ventaja en número y armamento, por lo que podían permanecer relativamente relajados. Alice introdujo la llave en la cerradura con la mano libre y la hizo girar expectante.

Con un leve chirrido, la puerta de deslizó sobre sus bisagras, ofreciendo la entrada a un oscuro y estrecho tramo de escaleras. Eva cubrió la entrada con su arma de fuego e indicó a Nicole que podía apretar el interruptor alejado un par de metros de la puerta, bajando los peldaños. Así lo hizo la rubia empuñando su propia arma. Sin embargo, ni presionándolo se hizo la luz allí abajo.

– No funciona –confirmó la ex-agente de policía desde las escaleras–, parece que necesitaremos una linterna, ¿alguien se ha traído alguna?
– Yo me he traído-
– ¡Agáchate! ¡A tu espalda!

El grito de advertencia de Eva, originó una serie de acciones que se encadenaron una detrás de otra en cuestión de escasos segundos. Nicole se agachó instintivamente, permitiendo a la otra mujer abrir fuego contra la oscura figura que recortó distancias hasta la rubia a una velocidad pavorosa. Por desgracia, la criatura pareció ignorar por completo la descarga de munición sobre su desfigurado cuerpo. Nicole hizo ademán de apartarse de su trayectoria, pero cuando sus ojos se encontraron con el informe ser a pocos metros de ella, sus músculos dejaron de responder y se quedó petrificada en el sitio a pesar de que mentalmente se ordenaba a sí misma escapar desesperadamente de aquella situación.

Cuando Nicole pensó que su vida empezaría a pasar frente a sus ojos antes de despedirse de este mundo, un fuerte brazo la asió por el hombro tirando de ella hacia fuera. Eva había dejado de disparar, permitiendo a Puma acercarse a sacar a la inmóvil mujer. Maya al mismo tiempo se deslizó como una sombra y colisionó contra el mutante en un intento desesperado de hacerle alejar sus garras de su víctima, de modo que ambos cayeron escaleras abajo. Por suerte para la castaña, el cuerpo de su enemigo amortiguó el golpe.

Dejando a Nicole a un lado, en el corredor junto a la boca al sótano, Puma comprobó que la mujer no tuviera daño alguno más allá de la conmoción que había sufrido y parecía aún tenerla presa; después, corrió él también escaleras abajo, hacia donde todos los demás habían ido ya apresuradamente tras el embiste de Maya. Una luz se encendió en el subterráneo. Alguien había debido hacerlo presionando el segundo interruptor cuya ubicación también había proveído Hawk.

Sola en el rellano, apoyada contra la desconchada pared amarillenta, Nicole recuperó de nuevo la respiración tras el susto que acababa de pasar. Era consciente de que los otros cinco estaban enfrentándose en ese momento en una pelea mortal mientras ella se preocupaba por no temblar, pero no cometió la estupidez de correr en su ayuda porque conocía sus límites y sabía que aquel era un trauma que aún no superaba cuando sentía tan cerca a esas cosas; de ir solo sería un estorbo, así que resolvió que tendría que confiar en ellos.

Cuando el mutante, sobre el que había aterrizado Maya tras empujarlo, se puso en pie como si nada a pesar del gran impacto que había recibido, Maya no pudo reaccionar a tiempo y se vio atrapada por su potente brazo haciéndole proferir un gemido de dolor cuando sintió la fuerza de la presión contra su cuerpo. Un foco de luz iluminó al instante siguiente el polvoriento y desvalijado sótano, provocando que la criatura que la apresaba relajara levemente su agarre. Sin embargo, lo suficiente como para poder escaparse de ella con un fuerte impulso. Tres figuras más fueron reveladas en las cercanías.

Tenían apariencia humanoide. Eran del tamaño de una persona de gran estatura, pero mucho más deformes. Algunas poseían tres o incluso cuatro brazos a pesar de que solo dos de ellos estaban completamente desarrollados. Pero, lo que más llamaba la atención, era su piel desnuda; porque más que una fina capa de epidermis, parecía una dura e irregular costra que cubría cada centímetro de su cuerpo, como una coraza. Tal vez por ello, guardaban cierta similitud con los cocodrilos que habían sido liberados por el grupo de policías durante el incidente en el hotel Sozza.

– ¡Apártate de ahí, Maya!

La imperativa voz de Alice fue el motor que hizo reaccionar a la castaña, desarmada como estaba esquivó un gancho que le dirigió una segunda criatura.

– ¡Es imposible, Alice, son duros como la roca!
– Sin embargo, ese movimiento es demasiado fluido para ser el de una piedra.

Junto a Alice, Florr arremetió un duro golpe con la culata de su escopeta recortada contra la abominable extremidad de uno de los mutantes que se extendió hacia ella con frenesí asesino. Gracias a la fuerza imprimida en aquella acción, la deforme garra no llegó a alcanzar a la adolescente. La criatura gimió atronadoramente, claramente molesta.

Mientras Puma y Eva buscaban también el modo de hacer caer a los otros dos enemigos, Alice empuñó con determinación su machete y corrió hacia su objetivo mientras ordenaba a la castaña a voz en grito que tratara de tumbar a la criatura una vez más. Sin entender la estrategia de la rubia, pero confiando ciegamente en ella, Maya accedió a la petición y se abalanzó una vez más contra su rival; sabiendo que, de fallar Alice en lo que fuese que estuviera planeando, seguramente no saldría ilesa de este segundo asalto.

Aprovechando la guardia baja del mutante al ser atacado por la temible humana, Alice dibujó un perfecto y letal arco en el aire con su afilada arma, cortando limpiamente el brazo desde lo que se suponía que sería la axila de la criatura. Un estruendoso lamento se escapó de la informe cavidad bucal del ser visiblemente mutilado, pero Alice no se contuvo y se lanzó contra él una vez más.

