Big Red Mouse Pointer

miércoles, 17 de septiembre de 2014

NH2: Capítulo 038 - Hawk

La calma y quietud de aquella noche tan solo era interrumpida ocasionalmente por los silenciosos pasos del grupo. Los jóvenes se desplazaban con suma cautela mientras que a hombros llevaban los bártulos que les había dado tiempo a recoger antes de la huida del hospital. La ambulancia que usó el equipo para escapar del edificio carecía de mucho combustible y apenas unos kilómetros después del inicio del trayecto, el motor murió inexorablemente, quedando así el grupo abandonado en tierra de nadie. Habían pasado ya un par de horas desde que pusieron sus pies sobre el árido suelo y comenzaron su empresa: necesitaban hallar un refugio lo antes posible.

El paraje por el que marchaban se encontraba sumido en la más oscura de las penumbras. Tan solo la tenue luz de la luna iluminaba el camino a seguir. El joven Adán se frotó con lentitud sus pequeños y vivarachos ojos, miró a su hermana y, con voz somnolienta  inquirió:

—¿Cuándo vamos a llegar? estoy un poco cansado de andar tanto.

Eva le observó con ternura y respondió:

—No te preocupes cariño. No creo que quede mucho para encontrar algún sitio decente. Tan solo aguanta un poquito más ¿vale?

Adán le regaló una de sus encantadoras sonrisas en señal de aprobación y continuó caminando con un poco más de entusiasmo.

Detrás de ellos se encontraba la joven Florr ensimismada en lo más profundo de sus pensamientos.
La muchacha  no lograba sacar aún de su cabeza el hecho de que Puma estuviese enfermo. En realidad le resultaba inconcebible que alguien como él, la dureza en persona, el único hombre capaz de poner su vida en riesgo por ella corriese tal peligro. Ahora más que nunca debía brindarle su ayuda. No abandonaría a su hermano, lo apoyaría en todo lo que necesitase. Tras un par de minutos más siguiendo el camino en la más absoluta quietud, un extraño sonido llegó a los oídos de todo el equipo. Puma indicó mediante un ademán que comenzaran a desplazarse agachados para evitar ser vistos en el caso de que se tratase de alguno de aquellos podridos, o tal vez algo peor.

Al peculiar ruido se le sumaron unos pasos pesados y vacilantes que terminaban de romper la tranquilidad del entorno. Puma detuvo por completo el paso del equipo mediante señales y avanzo él solo a ras del suelo hacia la posible fuente del sonido. Pronto encontró lo que buscaba...

Un podrido  con la ropa hecha jirones destrozaba el cadáver de lo que parecía haber sido un hombre de mediana edad. Lo único que permanecía intacto de la pobre víctima eran sus ojos vidriosos y lastimeros clamando un auxilio que nunca llegó. El corazón de Puma dio un ligero vuelco cuando sintió en su hombro el tacto de una mano. M.A le había alcanzado y ahora se encontraba justo a su izquierda. A continuación, el rubio siguió adelante hasta que se colocó justo ante la espalda del monstruo, todo ello bajo la atenta mirada de Puma.  El lisiado asestó una bestial cuchillada en el cráneo del muerto. Un fluido oscuro y espeso brotó de la herida recién hecha. Aquel energúmeno quedaría inmóvil para siempre. A continuación, el rubio regresó con una expresión triunfal en su rostro y, dirigiéndose a Puma dijo entre susurros:

—No soy tan inútil después de todo ¿eh?

La expresión de acritud de Puma cambio súbitamente a la de sorpresa. En menos de tres décimas de segundo el joven había apartado al lisiado de un empujón. M.A, algo desorientado tras caer al suelo se percató de que el pelinegro acababa de salvarle de acabar bajo tierra. Una de aquellas bestias infectas se le había acercado silenciosamente por detrás y ahora estaba a punto de abalanzarse sobre Puma. Devolviéndole el favor a su salvador, el rubio propinó una patada baja al zombie haciéndole caer de espaldas.