– ¿Q-qué? ¿Cómo puede ser...? –la castaña no entendía la situación.
– Claro... –murmuró en cambio Eva al entender el razonamiento de la rubia armada con el machete– ¡Puma, Florr, las articulaciones por su parte interna, ahí es donde debéis atacar!

Lo que en un principio pudo bien aparecer una empresa prácticamente imposible, se convirtió rápidamente en una carnicería. Conociendo el punto débil del enemigo, el grupo logró deshacerse del peligro al que estaban sometidos. Y, al final, quedaron cuatro cadáveres de seres no humanos yaciendo sobre el desigual suelo pavimentado, mientras cinco figuras humanas permanecían en pie, tratando de recuperar de nuevo la respiración. Había sido un impecable trabajo en equipo.

– Esperad, solo cuento cuatro, ¿no eran cinco? –Eva aún no bajó la guardia, su mirada se paseó atenta por cada rincón de aquel frío lugar.
– Ese viejales dudó, ya sabes –recordó Florr que sí parecía estar más relajada–. Primero dijo cuatro, después desenfocó la mirada y dijo cinco. Debe estar senil, no hay por qué preocuparse, de haber otro más, ya se nos habría abalanzado.
– Eso tiene sentido. Bueno, no vinimos aquí para hacer ejercicio, los bichos eran solo los obstáculos; pero la verdadera misión era encontrar ese portafotos dorado. Hagámoslo cuanto antes, aquí hace frío y huele... horrible, algo está jodidamente podrido aquí abajo –Alice hizo una mueca de asco, realmente el hedor era repulsivo.
– A decir verdad, ahora que esto está ya tranquilo, quisiera salir como comenté, estaré de vuelta enseguida.
– ¿Cómo? –Puma no entendió las palabras de la castaña.
– Es verdad, tú no estabas –cayó en la cuenta la hermana del moreno–. Hawk nos mencionó que a solo dos calles de aquí en dirección por donde vinimos, hay un local que está aparentemente derruido, pero que se puede acceder desde un hueco por la parte trasera. Por lo visto el interior está intacto. Ella quiere ir allí.
– Te olvidas lo esencial, Florr –le corrigió Maya–. Es una farmacia, Puma. Conseguimos muchas cosas de la ambulancia, pero algo que no calculamos que faltaría, fueron las vendas, quisiera asegurarme de que tenemos suficientes y ya de camino veré si consigo algún otro juguetito.
– A Davis le vendría bien para que no se le infecte la herida –Nicole apareció por las escaleras, ya parecía recuperada de la impresión inicial–. Si no es inconveniente, me ofrezco para acompañarte.

Sin saber bien cómo se desarrolló la conversación, el asunto quedó zanjado en unos pocos minutos. Eva, Florr y Puma permanecieron en el subterráneo mientras las otras tres mujeres se despidieron camino al exterior. El pelinegro quiso objetar, ya que separarse para salir al exterior era exponerse al peligro, pero la gran cercanía a la que se encontraba la mencionada farmacia y el recuerdo de que en esos momentos solo era un integrante más de un grupo de supervivientes y no el líder a pesar de sus dotes de mando, le llevaron a acceder en contra de su reticencia inicial.

Durante un tiempo que se les hizo demasiado largo, el trío buscó incansablemente por entre las cajas y el mobiliario. Pero, a cada minuto que pasaba sin que encontraran el pequeño objeto, cayeron en la cuenta de que habían subestimado la búsqueda, ya que debido a la magnitud de la situación era algo similar a buscar una aguja en un pajar. Y el hedor se hacía cada vez más insoportable allí abajo.

Después de recorrerle un escalofrío la espina dorsal por el frío ambiente, Florr echó mano de una caja de cartón más apilada en una de las varias estanterías. Aunque no lo decía en voz alta, su aguante era cada vez menor, empezaba a sentir frustración. Sin embargo, la adolescente olvidó el frío, el hedor y su molestia, cuando el título de un documento llamó su atención. En silencio, agarró los papeles y se alejó un poco de la esquina en la que se encontraba para que poder leer el contenido de su hallazgo bajo la mortecina luz.

– Puma, creo que he encontrado el foco del asqueroso olor.

Florr, dejó la lectura a medias y se aproximó hacia donde se encontraban Eva y su hermano. Detrás de un robusto y antiguo armario de madera tendido sobre su costado, la mujer había apartado algunas cajas que se habían desplomado detrás del mueble y lo que había encontrado debajo no era otra cosa que los escasos, putrefactos y aplastados restos de una criatura que a pesar de parecer humana, debió haber sido también víctima de la mutación.

– Qué asco, ahora huele incluso peor –Florr se tapó la nariz con los dedos de la mano que tenía libre.
– Si es cierto que estas cosas llevaban aquí encerradas cosa de un par de meses, no es de extrañar que, ante la desesperación y falta de alimento, terminasen recurriendo al canibalismo.
– Espera, Eva, ¿qué es eso que brilla? –Puma se agachó junto a los despojos y, apartando con una revista que recogió del suelo una densa mata de un oscuro cabello rizado, encontró lo que buscaba–. Bingo.

Con un tirón seco, Puma quebró la cadena sin esfuerzo y rescató así un pequeño portafotos sucio pero indudablemente dorado. La búsqueda había finalizado con aquello. Florr arrebató de las manos de su hermano el pequeño objeto y lo abrió con curiosidad. Una diminuta e intacta foto había sido preservada en el interior, la imagen de dos rostros jóvenes, felices y sonrientes parecían querer desmentir la oscuridad que se había abatido sobre el mundo en los últimos años.

A pesar del tiempo que había pasado desde que fue tomada esa fotografía, los rasgos del joven eran indudablemente los mismos que los de Hawk; pero sin todo ese dolor y sufrimiento que cargaba en el presente. La chica, tal vez fue su amante, tal vez su novia o incluso su mujer, pero los tres allí presentes entendieron sin necesidad de intercambiar palabras el motivo real por el que el hombre no se había atrevido a enfrentar a aquellos mutantes. No era porque dudara de sus capacidades, sino porque no hubiera sido capaz de haber agredido a la portadora de aquel colgante ni aunque hubiese mutado y hubiera dejado de ser humana. Era imposible afirmarlo con certeza, pero por la cabellera, parecía evidente que la joven de la foto y los putrefactos restos mutantes ante ellos pertenecían a la misma persona.

*         *         *

– Es aquí, no cabe duda, el grafiti de la esvástica se ve claramente en el muro, busquemos pronto por dónde colarnos dentro, me apetece sentarme un rato.
– Bueno, Alice, en ese caso ¿por qué no te quedas aquí fuera vigilando? Puedes sentarte tranquilamente sobre el capó de ese automóvil.
– También es cierto, aceptaré tu propuesta encantada, Nicole.

La joven dio unas grandes zancadas esquivando los cascotes y otros escombros que se habían desprendido de los ruinosos edificios, pero cuando hizo ademán de encaramarse sobre la chapa del maltrecho vehículo, enseguida se puso tensa y desenfundó su machete una vez más. A unos cien metros, una figura humana se acercaba por la avenida principal en dirección al edificio de apartamentos que pertenecía a Hawk.

La rubia avisó a sus compañeras de manera discreta, y las tres se apostaron contra el coche ocultándose tras él y teniendo en la línea de visión la figura que se aproximaba con paso vacilante. Sus andares recordaban vagamente a los de un podrido, pero a diferencia de los que habían estado evitando desde que habían salido del lugar en el que residían, este tenía algo que lo diferenciaba de todos los demás y que además lo señalaba más como humano que como zombi. Aquella figura humana llevaba puesto su perfectamente reconocible traje anti radiación y portaba sobre sus hombros una mochila. Cuando estuvo más cerca, descubrieron además que iba armada al menos con una pistola enfundada en su cinturón y un cuchillo de combate sujeto a su muslo.

A simple vista, se adivinaba que era una figura femenina de estatura media, por la forma de sus andares, si no estaba herida por lo menos parecía que fuera a desfallecer de un momento a otro. Desde luego, sola como estaba y en su condición, más parecía alguien necesitado de ayuda que una amenaza, pero no había que ser confiado en extremo. Tal vez si apareciese alguien desarmado de la anda ante ella, en la confusión desenfundara su propia arma y terminase abriendo fuego sin comprobar anteriormente si realmente estaba bajo peligro. Y fue precisamente esa la razón, por la cual Alice tomó el arma de Nicole a falta de haberse traído ella la suya, más allá de su preciado machete, y descubrió su posición apuntando directamente hacia la desconocida.

– ¿Quién eres y qué te trae por aquí? –Alice procuró modular el tono de su voz para sonar lo más neutral posible.
– ¡No dispares, por favor, no dispares! –la desconocida alzó las manos sin ocultar su temor y tratando de probar que no quería ningún tipo de problema–. Yo no busco nada, solo pasaba por aquí… no voy a ninguna parte en concreto, solo intento sobrevivir.
– Alice, puedes bajar el arma, está claro que no es una actuación, está temblando de verdad –Maya no pudo evitar compadecerse, por la voz quedó claro que aquella chica era una joven, posiblemente de la misma edad que Alice o ella misma. La rubia bajó el arma, mientras Nicole también se erguía delatando su posición–. Ha sido por precaución, sentimos haberte amenazado, tampoco somos una amenaza. Ella es Alice, yo me llamo Maya, y esta es Nicole, ¿y tu nombre es?
– ¿N-Nicole...? –la joven desconocida fijó su mirada en la rubia embutida en su propio traje anti radiactivo, y no respondió a la pregunta que se le había planteado hasta que esta estuvo lo suficientemente cerca como para oír su voz casi en susurró–... Soy Jessica...
– ¿¡Jessica!? –Nicole por fin pudo reconocer aquella voz, hacía solo unas pocas semanas que la había escuchado y había sido suficiente como para no reconocerla en un principio, pero caer en la cuenta en ese preciso instante–. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué estás haciendo tú aquí? Tan lejos del refugio, sola además...
– N-N-Nicole... y-yo... n-no sabía qué hacer... yo...

La quebrada voz de la chica la traicionó por completo y no pudo reprimir el llanto que sacudió todo su cuerpo. La rubia, que ya estaba junto a ella, la tomó entre sus brazos tratando de transmitirle algo de calidez a pesar de que no podía ser en el sentido más literal de la palabra debido a los trajes que llevaban. Jessica casi se derrumbó en el abrazo de su amiga sintiendo que por fin podía hacerlo, después de cargar por varios días con todo su pesar, su miedo y su preocupación.

Después de unos minutos en los que la joven se hubo recompuesto, Nicole la presentó a Alice y Maya, como la misma Jessica de la que ella y especialmente Davis habían hablado al grupo en varias ocasiones. Al oír el nombre de Davis, Jessica volvió a ponerse nerviosa, casi histérica, preguntando por su paradero. Alice la tranquilizó alegando que estaba a salvo allí cerca, tan solo había sufrido una herida en el abdomen, pero no era algo por lo que debiera preocuparse. Jessica rogó que fueran donde estaba el joven en seguida, pero Maya indicó que ya que estaban fuera y al lado de la farmacia, sería una tontería desperdiciar el viaje, por lo que tomarían primero las vendas y otros repuestos y, después, regresarían a los apartamentos; permitiendo que se reuniera con su amante.

Cuando Nicole volvió a preguntar a Jessica por qué caminaba sola tan lejos del refugio, Jessica tomó aire varias veces antes de contar aquello con lo que había estado cargando ella sola en esos últimos días.