Tras haber vuelto a  recuperar por completo la visión del entorno, el anteriormente conocido como general contempló una escena que lo dejó helado. Frente a ellos avanzaba con lentitud una jauría de aquellas aberraciones de la naturaleza. Los seres hacían gala de una tez grisácea insana. En sus cuencas se hallaban aquellos ojos desprovistos de cualquier ápice de vida. Hombres, mujeres y niños se dirigían hacia la posición del grupo como si de una marcha mortuoria se tratase.

Ante la situación, Puma y M.A se reincorporaron súbitamente y se dirigieron de nuevo hacia el grupo con la mayor rapidez posible, dejando atrás al podrido que aún se hallaba desorientado en el suelo.

—Debemos tomar una desviación inmediatamente. No es recomendable seguir hacia adelante.—Espetó el pelinegro recuperando su semblante sereno.

Inma avanzó un paso y, como si pudiese leer en los ojos de Puma, contestó nerviosa
—Hay más de esas cosas adelante ¿verdad?

Al oír aquello, Adán se abrazó instintivamente a la pierna de su hermana un poco asustado.
Puma, cabizbajo le respondió.

—Tal vez. En cualquier caso es mejor que nos dejemos de cháchara ahora mismo y que empecemos a movernos.

Dichas las últimas palabras, el pelinegro comenzó a caminar a paso ligero por el sendero de tierra situado a su derecha mientras que el resto seguía su ejemplo. Crow se adelantó hasta alcanzar a su general y comenzó a cuchichear algo inaudible para el resto del grupo.

Davis caminaba con bastante dificultad y en ocasiones sus pasos vacilaban, pero era capaz de mantener el ritmo. El muchacho se apartó un instante de su compañera Nicole y aceleró levemente mientras que respiraba de forma fatigada para colocarse justo al lado de M.A. De forma repentina, inició una conversación con él.

—Creo que aún no he tenido la oportunidad de agradecerte el que me hubieses puesto a salvo de aquel mutante. Sin ti posiblemente no lo habría contado. Gracias.—Dijo Davis mientras le tendía la mano.

El lisiado esbozó una ligera sonrisa mientras le estrechaba la mano.

—No fue nada, pero he de reconocer que eres un poco idiota. Tal vez tengas razón y esa piedra de Payne esconda algo más de lo que a simple vista aparenta, pero por muy importante que sea, prefiero mil veces que te mantengas de una pieza. Así que olvídate de arriesgarte de nuevo de esa forma ¿queda claro? — Respondió M.A a la par que asía el brazo de su compañero y lo colocaba sobre su propio hombro, facilitándole así la caminata.

Tanto el comentario como las acciones del rubio hicieron aflorar en el interior de Davis una sensación de comodidad y calidez que no había logrado hallar anteriormente con ninguno de los miembros del grupo.
Por muy impulsivo que fuese aquel chico, no era mala persona. Se podía percibir a kilómetros. Tal vez podrían llegar a ser amigos, o lo que es más, es posible que algún día viese en aquella peculiar pandilla a ''su familia''. El herido había olvidado casi por completo el significado de aquella palabra y aunque no solía pensar en ello a menudo, es cierto que en lo más profundo de su interior anhelaba formar parte de una.

Un poco más atrás, Nicole sonreía satisfecha al percatarse de lo bien que se estaba desenvolviendo su compañero. Tal vez el incidente de los mutantes en el hospital había servido para afianzar un poco más los lazos existentes entre los miembros del grupo. Notaba como un extraño halo de bondad rodeaba del equipo.
Puma mostraba una actitud ligeramente más afable con el resto. Parecía como si aquella máscara de indiferencia tras la que se ocultaba se hubiese roto. Incluso aquel impertinente de Crow parecía estar mucho más calmado que de costumbre. Estaba contenta de que por una vez algo saliese a pedir de boca.

—¿Qué es eso? —Dijo Maya señalando con el dedo hacia un edificio que había pasado desapercibido.

El resto del grupo aguzó la vista hasta lograr ver la construcción en cuestión con mayor claridad.

—Parece un...bloque de pisos .—Contestó Nicole algo dubitativa.