Hacía menos de una semana, un gran grupo de mutantes hambrientos que se marchaban en dirección hacia Mississauga, pasaron por el refugio en el que habitaban con tan mala fortuna que entraron y mataron a todos a pesar de que trataron de ofrecer resistencia desesperadamente, devorando los cuerpos de aquellos a los que brutalmente asesinaron sin compasión alguna, sin hacer diferencia entre niños y adultos.

Jessica y unos pocos más que sobrevivieron al ataque inicial, al ver todas sus esperanzas perdidas, intentaron usar los camiones del garaje para huir. Con esta intención, la joven de cabello oscuro puso en marcha uno de los camiones y abrió la puerta trasera del garaje mientras el grupo conformado por los pocos que aún seguían con vida se ocupaban de distraer a los mutantes dando tiempo a Jessica para preparar todo y huir a continuación. Pero, cuando Jessica quiso darse cuenta, tan solo dos hombres de aquel grupo de seis o siete miembros quedaron con vida, y uno de ellos cargaba con el otro que había sido gravemente herido. Pocos instantes después de que estos llegaran al garaje, varios mutantes se abrieron camino por una oquedad en el muro que hizo una de las criaturas; y, antes de que aquellos dos hombres pudieran llegar al camión, perecieron bajo las garras de los mutantes.

Sin nada más que perder o por lo que luchar y presa del pánico, Jessica arrancó el camión antes de que las criaturas la alcanzaran también a ella, logrando escapar de aquella carnicería. Tras varias horas de camino dirección Mississauga a toda velocidad, el camión acabó por quedarse sin combustible y tuvo que andar un par de horas hasta que finalmente llegó a la ciudad al atardecer. El par de días que pasó en la ciudad, se refugió en una pequeña casa que reconoció como segura. Una noche, el escandaloso ruido del derrumbe provocado por un hospital cercano la desveló de su sueño. Antes del alba del día siguiente se vio obligada a abandonar la casa debido a la creciente actividad de los no muertos. Y, así, sus pasos la guiaron hasta aquel lugar, aquel cementerio de ruinas.

*         *         *

– No sabes... cuantísimo te lo agradezco, muchacho –el imponente aura de Hawk se había dispersado apenas le fue entregado el colgante en la mano. En su lugar solo había un hombre con una espalda demasiado estrecha como para soportar todo lo que cargaba sobre ella.
– No he sido solo yo, solo lo hemos conseguido al hacerlo juntos –la voz de Puma era impasible. Estaban solos ellos dos de nuevo en el descansillo de la escalera hacia la segunda planta. Eva y Florr habían decidido que él devolviera a Hawk lo que tanto deseaba por haber sido quien lo encontró en primer lugar.
– Claro, os lo agradezco de corazón a cada uno de vosotros y me alegro además de que ninguno haya salido herido. Mi conciencia me ha golpeado duramente por haberos expuesto a tal peligro todo este tiempo, pero aun así os lo he pedido... y solo para recuperar el recuerdo de un pasado que el tiempo no ha perdonado.
– El tiempo es irrelevante para el recuerdo. Cómo de importante fue ese momento para una persona, pienso que eso es todo lo que importa. Y como dices, todos hemos salido ilesos, con esto la deuda está pagada y podremos irnos.
– No hay razón para marcharos tan apresuradamente, no es molestia daros cobijo más tiempo, sé que tenéis heridos entre vosotros, y el chico... –el adulto sintió una punzada en el corazón al pensar en el pequeño Adán, no entendía bien por qué, pero tenía la sensación de que aquel inocente niño había ayudado a que esta situación ocurriera, pero había preferido ser lo más discreto posible. Una iluminación le vino entontes a la mente–. O, espera, sí hay una razón. El tipo del maletín.
– Es importante para nosotros. No, no solo para nosotros, es algo que trasciende de nuestro pequeño grupo... –Hawk alzó una mano indicando al pelinegro que prescindía de la información, le daría la respuesta que inquiría.
– Pasaría por aquí apenas una hora antes de que entraseis vosotros aquí. Tal vez incluso menos, al estar situado en la avenida principal, es común que las personas crucen la ciudad por ella y ese tipo no fue distinto.
– Sí que lo teníamos cerca, con todo este retraso se nos debe haber escapado.
– Te equivocas –intervino Hawk antes de que Puma pudiera lamentarse por no haber actuado con mayor rapidez–. La gente suele pasar por la avenida principal, pero la avenida principal desemboca unos kilómetros más adelante un cráter radiactivo que no puede atravesarse, por lo que hay que bordearlo y no es algo que lleve precisamente dos minutos, créeme, deberíais ver ese cráter. Atajando por unas calles secundarias desde aquí, se pueden ahorrar varias horas de viaje, no sé si serán suficientes para alcanzarlo a tiempo, pero te aseguro que recortaréis distancias considerablemente.

Sopesando las palabras de su anfitrión, Puma se dejó convencer finalmente. Objetivamente, permanecer allí una noche más podría obligarles a perder la pista a Payne, a pesar del inconveniente del cráter y de que incluso ese desquiciado científico necesitaría pararse a descansar. No tendrían muchas posibilidades de alcanzarle y aquello le transmitía cierta frustración. Sin embargo, no podía remediar la situación, tenían heridos y ahora además se les había unido esa nueva joven al grupo que parecía necesitar algún tiempo para recuperarse de la tragedia que les había narrado a todos cuando llegó, después de que consiguiera serenarse tras abrazar con desesperanza a Davis al verle.

No, al joven pelinegro no le hacía gracia la idea de retrasar su marcha un día más, pero entendió que era inevitable y hasta cierto punto necesario, al menos para algunos de los miembros y como se suponía que eran un grupo, se convertía en una necesidad común. No había nada que hacer al respecto. Puma informó a Hawk sobre su decisión final y le entregó el grande sobre que había estado sosteniendo desde el principio antes de despedirse y disponerse a subir las escaleras para volver con los demás.

– Florr quiso que te lo entregara porque según me pidió que te dijera ‘eso no nos incumbe a ninguno’ –Puma enfatizó de modo que imprimió un ligero gesto bromista a la oración–. De hecho, no se incluyó a sí misma en eso de ‘ninguno’ porque bien que lo estuvo leyendo en el sótano.
– Esa niña... agradéceselo –el recuerdo del día anterior cuando Florr le había exigido saber por qué había conseguido moverse a una velocidad inhumana y este gesto de ahora, hicieron que el hombre se arrepintiera en su interior por haberla juzgado como malcriada e insensible adolescente cuando la conoció.
– ¿Seguro que no quieres venirte con nosotros cuando nos marchemos mañana?
– No importa cuántas veces lo preguntes, muchacho, mi sitio está aquí, aunque solo sea un lugar vacío, para mí es todo lo que tengo, todo lo que me queda. Además si algún día otro grupo da con este lugar, no estaría bien que faltase el anfitrión para darles la bienvenida, ¿no crees? –pero el pelinegro no respondió a la pregunta, tomándola como retórica, tampoco es que tuviera nada que contestar a aquella afirmación del hombre de que aquel edificio sería su tumba cuando le legara la hora.

Cuando Puma desapareció por el corredor, el de cabellos plateados abrió el sobre tal vez imaginando lo que podía encontrarse. Su nombre era el encabezado del documento, un documento que no era otra cosa que su expediente, justo bajo su descripción que lo señalaba como un militar de élite, cuyas capacidades estaban por encima de la mayoría de sus compañeros en la milicia, razón por la cual había sido seleccionado para... Sujeto de experimentación: 001010 esa línea en cursiva situada bajo su foto de expediente, y el símbolo de Esgrip como marca de agua bajo la tinta de las letras, le recordaron su yo ingenuo del pasado que había accedido sin darse cuenta a colaborar en la creación de títeres con los que entretenerse y hacer dinero con el pretexto de crear soldados perfectos. Había ayudado a la organización que se habían llevado la vida de su inocente y preciosa hija al inicio del desfase mundial y a su amada esposa, razón de su existencia, apenas dos meses atrás. Había consentido en convertirse en un monstruo y no podía perdonárselo a sí mismo, era una parte que odiaba de sí mismo y que deseaba ocultar de la vista de cualquiera. Aquellas capacidades sobre humanas de las que en el pasado se había sentido orgulloso, ahora no eran más que la prueba innegable de su traición hacia su familia y hacia el mundo entero... Cuando se quiso rascar la mejilla al sentir un desconocido picor, descubrió con asombro que, desde hacía un buen rato, las lágrimas no habían dejado de salir.

*         *         *

Aquella noche, al contrario que la anterior, el grupo se dividió con el consentimiento de Hawk para dormir en diferentes habitaciones y así descansar más confortablemente. Al despuntar el alba ya habían decidido que reemprenderían la marcha, Puma les había urgido a ello diciendo que de ese modo tendrían alguna posibilidad de alcanzar a Payne antes de que le perdieran por completo toda pista de él.

Como cabía esperarse, Florr compartió habitación con su hermano, cada uno en su respectivo colchón. Ya que parecía que el pelinegro no alcanzaba a dormirse sino que daba la impresión de que solo daba vueltas a algún asunto en su cabeza, Florr se aupó y se cruzó de piernas sobre la cama.

– ¿Algún secreto que debas desvelar? Soy toda oídos –sonrió la adolescente maliciosa.
– Hmmmm... No, en realidad no –respondió él meditabundo dirigiéndole una mirada de soslayo sentado en el borde a los pies de su cama.
– Ya estás de nuevo con eso –la chica no pudo reprimir su gesto de molestia a pesar de saber que las cosas no cambiarían de la noche a la mañana solo porque se hubiera tomado la decisión de hacerlo, menos aún tratándose de él.
– No es eso, Florr, hay cosas que cuesta poner en palabras aún cuando eres plenamente consciente de ellas.
– No necesito un sermón, buenas noches –dijo ella con retintín dejándose caer de costado sobre la cama y dándole la espalda a su querido hermano claramente fastidiada.

El pelinegro apretó sus labios y observó la espalda de la niña derrumbada sobre el lecho y no pudo evitar pensar que le parecía pequeña y desprotegida desde su punto de vista, solitaria incluso. Para su propio asombro, descubrió que en su interior nacía la necesidad de hablarle y decir lo que guardaba silenciosamente en un corazón que había creído muerto tiempo atrás.

– Sabes... A veces parecías muy sola a pesar de lo dura y fría que actuabas con las personas a tu alrededor, y no quería que te sintieras así. Quería que fueras feliz, quería que tuvieras a alguien en quien confiar, de manera que no pudieras sentirte sola nunca más. Y entonces... –las palabras de Puma salían en un tono neutro, pero era evidente que estaban cargadas de sinceridad–, decidí que quería ser esa persona que estuviera siempre contigo. Porque sé también lo que es estar solo en el mundo, ser rechazado por él y privado de lo único que te ata a él –por aquel entonces, cuando decidió hacerse cargo de Florr, la muerte de Dee, su única familia, y la de Eriel le atormentaban más que nunca–, y entiendo por qué actúas con tanta frialdad, especialmente después de todo por lo que has pasado, y tal vez otra persona no lo entendería porque no ha experimentado algo así, al contrario que yo. Tal vez yo era capaz de comprenderte y quería creer que alguien más me necesita. Pero, en algún momento a lo largo de todo eso –el pelinegro se tragó todo su orgullo para poder terminar su oración–...creo que yo también empecé a necesitarte a ti.