Avanzaron con un poco más de rapidez hasta que por fin se hallaron frente a frente con el edificio en cuestión. Parecía ser la única edificación que había sobrevivido al inevitable y cruel paso del tiempo.
El resto de los inmuebles cercanos se hallaban en un estado ruinoso: Techos destrozados, muros arrasados, cimientos devastados... Sin embargo y por suerte para todos, no era el caso de esta construcción. El color crema de la fachada se encontraba corrompido por un extraño moho y la estructura, aunque vieja en apariencia, seguía siendo resistente. Un viejo portón anaranjado se alzaba frente a Puma, quien en ese momento se giró hacia el grupo.

—¿Qué os parece este sitio?

—A estas alturas tampoco es que tengamos muchas opciones entre las que escoger ¿no? —Contestó Inma con pesadez.

El pelinegro dirigió su mirada al resto de los integrantes, quienes asintieron sin contemplaciones. Acto seguido Puma echó mano de su arma y tras desenfundarla empujó la puerta delicadamente. Esta se abrió sin ningún problema salvo por un molesto chirrido.

—Podéis ent...—dijo Puma antes de ser interrumpido repentinamente.

Una gran cantidad de piedras cayeron desde el techo  golpeando el cuerpo del pelinegro con vehemencia y avidez. Inmediatamente resguardó la cabeza bajo sus brazos esperando a que aquella incesante y dolorosa lluvia terminase. Finalmente cayó el último guijarro y tras esto,  pudo apartar ambas extremidades de su rostro. Se encontraba algo mareado y sentía los brazos un tanto entumecidos, pero por lo demás estaba en perfectas condiciones a su parecer.

Florr junto con Crow se abrieron paso a empujones entre la gente hasta llegar a Puma.

—¡Hermano! ¡dios mío! ¿te encuentras bien? — Inquirió Florr con gran preocupación.

Puma se negó a responder y se limitó a señalar al techo con la barbilla.

Un complejo sistema de poleas que conectaba la puerta con una red que sostenía las rocas se había activado y en consecuencia, la red se descolgó del techo dejando caer las piedras.

Maya entró con cautela en la estancia y acto seguido se dirigió a Puma.

—La próxima vez deberías andar con más cuidado. Que no sientas dolor no quiere decir que seas inmortal. —Comentó la joven con total seriedad.

Tras la castaña, el grupo de muchachos terminó de entrar y mientras esta desempeñaba su labor como enfermera , Eva se acercó para comprobar el estado de Puma.  En esos instantes el resto del grupo inspeccionaba con sumo cuidado el recibidor del edificio.

—Deberíamos andarnos con ojo por si hay más trampas. Sería lo mejor. —Afirmó Puma.

—¿Acaso no sería más sensato salir de aquí inmediatamente? no pienso arriesgarme a que me vuelen la cabeza por hacerte caso. — Dijo el rubio histéricamente.

—No podemos hacer nada más. Es arriesgarnos o dejar que nos devoren esos monstruos.
Aquí dentro tendremos más posibilidades de sobrevivir. — Respondió concluyente Puma.

M.A miró con resignación al pelinegro y se limitó a asentir de forma forzada.

La zona  se encontraba en un estado bastante decente. Las paredes estaban pintadas de un reluciente color cobre que refulgía con intensidad y las lámparas, aunque repletas de telarañas brillaban con gran esplendor. La estancia no había perdido su antigua belleza.

Siguiendo recto se encontraba una solitaria portería, abandonada hace ya mucho aparentemente.
A la derecha se podían apreciar unas escaleras llenas de suciedad mediante las cuales se ascendía  a los pisos superiores. Inma se acercó cuidadosamente a la portería para revisarla detalladamente. Asomó la cabeza a través del ventanuco de esta y se topó con un revólver y un par de balas desperdigadas sobre una vieja mesa de madera. En ese momento, la chica anunció.

—¡Mirad lo que he encontrado!

Teniendo un mal presagio, Maya corrió hacia su prima mientras que esta última dirigía su mano hacia el arma. Un brillante hoja  apareció de ninguna parte dispuesta a cercenar la mano de la joven chica. Por suerte, la castaña apartó a Inma bruscamente evitando así el trágico suceso.

La cuchilla acabó clavada limpiamente sobre la superficie de la mesa, levantando una gran polvareda de virutas que quedaron flotando en el ambiente:
-Inma, por favor, ten más cuidado.-Dijo Maya con la respiración entrecortada a causa de la carrera.
La prima se limitó a asentir aún conmocionada por el suceso.

A continuación, Maya comentó agitadamente al pelinegro desde el suelo.

—¿De verdad es buena idea que nos quedemos en este lugar?

—Como bien ha dicho tu prima, no hay otra alternativa. Debemos seguir. — Respondió el antiguo general con cierta mansedumbre hacia la situación.

Maya asintió con un ápice de preocupación, sin embargo esta desapareció cuando miró a su prima nuevamente, quien le dedicó una sonrisa de agradecimiento. Ambas se reincorporaron con ayuda de Nicole, quien ofreció su mano amistosamente. Una vez que todo hubo vuelto a la calma, el resto del grupo subió a través de las escaleras con mucho cuidado, vigilando cada centímetro que pisaban ya que podría tratarse de una trampa.

Una vez que alcanzaron el primer piso se hallaron frente a dos robustas puertas de madera. Parecían ser muy resistentes. Florr se acercó a una de ellas y comenzó a inspeccionarla con cierto interés, manteniendo siempre cierta distancia para evitar cualquier incidente. El resto del grupo se limitó a observarla con cierta curiosidad.

Finalmente, la mirada de la hermana del pelinegro se centró en la zona baja de la puerta. La chica se agazapó y acercó los dedos a una especie de hilo exageradamente fino, casi imperceptible a ojos humanos.
Acto seguido la muchacha se irguió y comentó en voz alta.

—Yo no entraría aquí. Hay otra trampa.

—De la misma forma que en el resto de apartamentos.

Una voz ronca y cansada inundó todo el bloque. En aquel preciso instante todos los miembros del grupo se pusieron en guardia al no saber a quién podría pertenecer las palabras escuchadas. Unos pasos comenzaron a resonar con pesadez escaleras abajo.

Aquel traqueteo de pasos casi mecánicos se hizo eterno hasta que, por fin, la enigmática figura hizo su aparición.

—Es curioso. Pensé que habría muerto al menos uno de vosotros. Os he subestimado parece ser.

Se trataba de un hombre de unos cuarenta y muchos, de tez pálida, facciones afiladas y ojos azulados penetrantes. Sus  largos cabellos plateados  estaban recogidos en una coleta y lucía una espesa barba grisácea que le confería un semblante aún más serio si cabe. Iba vestido con una camisa de color beis  y unos tejanos algo desgastados por el paso de los años.

Instintivamente, todo el equipo desenfundaron sus armas y comenzaron a apuntar a la cabeza del recién llegado sin vacilar ni un instante. Por su parte Adán retrocedió unos pasos ante la posible amenaza. El del pelo plateado ladeó ligeramente el rostro hacia la derecha e inesperadamente, recorrió la distancia que le separaba de Florr a una velocidad sobrehumana para posteriormente quitarle la pistola y reducirla mediante una llave. La joven no paraba de retorcerse en el suelo tratando de escapar de su atacante, quien no la soltaba.

Al ver la situación en la que esta se hallaba, los muchachos reaccionaron sin pensárselo dos veces acercándose velozmente a su contrincante. Sin embargo, Puma  fue más rápido que ellos y este acabó encarándose con el enemigo. El de cabellos plateados al encontrarse concentrado en someter a la joven no predijo la brutal patada que recibió en su cráneo.

Una vez  hubo pasado el peligro, el pelinegro ayudó a Florr a reincorporarse con cuidado. El antiguo general se acercó al cuerpo del atacante y mientras le apuntaba a la cabeza, espetó con una frialdad impávida.

—Si vuelves a tocarle un pelo a mi hermana, me encargaré personalmente de que sufras muchísimo...

Florr se encontraba siendo tratada bajo las atentas miradas del resto del grupo mientras que algunos como Crow y M.A  habían avanzado y al igual que Puma, dirigían el cañón de su arma al atacante.