Dándole la espalda como estaba, Florr pudo ocultar el gesto de asombro que se dibujó por todo su rostro, seguramente era lo más honesto y sentimental que Puma había podido decirle desde que se conocían; sabía que no era inhumano, que también sentía y padecía, pero solía dar siempre esa imagen de tipo duro e imperturbable que le resultó imposible no sentirse acunada por algo cálido desde lo profundo de su corazón. El pelinegro no solo había reconocido que era importante para él en palabras, sino que incluso había declarado que él también la necesitaba a ella.

– Mira que eres idiota, ¿qué te crees que no lo sabía? Te conozco mejor que tú mismo, no tienes por qué esforzarte en decir esas cosas que no van nada contigo –Florr había pretendido otorgar un tono desenfadado y juguetón a sus palabras para restarle importancia a la situación, pero la sonrisa en su rostro no de disipó.

*         *         *

Jessica se agarró las rodillas con los brazos hundiendo su cabeza en ellas. Tenía mucho cansancio acumulado, pero no era motivo suficiente como para poder conciliar el sueño. En algún momento había decidido dejar de fingir que dormía y se había levantado de la cama con cuidado de no despertar a su herido Davis, quien aún le costaba asimilar que se encontrase a su lado.

Sola en el sofá, le volvió a la mente por enésima vez la conversación que había mantenido con Maya hacía unas horas. Por lo visto, en la farmacia, mientras creía que la castaña estaba demasiado ocupada tomando material sanitario, resultó que no había sido de ese modo y que no le había pasado desapercibido que ella misma había tomado un producto de uno de los estantes y por la sección de la que lo había cogido, no había habido mucho que dejar a la imaginación...

– Seguramente sea la mar de indiscreta, pero... ¿lo has hecho ya? –Maya, que hasta entonces leía un tomo de medicina con interés, había hecho un gesto con la mano entonces y había señalado al bolsillo en el que Jessica tenía la mano metida para que no resultara evidente que no estaba simplemente vacío.

Una vez hubo hecho esa pregunta, Jessica no tuvo escapatoria. Aunque trató de aparentar ingenuidad, la castaña no había desistido en su empeño y la chica de pelo negro finalmente se dio cuenta de que no había nada que ocultar porque aquella chica que apenas acababa de conocer, y se había dado cuenta de qué iba el asunto. Sola y asustada como se sentía, invitada por la amabilidad de Maya, confesó con detalle el secreto que aún ni siquiera se había atrevido a mencionar al mismo Davis. Angustiada, a pesar de recordar los consejos y afectuosas palabras que aquella chica le había concedido, Jessica hundió aún más su rostro entre sus rodillas. Maya no había puesto objeción alguna a guardar silencio al respecto, pero aquel no era un secreto que pudiese permanecer entre las sombras de forma indefinida; y cuando Davis lo supiera, ¿cómo se lo tomaría? No podía imaginarlo o tal vez tan solo no quería hacerlo... En su fuero interno, se preguntó si su querido pelinegro seguiría durmiendo plácidamente...

Oscuridad y silencio, ambas cosas reinaban en la estancia en la que Davis pasaba la noche, aquel joven hacía rato que había despertado y había esperado y esperado a que aquella presencia femenina que tanto lo tranquilizaba volviera a su lado, pero no fue así. Hacía casi una hora que había abandonado sin ruido la estancia y él tan solo se había quedado esperando y esperando entre las silenciosas sombras de la estancia con la mirada perdida en el techo. No la había visto marcharse, pero supuso en un principio que debió levantarse por cualquier necesidad nocturna.

El joven tras ponerse sus zapatillas deportivas y con tan solo sus pantalones vaqueros puestos, se levantó del colchón y se dispuso a buscar a Jessica. Era extraño que no hubiera vuelto aún, quizás se había perdido por el lugar. Davis miró en una esquina de la sala, en donde se encontraba una de sus mochilas militares y la de Jessica, al lado de este se encontraba una pequeña mesilla con su lanza retráctil, sus pistolas duales, la pistola de Jessica y el cuchillo de esta; recordaba que la otra mochila militar la tenía Nicole en su posesión. Finalmente recordó que Jessica guardaba una linterna en su mochila y la cogió para buscarla por el edificio. Sus pies se dirigieron en dirección a la puerta, pero justo al agarrar el pomo de esta, se pudo ver así mismo con escasa claridad en un espejo. El joven pelinegro contempló su torso desnudo con la poca luz que entraba del exterior, tan solo unas vendas ocultaban de su mirada la herida de su abdomen, el cual con delicadeza rozó con las yemas de sus dedos hacía una leve mueca con el rostro sintiendo como esta aún no estaba curada del todo. 

Davis contempló su rostro en el espejo, un rostro semi oculto por las sombras, había estado al borde de la muerte, si aquella bala hubiera tocado alguno de sus órganos no se estaría mirando en el espejo en aquel mismo momento. El joven no pudo evitar imaginarse a sí mismo muerto en aquel sucio suelo del hospital para acto seguido pasar por su cabeza el rostro de Jessica.

Sí, Jessica, es a ella a quien estaba buscando. Si hubiera muerto a manos de Payne en el Santa Sara Abelló, ambos no se hubieran podido encontrar... Aquel pensamiento provocó que el joven agitara la cabeza a un lado y a otro tratando de dispersar aquellos pensamientos. Finalmente, resuelto, decidió dejar de contemplar su oscuro reflejo en el espejo y abandonó la sala. 

Un largo pasillo sumido en silenciosas sombras se abría ante el cansado Davis, tras encender la linterna el rayo de luz dispersó  en parte las sombras del lugar. No sabía por dónde empezar a mirar y no quería probar a meterse en las habitaciones pues en algunas de ellas dormían sus compañeros, por lo tanto no le quedó más remedio que caminar a ciegas entre las silenciosas sombras, las cuales, extrañamente, así como el largo pasillo al cual no le veía final, parecía interpretar de alguna manera de forma inconsciente.