—Deberíais tener más respeto por vuestros mayores.—Dijo el transeúnte sereno desde su posición en el suelo.

El de cabellos plateados se reincorporó en un abrir y cerrar de ojos y comenzó a estudiar en detalle a todos los supervivientes mientras que estos vigilaban los movimientos de su adversario.

—¿Quién eres y por qué intentas matarnos? —Interrogó Davis con entereza.

El individuo misterioso echó a reír irremediablemente mientras negaba de un lado a otro con la cabeza. Caminaba lentamente hacia su interrogador hasta que se colocó a un palmo de su rostro. La expresión burlesca del desconocido se tornó ligeramente más fría en cuestión de segundos.

—Es muy simple. Irrumpís en mi casa y encima me acusas de intentar mataros. Ha sido por vuestra culpa, no la mía. Esas trampas no estaban puestas expresamente para vosotros sino para todo aquel que resultase un peligro. Con los tiempos que corren uno debe de tener cuidado.

En aquel preciso instante, Maya dio un paso al frente y dirigió su mirada al extraño. —Lamentamos este malentendido. No queremos problemas. Tan solo buscábamos un lugar en el que poder pasar la noche. Sé que hemos empezado con mal pie pero si pudieses ser benevolente con nosotros, te lo agradeceríamos enormemente.

El desconocido entrecerró los ojos mientras acariciaba con suavidad su barba. Transcurrieron unos eternos segundos hasta que por fin se dignó a hablar.

—Se te ve bastante espabilada. Lo primero son los modales. Bueno...como comprenderás tengo que pensármelo. Sería muy confiado por mi parte si permitiese que os quedaseis sin más.—en ese momento lanzó una mirada viperina a Puma.— Además, tenéis armas ¿quién dice que no intentaríais matarme mientras du...

—Ese no es nuestro estilo.—Respondió inmediatamente Davis antes de que el individuo diera rienda suelta a sus divagaciones.

El interlocutor quedó pensativo y, tras unos instantes dijo finalmente.

—Mmh...seguidme.

Acto seguido el individuo comenzó a andar escaleras arriba seguido por las miradas del resto del grupo. Un extraño sentimiento de odio hacia ese personaje afloró en el interior de cada uno de ellos. Tal vez fuese su sola presencia la cual desprendía repugnancia por doquier. Los chicos comenzaron a subir lentamente sin bajar la guardia en ningún momento

El de cabellos plateados frenó su marcha bruscamente habiendo dado tan solo un par de pasos.

—Se me olvidaba. Podéis llamarme Hawk.—Dijo enmarcando una taimada sonrisa en su cara.

Casi de forma accidental, el antiguo asaltante posó su mirada sobre Adán, quien no paraba de mirarlo con sus profundos e inocentes ojos. Este hecho desconcertó por completo al de cabellos plateados. Durante unos instantes se pudo percibir en su rostro lo que parecía ser una casi imperceptible sonrisa.
Tras unos segundo, sacudió su cabeza levemente y continuó su paso algo desorientado.

Hawk  fue el centro de todas las miradas durante la escasa caminata, que finalizó en el sexto piso.

Con ligereza, abrió la puerta de la izquierda,  procedió a entrar en la estancia y mediante un gesto indicó que el resto entrase en el habitáculo junto con él. La habitación estaba bellamente decorada con cuadros, varios sillones, sofás de apariencia confortable y una enorme mesa alrededor de la cual había dispuestas varias sillas de madera. Cabía destacar que una hermosa lámpara de araña pendía del techo con un aire impoluto.

Hawk tomó asiento en uno de los sillones que le permitían tener una visión periférica de todo el grupo. 

Solo había una puerta más en el habitáculo, y era la que se encontraba justo a su espalda.
Tras cabizbajear un instante, se dirigió con voz imperativa al resto del grupo.

—Como antes he escuchado ya de boca de vuestra amiga, necesitáis donde pasar la noche. Antes que nada dejaré muy claro que no soy vuestro amigo ni tengo muchas intenciones de serlo.  Esto es tan solo un pacto que puede beneficiarnos a ambas partes. Estoy dispuesto a...

—¿Cómo coño te movías tan rápido? —Dijo Florr entre una mezcla de temor y rabia, interrumpiendo así al cabellos plateados.

El semblante de Hawk se volvió a tornar oscuro. En ese momento la hermana del antes conocido como ''general'' sintió como si alguien la matase lentamente desde dentro.

—Eso no os incumbe a ninguno. —Dijo respondiendo con voz áspera y ruda.

Un incómodo silencio se hizo con la estancia. La tensión se podía cortar con un cuchillo.

—Bueno, volviendo al asunto de antes...sí, os permitiré quedaros. Sin embargo deberéis hacer algo por mí mañana. Es bastante fácil a simple vista, pero no os confiéis.

Aunque no me caigáis del todo bien, tampoco quiero que acabéis hechos trizas. Básicamente debéis bajar al sótano y encontrar un colgante portafotos. Es de oro, muy brillante,  así que os será fácil reconocerlo.

Algunos de los presentes quedaron sorprendidos ante la absurda petición de Hawk. Casi parecía un juego de niños... En ese momento, como si supiese lo que circulaba por la cabeza de los presentes, el cabellos plateados comentó.

—No os penséis que es tan fácil como parece. De serlo lo habría hecho yo mismo, tened en cuenta eso.

—Tan solo necesitamos pasar aquí una noche ¿por qué no nos lo permites y ya está? no tenemos intenciones de hacer ruido y mucho menos de molestar más, por favor.—Dijo Davis en tono sosegado.

—No me gustan tus bromitas. No quiero que nadie esté en deuda conmigo ni viceversa. Como vosotros, yo también necesito sobrevivir.- Respondió Hawk en tono taciturno — No os voy a dar más detalles. Si no aceptáis ya podéis iros por la puerta.

Davis se limitó a asentir algo resignado y con un aire cabizbajo. M.A y Florr quedaron callados a duras penas. No habían muchas más opciones disponibles.

—Bueno, creo que deberíais iros a dormir ya. Mañana os espera un día duro. Descasaréis en este salón. Eso es todo y...¡ah! y ni se os ocurra pasar de aquí —Dijo Hawk concluyendo la conversación a la par que señalaba la puerta situada a su espalda.

Acto seguido se levantó de su asiento y comenzó a desplazarse con pasos rápidos hacia la puerta que había señalado anteriormente. Posó su mano sobre el pomo y lo giró lentamente.

—Por cierto ¿has visto pasar por aquí a un hombre con un maletín? Es bastante mayor y viste una bata blanca... —Preguntó Puma, imperturbable.

Hawk detuvo sus pasos de forma desapacible, como si algo acabase de asestarle un duro golpe.

—Mmh...es...es posible...si os interesa tal vez os hable acerca de ello una vez que hayáis vuestra parte del trato.

Esas fueron sus últimas palabras antes su silueta se desvaneciese en la oscuridad y la puerta de madera rectangular se cerrase tras él con delicadeza... Sabía algo, era más que obvio. Sus palabras aún resonaban con ese aire misterioso en la estancia. Las mismas palabras que habían dejado al grupo en un suspense letal.

—Menudo idiota...me encantaría patearle la cara... — Dijo Florr a regañadientes.

—No nos conviene hacerle enfadar. Lo mejor es no discutir y mañana por la mañana ya veremos lo que hacemos. —Dijo Nicole haciendo uso de razón.

—Pero el viejales aún sigue ahí fuera con el maletín ¿qué podemos hacer?—Replicó Florr subiendo ligeramente su tono.

—Florr, tranquila, dudo que Payne esté huyendo en este preciso instante. Seguramente también habrá buscado un escondite donde refugiarse, como nosotros. —Dijo Inma intentando de ser amable.

Maya se sorprendió interiormente al percatarse de que su prima estaba intentando relajar a Florr. La muerte de Dyss había supuesto un golpe muy duro para ambas. El falecimiento de un familiar tan cercano es algo imposible de superar en tan poco tiempo. Ni ella misma lo había logrado del todo aún. Sin embargo, al observarla hablar parecía como si hubiese aislado aquel mal recuerdo para ofrecer su mejor apoyo a la hermana de Puma. Se sentía muy orgullosa de ella.