Davis con su mente en algún otro sitio, recorría el lugar lentamente sin prestar demasiada atención a aquello que le rodeaba, fue entonces en algún lugar incierto de su memoria las palabras de tres personas le vinieron de golpe como si de una serie de latigazos se tratase que le golpearon con fuerza e inclementes su consciencia, castigando duramente aquella parte de la forma de ser de Davis.

“No deberías volver a lanzarte de cabeza al peligro guiado por tus impulsos, porque todas las veces que te he visto hacerlo estuviste a punto de morir”, Exacto, las palabras de Nicole tenían razón, la última vez que recordó hacer algo así estando ella presente fue cuando enfrentó él solo al mutado Matt; sus probabilidades de sobrevivir al encuentro eran bajas, pero aún así, gracias a su adiestramiento y la suerte, lo consiguió. El objetivo de eliminar a Matt era que descansara en paz destruyendo al monstruo en el que se había transformado y salvar a aquellas personas que residían en el refugio, incluyendo a Nicole y Jessica a quienes no quiso involucrar para que no salieran heridas, por ese motivo lo enfrentó solo. No obstante, el precio de haber fracasado era realmente alto, no solo una dolorosa muerte a manos de un mutante que anteriormente fue alguien a quien conoció bien, también el hecho de haber hecho sufrir con su muerte a Jessica y Nicole, pues respecto al destino de Nicole, el tener que abandonar el refugio no hubiera cambiado y ella hubiera quedado sola una vez más fallando a su palabra de no abandonarla, cosa que le prometió en las cavernas, motivo por el que ella tuvo esperanzas y se arriesgó a escapar con él de las garras de los mutantes.

“Davis, tienes que tener cuidado.” “¡¡Joder, mira que te lo he advertido!! ¡¡¿¿Por qué coño has hecho eso??!!” “¿Es que quieres que maten a tu compañera también? ¿No has tenido ya bastante?” El segundo latigazo por parte de M.A. le golpeó la consciencia sin piedad alguna. Sí, fue un estúpido; aquellas palabras del rubio tras recibir el tiro en el abdomen le calaron muy hondo, había vuelto a actuar según sus impulsos a pesar de que M.A. ya le había advertido con anterioridad. Él no quería que Nicole saliera herida, en ningún momento pensó en que ella o cualquiera pudiera salir mal parado aparte de él por aquellos impulsos suyos, pero sin pensarlo, le dijo a M.A. que le dijera a Nicole de recuperar el maletín con la piedra, sin pensar que ella podría acabar igual o peor que él. Del resto no lo sabía, pero de Nicole y Jessica no dudaba que se interpondrían ante cualquier problema, como lo de Payne, para protegerle, llegando a ser ellas quienes murieran en su lugar si llegase a darse el caso, cosa que jamás se perdonaría así mismo.

“Davis, siempre pensé que eras débil”  “Te dejas llevar mucho por tus sentimientos” “Esos sentimientos pueden llevarte a la muerte.” Odiaba darle la razón a esa traidora; aquellas palabras pertenecían a Zoey, hasta ella, a pesar de haber muerto, pudo darle desde el más allá un buen latigazo a su consciencia. 

¿Qué debería hacer? Davis se sentía confuso. ¿Qué significa realmente no dejarse llevar por los sentimientos? ¿Es que significa no arriesgar tu vida aunque tengas a algún compañero en peligro? Davis no entendía muy bien qué tenía que hacer o que cambiar, en ese preciso momento ni siquiera conocía una definición sobre qué era dejarse llevar por los impulsos. ¿Significa que solo tengo que mirar por mí mismo? No quería ser como Zoey, aquella mujer despreciaba los sentimientos diciendo que no eran más que estados que volvían débil a una persona. ¿Ella había amado de verdad alguna vez? ¿Había sentido tristeza por la pérdida de alguien o por que a alguien cercano a ella le hubiera ocurrido una desgracia? ¿Habría entregado su vida por algún compañero suyo de Esgrip? ¿Había tenido amigos de verdad a los que apoyar? No, probablemente para una persona como ella, jamás hubiera sentido esos sentimientos, al fin y al cabo, para ella los sentimientos hacían a las persona vulnerables a todo lo que le rodeaba, por lo tanto, si eras vulnerable, no eras más que una carga para otros; eras prescindible si llegabas a ser eso para ella, una persona fría que no permitía que los sentimientos tomaran control de ella, tan solo le importaba su propia seguridad y ayudaba a otros a cambio de algo que la beneficiara, no porque saliera de ella.

¿Eso es no dejarse llevar por los sentimientos? ¿El renunciar a ellos y dejar que tu mente tome el control absoluto de tus acciones? ¿Es que debí de enfrentar a Matt con Nicole o Jessica a pesar de que estas podrían salir mal paradas? ¿Es malo el hecho de haberlo enfrentado solo con tal de protegerlas? ¿Es malo obsesionarse con recuperar la piedra sabiendo que Payne sabía para qué era y la usaría con malos fines? ¿Es malo querer proteger a todos de las intenciones de aquel científico? ¿Debí guardarme para mis adentros la necesidad de obtener respuestas de Dyssidia, la asesina de mis amigos? Al fin y al cabo, si no hubiera tenido esa charla, la muerte de Dyssidia no hubiera tenido lugar y Maya e Inma no tendrían que haber sufrido su pérdida, ni el grupo hubiera tenido que haber pasado aquel mal rato. Del mismo modo, si no hubiera querido recuperar la piedra, él no hubiera sido disparado.