—Está bien, tienes razón. En fin, que solo sea por esta noche y ya.—Dijo una derrotada Florr.

En ese momento, sintió a la perfección como una mano se posaba suavemente sobre su hombro. Instantáneamente se giró y encontró los oscuros ojos de Puma mirándola con aprobación y una pizca de felicidad. Casi parecía estar dedicándole una sonrisa con su alma. Para ella aquello supuso un gran triunfo y no pudo evitar sentirse embriagada por una felicidad casi desconocida.

El resto de los chicos parecieron darse cuenta de lo que acababa de ocurrir. Aquella distensión por parte de Puma era buena señal:

—Señor, yo me encargaré de la guardia, no permitiré que ese hijo de puta nos rebane el cuello mientras dormimos— Dijo Crow en tono marcial.

—No te preocupes, Crow. Nosotros lo necesitamos a él, pero él también nos necesita a nosotros. No logra disimularlo. Deja de llamarme señor. Por otro lado creo que en la mochila de Inma había una lata de guisantes con una pinta muy apetecible...

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Adán abrió sus brillantes ojos en mitad de la penumbra.  No era capaz de ver nada, tan solo oía las respiraciones tranquilas e imperturbables  de su hermana y el resto del grupo. Había despertado hace ya rato de forma natural, sin embargo prefirió aguardar callado e inmóvil para ver si se volvía a dormir, cosa que no sucedió. El habitáculo se hallaba en total quietud y silencio.

Se sentía atemorizado y cautivo.  Jamás le había gustado la oscuridad y estos nuevos tiempos no habían paliado ni de lejos su pavor hacia ella.Tras unos minutos visualizando el entorno, finalmente su visión acabó acostumbrándose a aquella negrura.

El niñito evocaba en su mente recuerdos muy lejanos, de mucho antes de que comenzase aquella pesadilla que aparentaba no tener fin. Recordaba cuando su hermana le llevaba a pasear al parque, cuando ambos jugaban a la pelota y ella lo dejaba ganar, cuando se tumbaban sobre la fresca y perfumada hierba verde, etc... De una forma o de otra, aquellas anécdotas aún estaban presente. Se hallaban salvaguardadas en los más profundo su frágil y cándido corazón. Las cosas habían cambiado de forma radical, pero su hermana seguía allí con él, cuidándole y anteponiendo su bienestar a todo lo demás.

Tan sumido se encontraba en sus cavilaciones que no se percató de un diminuto hilo de luz que escapaba de detrás de una planta de plástico apostada en la pared. Movido por la curiosidad y con cuidado de no despertar a nadie se reincorporó con cautela de forma paulatina. En mitad del proceso se percató de que los ojos de Crow se hallaban abiertos mientras observaba la puerta que había cruzado Hawk horas antes.

Aquella oscura silueta contemplativa hizo que por un instante se asustase y los pies del pequeño vacilasen. Por suerte, el pequeño rayo de luz se hallaba fuera de la vista del ayudante de Puma.Tras relajarse un poco comenzó a avanzar a gatas hacia su objetivo a la vez que echaba unas miradas atrás esporádicamente para comprobar que el ex-subordinado del general no se percatase de él. Por suerte, Crow parecía estar agotado y por ello en ocasiones cerraba sus ojos durante varios segundos, ignorando por completo la figura de Adán reptando por el suelo.

Tras unos intensos minutos, el pequeño por fin alcanzó la planta que escondía aquel diminuto rayo luminoso.
Una vez allí acercó su rostro  y observó que detrás de esta había un agujero de considerables dimensiones a través del cual se colaba una luz mortecina, casi imperceptible. Este hecho tan solo sirvió para alimentar más su ya de por sí enorme curiosidad. A continuación, comenzó a desplazar con suma lentitud y meticulosidad la maceta, evitando de esta forma cualquier posible ruido.

Tras unos angustiosos y tensos minutos retirando la planta, Adán cumplió su deseo y por fin pudo acceder a aquel hueco. Con cuidado de no clavarse ninguna astilla perteneciente a la rota pared, avanzó a través de esta para finalmente  toparse con un pequeño pasillo de tenue iluminación. En este se hallaban dispuestas en línea cuatro estancias más. Sin embargo, todas se hallaban cerradas a cal y canto.

Tan solo una en particular llamó su atención. Se encontraba al fondo y su puerta entreabierta arrojaba  la fuente de luz que hacía posible la visión en el pasillo. Sus pequeños pies comenzaron a moverse casi hipnotizados. Había algo que le atraía hacia aquel cuarto y era incapaz de hacer frente a esa fuerza superior. Finalmente se halló justo al lado del habitáculo y, habiéndose olvidado por completo de sus necesidades biológicas, echó una mirada por la puerta hueco que dejaba a la vista la puerta entornada.

Hawk se hallaba sentado en una silla de madera observando fijamente un pedacito de papel a la luz de las velas. Tenía el rostro enrojecido y los ojos ligeramente hinchados. Parecía casi una estatua de alabastro, inmóvil, impávida. Adán se hallaba tan concentrado observando la escena que no fue capaz de percatarse del pequeño ratón que pasó entre sus piernas. Asustado ante el contacto del roedor con su piel, soltó un pequeño chillido de terror. Aquel ruido despertó a Hawk de sus cavilaciones e hizo fijar su mirada en la entrada de la habitación. Iracundo, el de cabellos plateados se reincorporó y avanzó con extrema rapidez hacia la puerta. El pequeño se asustó ante los sorpresivos movimientos de Hawk y en consecuencia, cayó al suelo.

—No deberías estar aquí.—Susurró el individuo con severidad mientras clavaba una implacable mirada en el niño.

Adán se acurrucó en el suelo en postura fetal y titubeante, respondió.

—Lo...lo siento...por favor, señor...no me haga daño.

El chico cubrió su rostro con pavor preparado para afrontar las consecuencias de sus actos...
Sin embargo, el cabellos plateados no reaccionó violentamente. Al oir aquellas palabras, el sujeto mantuvo su posición, y se limitó a agachar el rostro mientras gesticulaba una mueca de dolor en sus labios. las palabras de Adán parecieron arrancar al cabellos plateados su crueldad, amansar la fiera.

—Márchate de aquí. Inmediatamente... — Respondió Hawk de forma casi inaudible.

Adán se reincorporó rápidamente del suelo y contempló al transeúnte con agradecimiento, sin embargo este no le devolvió la mirada. Al no ver ninguna reacción en el cabellos plateados se dispuso a irse cuando en el suelo halló el pequeño papel que sostenía momentos antes. Con esmero lo recogió del suelo y se lo tendió a su propietario.

—Señor...creo que esto le pertenece.

Sin embargo, antes de ser recogido nuevamente por su su dueño, el chico echó un vistazo.
Se trataba de una foto muy arrugada en la que aparecían un hombre joven y bastante atractivo de unos veintimuchos. Su expresión era la de una felicidad plena. Tan solo era necesario mirarle a los ojos para saberlo. Era la representación más pura e inocente de las alegrías. Se hallaba abrazando a una bella mujer de ojos verdes esmeralda de más o menos la misma edad.  Tenía una larga cabellera rizada. Era de tez pálida y facciones suaves, muy atractiva. Sobre su cuello pendía un colgante portafotos que refulgía intensamente.
Sin embargo, entre ellos se encontraba la niña más preciosa que jamás había visto el chico en su corta vida. Tenía el mismo cabello rizado y lustroso que su madre y unos peculiares pero bellísimos ojos grises que no paraban de mirar a Adán fijamente.

—¿Quién es la niña? es muy guapa...—dijo el niñito sonrojándose mientras no paraba de mirar la foto.

—Se llamaba Bella. Ahora mismo...ahora mismo sería un poco mayor que tú — Respondió Hawk con voz quebradiza.

Adán apartó la mirada de la foto y se percató de que Hawk había alzado su rostro en el cual había enmarcado una melancólica sonrisa...



#M.A.

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