De alguna manera, Davis volvió un poco en sí y cayó en la cuenta de que ya no estaba en ese pasillo, todo el tiempo que había estado sumido en sus pensamientos y castigándose a sí mismo duramente, había estado caminando de forma mecánica,  posiblemente dando vueltas aleatoriamente y tal vez recorriendo los mismos lugares de forma circular. Fuera como fuese, estuviera donde estuviera, se encontraba solo acunado por un frío silencio y a oscuras, a excepción del camino que el haz de luz que la linterna proveía. El joven se paró y recordó que se encontraba buscando a Jessica, por lo que decidió dejar de lado sus pensamientos y centrarse en dar con ella.

No pasó ni un minuto hasta que la encontró en una sala de estar del edificio. Su localización no fue precisamente difícil de ubicar, pero Davis tenía la extraña sensación de que había empleado mucho más tiempo deambulando del que se tardaba en recorrer aquel lugar. Tenía la impresión de que, de algún modo, el haber quedado atrapado en su mente le había colocado en una intensa prisión temporal inexplicablemente; como si hubiera sido absorbido por un laberinto creado en su propia mente que...

–Oh, eres tú, Davis ─reaccionó una sorprendida Jessica apenas descubrió su presencia delatado por el foco de luz que portaba─. Me has asustado.
– ¿Qué estás haciendo aquí? Me preocupé al ver que no volvías.
–Perdona, tan solo me desvelé, pero creo que ahora podré dormirme de nuevo ─la joven se levantó del sofá tratando de ocultar la tensión que le había supuesto su repentina irrupción en la sala; pero a Davis no le pasó desapercibido.
– ¿Te ocurre algo?
– ¿Eh? ¿Yo? Ah, no, no, nada, no es nada ─respondió ella nerviosa.
– ¿Estás segura? Sabes que puedes contarme cualquier cosa, estoy dispuesto a escucharte y a ayudarte en todo lo que esté a mi alcance.
– Lo sé, pero...

La chica apartó su mirada hacia la oscuridad para que la duda latente en sus ojos no la delatara. Se encontraba en una encrucijada, sabía que llegados a ese punto, Davis era perfectamente consciente de que algo le preocupaba y no se contentaría con cualquier respuesta vaga; y, sin embargo, Jessica aún se resistía a confesarle de que le carcomía en el interior el resultado del test de embarazo que había realizado esa misma tarde. Davis era el único hombre con el que había mantenido relaciones, por lo que era evidente que era de él de quien estaba esperando. Aunque no fuese algo seguro, la sola posibilidad de estar encinta era una responsabilidad más que no quería cargar sobre él, ya que era visiblemente patente que el moreno ya lidiaba con demasiado en su interior.

Expectante por el ensimismamiento de su compañera, Davis se acercó hasta ella y la tomó de los hombros apretándola tiernamente contra su cuerpo haciendo que una cascada de cabello liso oscuro rozase su torso descubierto.

– Está bien ─susurró él─. No tienes nada que temer ya, ¿ves? Estoy aquí, no pasa nada si me necesitas porque estoy justo aquí junto a ti y no voy a dejar de estarlo.
– Davis... ─en contra de su voluntad, la voz se le quebró en apenas esas dos sílabas.
– Sé lo que te preocupa... ─el cuerpo de la chica se puso en tensión inconscientemente─. Pero, ¿sabes? Aunque no puedas contármelo, debes tener en cuenta que te apoyaré en silencio y permaneceré a tu lado hasta que seas capaz de hablarlo directamente conmigo.
─... ─Jessica jadeó levemente, asustada, ¿cuándo se había dado cuenta? Había procurado ser discreta y ocultarlo de la forma más natural, incluso se lo había terminado confesando a Maya en parte por miedo a que por guardárselo solo para sí misma, por cargarlo ella sola, pudiera terminar siendo demasiado descarada. Se sintió estúpida, no era tan buena actriz como había pensado que era en un principio. No era tampoco merecedora del noble Davis, él la estaba abrazando amorosamente en ese preciso instante, demostrándole que no debía temer nada y ella a cambio, en vez de brindarle calor también, solo le había cargado un peso más sobre los hombros.
– Regresemos, es tarde ─el suave beso que depositó el moreno en la cabeza de Jessica, fue el detonante, sintió que se le hacía un nudo en la garganta y le faltaba el aire.
– D-Davis, yo... Llevas toda la razón, mereces que te lo cuente, así que aún si se me hace difícil, estoy dispuesta...
– Sssh, no es necesario ─había cierta nota de melancolía en la voz del joven, estaba como rota─, la muerte de tu seres queridos o compañeros más cercanos es algo difícil de llevar, tú lo has perdido todo de pronto por lo que la impresión debe ser enorme ahora, así que no tienes por qué contarme todo lo que ocurrió ahora, prefiero que antes te tomes un tiempo para serenar tu corazón ─las palabras de Davis estaban cargadas de comprensión, pero de algún modo resultaron ser un puñal frío que atravesó el pecho de la chica en silencio.
– C-claro... ─En un instante toda la tensión se había esfumado, se sintió como ajena a su propia persona al descubrir que había malinterpretado las palabras de su amante desde el comienzo. Por supuesto, no había forma de que supiera la verdad, es el primer día que nos vemos en casi un mes y él está confuso por los mil problemas que nublan su conciencia... qué estupidez, ¿cómo iba a saberlo si lo he estado ocultando? ¿Tan desesperada estaba porque estuviera a mi lado en esto que...egoístamente deseé que de algún modo lo supiera?

Aquella última noche en la silenciosa morada del atormentado Hawk, Davis  se maldijo interiormente por haber pretendido ser tan comprensivo con Jessica cuando realmente se sentía perdido y vacío por dentro, deseoso de una mano firme a la que agarrarse e incapaz de sostener la mano que tomase la suya extendida; por ser un hipócrita. Y Jessica, a pesar de sentir al tacto de la cálida piel del joven contra la suya propia, descubrió que se sentía desesperadamente sola.



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